Nota
Posta Sanitaria Cultural N° 9: “Las alegrías que nos da la calle”
La novena Posta Sanitaria Cultural tuvo lugar en MU Trinchera Boutique. Del arte en cada cuadra a los incendios en Córdoba. Del recuerdo de Quino a la esperanza de otra generación de niñes. Y de las postas que se están replicando en otros puntos del país al abrazo artístico como proyecto político. La crónica, las fotos y el video de otro viernes a puro chamamé, tangos y autogestión.
Con la lectura por parte de dos poetas de la colectiva Somos Centelleantes, las palabras que dijera Susy Shock al iniciar la Posta dos viernes atrás, volvieron a escucharse en el encuentro de hoy: “Pequeño tutorial para el artista desprevenido, le artista asustade en esta época. Volvamos al barrio, volvamos a la cuadra. Acercate a la cuadra. Mirá qué hay. Acá tenemos una vidriera y siempre hay gente pero capaz que en tu barrio, en tu cuadra, hay un balcón, una ventana amplia, un pasillo como el del Tata Cedrón que canta en el pasillo de su casa. Capaz que tenés una terraza, una plaza cerca. Hay que re-crearnos. Ese es el desafío. Artista desorientado de tu pueblo que soñás con irte lejos. Capaz que hay que habitar de nuevo la cuadra el barrio, el pueblo, la ciudad. Ser el artista de tu cuadra, volver ahí. Porque el mercado nos enfermó y la salud la va a traer el arte, para dejar de tener miedo, para conocer al de la cuadra. Volvamos a esto que estás haciendo vos conmigo que me mirás a los ojitos”.
Luego se levantó la persiana metálica y como cada viernes, Susy apareció con su vestuario colorido: chal rojo, flores rojas y negras coronando su flequillo, a sus costados y en las guitarras, las músicas Caro Bonillo y Andrea Bazán. Detrás del cortinado negro, el sonidista Alan controla que todo suene impecable, para lxs presentxs y para quienes también disfrutan del show por streaming.

Una chacarera abrió el recital. Lucía, la chica a la que Susy le dedicó la canción se levantó antes de tiempo de la butaca y Susy bromeó: “Te me fuiste en la primera y la chacarera tiene dos vueltas. Rompiste la ritualidad de la chacarera, ¡qué feminista!”.
Después de leer un poema que escribió para la activista trans Marlene Wayar, Susy cantó un chamamé. Un chofer de la línea 12 quedó detenido por el semáforo frente a la vidriera musical y no dudó en hacer su aporte: sacó su billetera y pidió que le acerquen la gorra. Un aplauso de lxs presentxs para el chofer, abrió el semáforo y el colectivo continuó con su recorrido.

Contó Susy que estuvo en contacto con una cacica travesti de Traslasierra, Córdoba, quien le dijo que no hay que criticar al fuego porque es sagrado, sino a los que lo producen con intención. La tierra es sabia y va a sanar, pero hay que impedir que se construyan countries sobre ella. Leyó entonces un texto del libro “Cuerpos para odiar” de la escritora y activista trans chilena Claudia Rodriguez: “Las travestis somos iguales que las mapuches del campo, igual que las mujeres antiguas que aprenden de las abuelas, cómo se hace el pan. Nosotras aprendemos hablando con las viejas, a pensar lo que tiene que ver con el cuerpo, sobre el deseo, que es lo mismo que aprender a ver. Ver por ejemplo que en el campo, las lechugas también tienen deseo, deseo del sol y lo persiguen hasta que logran que las bese. Las travestis somos igual que las mapuches que no necesitábamos ni leer, ni saber escribir para entender el mundo. Nos bastó con nuestra imaginación hasta que comenzaron las matanzas”. Mientras Susy cantaba con fervor el estribillo de una vidala compuesta por la cantante y charanguista Aldana Bello, Mónica -la mujer que ocupaba la butaca frente a las artistas- comenzó a agitar su pañuelo verde. Varixs de lxs presentxs se sumaron al agite.

Susy recordó también la partida del creador de Mafalda: “Si fuimos niñites con Quino y María Elena Walsh, deberíamos ser otra sociedad. ¿Qué nos pasó de adultes?”. Y la siguiente canción fue “Los bailes de la vida”, de Milton Nascimento. Una mujer que pasaba en moto, estacionó a un costado y escuchó “Angel de la madrugada” con emoción. “Estas son las alegrías que te da la calle. Gracias, me alegraron la tarde”, y retomó su camino.
En distintas ciudades del país están brotando postas culturales. El efecto contagio de la adrenalina que provoca el arte comienza a reproducirse. “Agradecemos a tantísimes artistas de todo el país que ya están construyendo sus propias postas, que ya están soñando con hacerlas este fin de semana”, argumentó Susy. Con cuidado, cada une en su ciudad. En Santa Fe prohibieron el teatro, estaban quejándose les artistas. Abrieron los tempos hasta 30 personas. Este es mi templo, señor gobernador. Acá está mi fe. Acá me junto con las mías y sano”.

La última canción estuvo dedicada a Tita Merello. Max Regueiro, actor, clown y transformista, encarnó a la popular actriz y cantante. “Tita” se sentó en la butaca, escuchó, disfrutó y bailó en sus altísimos tacones negros el tango “La última curda”. El fin del show de esta tarde fue con “La Pipistrela”, cantada con simpatía por “la eterna Tita”. Y así, después de que lxs artistxs posaran para la foto, una vez más cayó el telón de metal en esta tarde de música, poesía y pañuelos verdes vibrando con el viento.
La celebración callejera llegó a su fin, hasta el próximo encuentro.





Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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