#NiUnaMás
Femicidio de Julieta: el pedido de justicia que recorre a todo un pueblo santafecino
Julieta Del Pino tenía 19 años y vivía en Beravebú, un pueblo a 150 km de Rosario. Su familia la buscaba desde el viernes a la noche, cuando le mandó un mensaje a su mamá para que le pusiera a calentar la comida luego de salir de trabajar. Nunca llegó. Según las cámaras de seguridad, fue interceptada por un auto camino a su casa. Su cuerpo fue encontrado el sábado a la noche, enterrado en el patio de la casa de Cristian Romero, que trabajaba con el hermano de Julieta en una obra de construcción. La mamá de la joven desmintió que tuviera una relación y dijo sobre el día del hallazgo: “Se fue a trabajar con mi hijo teniendo a mi hija muerta en la casa”. Romero quedó detenido, procesado por el femicidio. El Observatorio Lucía Pérez registró 14 femicidios durante la cuarentena. Las movilizaciones por pedido de justicia que no paran pese a los anuncios oficiales. En esta nota, compartimos el relato en primera persona de la madre y el padre de Julieta a un medio local. Y el diálogo de lavaca con el jefe comunal: “El pueblo está en shock”.

Por Lucrecia Raimondi
Julieta Del Pino nació en Berabevú, se crió en esas calles, jugó en esa plaza donde la mayoría de sus vecinas y vecinos se juntaron a pedir justicia por ella cuando confirmaron su femicidio. La violencia machista pateó las puertas del pueblo: Julieta fue encontrada asesinada en el patio de la casa de uno de los suyos. La comunidad quedó en estado de shock.
Julieta atendía un kiosco, vivía en casa de sus padres. El viernes a la noche salió de trabajar y pedaleó su bici por el camino que hacía casi todos los días. Vestía jean, zapatillas negras con detalles fucsia y un camperón rojo con peluche en la capucha. A las 23.20 le pidió a la mamá que le caliente la comida. A las 23.30 no contestó más los mensajes ni el teléfono. El último rastro lo registró una cámara municipal de video vigilancia: a tres cuadras de su casa la increpó un auto al doblar la esquina. La secuencia quedó fuera del registro de la cámara que no pudo captar qué pasó ni cómo desapareció.
La familia radicó la denuncia en la comisaría local el sábado a la mañana y desde el mediodía todo el pueblo se comprometió con la búsqueda de Julieta. El fin de semana buscaron por cada rincón, junto a las autoridades de la Comuna de Berabevú y la fiscalía a cargo de Susana Pepino. Jonathan, el hermano mayor de Julieta, identificó el auto de su compañero de trabajo y así llegaron a quien está acusado por su femicidio: Cristian “Chorizo” Romero, de 28 años, albañil, la tenía enterrada en el patio de su casa y encontraron la ropa de Julieta en su auto.
La Justicia entregó el cuerpo de la joven en la tarde del lunes, después de hacer la autopsia. Afuera de la sala de velatorio se concentraron algunos vecinos y vecinas, la familia pidió que haya poca gente. A las 15.30 hicieron una responso en la parroquia y luego el entierro en el cementerio del pueblo. En los Tribunales de Melincué, donde se lleva la instrucción a cargo de la jueza Silvina Marinuchi, Cristian Romero fue imputado por el delito de “homicidio agravado por el vínculo y por ser cometido en un contexto de violencia de género” y quedará detenido con prisión preventiva. En Berabevú continúan los allanamientos porque la bicicleta de Julieta no apareció y sospechan que puede haber más involucrados en el femicidio.
Un vecino le cuenta a la cronista de El Tres TV que están en shock y destrozados, que nunca se imaginaron que podía pasar algo así en el pueblo, que es el primer caso en su localidad, que desde el sábado no pueden dormir ni encontrar la tranquilidad que tenían como comunidad. Que eran de esos pueblos donde más de una vez las puertas quedan abiertas y los chicos salen a divertirse sin problemas. “Dejaron una familia muerta en vida”, lamenta Eduardo frente a la cámara. Tiene 41 años, es nacido y criado en el pueblo, trabaja de conserje del Club Deportivo Berabevú. Comenta que para él “tuvo que haber sido algo bien planeado por parte del asesino”, porque le parece raro que nadie vio nada a pesar de que la Policía local patrulló toda la noche junto a personal de la Comuna para controlar que se cumplan las medidas de aislamiento por la pandemia de coronavirus.
Fabiana y Adrián son la mamá y el papá de Julieta. En la mañana del lunes dieron el siguiente testimonio a Agustina Pugliese, cronista del canal de televisión local El Tres de Rosario. Sentados en la cocina de su casa en Berabevú relataron el peor hecho que les pasó en la vida: un vecino del pueblo golpeó y asesinó a su hija de 19 años. La entrevista es desoladora.

