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La forma del agua: MU en San Pedro, Ramallo y el Delta del Paraná

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Desde las 16 y con una movilización desde Plaza de Mayo al Congreso de la Nación, finaliza hoy la travesía náutica organizada por la Multisectorial Humedales que partió de Rosario el 11 de agosto y navegó 350 kilómetros por el Río Paraná. Junto a más de 380 organizaciones entregarán un petitorio en el que exigen el urgente tratamiento, la sanción e implementación de la Ley de Humedales, que desde noviembre pasado duerme en la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados. Si no se vota este año, volverá a perder estado parlamentario como en 2016. Compartimos libremente esta nota, parte de la MU 161, desde San Pedro, Ramallo y la zona de las Islas Lechiguanas, mientras múltiples leyes no se aplican, el proyecto de Ley de Humedales permanece cajoneado, el Paraná sufre la peor bajante desde 1944 y mientras las asambleas organizadas son las únicas que la siguen remando.

Por Francisco Pandolfi.

Al atardecer es majestuoso en la costa del delta del Paraná. La jornada primaveral en pleno julio hace aún más bella la escena. Pero el problema irrumpe cuando se hace zoom: la película se convierte abruptamente en una de terror. El cielo ya no ostenta su paleta de colores tradicionales. Ese abanico de azules y celestes en degradé hasta fusionarse con el río, sufre una alteración evidente: un gris humo, un gris ceniza, un gris muerte. Los incendios que el año pasado arrasaron más de 350 mil hectáreas, nunca cesaron totalmente. Y entonces, esa diversidad de verdes que regala la naturaleza viva, vira en naranja fuego, en negro quemado, en marrón infértil: sigue ardiendo nuestra habitat mientras múltiples leyes guardianes del ecosistema no se aplican, el proyecto de Ley de Humedales duerme cajoneado en el Congreso Nacional y el río Paraná sufre la peor bajante desde 1944. 

Un poco más de zoom: a 170 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires se sitúa San Pedro;  65 más al norte, Ramallo. Volvieron a llenarse de humo en las últimas semanas y hacia allá viajó MU para intentar comprender la degradación de todo lo que rodea al segundo río más largo de Sudamérica. A sólo dos kilómetros de Ramallo se emplazan las islas de las Lechiguanas, que pese a la cercanía con el norte bonaerense pertenecen a la jurisdicción de Gualeguay, Entre Ríos. En 2020, casi el 60% de sus 250 mil hectáreas se incendiaron. Y en los primeros días de julio, las Lechiguanas —su nombre deriva de unas pequeñas avispas— sufrieron el fuego otra vez. Entre los focos generados en su superficie y otros en la zona de Baradero, se quemaron más de 5 mil hectáreas.

La organización Unidos por la Vida y el Medioambiente (UPVA) de Ramallo se fundó en 2013 y lleva adelante distintas resistencias: una planta de celulosa contaminante (Fiplasto); una reserva natural abandonada; la construcción de un puerto en un humedal; la boca de un arroyo tapada por un empresario; fumigaciones; una empresa química (Carboquímica del Paraná) que tiraba alquitrán al río; el arrasamiento de bosques nativos. Y sobre todo desde el año pasado, los incendios. “Fueron intencionales. Al poco tiempo, ya sembraron con agroquímicos… ¡qué casualidad!”, sentencia Evangelina Romano, presidenta de UPVA. Habla desde las tripas junto a tres de sus compañeros. Oscar Mollevi: “Cuando se incendian las islas, el humo está en tu habitación, sin dejarte respirar”. Leandro Monserrat: “Está bueno que el humo venga para la ciudad, así la gente se da cuenta lo que pasa. El olor es terrible”. Nicolás Cerretani: “Buscan injertar un paisaje pampeano para iniciar cultivos en él, aplicando productos químicos”.

