Sigamos en contacto

Nota

Radiografía de una revolución

Publicada

el

Las calles se llenaron una vez más de mujeres, niñxs, trans, travestis, lesbianas y no binaries que, más acá de reclamos de derechos, plantean una nueva forma de entender la política, la vida y el futuro. Con la mirada puesta en la legalización del aborto, extendieron sus reclamos desde el desborde que significa la mirada feminista para entender la época. Apuntes desde la calle junto a las Madres, las mujeres de fábricas recuperadas, las feministas de la agroecología, las sindicalistas, las estudiantas y el bachillerato trans Mocha Celis. Qué tiembla desde abajo y mueve arriba para parar y cambiar el mundo.

Por Avenida de Mayo, por las diagonales, por Rivadavia, por la 9 de Julio.

Por las arterias y las principales.

Por Callao. Por Entre Ríos. Por Riobamba. Por el sin fín de calles que en todo el territorio no llegamos a ver.

Las columnas llegan, algunas masivas, otras de a grupos, de a pares, de a sueltas. La marea no distingue fragmentaciones. Crece. Desborda. Y nos moja.

Enojadas, creativas, hartas. Con carteles, banderas, con tambores, con remeras. Con las muertas que cargamos en las manos, las desaparecidas en el pecho, y la rebeldía en los pies.

Avanzamos.

¿Hacia dónde?

Lo estamos creando.  

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

La lección de Fátima

Una de las consignas más potentes de la masiva marcha por el 8M fue “Ni una menos, vivas nos queremos”. La indignación porque en 2020 haya más femicidios que días fue grito de lucha. La marcha que caminó de Plaza de Mayo a Congreso llevó el nombre de las 75 mujeres, travestis y trans que asesinaron este año. Y el pedido de justicia por todas las que ya no están. Este miércoles en Plaza de Mayo, el colectivo Familiares de Victimas de Femicidios convoca al tercer encuentro para seguir reclamando políticas urgentes y efectivas que pongan fin a la violencia machista.

El 8M pasó, siguió este 9 y cada día.

La jornada porteña estuvo conectada con Paraná, donde la movilización fue atravesada por las consecuencias de la inoperancia del Poder Judicial. En Día Internacional de las Mujeres hallaron en esa ciudad de Entre Ríos sin vida a Fátima Acevedo, la joven de 25 años que desapareciólocalidad el 1º de marzo.

Desde el 2017 Fátima denunciaba la violencia que Martínez ejercía sobre ella. Dio testimonio en el juzgado, en la policía y en el hospital cuando embarazada la internaron por los golpes que le había dado su ex pareja. Nicolás Martínez tuvo órdenes de restricción perimetral que no cumplió. Había tenido denuncias de una pareja anterior por violencia. Estaba denunciado por el entorno familiar de Fátima por amenazas de muerte. Fátima estuvo tres años escapando con su hijito de la violencia. Encontró refugio en la Casa de la Mujer de Paraná, que depende del municipio. Pero ni las denuncias ni un techo para dormir hicieron que se alejara definitivamente de su agresor. Nadie la protegió. En un audio le dijo a sus amigas que anticipaba lo peor: “Cuando termine muerta por culpa de él, puede ser que la policía, el juzgado, hagan algo y toda la mierda que tiene que hacer algo lo hagan. Mientras tanto vamos a tener que seguir pagando las consecuencias con el gordo”.

Eso mismo sucedió.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

Sandra Migues es la periodista entrerriana que más de cerca siguió el caso de Fátima. Desde allí habla con lavaca:  “La evidencia de lo que pasó con Fátima es la falta de perspectiva feminista en el poder judicial. Una chica que nueve veces declaró, hizo exposiciones y denuncias contra su ex pareja diciendo todo lo que le estaba sucediendo y sin embargo esa denuncia no tuvo peso porque salía con el papel en la mano pero no había otras medidas de restricción. No hubo tobilleras puestas en el victimario, no hubo acciones de protección integral hacia ella”, resalta.

¿Por qué el sistema jodicial no escucha las denuncias? “La cuestión común en todos estos casos es la falta de consideración de entender que son crímenes de odio y políticos contra las mujeres. Cuando no se los inscribe en ese paradigma se los considera delitos menores. Esto va en consonancia con no darle credibilidad a la voz de las mujeres cuando denuncian, a poner la sospecha moral siempre en torno a lo que van denunciando. Una serie de cuestiones que hacen a este patrón cultural misógino y machista que tiene la Justicia y que lo reproduce”.

La multitudinaria movilización en Paraná llegó esta tarde a Plaza Mancilla al grito de “yo sabía que a los femicidas los cuida la policía y la justicia”. Desde ayer 8M mujeres autoconvocadas se plantaron 17 horas de vigilia frente a los Tribunales de la provincia para que les den una respuesta: ¿por qué nadie cuidó a Fátima? Las mujeres paranaenses exigen la renuncia de funcionarios responsables en todos los niveles y poderes del Estado. Concretamente de la Ministra de Gobierno y Justicia, Rosario Romero; el Sub Jefe de la Policía de la Provincia, José Alejandro Lauman y el Procurador General, Jorge García. También que se promulgue urgente la ley de Emergencia por Violencia de Género con un presupuesto real. Y que se reglamente en la provincia la ley nacional de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las mujeres.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

Hacer escuela: del Nacional al Mocha

La organización de la marcha en los secundarios fue la tarea principal de los últimos días. Todavía no habían empezado las clases pero hacía una semana las estudiantas de Ciudad de Buenos Aires se reunían por colegios nucleados en la Coordinadora de Estudiantes de Basa.  “Nos venimos juntando en plazas, teniendo reuniones en el centro de estudiantes antes de que empiecen las clases, para organizar tanto la jornada por el 8M como esta movilización y el paro”, cuenta Lucero, secretaria general del centro de estudiantes del Julio Cortázar. “Nos juntamos en la escuela como todas las otras movilizaciones, somos unas 40 pibas las que vinimos hoy. Queríamos convocar más, queríamos que este 8M seamos muchas. Por eso hicimos videos e intervenciones en redes para llamar la atención”.