En primera persona
Quiero dejar en claro que ella nunca fue novia de esta persona, que nunca tuvo una relación. Nos conocíamos del pueblo, ella lo conocía porque él venía a casa porque era compañero de trabajo de mi hijo. Ella tenía una relación de conocerlo del pueblo. Y él le mandaba mensajes, le mandaba, le mandaba.
“Ay mami, es tan cargoso”, decía ella.
“Bueno Juli, tené cuidado, mandalo a la mierda”.
“Sí mami, lo bloqueo y listo”.
Nunca, nunca, tuvo relación ni fue pareja. Él ha venido a casa, estuvo en esta mesa tomando mate con ella, con mi hijo, conmigo inclusive. Mi hijo ha salido un montón de veces a dar vueltas con él porque eran compañeros de trabajo. Pero él se sacó las ganas y me la mató. Nos destrozó la vida. Yo la busqué durante toda la noche a Julieta, toda la madrugada. La estuvimos llamando, fui de mi hijo que me decía:
“Mamá se fue con las chicas seguro”.
“Pero no, Jony, porque ella me dijo que le caliente la comida, que ya salía del trabajo, que ya venía. Le calenté la comida y nunca llegó, Jony”.
“Pero se debe haber ido con las chicas, mami”.
“Pero ella me avisa cuando se va con las chicas”.
Ella me pone ‘mamá no calientes’ o ‘me calentaste la comida al cuete mami porque me voy con las chicas, quedáte tranquila’. A los diez minutos que le pongo ‘¿no venís Juli?’, no contestó, no leyó nunca el último WhatsApp. La empezamos a llamar, el teléfono daba apagado. Bueno, pensamos, se fue de las chicas, se quedó sin batería, cuando llegue de las chicas lo va a cargar. Y nunca más contestó.
En tres cuadras me la hizo desaparecer, no sé cómo, no sé dónde la agarró. La última cámara que a ella la registra es a las once y media de la noche, a tres cuadras de acá, doblando para mi domicilio. Ella venía a comer la comida y a estar conmigo. Pero nunca llegó. Yo la busqué tanto, tanto. Todo el pueblo estuvo buscándola. En el último mensaje decía: “Llevo una coquita, unos chocolates y los caramelos para la garganta de papi”. Venía para comer y estar todos juntos. No la pudimos ver más.
Yo esa mañana la busqué, mi hijo se fue a trabajar. Él no vive con nosotros porque ya está casado, tiene su bebé de dos meses, que Juli iba a ser la madrina. Nunca llegamos a bautizarlo, Luca se quedó sin su madrina. Ella tanto esperó ese día, ese sobrino para tener su ahijado. Lo esperó tanto y no va a poder ser. Esa mañana mi hijo se fue a trabajar, yo llegué de noche a su casa en plena madrugada.
“Mami qué haces buscándola, debe estar con las chicas, mira cómo estás toda helada, anda a casa mami que ya va a volver”.
Se hizo de día, yo seguí golpeando puertas, seguí despertando gente, porque un día sábado en el pueblo la gente duerme más. Pero no aparecía, ninguno de sus amigos la había visto en toda la noche, nadie la había visto. Nadie. Se hicieron las 10 de la mañana, me voy al trabajo de mi hijo.
“Jony, no aparece’.
“Mami, estoy comentando en todos los grupos, nadie la vio”.
Esta lacra estaba trabajando con mi hijo.
“Chori, ¿vos no sabes dónde está mi hermana? ¿No la viste anoche? ¿Vos no saliste? ¿No la viste por ahí?’”.
“Qué se yo, man, dónde está tu hermana, no sé dónde se pudo haber ido”.
Y la había enterrado en el patio de la casa, la tuvo durante toda la noche. Y él se levantó, se fue a trabajar al lado del hermano de ella, de mi hijo. Todavía le dijo a mi hijo:
“Le voy a decir al patrón que me deje salir antes así te ayudo a buscarla Jony”, con tanta frialdad lo decía.
“Bueno, mejor así somos más”, le contestó Jony.
Cerca del mediodía ya estaba todo el pueblo buscándola. Todo el pueblo. Por los campos, por la entrada de otros pueblos. Y nada. Las horas iban pasando, era cada vez más desesperante. Yo fui a la comisaría, les dije lo que estaba pasando, me dijeron que iban a empezar a buscarla. Acá no hubo protocolo de esperar las 24 horas por si se había ido con alguno. No, la policía se portó de diez, enseguida salieron a buscarla.
“Quédese tranquila señora, ya mismo le aviso a mi superior que la vamos a buscar”, el chico que me atendió lo veo en el almacén todos los días, la Policía de acá es como familia nuestra.
Yo seguí buscándola. Pasé por el taller, agarré el auto y me fui con mi cuñado para un monte grandísimo que hay acá en la punta del pueblo. Anduvimos por los caminos de tierra, por el monte, nos recorrimos cada árbol, caminamos hectáreas buscándola. Yo ya sentía algo.
Ahí se me ocurrió mandarle un audio al grupo de mamás que quedamos de cuando terminaron el secundario, pidiéndoles ayuda para buscarla. Ya era mucha la desesperación, eran muchas horas. La Pupi no aparecía. Así le decíamos nosotros, sus primos, muchos de sus amigos también. Entonces estas mamás empezaron a viralizar ese audio y al mediodía ya teníamos a medio pueblo en frente de mi casa con caballos, con chatas, motos, drones. Recorrieron cada pastizal, se dividieron en grupos, recorrieron estas tres cuadras, casa por casa, baldío por baldío, taperas, casas deshabitadas. Todo el pueblo buscándola hasta que se hizo de noche.