Jueces y perejiles 

Luego del arrasamiento de las llamas y las denuncias de fumigación, en diciembre pasado el Juzgado Federal Nº2 de Paraná, comandado por el juez Daniel Alonso, emitió una medida cautelar con “la prohibición absoluta de acciones humanas con capacidad para alterar el medio ambiente, especialmente la quema de recursos naturales, actividades que impliquen riesgo de incendio aún de carácter accidental; construcción, modificación o mantenimiento de diques y terraplenes de cualquier naturaleza o realización de actividades que pongan en riesgo el ecosistema, como así el uso dentro de todo el territorio de las Islas de las Lechiguanas de agroquímicos, plaguicidas y/o sustancias contaminantes de cualquier naturaleza para la realización de tareas agrícolas”. Tras los recientes incendios, el Juzgado responsabilizó a los “cazadores furtivos” de haberlos iniciado. Evangelina analiza: “Le tiran la culpa a los cazadores, cuando el Poder Judicial sabe la cantidad de gente que siembra en la isla y sus objetivos. ¿Por qué no ponen la mirada sobre ellos? Agrega Nicolás: “La cautelar fue por la presión social ejercida, pero podría haber sido más contundente. Si el juez entiende que hay un daño general, ¿la normativa no debería extenderse a todo el Delta y no sólo a las Lechiguanas? Ante la magnitud de lo ocurrido, tomó la menor medida posible”. El Delta del Paraná tiene una superficie aproximada de 17 mil km², alrededor de 2 millones de hectáreas y se extiende a lo largo de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. La Justicia no encontró ningún responsable de las quemas en 2020, cuando se registraron más de 37 mil focos. 

Fabian Maggi es el representante legal del Foro Ambiental de San Nicolás, localidad ubicada a 28 kilómetros al norte de Ramallo, sobre las costas del Paraná. “Luego de los últimos fuegos, Prefectura, organismo de cuestionada credibilidad, le informó al juez que alguien dijo que vio que le dijeron que los cazadores prendieron fuego y el juez lo tomó como válido, en un acto jurídico viciado de irregularidades. Pese a las evidencias de los daños a cargo de grandes productores agropecuarios dirige su mirada a cazadores que quizá hasta cazan para comer”. Interpreta el contexto general: “Las causas judiciales tienen pocos avances, fundamentalmente las civiles a cargo del juez Alonso. Estamos sumamente demorados; no encontramos respuestas adecuadas tampoco en el Poder Judicial, que cuando recibe el reclamo de los vecinos, en el 98% de los casos tiene un obrar reprochable”. Desde el Foro llevan adelante 82 causas sobre todo en el norte bonaerense y en sur santafesino, de las cuales “el 80% tiene incidencia en hechos degradantes hacia el Río Paraná”. El juzgado cubre todo el territorio de las Islas Lechiguanas, hasta la zona de San Pedro inclusive. “Es imposible cubrir esa extensión con un solo juzgado y ahí también el Estado incumple su deber al no generar una estructura judicial adecuada”.  

El infierno del Dante

En San Pedro, localidad de 60 mil habitantes, no existe la Secretaría de Ambiente. Allí, desde 2017 la organización Conciencia Ecológica milita contra diversas problemáticas: costa pública concesionada en manos privadas; construcción de una playa sobre un humedal; gestión de residuos; bosques arrasados; vulneración de reservas naturales; basurero municipal encima de un humedal. Guadalupe y Mariana Nava, Marcos García, Karina Actis y José Iriarte hablan con MU en una navegación  que incluye barrancas, humedales, el riacho San Pedro y el mismísimo Paraná. Marcos: “Desde que arrancó la pandemia los incendios fueron constantes, los de Entre Ríos nunca cesaron y en nuestra ciudad nos encontramos con el fuego en primera plana”. Guadalupe: “No damos abasto en armar los informes sobre los focos”. Karina: “Hay lugares donde se incendió dos o tres veces la misma hectárea, el nivel de destrucción de los suelos no se recupera”. Mariana: “El origen de los fuegos son el fósforo, la avaricia y la codicia”. José: “Y sabemos que no se trata de un plan que solo abarca a tres provincias, sino que es mucho más grande y se ve cuando arde el Amazonas y gran parte de nuestro continente”. 

Los últimos grandes incendios ocurrieron el fin de semana largo del 9 de Julio. Describe Marcos: “Es tener al Infierno de Dante delante de nuestros ojos”. Recuerda Guadalupe: “Lo que se formaba parecían unos hongos enormes”. El propio Ministerio de Ambiente asegura que el 95% de los incendios son adrede. “La intención es cambiar el uso del suelo y así mover la producción del campo hacia la isla; transportar la pampa al humedal. El ejemplo claro es la isla Barbé, acá enfrente, que pertenece a San Pedro: está la pampa en el medio del río, mientras que una ordenanza municipal dictamina su protección”, explica Marcos. “No solo la intendencia no controla, sino que impulsa proyectos sin hacer estudios de impactos ambiental”, cierra Guadalupe. 

