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El día del fraude

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Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Cristina Kirchner condenada. Sus palabras en la calle, ante la sede del PJ, las reacciones de la gente, algunos silencios, y reflexiones sobre lo que se viene.   

“El partido judicial le agrega el cepo al voto popular” dijo Cristina Fernández de Kirchner ayer en Matheu al 100, CABA, al hablar en la calle, en la entrada del Partido Justicialista a unas tres mil personas reunidas en la calle.

El día del fraude

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Poco antes había ocurrido lo que ya los medios comerciales habían anunciado que iba a pasar, en una extraña primicia periodística: la Corte Suprema confirmó el fallo contra la ex presidenta y candidata en la llamada causa Vialidad. Eso significa que deberá cumplir una condena de seis años, que incluye la inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos. Además quedará eliminada del padrón electoral: no podrá ni votar ni postularse, tal como había anunciado, en una elección legislativa donde las encuestas la anunciaban ganadora.

Tampoco se sabe aún cómo, cuándo ni dónde se llevará a cabo la condena, pero deberá presentarse ante el Tribunal Oral Nª 2 que la juzgó dentro de los próximos cinco días hábiles y será la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien defina el lugar de detención, quien deberá informarlo al tribunal en las próximas 24 horas. Aunque Cristina Fernández ha presentado el pedido de que la prisión sea domiciliaria, no es seguro que el trámite sea expeditivo: por lo pronto los jueces destacaron que debe ser un lugar seguro, debido a la importancia de su figura y por haber sufrido un atentado contra su vida. 

El día del fraude

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

La Corte Suprema confirmó con este fallo, en una causa intoxicada de sospechas, que se puede dar crédito a la idea planteada sobre un “partido judicial” asentado en la justicia federal. Un partido judicial implacable y expeditivo con respecto a un lado de la “grieta”, pero ciego y lento frente a la otra. Al incidir directamente el proceso electoral y condicionar el ejercicio democrático, la condena emana el aroma de una maniobra suprema de fraude electoral.

Impresentables y poder económico

En su intervención de la calle Matheu, la ex Presidenta planteó: “En realidad, a este cepo no lo pone este triunvirato de impresentables que funge como una ficción de la Corte Suprema. No se confundan: son tres monigotes que responden a mandos naturales muy por arriba de ellos. Tampoco es la oposición. Es el poder económico concentrado de la República Argentina, compañeros y compañeras. Ese que cuando se produjo el intento de magnicidio aquel 1º de septiembre, a los pocos días tituló ‘La bala que no salió, pero el fallo que sí saldrá’. En tapa. Más clarito echale agua”, dijo en referencia a una nota publicada por el diario Clarín. 

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Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

En la calle quien recibió tantos o más insultos que el Presidente Milei fue Mauricio Macri, uno de los ingenieros de la actual arquitectura judicial. La idea de los “tres monigotes” tiene un punto clave: que sean tres. La Corte sigue sin conformarse, dos de los jueces (Horacio Rosatti y Carlos Rozenkratz, quien fue abogado de Clarín) fueron parte de la maniobra –durante la presidencia macrista– de consagrarlos “en comisión” hasta que logró convalidarlos vía el Congreso. El tercero es Ricardo Lorenzetti, propuesto por Néstor Kirchner.    

Cristina Fernández, obviamente, relacionó el fallo al proceso electoral: “¿Saben por qué este cepo? Porque no van a cometer el mismo error que cometieron en el año 2019 cuando creyeron que, después de haber perdido las elecciones en el 2017, y después de esa campaña de estigmatización y vandalismo sobre mi persona, estaba acabada”.

Para cerrar su discurso en la puerta de la sede del Partido Justicialista, Cristina Fernández dejó un mensaje a los propios: “A militar, a organizarse, a estar junto a la gente que lo necesita, a profundizar el acercamiento y la empatía con la gente. Es fundamental que vean una dirigencia comprometida con la gente y no con los problemas que tienen las dirigencias entre ellos. Dejemos de lado eso y dediquémonos todos con muchas fuerzas y mucha convicción a ayudar a los que necesitan ser ayudados y organizados”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

El clima en la calle

El ambiente era extraño. La calle Matheu al 100, colmada. La gente cantando la marcha peronista, el Himno, rimas partidarias, o dedicatorias a Javier Milei y Mauricio Macri, pero a la vez esperando. Una especie de entusiasmo condicionado. Cuando se confirmó el fallo de la Corte, inesperadamente nada pareció cambiar. Gente expectante. Muy pronto salió la propia Cristina Fernández a la calle, a hablar ante la gente, acompañada por su hijo Máximo y su cuñada Alicia. Fue el momento de más fervor en esa calle helada.  