A media tarde llegaron los perros, el despliegue de la fiscal, la comisaría y los bomberos. Todos actuaron rapidísimo, se los agradezco de corazón. La fiscal me dijo: “Yo te la voy a encontrar, la vamos a encontrar, quedáte tranquila que te voy a ayudar”. Vinieron acá, se llevaron sus pertenencias para que los perros la encuentren. Todo fue muy rápido. Después me pidieron que me quede acá en mi casa. A las diez y media de la noche llegó la peor noticia. “Están haciendo allanamientos en el centro, en la casa del Chori”, nos llega por comentarios de un vecino. Oficial, nada.
Nosotros nos habíamos puesto como una condición de escuchar lo oficial, porque el comisario nos aconsejó eso: “Ustedes básense siempre en lo que nosotros les decimos y no se dejen llevar por lo que les dicen los demás”. Pero me quedé con la duda, porque el allanamiento era en la casa de Chori.
Lo descubrió su hermano. Le dijeron a mi hijo Jony que volviera a mirar las cámaras, entonces él reconoce el auto y ahí lo agarraron. “Ese es el auto del Chori”, dijo por unas luces especiales que tiene. Mi hijo lo llama a él.
“Chori, vení a ver las cámaras”.
“Bueno, ahí voy”.
Y fue como si nada.
“Pero ese no es mi auto”, tuvo la caradurez de decir y la tenía enterrada en el patio.
Ahí se desenlazó todo. A las diez y media llega la fiscal, golpean la puerta con el comisario. Se sentó y me dijo: “Encontramos el cuerpo de Julieta. No lo vas a poder ver mamá, no te conviene verla. Quedáte con su mejor recuerdo”. Y así fue, así quedamos destrozados. No la voy a poder ver más.
Hoy me entregan el cuerpo de mi hija, hoy la voy a recibir pero no la voy a poder ver. Quiero recordarla como el día que se fue a trabajar, que la acompañé hasta el kiosco, después más tarde había pasado para hablar con ella. Y así la voy a recordar. Pero nunca esperamos esto en un pueblo, nunca esperamos que esta persona haga esto con tanta frialdad. Nunca, nunca, nunca pensamos esto. Andaba dando vueltas con el auto mientras la policía hacía los operativos, se fue a trabajar con mi hijo teniendo a mi hija muerta en la casa. Una mente siniestra.
“El pueblo está en shock”
Berabevú es un pueblo al sur de la provincia de Santa Fe, a 150 kilómetros de Rosario, que se llega por la ruta provincial 15. Fundado a principios del Siglo XX con la expansión del ferrocarril, su principal actividad económica está relacionada a la producción agropecuaria y la industria del agro. Viven 2.300 personas en 60 manzanas rodeadas de campos: hileras de árboles jóvenes y centenarios dan sombra a las veredas; las casas son bajas con jardines delanteros o tienen portones de cocheras; las calles están asfaltadas, en las afueras son de tierra. Tiene una plaza principal, una parroquia, un club social. Todos se conocen con todos.
El jefe comunal, Tomás Sorribas, que cumple el rol de un intendente, asumió en diciembre tras las elecciones. Acompañó a la familia de cerca y la búsqueda en contacto estrecho con la fiscalía. En diálogo con lavaca, cuenta que tomó conocimiento al mediodía cuando le llegaron los mensajes, después de que por la mañana la mamá hiciera la denuncia en la comisaría local, y que enseguida fue a la casa de Julieta. “La policía actuó rápido, recabó datos, no es que se dilató la situación. Lo tomó con la urgencia que correspondía, igual que la fiscalía. Buscaron con el escuadrón canino y todo el conjunto de la fuerza”.
-¿Qué pasó en Berabevú con este femicidio?
-Es terrible, yo estoy en shock, el pueblo está en shock. La marcha de ayer lo reflejó, que nos reunimos en la plaza a pedir justicia. La familia que está destrozada. Somos una comunidad chica, yo tengo 31 años, los vi crecer a todos, crecieron a la par mío también, son todos jóvenes criados en nuestra comunidad, nadie que vino de afuera. Lo que nos rompe más es eso, que haya sido dentro de la comunidad. Somos más chicos que cualquier barrio de Buenos Aires. El muchacho es nacido y criado acá, de una familia con muchos años en la comunidad.
-Cuando empezaron la búsqueda, ¿suponían que le podía haber pasado algo en relación a la violencia machista?
-No, nunca. La verdad, cuando empezó la búsqueda uno trató de encontrarla a ella. Yo nunca pensé la situación. Después cuando vas recabando datos, tomamos conocimiento, vimos las cámaras de seguridad que registró el recorrido de Julieta hasta la última donde se perdió el contacto. Con las pruebas de los investigadores procedimos a la detención de él y el posterior allanamiento de la casa.
¿Cómo trabajaban en la comunidad la violencia machista?
Es una paradoja de la vida que me consterna, porque cuando asumo creo la secretaría de desarrollo social con una trabajadora social y una psicóloga. En los únicos 20 días de clases que hubo antes de la pandemia, la única actividad que hicimos desde la Comuna para los jóvenes de nuestra comunidad fueron talleres en las escuelas sobre la temática violencia de género y el festival por el día de la mujer. Me shockea porque es lo primero que toqué a penas asumí.
¿Cuál es la sensación que queda ahora en la comunidad?
Es una ruptura total, un quiebre en la comunidad. Una herida que hay que ver cómo se cierra, si es que algún día cierra. Desde mi lugar acompañar en el pedido de justicia, poner a disposición de la familia a la trabajadora social y la psicóloga de la Comuna. Ver a mis vecinos reunidos por esto es terrible. Tenemos que trabajar en conjunto para calmar el dolor.
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El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