Enrique Sierra tiene 57 años; hace 34 es marino mercante en la zona del delta y 27 que es naturalista. “Está completamente ausente el Estado. Los organismos son creados en los papeles, pero las funciones nunca las cumplen. ¿Cómo me explico la ausencia? Es simple, a nadie le importa el tema. La mayoría de los organismos nacionales y provinciales no tienen financiamiento, infraestructura y carecen de gente idónea en las áreas. Y si la hay, que no molesten demasiado”, analiza Kike, como lo llama la comunidad que lo reconoce por su incansable preservación del ambiente. “Si el 23% de la Argentina son humedales, eso significa que es la materia prima de todo; de la supervivencia de las personas, de los cultivos, de las actividades industriales. El humedal es el principio de la vida”.

La esponja y el aire 

La palabra “humedal” en diarios, radios y zócalos televisivos no apareció por su belleza, ni por su importancia, ni por su imponencia. Saltó a la fama por su devastación. Natalia Morandeira es doctora en Ciencias Biológicas de la UBA e investigadora del CONICET, desde donde focaliza en la ecología de paisajes y de comunidades, particularmente en relación a la vegetación de humedales relacionada con la planicie de inundación del Río Paraná. “Un humedal es un ecosistema donde cobra mucha importancia la presencia de agua, permanente o temporal. Dentro de estos ecosistemas, que no son terrestres ni acuáticos, sino que tienen características propias, hay una diversidad enorme”. La Convención sobre Humedales –denominada Convención de Ramsar porque en esa ciudad de Irán se firmó en 1971 el tratado intergubernamental para prevenir a los humedales– determina que se clasifican en 42 tipos, agrupados en tres categorías: humedales marinos y costeros, humedales continentales y humedales artificiales.

Kike Sierra no es docente, pero tiene una pedagogía para explicar que cala hondo. “El humedal es como una esponja, así hay que imaginarse al Delta. Funciona de acuerdo a ciclos de creciente y bajante del Paraná: en creciente, la esponja absorbe; en bajante, la esponja larga el agua lentamente a los ríos, lagunas, arroyos y otros cursos principales”. Enseña otra analogía: “El humedal es un gran aire acondicionado, porque atempera las temperaturas extremas. Al dañarlo, también estamos cambiando el clima”. Y explica una cuenta que no cierra: “Según la Organización Mundial de la Salud, sólo el 3% del agua es dulce, mientras somos 7 mil millones y medio de habitantes en la tierra. A este ritmo, vamos en retroceso”. 

Que sea ley

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en 2020 se quemaron 1.106.621 hectáreas. Es decir, un 0,29% de la superficie de Argentina. A partir del exponencial ecocidio se puso en agenda —mediática y legislativa— el tratado de un proyecto de ley de humedales. Llegó a haber 13 iniciativas con estado parlamentario en ambas cámaras y finalmente se unificó en uno solo. En noviembre pasado obtuvo dictamen favorable en la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de Diputados y allí pasó a la de Agricultura y Ganadería, donde reposa desde entonces. Si no se vota este año, volverá a perder estado parlamentario como en 2016.   

La Multisectorial de Humedales de Rosario llevará a cabo desde el 11 de agosto una iniciativa para despertar al proyecto dormido en la comisión presidida por el diputado correntino José Ruiz Aragón, del Frente de Todos. Más de 60 embarcaciones sin motor navegarán 350 kilómetros por el río Paraná hasta llegar al Congreso para exigir el tratamiento, la sanción e implementación de la ley. Ivo Perugino íntegra Mundo Aparte, uno de los movimientos que conforma la coordinadora: “La situación en el Delta del Paraná es insostenible. Después de un 2020 en que se quemaron intencionalmente 400 mil hectáreas de humedal, este año ya llevamos incontable cantidad de focos prendidos y aunque parezca que ya no queda nada por destruir, el agronegocio sigue expandiendo su frontera sobre los territorios, dejando a su paso contaminación, venenos y muerte”. Añade: “Los gobiernos provinciales y el gobierno nacional no apagan el fuego y siguen habilitando actividades productivas sobre la tierra arrasada. El Poder Judicial no pudo encontrar a un solo responsable y el legislativo permite que la Comisión de Agricultura y Ganadería, cooptada por el lobby y el agronegocio, retenga el tratamiento de la ley”. Rodolfo Martínez, también de la Multisectorial, amplía: “La elección de la travesía náutica busca mostrar que se trata de un río, y disputar el sentido de los usos del humedal. Es necesario limpiar ya este sistema para generar otros modos de producir y de desarrollarnos, no ya a escala económica, sino a escala humana”. Ni Juan Cabandié, ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable; ni Leonardo Grosso, presidente de la Comisión de Ambiente de Diputados; ni José Ruiz Aragón, habían respondido a los pedidos de entrevista para esta nota hasta el cierre de esta edición.  