Al terminar, Marina estaba conmovida: “Estamos a un paso de perder institucionalidad. Las instituciones están al borde de quebrarse, y hay una fragmentación de la sociedad. Se viene una debacle bastante jodida”. Es de San Telmo. ¿Cómo vive el barrio una situación como la de hoy?: “Ves una situación de pobreza, de delincuencia, de falta de Estado. Pero hoy se suma esta desilusión de las instituciones y también del gobierno. No sé qué va a pasar”. Prefiere pensar en otra cosa: “Cristina es una estratega, todo lo que hizo fue de puño y letra”. Mira los drones que nos sobrevuelan tal vez filmando y cambia de tema: “Me atrevo a decirte que el Congreso no creo que funcione de ahora en más. Todo lo que Cristina comanda va a perder un gran caudal, el peronismo no va a actuar. Y el riesgo es que nosotros vamos a seguir perdiendo más y más derechos”. Mira el celular como para distraerse de lo que está pensando, pero retoma algo que quiere decir: “Es un panorama desolador. No veo luz al amanecer. Y mientras hablamos esto hoy el gobierno nos volvió a endeudar y a hipotecar en 7.000 millones de dólares más”. Marina me cuenta que es empleada del Estado y se pierde en el caudal de gente, enfilando hacia San Telmo.

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Ningún integrante de La Cámpora aceptó hablar con la prensa. Uno solo tuvo la gentileza de emitir cuatro palabras: “Por línea, no hablamos”. No pudo saberse qué harán ante el pedido de Cristina de “empatía” y “acercarse a la gente”.

Quiénes festejan

Estaba allí Horacio Pietragalla, que fue secretario de Derechos Humanos en el gobierno de Alberto Fernández, antes diputado nacional, y antes el nieto número 75 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo. Comentó a lavaca: «La situación es complejísima. Hoy se puso en riesgo el pacto democrático. Estamos  en manos de un gobierno que no respeta ninguna de las garantías constitucionales, si vemos el atropello que llevan adelante el Ejecutivo y el Poder Judicial. La condena es netamente lawfare (guerra y abuso jurídico utilizando la justicia como herramienta política). Es totalmente política. Cristina visibilizó a los enemigos del pueblo, al poder real, a los Blaquier y los Magnettos de la vida. Ahora deben estar festejando los genocidas adentro de la prisión, y todo ese sector de poder que Cristina combatió para poder redistribuir la riqueza, que es para lo el único objetivo que lo hizo. Son los que presionaron para que suceda esto y hoy están festejando».

¿Tenía que llegarse a esto para que haya una reacción política? «Lamentablemente perdimos oportunidades únicas. Fuimos gobierno, los últimos cuatro años tendríamos que haber hecho cambios estructurales, pero quien llevaba adelante la conducción de ese gobierno no se animó. Hoy estamos sufriendo las consecuencias, pero bueno, Lula sufrió lo mismo. Es una embestida orquestada por Estados Unidos en todos los poderes judiciales de Latinoamérica, antes era el Plan Cóndor para reprimir, ahora es el lawfare para proscribir».

Paloma, Vicky y Valentina llegaron juntas, 28, 26 y 23 años: “Vinimos porque Cristina es la figura más importante de la política en las últimas décadas en el país, incluso en la región. Representa la lucha y la conquista de un montón de derechos. Esto es un escenario que pronto dejaría de ser democrático. Cambia el paradigma”, dice Paloma. ¿Cómo se llegó a esta situación? “Es un fenómeno mundial, que va y viene. Creo que es como el péndulo, de derecha a izquierda, o en este caso a centro izquierda” plantea Valentina. “Esta causa es una guasada, un retroceso, me preocupa la capacidad lectora de la gente: como que las palabras ya no tienen sentido”. Frente a mi falta de comprensión, agrega: “Si Cristina es tan responsable de la causa Vialidad, Milei es responsable de la causa Libra. Pero lo más preocupante es que frente todo lo que pasa en el país no hay una lectura crítica”. Vicky: “Siento que estamos descabezados, abandonados. La dirigencia no hace nada. La única que tenemos es a Cristina, pero tampoco puede hacer todo. Hay que volver a la potencia de la marcha antifascista, la universitaria, lo que hacen siempre los jubilados. Ese es el camino”.