Un 3 de junio sin movilización en la ciudad de Buenos Aires (pasó para el 4) pero sí en el resto del país, encontró sin embargo a integrantes de Familias Víctimas de Femicidios y Desapariciones en la Plaza de Mayo con dos enormes pancartas que rodearon la Pirámide con los nombres escritos a mano de las mujeres asesinadas en 2024 (317) y lo que va del 2025 (116). La actividad en Plaza de Mayo se sumó a los actos y marchas realizados en Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Tucumán, entre otros lugares del país. Lo que dicen las familias sobre lo narco, el poder judicial, y de dónde se saca fuerza para seguir.

“Estamos otra vez acá. No es la primera vez ni va a ser la última, pero estamos acá visibilizando lo que nos pasa, como lo tratamos de hacer todos los años, todos los meses, todos los minutos de nuestras vidas” dijo en Plaza de Mayo Marta Montero, la madre de Lucía Pérez, junto a la Pirámide donde Familias Víctimas de Femicidios instalaron dos pancartas que rodearon totalmente ese monumento, con los nombres de las mujeres asesinadas en 2024 (317) y estos meses de 2025 (116). La actividad en Plaza de Mayo se sumó a los actos y marchas realizados en Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Tucumán, entre otras.

A su lado estaba Susana Reyes, la madre de Cecilia Basaldúa, que agregó: “Yo estoy acá para que paren de matarnos y para que se haga justicia por todas las que nos faltan. No queremos que haya más mueres, hay mucha complicidad policial, judicial, política y estamos cansadas, pero vamos a seguir peleando y reclamando para que esto cambie en algún momento.
Mónica Ferreyra es la madre de otra joven asesinada, Araceli Fulles: “Ojalá nadie tenga que sentir el dolor que sentimos nosotras. Lo único que queremos es justicia. Pero te encontrás con un Poder Judicial y encima con una política de dejar que los narcotraficantes entren al país. Cada vez hay más narcos en la calle, que venden más droga, y usan a las chicas que se las entregan por drogas, y después las descartan. En el caso de mi hija todos los que la mataron están sueltos, y eso que a tres les dieron perpetua. Pero no cumplieron ni un año y los soltaron. El que la mató es narcotraficante. Ahí te das cuenta de cómo es que funciona el Poder Judicial”.