Natalia Morandeira, que también trabaja en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín, considera que lo más relevante de la normativa es “la creación de un programa de inventario de humedales, que permitirá conocer dónde están, y en función de eso las distintas jurisdicciones establecerán cuáles son los criterios de uso de los humedales, históricamente ninguneados”. Además “pone en foco la importancia de cada ecosistema, que nunca hay que ver aislado del resto de los sistemas con los que interactúa”. Guadalupe, de Conciencia Ecológica, opina: “La ley de humedales es necesaria, pero no porque exista dejará de suceder lo que ocurre hoy, que es la violación de un montón de leyes”. 

El abogado Fabián Maggi completa: “Si bien el proyecto es importante que se sancione, el problema es el raquitismo de la eficiencia del derecho; la debilidad del sistema está en la aplicación, no en la falta de leyes”. Y enumera: “Nuestro sistema legal se estructura a través de lo que se denomina la pirámide jurídica. En el vértice superior está la Constitución y el artículo 41 establece la preservación del ambiente. También nace de ahí la Ley General del Ambiente, donde está lo necesario para proteger cualquier ecosistema. Luego figuran las leyes especiales, como la de bosques nativos, aunque en el territorio vemos deforestación permanentemente. Después aparece el Código Civil Comercial que refiere a la acción preventiva de daños y es una herramienta legal extraordinaria para proteger cualquier ecosistema en el país. Le siguen las leyes provinciales y así podemos enumerar una larga lista de normativas”. 

Un experto de 9 años

Aldana Sasia es abogada especialista en Derecho Ambiental, integra el Foro Ecologista de Paraná y la coordinadora contra el agronegocio Basta es Basta. Producto de la destrucción, han presentado un amparo colectivo ambiental buscando cambiar ciertas estructuras. Por un lado, piden que se declare como Sujeto de Derecho al Delta del Paraná: “Lo pensamos desde otra manera de protección, por su calidad vital y no sólo por la subsistencia del humano. Hay que valorarla, cambiar la lógica humana de vernos siempre como superiores a los demás elementos que componen nuestra tierra”. ¿Políticas?: “El Estado no hace más que explotar o hacer oídos sordos sobre la realidad de los humedales. La mayoría de las tierras del Delta son públicas y no vi ni una sola política que intentara recuperarlas; hay un negacionismo absoluto. Por eso hablamos del cambio cultural, generacional”.

Justamente por eso la demanda presentada fue iniciada niños y niñas, no adultos. Y para que nadie hable en su representación, Ulises, de 9 años recién cumplidos, explica a MU desde Colón, Entre Ríos, la importancia de cuidar el ambiente: “Los humedales son los lugares donde los peces van a desovar y sirven como esponjas para cuando hay sequías, así no quedan totalmente secos los ríos; además, hay plantas que sólo crecen ahí y animales que sólo viven ahí y que comen a esas plantas. Por eso, si no hay humedales esos animales no pueden vivir”. Sobre qué no le gusta que le hagan a los humedales, cuenta: “No quiero que los contaminen, que quemen los árboles para plantar. Los humedales son una parte muy importante del ecosistema y son reservas de agua”. Y termina, valorando a su hábitat: “La naturaleza es nuestra casa, un lugar lindo para estar; no hay que desmontarla porque los árboles nos dan el oxígeno con el que vivimos y son muy lindos… aparte de que es muy lindo treparlos”. 