La convocatoria de la Coordinadora de Estudiantes de Base fue en el Colegio Nacional Buenos Aires, cercano a Plaza de Mayo. Se concentraron con sus banderas para marchar; contaron que su columna era de 1500 pibas de escuelas secundarias de casi toda la Ciudad. Antes de salir hicieron un pañuelazo por el aborto legal, seguro y gratuito. “Empezar así el año da muchas ganas de luchar y seguir movilizando. Llevar nuestra bandera, nuestra identidad, nuestras canciones”, dijo entusiasmada Lucero cuando llegaron a Congreso. “El año lleva más femicidios que días. Ayer hubo una victimas más de todo el machismo que venimos viviendo. Vinimos a gritar por las que no están, por las desaparecidas, por todas”.

Más de cien estudiantes travestis, trans, no binaries, lesbianas, maricas y también cis elijen cada año el Bachillerato Mocha Celis para terminar su formación de escuela secundaria. Abrió sus puertas en la Mutual Sentimiento en 2011 y en 2012 empezaron las clases. Son ocho las promociones de egresadxs del Mocha. Y este año todavía no pudieron iniciar el ciclo lectivo por falta de fondos: el pago de las expensas son muy caras para el presupuesto que manejan y están obligados a cerrar el espacio. “Ojalá pudieran integrarse a espacios de educación formal sin sufrir discriminación. Pero como eso no sucede, el Mocha es imprescindible para la población que estudia acá”, explica Andrea Alcalde, docente de Proyecto profesional mientras les estudiantes marchan.

El Mocha se sostiene solo con el salario que perciben los docentes y las MochaFest que organizan una vez por mes para recaudar fondos. Ni un solo peso más entra de la Ciudad. Andrea cuenta a lavaca que los únicos que recibieron el reclamo fueron del Ministerio de Educación de Nación y con quienes intentan conseguir alguna solución. El Ministerio de Ciudad ni siquiera les respondió el pedido de reunión. Este 8M el Mocha Celis marchó con el pedido de justicia por las 12 travestis asesinadas por crimen de odio. Y con la lucha para que el bachi siga en pie para contener lxs estudiantxs que encuentran en sus aulas un futuro posible.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

El tejido por abajo

A las doce del mediodía, y por dos horas, las trabajadoras del subte pararon. Durante la mañana algunas cabeceras de las líneas habían sido intervenidas con banderas que decían: “Todas en todos lados. Ahora es cuando. Paren de matarnos”. Después de las tres de la tarde, decidieron salir a movilizar. La marcha la caminaron junto a trabajadoras de otros sectores. Trabajadoras de las tres confederaciones sindicales y de las confederaciones de la economía popular movilizaron juntas.

“Celebramos el hecho de que muchas de las demandas que venimos impulsando del movimiento feminista están planteándose  en la agenda de la gestión publica y definitivamente es un logro de la organización y la movilizacion en la calle”, dice a lavaca Karina Nicoletta, secretaria de género de lxs Metrodelegadxs. Y abre la mirada a la región: “Ayer estábamos viendo todo lo que sucedió en Chile, en el resto de los países, nosotrxs tenemos articulación con los metros de América. Hay hay una movilización a nivel mundial que está llevando adelante el movimiento feminista en su conjunto, con la ofensiva de la derecha, de los sectores conservadores, se vuelve fundamental y necesario que los feminismos sigan creciendo y alcanzando cada vez más lugares”.

Mientras la bandera de las metrodelegadas avanza una marea lo hace alrededor. Trabajadoras judiciales, no docentes, docentes, aeronavegantes, ladrilleras, del campo, de la economía popular, de fabricas, artistas, feriantes, y más, más, más, caminan hacia el Congreso. Sigue Karina, trabajadora del subte: “Con las reivindicaciones feministas venimos impulsando muchas transformaciones pero todavía hay mucha desiguladad. Es un sector históricamente masculinizado: las mujeres representamos un veinticinco por ciento de nuestro coelctivo, hay muchas cuestiones para plentear en la negociación colectiva”.

Durante el debate en las Cámaras por el derecho al aborto legal, las trabajadoras del subte activaron desde la creatividad en su espacio de trabajo para intervenir el tránsito cotidiano. ¿Qué más hacer para que sea ley? “Vamos a acompañar una vez que se presente el proyecto que esta planteando el gobierno, seguiremos acompañando el proyecto de la Campaña. Y si bien hoy el contexto es distinto la calle sigue siendo lugar de organización, seguiremos ocupándola hasta que el acceso a un aborto legal, seguro y gratuito sea garantiado por el Estado y que esta deuda de la democracia se termine saldando”.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

El silencio no es salud

Las trabajadoras de los hospitales Muñiz, Piñeiro, Gutierrez, Fernandez, Alvear y Tornú inaguraron en simultáneo una muestra de fotos, y cada espacio sumó intervenciones artísticas.  