Guillermo Pérez, el padre de Lucía Pérez: “Uno ve lo de Maradona y la jueza, y la justicia parece un chiste. En el caso nuestro van a hacer otro juicio, ya van como seis. Cada vez que pueden le degradan la pena a los que también fueron narcos que vendía droga en la puerta del colegio al que iba mi hija. Pero hubo un juicio, tuvieron que anularlo, hicieron otro, también lo mandan para atrás. Un jury (juicio político) que fue un escándalo. Y casi nunca se logra justicia. Somos un país que está preso del Poder Judicial. Un país sin justicia, o con una justicia que sigue siendo un chiste”.
Susana: “Es cierto, el caso de Cecilia está impune hace cinco años porque metieron preso a un perejil, un chico que pasó dos años en la cárcel y era evidente que no tenía nada que ver. Lo tuvieron que liberar porque la fiscal Paula Kelm no tenía una sola prueba en su contra, fue vergonzoso, todo armado por la fiscal, por la policía, o sea que es una violencia permanente de la justicia contra la gente”.

Marta saludó a personas y familias que se acercaron al ver los carteles, incluso familiares de otra mujer asesinada en 2017 que terminaron participando del encuentro. Dijo Marta: “No queremos ni una más, ni una mujer muerta más. Las cifras son espantosas y vamos a seguir luchando aunque a veces parezca una utopía. Pero creemos que algún día lo vamos a lograr”.
Susana comentó que hasta la figura de femicidio pretende ser eliminada. Marta: “Claro, es lo que están haciendo en el nuevo juicio por lo de mi hija. Quieren romper todos los derechos, y el Estado no se quiere hacer cargo de nada. Lo que busca es la impunidad en estos casos, y así tenemos casi 450 mujeres muertas en menos de un año y medio, que los nombres de cada una están en estos carteles. Yo decía que creo en la utopía, pero también sé que nuestra lucha será infinita”.

En esa especie de infierno al que son sometidas las familias, ¿de dónde se saca fuerzas para seguir?
Susana: “Del amor que nos dejaron nuestras hijas, de la gente que nos acompaña y de nosotras mismas que nos contenemos para estar juntas y poder seguir adelante”.
Mónica: “Aparte del amor que nos dejaron, también es el amor por hacer justicia. Es como que la impotencia y el dolor, en lugar de frenarnos, nos dan fuerza para seguir pensando que queremos justicia para nuestras hijas”.
Guillermo: “Si no hay justicia, seguiremos en la lucha. Esa es la respuesta que tenemos que dar, pase lo que pase”.
Marta: “Nunca se las vamos a hacer fácil. Nunca nos vamos a dar por vencidos. Que nunca crean que nos han ganado. Es cierto, la fuerza la tenemos del amor y de seguir adelante siempre por la memoria de nuestras hijas”.


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A 10 años del 3J: quién grita hoy contra los femicidios, el ajuste y la crueldad

El aniversario del grito masivo encuentra dos escenarios muy diferentes: con actividades y movilizaciones que cada año suman más participación en las provincias y con una convocatoria en CABA que posterga un día el Ni Una Menos para sumarse al reclamo de las y los jubilados.
Las cifras de víctimas de femicidios siguen siendo tan alarmantes como las que despertaron el Ni Una Menos hace una década, cuando el asesinato de Chiara Páez, la adolescente santafesina de 14 años, impulsó la primera convocatoria el 3 de junio de 2015. Sin embargo, mientras el gobierno de Javier Milei desmantela programas, recorta presupuestos destinados a prevenir las violencias, niega los crímenes por motivos de género, busca derogar la figura de femicidio y hasta “celebra” en redes sociales que supuestamente “bajaron los homicidios de mujeres” la convocatoria de este año marca un síntoma.
En la Ciudad de Buenos Aires, las asambleas, las organizaciones políticas y sindicales nucleadas en la asamblea Ni Una Menos decidieron cambiar la fecha de la movilización al Congreso de la Nación para el miércoles 4 de junio, para unirse a las y los jubilados que reclaman desde hace meses contra el ajuste y la crueldad libertaria. En el resto del país, se mantiene el 3 de junio como fecha de encuentro y marchas. Ese día, también habrá acciones puntuales en territorio.