Terraplanistas

Impacta cuando se camina por la costa pública de Ramallo y de repente se descubre un terraplén gigante que tapa un arroyo, por la unilateralidad de un privado. Así sucede en grandes porciones de todo el Delta del Paraná: según la Fundación Humedales, hasta julio de 2018 había construidos 6.913 segmentos de terraplenes que recorren una longitud de 8.893 kilómetros y cubren 247.168 hectáreas, lo que representa un 12,36% de la superficie total. El significado de terraplén refiere a la tierra utilizada para levantar una defensa o hacer un sendero. Distintas miradas les atribuyen una responsabilidad mayúscula en el origen de los incendios, aunque no existe ninguna ley que los regule. “Cuando un productor terraplena cientos o miles de hectáreas, pasa por arriba de arroyos, lagunas, canales, drenajes, desecando lo que está en el medio y alterando notablemente la condición del suelo así como los flujos naturales de agua”, dice Nicolás, de UPVA. Su compañero Leandro, reafirma: “Más allá de las sequías, si hacés un análisis de los focos de incendio durante este año, sumado a los acontecidos los últimos días, coinciden con la zonas donde hay terraplenes”. 

Marcos, de Conciencia Ecológica, detalla: “Hoy los terraplenes son de 5 metros o más y el mayor problema es que cuando se hace el anillo, se cierra con un endicamiento (un dique para contener el paso del agua) y ahí empieza a morir el humedal. No deja fluir el ciclo de inundación al centro del humedal y entonces se pampeaniza”. La bióloga Natalia Morandeira se explaya: “Su uso, además de modificar la dinámica hídrica de la planicie de inundación del Paraná, homogeniza y perdés un montón de diversidad y de tipos de humedales”. Pone el foco en el control: “Desde el Estado no hubo regulación de la construcción de terraplenes”.

Aldana Sasia, abogada del Foro Ecologista de Paraná, profundiza: “Incendio y terraplén se relacionan porque este le quita toda la capacidad de absorción de humedad que tenía ese suelo. Se modifica drásticamente el pulso hidrológico, es como poner un bypass en un corazón: la lógica de circulación del sistema sanguíneo será otra. El pulso de carga y descarga de ese territorio ya no es el mismo, ¿cómo no va a tener conexión?”. Plantea otra comparación didáctica: “El terreno puede quemarse por la sequía que hay, pero el terraplén hizo de todo. Es lo mismo que le ponga una gomita elástica a una vena, vamos a ver lo que le pasa a ese organismo de un lado y del otro de la gomita. El problema es que no entendemos al territorio como un todo. El señor productor está viendo al humedal dentro de su terraplén, dentro de su campito, y nada más”. 

Habla un productor

La medida cautelar dictada por el Juzgado Federal de Paraná en diciembre pasado prohíbe, entre otras restricciones, la construcción, modificación o mantenimiento de terraplenes de cualquier naturaleza en todo el territorio de las Lechiguanas. Se enmarca en la causa  4602/2020 que investiga a los empresarios Fabio Di Fonzo y Juan Nazar tras la demanda realizada por la organización Unidos por la Vida y el Medioambiente “por la quema, endicamientos y fumigaciones aproximadamente de 5000 hectáreas”. Evangelina Romano, de la ONG, asegura: “Nunca se desvincularon, siguen siendo socios”. 

Juan Nazar es productor ganadero. Su familia es dueña de la empresa de indumentaria Cardón. Cita a MU en una estación de servicio en el centro de Ramallo.

¿Por qué figura en la causa judicial?

Yo no figuro en la causa judicial. 

La leímos y su nombre aparece.

El tema es así: acusan al otro productor que hizo una explotación con la cual yo no estoy de acuerdo ni soy socio ni tengo nada que ver, en un campo que vendí y fue denunciado por una ONG. Yo traté, infructuosamente, de interceder para generar un diálogo entre las partes. Aparezco en una causa en la que no tengo nada que ver porque me puse al frente, inocentemente digamos, o con la mejor de las buenas intenciones, de querer generar un diálogo entre este productor y los grupos ambientalistas. Pero yo vendí estos terrenos en 2010. 

Sobre el origen de los fuegos, comenta: “Hay que mirar la altura del río, la época del año y si hay sequía o no. No quiero sacar la responsabilidad de que puede ser un productor también, que a lo mejor hace lo de todos los años porque en condiciones normales de la isla, si prendés fuego acá, a metros se apaga porque hay una lagunita, un arroyo, un estero. En esa iniciación del fuego hay accidentes, productores, turistas. Yo no quiero que haya fuego”. 