Maria Capelli, trabajadora social del Tornú cuenta a lavaca: “Cinco fotógrafas estuvieron retratando en contexto hospitalario a mujeres en situación de trabajo remunerado y no remunerado, los trabajos de cuidado que hacemos las mujeres y que mucha veces se invisibiliza. El nombre de la muestra es: ‘cuidado, mujeres trabajando’”. Sandra, del Comité de prevención de las violencias del hospital agrega el contexto de la acción: “El Comité es algo relativamente novedoso en el hospital. Venimos de una lucha compleja que tiene que ver con ir instalándolo con nuestros compañeros trabajadores, hay servicios que vienen acompañando, otros que se sumaron mas recientemente y otros que no se suman a nada. La tarea es darle visibilidad dentro del hospítal. Trabajamos con cuestiones que estaban naturalizadas, para que empicen a complejizarse  y que podamos luchar por un mundo mas justo”. El resultado: “Recibimos muchas consultas por violencia institucional”.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

Desobedecer el patrón

El 29 de febrero fue el Primer Encuentro de Mujeres de Fábricas Recuperadas, covocado por el reciente Comité de Géneros del histórico Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. El espacio que nació lo hizo con la espectativa y la mirada en el futuro: “No sabemos como se va a ir construyendo, va a ser lo que los compañeras quieran ir planteando”, cuenta lavaca Erica que desde hace casi una década es parte de la Universidad de lxs Trabajadorxs que funciona en el IMPA.

¿Qué se aporta desde las recuperadas? “Lo que se plantea como eje es la deobediencia al patrón. Se empezó a pensar ¿qué es el patrón?, ¿dónde está cuando el patrón no esta?, porque en las recuperadas se lo sacan de encima pero sigue operando por otros medios y de otra manera. Desde ahí haremos la construcción. Además hay una experiencia muy particulasr en lo que se refiere a la relación con los compañeros: las compañeras plantean un codo a codo, pudiendo ver las cuestiones de los maschismos internos pero codo a codo con los varones en la lucha contra el patrón, contra el sistema de opresión patronal”.

¿Cuáles son las urgencias del sector? “Empezar a pensar espacios de cuidado. De la jornada que hicimos salió esa necesidad de pensar en cada empresa recuperada espacios de cuidado no solo para les niñes sino también para personas mayores. Se está pensando en eso dentro de la ley que estamos impulsando desde hace 20 años para la expropiación”.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

Agroecología y feminismo

Marchan con lechugas en las manos y verduras en un carro que lleva la bandera de la Unión de Trabajadorxs de la Tierra. Llevan también carteles escritos a mano que dicen: “Nosotras elegimos cuántos hijos tener”, “elejimos acceder a la tierra”, “sin feminismo no hay agroecología”, “ni una más sin acceso a la tierra”. Zulma lleva en sus manos además un megáfono donde agita canciones feministas y dos corazones violetas en la cara.

Las mujeres de la UTT, antes de la movilización, convocaron con este potente texto: “Nosotras decidimos sobre nuestros cuerpos. Nosotras decidimos sobre nuestra salud. Nosotras decidimos como queremos producir nuestros alimentos. Detrás de esa mesa donde comen hay mujeres trabajadores. Esa lechuga, ese tomate, ese morrón, lsso producimos con nuestras manos. Paramos por nuestros derechos y los derechos de todas”. Mañana mismo convocan a un verdurazo y tractorazo. Las dos fechas se vuelven parte de una misma propuesta: un plan agroalimentario solidario y feminista para Argentina.

Rosalia, fundadora y secretaria de género de la UTT cuenta a lavaca que hoy las trabajadoras del campo pararon. “Eso implica que se está teniendo que trabajar sin nosotras, que volvemos tarde y no preparamos la cena, que se reactivó el debate entre las y los delegados, en los grupos de whastapp. Vinimos para poder marchar con miles y miles de compañeras. Todavía falta mucho”.  

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

De la calle al Senado

La senadora por La Pampa Norma Durango es en esa cámara presidenta de la Comisión Banca de la Mujer. Desde su provincia atiende a lavaca mientras en las calles de todo el país se exige el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. “Valoramos y revindicamos el movimiento de mujeres de nuestro país. Y si bien siempre fui defensora de los derechos de las mujeres, hemos ido aprendiendo con mujeres de diversidad. Estamos preocupadas por los femicdios, por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, por la violencia, los abusos, el maltrato”

¿Cuál es la agenda legislativa urgente? “Lo más urgente es el proyecto que estamos esperando desde el Ejectuvio: la ley de aborto legal, seguro y gratuito. En 2018 en el Senado no logramos los votos, pero creo que no ha sido una derrota. El resultado no fue el que buscábamos, pero como he dicho en muchas oportunidasdes, nadie puede parar el viento. Logro una visibildad tal que permitió que hoy muchas de las personas que no estaban de acuerdo lo estén entendiendo que no es un problema de creencias, sino que es un problema de salud publica. Estamos trabajando, y mucho, porque no celebramos la clandestinidad ni que la posibilidad de que las mujeres se mueran. Quien no quiera realizarselo tiene que entender que esta ley no obliga a nadie, es el derecho a decidir sobre neustro cuerpo, y el gobierno ha sido miuy claro, junto con la ley de aborto ha hecho un programa para contener a aquellos embarazos vulnerables, por lo tanto no estamos incitando a ningún aborto, olamente estamos diciendo las mujeres tienen derecho a elegir.

¿Cómo se está trabajando desde la Comisión Banca de la Mujer? “ Trabajamos juntas las que estamos a favor, y esto es transversal a los partidos políticos: se han tenido muchas reuniones con compañeras de la oposición que estana favor. Ahora hay una diferencia: algunos están totalmente en desascuerdo, y otros están a favor solo de la despenalizascion y otros de la legalización total. Tenemos que trabajar esa diferencia que parece pequeña pero que no lo es. Lo que queremos es que salga con la mayor posibilidad de consenso, que las senadoras y senadores entiendan que es un debate histórico y viene a saldar una deuda de la democracia”.

Radiografía de una revolución
Foto: Verónica Ape

Epílogo

Camina rápido con el pañuelo blanco atado en la cabeza y el verde en la muñeca.

Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Linea Fundadora, llega al Conrgreso después de las cinco de la tarde,, y mientras avanza imparable dice a lavaca:

“Vengo a apoyar la ley, porque es el día de la mujer, y para que nos vean. Hay que estar de cuerpo presente”

Ahora.

Y siempre.

Radiografía de una revolución

Nota

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Publicada

el

Octava entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Alejandra López.

Toda la producción de La Ronda será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Por Alejandra López

Cuando Claudia Acuña me propuso que fotografiáramos la Ronda de las Madres con un grupo de colegas, acepté sin dudar con gran alegría por varias razones. Por una lado, la urgencia del registro ahora que se nos van poniendo viejitas, y por otro, la necesidad de emprender un proyecto colectivo.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

He ido muchas veces a la Ronda. Una de mis primeras veces, yo fotógrafa debutante, lloré durante toda la cobertura y una de las Madres (no sé quién fue) me retó con ternura: “Sin llorar”, me dijo, y repitió: “Sin llorar”. 

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Siempre hay algo de esa primera vez: la emoción, la admiración sin límites, y,  sobre todo, el asombro ante esa capacidad increíble de sostener el ritual de lucha durante 47 años.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Hice mis fotos el jueves 21 de marzo, en la Ronda número 2397.

Hoy más que nunca #memoriaverdadyjusticia.

Mi humilde homenaje a estas mujeres que, junto con Abuelas, son nuestro faro.

La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López

Sobre Alejandra López

Retratista.

Empezó a trabajar profesionalmente en 1990 haciendo fotografía teatral y en la revista El Porteño.

Durante 14 años fue fotógrafa de staff de la revista Viva del diario Clarín, donde fotografió a innumerables personajes del espectáculo y ha publicado en revistas como Elle, La Nación Revista, Brando, Harper’s Bazaar, Le Figaro Magazine, Bacanal.

Actualmente se dedica a la fotografía para gráficas de teatro y cine, colabora con la revista L’Officiel y es reconocida además por sus retratos de escritor, algunos ya icónicos, para editoriales de libros como Penguin Random House y Planeta.

Ha realizado numerosas muestras: Retratos (2001), La máscara (en el Festival Internacional de Teatro), Retratos de la Memoria, (imágenes de sobrevivientes del Holocausto) en el Museo Judío de Frankfurt, Calendario FOE 2009 y en junio del 2011, la exposición Algunos escritores, en la Fotogalería del Teatro San Martín. En 2021, realizó Ese día, una serie de retratos de víctimas sobrevivientes del atentado a la Amia. En 2023, Belleza Marrón, en el Centro Cultural Borges, (ensayo en colaboración con la agrupación Identidad Marrón).

Para ver más: en Instagram @alejandralopezfotografa

Seguir leyendo

Nota

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…

Publicada

el

Se cumplen hoy 47 años de la primera aparición de las Madres en la Plaza de Mayo. La fecha llega en un momento en el que lavaca ha puesto en marcha un registro fotográfico colaborativo sobre las actuales rondas de Madres: una forma de homenaje, sabiendo que la memoria no es hablar del pasado, sino comprenderlo para actuar en el presente y el futuro.

Esta es una recorrida entonces, con un resumen del antes, el durante y el después de la instauración del terrorismo de Estado. Cuenta el nacimiento de la organización de estas mujeres que salieron a reclamar por la vida y, frente al horror y la desaparición de sus hijos e hijas, y lograron lo que parecía inconcebible: transformar el dolor en acción. ¿Cómo lo hicieron? Un recorrido por las últimas décadas, y algunas cuestiones prácticas sobre los tejidos, los territorios, las brujas y los alumbramientos. El video que muestra parte de la historia.

Por Sergio Ciancaglini

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…
La historia de las Madres de Plaza de Mayo.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos.

La historia suele ser infinita, ¿cómo contarla?

Habría que hablar de un siglo XX Cambalache, que empezó con el país granero del mundo, con trabajo para pocos, democracia para pocos, dinero para menos, alguna ilusión de tiempos mejores, seguida de décadas infames. Surgió luego un gobierno que generó una expectativa de más justicia, y más democracia. La política empezaba a estar en las calles, en las plazas, en la cabeza y en el corazón de cada persona.

Ese gobierno fue tumbado en 1955 por los poderes económicos, políticos y militares de siempre. Poco antes los golpistas habían bombardeado con la aviación militar a transeúntes inocentes en plaza de Mayo. Más de 300 muertos. Que hubiera más igualdad de oportunidades, o mejor distribución de la riqueza, era una maldición que había que mutilar. Tierra extraña; aquí siempre hubo una envidia al revés. Los ricos envidiaron a los pobres, odiaron que los pobres pudiesen mejorar.

En 1956 aquella dictadura fue pionera: secuestró ilegalmente a decenas de personas acusándolas de planear una rebelión. Los militares ordenaron los fusilamientos en los basurales de José León Suárez. Fue la Operación Masacre, como la llamó Rodolfo Walsh en un libro inolvidable. Lo que nadie sabía, ni siquiera Walsh, es que la Operación Masacre apenas empezaba.

Poco después, en una pequeña isla del Caribe frente a las narices de los Estados Unidos, hubo una revolución que se proclamó socialista. Los militares argentinos temieron que esa revolución fuese contagiosa, y gatillaron sus armas junto a los de todo el continente.

Siguieron los tiempos de proscripción política, censura, gobiernos civiles derrocados, gobiernos militares que se iban tumbando entre ellos, mientras las fuerzas armadas actuaban como tropas de ocupación en su propio país, como trincheras contra la democracia, en nombre de la lucha contra el socialismo.

Frente a eso, crecía la resistencia de quienes que no se resignaban al silencio, la censura, ni al olvido. Resistían los mayores, con una especie de nostalgia por el pasado. Y resistían también los jóvenes, como añorando el futuro, pero un futuro que querían construir con sus propias manos.