Familias Víctimas de Femicidios en una de sus acciones el 3J de 2023.
3J federal
Las Familias de Víctimas de Femicidios y Desapariciones –que llegarán con mucho esfuerzo desde diferentes puntos de la Argentina– realizarán el 3 de junio una asamblea abierta a las 12, en Plaza de Mayo, donde compartirán sus testimonios, sus difíciles caminos en busca de justicia y se abrazarán en el grito de “Ni una Más”. Al terminar el encuentro, caminarán hasta el Congreso de la Nación para sumarse a la actividad que organiza Atravesadxs por el Femicidio, otra de las organizaciones que reúne a familiares de víctimas. Este año, Atravesadxs realizará una intervención fotográfica sobre la plaza entre las 9 y las 17.
La socióloga Marisa Fournier, integrante de la colectiva Conurbanas Transfeministas, cuenta que en las asambleas que realizaron en el oeste y noroeste bonaerense para definir las acciones para esta fecha apareció el cansancio, pero también la fuerza. “Entonces nos preguntamos: ¿cómo insuflamos la energía militante feminista y la creatividad?”, sintetiza.
En este contexto creían que era necesario hacer algo el propio 3 de junio y en el territorio, más allá de que la movilización este convocada para el 4, porque “el año pasado muchas decidieron no apostar a lo territorial y la marcha de CABA fue muy flaca”. En ese sentido, explica: “Nos parece muy saludable y estratégico enlazar con esta resistencia histórica que están llevando adelante nuestros viejos y nuestras viejas”.
También veían conveniente salir de la declamación o la denuncia y pensar en algo que reconforte y genere más red.
“Decidimos no hacer marchas locales ni documento, y realizar una intervención para el 3J en San Miguel, uno de los municipios más hostiles en políticas de género”, explica Fournier. La propuesta es fruto de una articulación entre Conurbanas, la cooperativa Frida Kahlo, Acción Territorial Rebelde (ATR), La Colmena y trabajadoras de organizaciones territoriales. Se realizará en la plaza principal, frente a la Municipalidad. Habrá fuego en forma de velas o antorchas, y se va a recuperar una intervención que creó Sandra Posadino, llamada PREnDAs, en la que cada prenda representará la forma en que fue cometido el femicidio. “Este 3 de junio, recuperamos el arte y la performatividad como parte de nuestros lenguajes”, asegura Fournier.
En Córdoba, también se están organizando actividades para conmemorar el 3J, incluyendo la marcha en la ciudad y acciones puntuales en otras localidades para “recordar a las que nos faltan en el territorio”.
María Eugenia Marengo, integrante del Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte, reconoce que “está difícil, cuesta salir”, por eso pensaron en una modalidad de encuentro que dé lugar a la palabra y a compartir lo que se está sintiendo. “La idea es recordar estos 10 años, colocar afiches con una especie de cartografía de las luchas y abrazarnos en tiempos difíciles”, cuenta sobre la actividad que harán junto con la Asamblea Multisectorial Punilla Norte y el Movimiento Popular La Dignidad. La “mateada transfeminista” comienza a las 15, en Alem 767, Barrio Balumba, Capilla del Monte.
Bajo el lema “No hay nada que festejar”, en Mendoza llaman a marchar a las 18 en el KM 0 de la ciudad capital, en San Martín y Garibaldi. “A una década de aquella primera marcha que marcó nuestras vidas, nos volvemos a reunir para hacer memoria, abrazarnos y exigir justicia”, dicen en la convocatoria. Piden llevar vestimenta negra y flores para armar un gran altar para las víctimas de la violencia machista.
La integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto en Salta, Sofía Fernández, cuenta que entre las consignas de este 3J está “el pedido de aparición con vida de las 13 mujeres desaparecidas que tiene la provincia”. Reclamarán a la Justicia por las malas actuaciones en los casos de violencia desde las 9.30 en la Ciudad Judicial y también exigirán la suspensión de jueces y juezas denunciados por violencia que hoy siguen ejerciendo en esos fueros. Luego, el encuentro será en la Plaza 9 de Julio desde las 16, donde habrá intervenciones artísticas, talleres, radio abierta, un ritual a la Pachamama, para marchar a las 18.
En Jujuy, la convocatoria recuerda que solo en mayo la provincia tuvo tres mujeres víctimas de femicidio –Angelina González, Paola Vargas y Tamara Fierro– y llaman a concentrarse en la Plaza Belgrano a las 17.