En la medida cautelar se prohíben los terraplenes. ¿Usted tiene? 

Sí, tengo uno desde hace 12 años aproximadamente, pero hay que poner las cosas en su contexto histórico. Hay terraplenes ilegales, pero también hay legales. El mío tiene 10 kilómetros, encierra 700 hectáreas y es legal, fue autorizado por el organismo entrerriano CORUFA que regula ese tipo de obras. Hoy no lo volvería hacer porque cambiaron mis criterios, pero en ese momento tuve el permiso. De la misma manera vos podés cuestionar los desmontes, pero hace muchísimos años no eran cuestionados. 

¿Sin terraplenes no se amaina el fuego?

Los fuegos del año pasado no tienen nada que ver con los terraplenes. 

¿Si hubiese habido más lagunas y arroyos, no habría modificado la situación?

No había lagunas. 

¿Su terraplén no tapó ningún espejo de agua? 

Hoy no hay espejos de agua ni el año pasado tampoco. 

Cuando construyó el terraplén, ¿no tapó una laguna?

Sí… Si vos queres hacer una interpretación fácil de que los fuegos tienen que ver con los terraplenes, estás en tu derecho hacerlo; ahora, si querés saber cómo funcionan las cosas… 

Usted me dijo que arroyos, lagunas, esteros, podrían evitar la propagación del fuego. 

Pero no porque haya terraplenes. Hay un millón y medio de hectáreas y terraplenes hay muy poquitos. Y los fuegos no están en los terraplenes. No tiene nada que ver con la realidad. La vinculación terraplén-fuego no existe. 

Fabián Maggi, abogado querellante de la causa, expone su postura: “Ese terraplén está muy lejos de ser legal porque no cumple con todos los trámites administrativos ni tiene un estudio de impacto ambiental que avale la construcción de ese terraplén. La resolución de CORUFA dice que deberá ser ratificado por el gobernador, y eso nunca sucedió”. 

Lo in-finito

Navegar por la inmensidad del Paraná daba, en tiempo pasado, una sensación de infinitud que hoy se pulveriza cuando se aprecian kilómetros de tierra donde hace días había agua; cuando se ven costas vacías; cuando hay olas en las orillas como si fuera un mar; cuando nos encallamos, de repente, y el susto se apodera de la lancha . Es la peor bajante de los últimos 77 años y el Instituto Nacional del Agua augura que la situación puede agravarse hasta llegar a ser la más compleja de la historia.  Kike Sierra sintetiza las consecuencias: “La sequía se origina por un montón de causas. Vayamos a Geografía de segundo año del secundario: ¿quién produce las lluvias? La evapotranspiración de las plantas, en este caso de bosques y pastizales. Se evaporan formando nubes y esas nubes producen las lluvias. Pero, ¿qué pasa si quemaste los bosques y los pastizales?”.

Aldana Sasia, abogada y militante ambientalista, ahonda: “En un terreno donde no llueve, sin permeabilidad ni capacidad de absorción, se va a quemar y obvio que habrá sequía, pero la naturaleza no trajo a la sequía; no responde a lógicas naturales sino a decisiones humanas”. 

La recorrida por las costas bonaerenses y entrerrianas está siempre acompañada por la presencia y el canto de los pájaros: garzas moras, biguás y gaviotas. Lo finito no sólo tiene que ver con el agua, sino que engloba a la biodiversidad. Sin embargo hay algo que, en medio del humo, de la contaminación, de la deforestación, de la sequía, parece seguir siendo infinito. “Hay que tener el corazón puesto en no dejar de luchar, mantener las convicciones para que nuestros hijos no padezcan lo mismo que nosotros. Cada vez hay más gente consciente: en algún momento esto se va a terminar”, dice Evangelina, de Ramallo. Algunos kilómetros más al sur, en San Pedro, Marcos suscribe: “Veo una sociedad más sensible y la juventud está involucrada. Debemos cambiar el paradigma de producción: ¿qué es el progreso? ¿algo finito o lo que se mantiene en el tiempo?”, se pregunta mientras caminamos por un humedal donde un cartel ilumina el futuro: “Una sociedad se define no solo por lo que crea, sino por lo que decide no destruir”.

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