El surgimiento de las Madres de Plaza de Mayo

Un argentino que había puesto la mente y el corazón para aquella revolución en la isla del Caribe, fue capturado y fusilado cuando quiso hacer algo parecido en Bolivia. Le decían Che. Los que lo mataron no sabían que lo estaban inmortalizando. El mundo se ponía violento. En todo el planeta oleadas de jóvenes salían a reclamar justicia, igualdad, rechazo a la guerra y la muerte, un mundo distinto.

En la Argentina las dictaduras seguían tropezando con las resistencias. Hubo un Cordobazo, un Rosariazo, la juventud se movilizaba pintando paredes y pintando proyectos. La democracia seguía presa. La violencia militar seguía libre. Nacieron las organizaciones guerrilleras, que quisieron agregarle armas a toda esa resistencia.

Tal vez esta historia haya que comenzarla, entonces, en 1972. El 22 de agosto en Trelew hubo una nueva versión de la Operación Masacre. Allí habían detenido a miembros de varias agrupaciones guerrilleras. Fueron acribillados a balazos, indefensos, con el falso pretexto de un intento fuga. Mataron a 16. Hubo tres que sobrevivieron por milagro, y contaron lo que había pasado. Tal vez en aquel momento, cuando el crimen fue evidente, los estrategas militares empezaron a diseñar la represión del futuro: matar sin evidencias.

Las movilizaciones protagonizadas fundamentalmente por la juventud, empezaban a ser gigantescas. La trinchera militar no soportó la correntada de tantos sueños, y en 1973 la vida pareció cambiar. Una multitud obligó a liberar a los presos políticos. La ilusión no duró demasiado.

Fue una danza alucinada.

Cámpora ganó las elecciones. Volvió Perón. En Ezeiza las patotas de la derecha peronista acribillaron a las columnas juveniles. Perón apoyó a esos grupos, contra la juventud. Cayó Cámpora. Asumió Lastiri que era el yerno de José López Rega. López Rega era ex policía, nazi militante, secretario privado de Perón, ministro de Bienestar Social, y astrólogo esotérico. Como si su brujería funcionara, concentró cada vez más poder. Lastiri llamó a nuevas elecciones que ganó Perón. Ocho meses después, murió Perón y asumió su esposa Isabel. La sociedad miraba aturdida, mientras el sistema de la muerte se instalaba alrededor de López Rega, que organizó a los matones policiales, militares y a las patotas de la derecha, para crear un monstruo al que llamaron Triple A. Alianza Anticomunista Argentina.

La Triple A era un escuadrón de la muerte, un grupo paramilitar con vía libre para salir a matar. Estudiantes, intelectuales, sacerdotes, artistas, sindicalistas, obreros: la sucesión de fusilamientos se hizo cotidiana, el terror empezó a ser la genética de cada día.
La lista es macabra. Cientos de víctimas. Por recordar algunos: Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional y abogado de presos políticos. Carlos Mujica, sacerdote del Tercer Mundo, Silvio Frondizi, uno de los principales intelectuales que dio la izquierda argentina, Julio Troxler, que había sobrevivido a los fusilamientos de 1956. Atilio López, uno de los dirigentes del Cordobazo, que durante la breve etapa camporista fue vicegobernador de Córdoba.

Los bombardeos en Plaza de Mayo y la matanza en los basurales habían sido premoniciones.
Los fusilamientos de Trelew fueron una secuela.

La Triple A fue el perfeccionamiento del crimen mafioso.

El terrorismo de Estado y la desaparición forzada

Pero ahora imaginemos.

Imaginemos por un momento que hubiera miles de masacres como las de los basurales de José León Suárez. Imaginemos que hubiera de pronto miles de fusilamientos como los Trelew. Y miles de Triple A matando por las calles con absoluta impunidad.

Eso fue la dictadura militar, cuando los militares dieron el golpe de Estado para imponer la máquina de matar corregida y aumentada al infinito. Fue hace exactamente 30 años. Le pusieron un nombre que sería cómico, si no fuera tan patético. Proceso de Reorganización Nacional. El comunicado número uno que emitieron decía:

Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.

Más que nunca, la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Pero esta vez, además, inventaron una especie de acto de magia superior a los de López Rega. La magia más perversa que alguien pueda imaginar.

No más bombardeos, ni basurales, ni fusilamientos en cárceles, ni homicidios mafiosos a la luz del día.

Los perseguidos, las víctimas, iban a desaparecer.

No iban a estar más: secuestrados y esfumados de la noche a la mañana.

Los militares creían que al no haber cuerpos, al no haber pruebas ni quedar en evidencia, nadie podría acusarlos de crimen alguno.

Eso es el terrorismo de Estado. Las Fuerzas Armadas se dedicaron a la muerte clandestina, mientras en público sus jefes iban a misa a ser bendecidos, a comulgar, y a la salida sonreían. En sus discursos hablaban de la ley, el orden, la paz y el progreso.

Empezó la cacería. Zonas liberadas, gritos en la noche, secuestros de gente indefensa, la absoluta desaparición de la justicia.

Hay bibliotecas enteras que podrían leerse para entender lo que pasó. Pero hay también una carta. Apenas un año después del golpe Rodolfo Walsh –otra vez- escribió en la clandestinidad su Carta abierta a la Junta Militar, donde explicó lo que nadie se atrevía a decir.

Hablaba de un lago cordobés convertido en cementerio lacustre. De personas arrojadas desde aviones militares al Río de la Plata, cuyos cadáveres afloraban en las costas uruguayas. Denunciaba un sistema de tortura absoluta, intemporal y metafísica, aplicada tanto con métodos medievales como el potro o el torno, como con la tecnología de la picana eléctrica, para machacar la sustancia humana. Hablaba de las guarniciones y comisarías convertidas en campos de concentración. De las mentes perturbadas de los militares que torturaban. Decía, apenas un año después del golpe y en medio de la censura y el terror: “Quince mil desaparecidos y desaparecidas, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”.