En Santa Fe, mujeres y disidencias se reunirán en la Plaza del Soldado a las 17 bajo la consigna “Ni un derecho menos”, mientras que en Rosario la convocatoria de la Asamblea Lesbotrasfeminista Rosario y ATE, entre otros grupos, es a las 17, en la plaza 25 de Mayo, desde donde se movilizarán hacia la plaza San Martín para leer el documento conjunto.
Y en Tucumán, desde las 17 en Plaza Irigoyen, habrá intervenciones artísticas y radio abierta; luego se marchará a Plaza Independencia.
4J en la Ciudad
Una de las cosas que se repiten es la necesidad de recuperar la potencia y representatividad que supo tener la convocatoria del 3J en la ciudad de Buenos Aires. Por esa razón las organizaciones políticas, gremios y sindicatos convocaron a movilizarse el miércoles en lugar del martes 3. “Tenemos que volver a la calle, generar asambleas plurales, recuperar la vitalidad de un movimiento que puede articular”, asegura Clarisa Gamberra, secretaria de Género y Diversidad de ATE Nacional, quien destaca que “la agenda urgente es la del trabajo. Sufrimos una violencia inédita: más precarias, más pobres, trabajando más horas, perseguidas y endeudadas”.
En el mismo sentido, Patricia González, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de AEFIP MDN, remarcó: “Este año llamamos a movilizar el 4, pero las seccionales adhieren según la convocatoria de cada provincia”.
Y agregó algo que señalaron muchas: “Hay cansancio, el año pasado la convocatoria fue baja y generó frustración”.
Femicidios en la mira
En lo que va de 2025, el Observatorio Lucía Pérez registró 116 femicidios y transfemicidios, y en 2024, contabilizó 317 casos. Los datos recientes de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, basados en el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, son algo más bajos: 247 víctimas letales de violencia de género. Un número similar al que dieron en 2023, cuando hubo 250 víctimas, y se mantiene dentro del promedio histórico desde 2017.
¿Bajaron los femicidios como intenta instalar el Gobierno? En este sentido, organizaciones de familias de víctimas advierten que detrás de las estadísticas oficiales hay casos que no son tenidos en cuenta porque no tienen esa carátula y, al cambiar esa figura legal por otras –como abandono de persona, violación agravada o abuso sexual seguido de muerte–, los casos dejan de ser contabilizados.
Un ejemplo es el caso de Lucía Pérez. Para Casación hubo abuso sexual, pero no femicidio, por lo que ordena imponer una nueva pena para Matías Farías, sin esa carátula. “Usan la causa de mi hija para eliminar la figura de femicidio”, denunció Marta Montero, su madre, luego de que la Cámara cambiara la calificación inicial.
Hay otros casos similares relacionados con asesinatos en el contexto de narcocriminalidad o femicidios territoriales. Por nombrar solo algunos:
- a Luna Ortiz la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid donde fue intercambiada como mercancía. Un día después, encontraron su cuerpo sin vida. La causa se caratuló como “homicidio imprudente”.
- Carla Soggiu apareció muerta tras activar el botón antipánico, que no funcionó. Para la Justicia, murió ahogada.
- Luana Ludueña fue asesinada por Diego Concha, quien fue condenado por abuso sexual seguido de homicidio, pero sin el agravante por violencia de género.
- En el caso de Griselda Blanco, el empresario acusado fue condenado por homicidio, pero sin la carátula de femicidio.
El método que aplica el gobierno en cada lugar donde pasa su “motosierra” es el mismo: primero, ningunear y desprestigiar, para luego, desmantelar. Negar los femicidios o decir que bajaron ayuda a justificar el ajuste y el cierre de programas.
El 3 y el 4 de junio se vienen dos días de abrazo colectivo frente a la avanzada antiderechos y a quienes buscan instalar que las feministas y transfeministas ya no tienen agenda o que “se pasaron tres pueblos”.
“¿De qué están hablando?”, se enoja la socióloga Marisa Fournier. “Esto es parte de la avanzada derechista y la reacción conservadora. Por eso, enlazar luchas es fundamental y estratégico”, asegura la integrante de la colectiva Conurbanas y pide: “Hay que fortalecer esa red que somos y que siempre fuimos”.
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Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