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En otro grupo las jóvenes mujeres también se niegan a hablar. Miguel en cambio explica: “Hay un desconcierto total: no está muy claro cómo seguir la lucha. Hay un atropello a la democracia, a la posibilidad de expresarse. Para mí se viene un escenario de mayor violencia en la calle, más hostilidad”. Es funcionario judicial y está junto a un joven integrante del Banco Mundial que camina hacia Rivadavia cantando la marcha peronista.   

Andrés informa que es comunicador social, streamer en La Resistencia, Andy Crush en X: “Es injusto y triste todo esto, pero ojalá sirva para encender la llama en el campo nacional-popular dentro del peronismo. Espero que mañana se empiecen a organizar las bases, pero me parece necesario que también se organicen arriba, que limen asperezas, que hagan algo concreto que las bases puedan acompañar. La gente sufre mucho esa realidad como para encima tener que pensar en construir una alternativa”. Opina, también, que el peronismo debe reinventarse. “Y construir una alternativa electoral para el 2027. Es muy difícil militar o defender algo haciendo a referencia a lo que fue hace 10 o 15 años atrás. Me parece que falta una agenda más actualizada de los problemas que tiene la sociedad, que tienen los jóvenes, los mayores y articular algo. Cristina decía que hay que salir a hablar con la gente, pero cuando no hay una propuesta clara y concreta, podés ir a hablar con un vecino y contarle qué querés, pero cuando el vecino va a votar se da cuenta de que están todos peleando por un puesto en lugar de armar un frente lo más amplio posible”. Andy anticipa: se viene una crisis. “Cristina seguirá siendo la persona que marque la agenda política, pero hay caras nuevas que van a tener que salir. Al gobierno de Milei no le conviene esto porque le servía la polarización con Cristina y porque tienen un plan económico que empieza a fracasar. Es el efecto dominó, se van a ir cayendo todas las fichas.    

La jornada seguiría luego en la calle San José al 1200, el domicilio de Cristina Fernández de Kirchner. En estos días será allí donde se seguirá esperando saber hacia dónde se enfilan el desconcierto y el futuro.   

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Marcha de jubilados: guerra y paz

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El encuentro de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.

Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini

El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Marcha de jubilados: guerra y paz

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.

Tapar a Espert

Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.  

Marcha de jubilados: guerra y paz

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.

Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.

“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

Marcha de jubilados: guerra y paz

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?

Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Marcha de jubilados: guerra y paz

Retenciones y fin de mes

A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación. 

Hoy exhibe dos, que aquí registramos:

Marcha de jubilados: guerra y paz
Marcha de jubilados: guerra y paz

Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.  

Despidiendo policías

Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.

La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras. 

Marcha de jubilados: guerra y paz

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Marcha de jubilados: guerra y paz

Alberto y Sergio.

Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

Marcha de jubilados: guerra y paz

Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.

Sobre las estampas y el fernet

Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.

Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

Marcha de jubilados: guerra y paz

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.

Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”. 

La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.

Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los mejores de la jornada:

Marcha de jubilados: guerra y paz


Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.

¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.

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Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

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Por Claudia Acuña

Empecemos por el final, que es el principio de todo.

La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.

Su joven hija la observa en silencio.

“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?

Repite:

¿Dónde están?

Suspira:

“No doy más”.

Llora.

La abrazo.

Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.

Sigue:

“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.

Su joven hija la ubica:

“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.

Se refiere a un cronista de La Nación+ que tuvo un gesto hacia las mujeres y fue repudiado por las manifestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.

La mujer sigue:

“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.

La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo que se mueve

Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.

Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.

Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Dina Sánchez, de la UTEP.

Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué  expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:

Lara.

Morena.

Brenda.

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Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.

Ya está.

Recuperemos el eje.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:

“Yo sabía,

yo sabía

que a los narcos

los protege la policía

¡y la justicia!”.

Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.

Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

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El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org

“La timba de la city es la tumba del país”.

Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial.  Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.

El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

La Prefectura gaseando a jubilados.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

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Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.

Para la foto

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Editorial sobre la actualidad argentina.

Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.

A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

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Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Teatro antidisturbio

Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.

Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Sin palabras

Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

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El Himno al sol

Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

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