Pero hay otro párrafo, que cada día se entiende mejor. Le decía a los militares:”Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Ahí estaba la clave para entender el crimen: la miseria planificada.

Walsh fechó esa carta el 24 de marzo de 1977, distribuyó varias copias, y un día después fue secuestrado por los militares.

Nunca más se supo de él.

Es otro desaparecido.

Érase una vez 14 mujeres: La historia de las Madres de Plaza de Mayo

En esa noche, hubo un parto.

En medio de la oscuridad, un alumbramiento.

Nació una historia.

Muchas madres y padres salieron a buscar a sus hijos. Salieron de sus casas, salieron del útero de su rutina habitual a enfrentar al aparato represivo más imponente de la historia del país. Llevaban impresas en la piel la desesperación y el amor, y de allí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. Buscaron a las morgues. Nadie sabía nada. La ley del silencio. Cada día era la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio.

Los padres varones, de a poco, volvieron a sus trabajos.

La mayoría de las madres eran amas de casa: tenían intacto el tiempo y la sensación de que no había otra cosa que hacer que dedicar cada hora, cada minuto y cada segundo de vida a la búsqueda.

Estaban solas, moviéndose, preguntando inútilmente, aturdidas por tanto silencio. De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían esa especie de señal que cada una llevaba como un código secreto en la mirada: la desesperación y la incertidumbre.

Ese fue un primer triunfo contra el aislamiento. Comenzaron a encontrarse, reunirse, acompañarse. Estar juntas fue el modo de escaparle al terror de estar solas. Pero fue mucho más que eso.

Un día, esas mujeres se descubrieron a sí mismas en una iglesia militar, donde un cura psicópata les recomendaba santa paciencia y las confundía con rumores, insinuaciones y desinformaciones. Intuición femenina: les estaban mintiendo sistemáticamente, nadie hacía nada por salvar a sus hijos.

Una de esas mujeres dijo: Basta.

Y dijo: tenemos que ir a la Plaza de Mayo, tenemos que hacer ver y oír lo que nos pasa. Era una mujer con nombre de flor.

Y ese grupo de mujeres decidió que Azucena Villaflor tenía razón: su lugar sería la Plaza de Mayo.

La plaza sería el territorio de estas madres.

No tenían oficina, pero habían encontrado un lugar espacioso, aireado, iluminado y muy céntrico.

No tenían sillones mullidos, pero había bancos de plaza.

No había escritorios, pero tenían las faldas para apoyar allí las carpetas, expedientes, cuadernos o que hiciera falta.

No tenían alfombras, sólo baldosas y unas palomas revoloteando.

No tenían recepción, pero podían verse de lejos mientras iban llegando. No tenían teléfonos, pero se pasaban papelitos con mensajes, informes, o futuros puntos de encuentro.
Ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino.

No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Penélope tejía esperando el regreso de su marido. Ellas tejían juntas las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando.

La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Después, una de las madres avisó, como atajándose de los malos augurios: “Viernes es día de brujas”. A la semana siguiente empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían, para escaparle a las brujas.

La policía empezó a desconfiar. Por el Estado de Sitio, se impedía cualquier reunión de tres personas o más, por ser potencialmente subversiva.

Para decir la verdad, en este caso tenían razón: buscar la vida era subversivo. Como pájaros de uniforme, los policías empezaron a revolotear alrededor esas mujeres que hablaban y tejían de los asientos de la plaza. Ordenaron: “Caminen, circulen, no se pueden quedar acá”. Ellas se pusieron a caminar y a circular alrededor del monumento a Belgrano, en sentido contrario a las agujas del reloj: como rebelándose contra cada minuto sin sus hijos.

Marchaban, cada jueves, en las narices del gobierno dictatorial más temible. La plaza ya era el territorio de las Madres.

Algunos periodistas extranjeros descubrieron esas raras vueltas y vueltas. Consultaron a los militares. Les contestaron que eran unas mujeres trastornadas, unas Madres Locas que andaban buscando a gente que no estaba en ningún lado. Gran parte de la sociedad prefería no darse por enterada. La censura bloqueaba orejas, cerebros y corazones. Las madres locas eran las únicas que parecían cuerdas, tejiendo y circulando al revés que las agujas del reloj.

En octubre de 1977 se sumaron a la peregrinación a Luján, que congregaba a un millón de jóvenes. El problema era cómo encontrarse y reconocerse en la multitud. Alguien propuso que todas se pusieran un pañuelo del mismo color. Lo del color era un problema, pero entonces una de las madres tuvo una ocurrencia: ¿Por qué no nos ponemos un pañal de nuestros hijos? No existían los pañales descartables y la mayoría de las madres todavía guardaba los de tela, tal vez pensando en los nietos.

Frente a la Basílica, reclamaron y rezaron por los desaparecidos y desaparecidas. Todos los que estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus cabezas. Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos humanos, que terminó con 300 personas detenidas, incluidos –por error- varios periodistas extranjeros. Gracias a tanta eficiencia, el mundo empezaba a enterarse de lo que ocurría. En la comisaría las Madres rezaban Padrenuestros y Avemarías. Los policías no se atrevían a incomodar a mujeres tan devotas. Entre rezo y rezo, haciendo cruces, miraban a los uniformados, les decían “asesinos”, y seguían rezando. Amén.

El hecho de reunirse, romper el aislamiento, buscar a sus hijos, se convirtió en sí mismo en un delito. Diciembre de 1977, un oficial de la marina que se hacía pasar por hermano de un desaparecido organizó el secuestro y desaparición de tres de las madres, dos monjas francesas y otros familiares y amigos. Así era el coraje militar.