La audiencia realizada en Mar del Plata para determinar la pena de Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez reveló las contradicciones de un sistema judicial que lleva nueve años sin resolver el caso. El tribunal enfrenta el desafío de aplicar una condena bajo un delito que según Casación pasó a ser un «acceso carnal agravado», mientras la querella insiste en que se trata de un femicidio. La definición del abogado Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles». Los cruces entre la defensa y la acusación que dejan al descubierto las tensiones en torno a la violencia machista y la impunidad.
Por Claudia Acuña (Desde Mar del Plata) (En la imagen de portada, los padres de la menor asesinada junto a Familiares de Víctimas de Femicidio y de la Campaña Somos Lucía).
La audiencia de admisión de pruebas para establecer la pena que le corresponde a Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez tuvo características tan inauditas como lo es esta nueva etapa de la intervención del Poder Judicial. El presidente del tribunal, Javier Riquert, tuvo que dar explicaciones para que se comprendiera lo incomprensible de este nuevo proceso judicial, que ya lleva nueve años (el femicidio ocurrió el 9 de octubre de 2016) y ha sufrido tres sentencias diferentes y un juicio anulado.

El tribunal: el presidente Javier Riquert en el centro, Federico Cecchi y Paula Soulé. No pueden juzgar por femicidio por orden de Casación. La querella sigue denominando al crimen de Lucía como un femicidio.
Riquert explicó que el Tribunal de Casación —responsable de cambiar el delito por el que fue juzgado Farías, de femicidio a acceso carnal agravado— ordenó que se realizara esta instancia judicial de «cesura», dedicada exclusivamente a determinar la pena, que en este caso puede oscilar entre 8 y 20 años de prisión. Para definir cuánto corresponde dentro de ese rango, el tribunal —integrado por jueces de tres fueros distintos: Riquert, Federico Cecchi y Paula Soulé— debe analizar atenuantes y agravantes.

En primera fila escuchan Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, junto a su otro hijo, Matías. El abogado de la familia es Juan Pablo Gallego (en el centro de la imagen) con el fiscal Carlos Russo a su izquierda.
Por ello, tanto la acusación —representada por la querella de la familia de Lucía, a cargo del doctor Juan Pablo Gallego, y el fiscal Carlos Russo— como la defensa oficial de la doctora Laura Solari, presentaron sus solicitudes de prueba. Riquert también aclaró que era necesario cumplir con este requisito para que las apelaciones presentadas pudieran ser evaluadas y resueltas. En síntesis: se trataba de un trámite imprescindible para que las objeciones a este nuevo fallo prosperaran. Sin embargo, todo indica que lo que se inicia con este capítulo no será un mero formalismo.
Lo que siguió fue una puja por el control del relato de lo ocurrido. Acostumbrada a dominar las audiencias con su estilo incisivo, la doctora Solari intentó impugnar todas las pruebas solicitadas por la querella, que incluían una inspección ocular en la escena del crimen, la declaración de testigos clave del segundo juicio y el testimonio de una posible víctima de Farías, quien —ante la noticia del nuevo fallo— había expresado en redes sociales su temor por su posible liberación. El doctor Gallego, por su parte, destacó la contradicción de que la defensora se opusiera a la inspección ocular pero solicitara como prueba las fotos de la inspección realizada por el tribunal que había condenado a Farías por femicidio y a prisión perpetua. La paradoja la resolvió la secretaria del tribunal: no había registros fotográficos ni videos de aquella diligencia en el expediente.

De azul, la abogada de Farías, Laura Solari: la puja por el control del relato del crimen de Lucía Pérez.
Tras varios cruces infructuosos para la defensa, el presidente del tribunal esbozó el posible rumbo: tres jornadas de debate, en las que se presentarían pruebas, se visitaría la escena del crimen y se daría a conocer el monto de la condena. La fecha se anunciaría en los próximos días, junto con la resolución sobre la admisión de las pruebas solicitadas.
En el ambiente quedó flotando el anticipo de lo que se debatirá: por un lado, el negacionismo de la violencia de género; por el otro, la insistencia en que el crimen de Lucía fue un femicidio, aunque este tribunal no pueda reconocerlo por orden de Casación. «Aunque los jueces vean un femicidio, no pueden juzgarlo», declaró Gallego a las puertas del tribunal marplatense. «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».

Familiares de Víctimas de Femicidios con integrantes de la Campaña Somos Lucía, escuchan lo que les explica el abogado de la familia Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».
Mientras el abogado hablaba ante el grupo de Familias Víctimas de Femicidios e integrantes de la Campaña Somos Lucía —que acompañaban a la familia en la calle soportando el viento helado y la lluvia—, un grito inesperado irrumpió: «Yo compartí la cárcel con ese monstruo, y la pasé muy mal». La voz, quebrada, pertenecía a un joven de jeans y campera negra, que la lanzó con paso apresurado antes de ingresar al edificio donde, se supone, se imparte justicia.

El acompañamiento en la calle pese al frío marplatense y judicial.

El abrazo y la espera: habrá tres nuevas audiencias.


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