Las madres estaban organizando la colecta para publicar una solicitada el 10 de diciembre, denunciando las desapariciones.

El 8 de diciembre secuestraron a Esther Careaga y a Mary Ponce de Bianco en la Iglesia de Santa Cruz, junto a ocho personas más, incluida la monja francesa Alice Domon. Esther era paraguaya. Ya había encontrado a su hija adolescente, a la que los militares habían liberado. Las otras madres le habían pedido que volviera a su casa, que ya no se arriesgara más. Esther no les hizo caso, decidió seguir junto a ellas hasta que encontraran a cada uno de sus hijos.

Dos días después, desapareció la mujer con nombre de flor. El terror de aquellos tiempos superó todo lo imaginable. Desaparecían quienes buscaban a los desaparecidos y desaparecidas. Pero los militares habían sido selectivos: secuestraron a quienes todas siempre consideraron “las tres mejores madres”. Sin Azucena, había que elegir: seguir, esconderse, o volverse a casa. Para las madres no hubo demasiadas dudas: ahora no solo debían buscar a sus hijos e hijas, sino también a sus amigas y compañeras. Lograron sobreponerse a la parálisis y al terror, para seguir su marcha.

Azucena había parido la idea de que las madres se organizaran para nunca más estar solas en su lucha. Y había dicho algo: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos”. Así estaba socializó la maternidad, potenció a cada madre y le dio grandeza a cada minuto de resistencia.

Llegó el Mundial 1978. El fútbol tapando de gritos y sonrisas la realidad, mientras a pocas cuadras de la cancha de River seguían torturando gente en la ESMA. El mundial fue oxígeno para los militares: para seguir matando y seguir castigando cada vez a más gente con la miseria planificada. Las madres cambiaron sus lugares y horarios de reunión. No todos los jueves iban a la Plaza, para evitar que las detectaran. Cuando iban, la policía les largaba los perros. Cada una llevaba un diario enroscado para sacarse a los perros de encima, una de las pocas cosas útiles para las que servían los diarios de esa época.

Muchas veces detenían o demoraban a alguna de ellas en las comisarías. Se les ocurrió una idea: cuando una iba presa, se presentaban todas y pedían ir presas ellas también. Los policías veían llegar a decenas y decenas de mujeres que exigían ser encarceladas junto a su compañera. Una vez fueron tantas las que exigieron ser detenidas, que tuvieron que llevarlas en un colectivo de la línea 60.

Madres locas, dirían los policías, que no sabían bien qué hacer: muchas veces las soltaban para sacárselas de encima.

Cuando en la Plaza le pedían documentos a una, todas las demás se acercaban a la policía a entregar también los suyos. Cientos de documentos, cédulas y libretas cívicas, que la policía tenía que verificar. De paso, las madres se quedaban más tiempo en la plaza.

En 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También el fútbol jugó en contra. El mundial juvenil tenía a todos pendientes de Maradona, y los militares aprovecharon para que relatores de fútbol y periodistas radiales llamaran a la gente a Plaza de Mayo, y que de paso repudiaran a quienes hacían cola para declarar ante la Comisión. Querían mostrar lo que llamaban “la verdadera imagen del país”. Decían: “los desaparecidos algo habrán hecho”, o “por algo será que se los llevaron”. Los hinchas, sin embargo, no molestaron a los que estaban esperando para hacer sus denuncias.

Ya era la época de la plata dulce, la fiesta de las multinacionales, el dólar barato, miles de argentinos gastando en el exterior lo que nunca habían sabido ganarse, gracias a la miseria planificada de millones.

Los diarios y las revistas no sólo censuraban la información para defender su negocio, sino que hacían campañas por los militares: “Los argentinos somos derechos y humanos”. Confirmado: nunca hay que subestimar la estupidez humana, la capacidad de negación, el tamaño de la crueldad.

En ese 1979 hubo otro parto, otro alumbramiento: las Madres decidieron crear la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Si todas estaban en peligro, esa era una forma de mantener la lucha viva. La casualidad, o el destino, determinaron que la asociación fuese creada en una fecha imposible de olvidar: 22 de agosto. Habían pasado siete años de la masacre de Trelew, aunque parecían siete siglos.

Los militares asesinos argentinos inventaron un conflicto contra los militares asesinos de Chile, que a todos les servía para ganar tiempo en el poder. En esos días fue muy próspero el negociado de la fabricación de ataúdes, hasta que el Papa intervino. Secuestros clandestinos y desapariciones en la noche, permitían mirar para otro lado. Guerra abierta entre gobiernos tan vecinos y tan beatos era demasiado. Hasta para el Vaticano. Amén.

Seguían encontrándose en plazas y bares. Para que no las descubrieran cambiaban el nombre. Si iban a ir a Las Violetas, decían Las Rosas. Ellas mismas llevaban en sus carteras las carpetas, las denuncias, los expedientes.

Recién en 1980, gracias a los apoyos internacionales, las Madres pudieron tener una oficina. Pero también ese año decidieron volver a su territorio, la Plaza de Mayo, para nunca más abandonarla.

Fueron un jueves, al jueves siguiente las estaba esperando un escuadrón entero, con las armas gatilladas. Ellas cambiaban el horario, circulaban por donde no las veían. Poco a poco envolvieron a la Pirámide de Mayo con sus marchas que nadie podía detener. Llevaban diarios enroscados. Pronto aprendieron de sus hijos, y llevaban también botellitas de agua y bicarbonato por si las esperaban con gases lacrimógenos. No necesitaban gases para llorar. Pero habían decidido transformar el llanto en acciones.

Los militares eran la rigidez y la violencia. Las madres eran la fluidez y la energía. Los militares y la policía eran la muerte. Los verdugos. Las madres eran la vida.

Se editó el primer boletín de Madres, se iba ganando apoyo afuera y adentro. Los militares llamaron a los viejos políticos a dialogar, como abriendo el paraguas frente a la crisis económica y a su propio desgaste. Pero las Madres estaban simbolizando dónde estaba la verdadera política, y quiénes eran sus nuevos protagonistas. En 1981 lo demostraron retomando la Plaza y haciendo la primera Marcha de la Resistencia. Solas, pocas, pero juntas, resistiendo 24 horas seguidas.

Vinieron épocas de ayunos, de tomas de iglesias y catedrales. Los jóvenes, sobre todo, se conmovían. Nació la consigna “aparición con vida”.

El 30 de abril de 1982, hubo manifestaciones de protesta en Buenos Aires contra la situación económica, la miseria planificada, con la policía reprimiendo a todos. Dos días después, se llenó la Plaza de Mayo para aplaudir a los militares que habían invadido Malvinas, creyendo que así se iban a reciclar en el poder en una especie de brindis perpetuo.

Las Madres dijeron que la guerra era otra mentira. Los militares que secuestraban cobardemente, torturaban clandestinamente y asesinaban tirando cuerpos al río, no podían convertirse de un día para otro en patriotas impecables y valerosos guerreros. Por decir eso, acusaron a las Madres de antinacionales. Ellas inventaron un cartel: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”. Muchos que acompañaban a las Madres las criticaron: había que estar del lado de la guerra, del lado de los militares. El tiempo mostró quién tenía razón sobre los guerreros, entre ellos el mismo que había delatado a Azucena, Esther y Mary.

La derrota de los militares resucitó la posibilidad de la democracia. Se abrió la multipartidaria, formada por cantidad de partidos y políticos muchos de los cuales, durante los tiempos más duros de la represión, habían sido expertos en el arte de callar.

En 1983 hubo elecciones, Alfonsín llegó a la presidencia, y las madres hicieron la marcha de las siluetas para que nadie olvidara a los ausentes. En los afiches decían que esos hijos e desaparecidas habían luchado por la justicia, la libertad y la dignidad.

El gobierno formó la CONADEP, la comisión nacional para la desaparición de personas. Las madres desconfiaron, no quisieron integrarla. Siempre prefirieron la calle, y no las comisiones. Crearon un periódico, la Asociación iba creciendo y seguía reclamando aparición con vida y castigo a los culpables.

En 1985 Alfonsín las citó, pero luego no las atendió porque tenía que ir al Colón, según la explicación oficial. Las Madres tomaron la Casa Rosada, y se quedaron ahí instaladas como forma de resistencia pacífica. Esas acciones mostraban la grieta entre los discursos sobre los derechos humanos que hacía el gobierno, y la realidad. Y mostraban cómo el protagonismo político se desplazaba de los políticos de museo, a los movimientos generados en la sociedad para enfrentar los problemas tomando las riendas de sus propias decisiones.

Se hizo el juicio a las Juntas, pero sólo hubo dos condenas a prisión perpetua. Las de Videla y Massera. Los otros jefes militares recibieron penas bajas, o fueron absueltos. Las Madres opinaron del siguiente modo: se levantaron y se fueron de la sala de audiencias.

Seguían las acciones, marchas, escraches a los militares en sus casas, viajes y campañas en todo el mundo, la lucha contra las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, La lucha contra las rebeliones de Semana Santa y de los carapintadas, La marcha de las manos, La marcha de los Pañuelos, cuando taparon la casa de gobierno de pañuelos blancos, los premios internacionales.

El apoyo a los conflictos, a las huelgas, a los reprimidos y a los perseguidos.

Empezaban a hacer propia una idea: el otro soy yo.

Las Madres, además de denunciar lo que había ocurrido con sus hijos, hicieron otra cosa: comenzaron a levantar las mismas ideas y sueños por las que esos jóvenes habían luchado.
Por eso sintieron que aún sin estar, sus hijos las estaban pariendo.
Aquellas amas de casa desgarradas por la desesperación, habían logrado transformar el dolor en acción y en pensamiento.

Todas estas luchas se multiplicaron al infinito cuando Menem llegó a la presidencia para perfeccionar, en democracia, la miseria planificada: privatizó el país, regaló el Estado, masificó el desempleo, protegió a toda clase de mafiosos, asesinos y corruptos, y además los puso a gobernar con él. De paso indultó a todos los militares que habían sido condenados.

Hubo más de lo mismo cuando subió De la Rúa, y las madres estuvieron allí, nuevamente en la plaza, el 19 y 20 diciembre, cuando ese gobierno intentó imponer el Estado de Sitio y se dedicó a reprimir a miles y miles de personas hartas de tanta decadencia y de tanta mentira. Nuevamente las plazas se llenaron de balas, y de jóvenes muertos.

La historia reciente es más conocida, las Madres y su universidad llena de jóvenes, de movimiento, de conferencias, de proyectos. Las Madres y su flamante radio, para que se escuche cada cosa que hay que decir. La intervención en cada lucha contra las mafias, contra la miseria, contra la muerte.

Y cada jueves, como siempre, las madres circulando, tejiendo solidaridad, construyendo este territorio de la Plaza para que sea el espacio de todos.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos. Las madres están dejando esa herencia.

Cómo convertir al dolor, en acción.

La parálisis y el miedo, en lucha.

La desesperación, en coraje.

Las lágrimas, en acciones.

Para acorralar a la muerte, como el primer día:

tejiendo luchas,
haciendo circular los sueños,
y alumbrando la vida.

Seguir leyendo

Nota

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Publicada

el

La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

Seguir leyendo

LA NUEVA MU. Generación Nietes

La nueva Mu
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Lo más leido