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Cometierra y Dolores Reyes: censura, femicidios y literatura

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La escritora Dolores Reyes no necesita a fanáticos para promocionarle los libros, pero lo hicieron. Y no son fans. Los ataques oficialistas y gubernamentales (con Victoria Villarruel a la cabeza) pretendiendo censurar su novela Cometierra, distribuida en la provincia de Buenos Aires como parte del material para lectura de los últimos años de la enseñanza media, generaron el efecto inverso: consolidaron como best seller al libro que ya lleva 17 ediciones, mientras ahora volverá a imprimirse.

Como homenaje volvemos a publicar aquí la nota realizada en MU 182, La república de las brujas, que es a la vez el anuncio de la continuación de Cometierra con otra novela –Miseria– que los fanáticos de la censura tal vez se lancen a promocionar próximamente. Algo similar podría ocurrir con las obras de otras autoras cuestionadas, como Inés Garland, Aurora Venturini, Sol Fantin y Gabriela Cabezón Cámara.

Cometierra es el personaje de esa novela tan cuestionada y alabada: una adolescente a la que le llevan botellitas llenas de tierra que pisaron mujeres, niñas y jóvenes que se encuentran desaparecidas, para que ella la coma y cuente lo que la tierra le permite ver.

En la nota Dolores cuenta cómo es escribir en medio de la maternidad de 7 hijos. Su trabajo como docente en el conurbano. Su paso por un taller literario. Habla de la inspiración, de lo cotidiano, de Liniers como territorio de brujerías y desapariciones.

Nos cuenta: “La adolescencia es una etapa donde se pone más de manifiesto un cierto desamparo, y a la vez es una etapa súper vitalista: todo es posible. Los pibes son preciosos, tienen una energía increíble. Todo es posible en el sentido de la potencialidad de esa edad y de esas vidas, y a la vez están muy desamparados”.

La construcción de un mundo y ciertas consultas de Finlandia sobre La Salada. La voz de lo que es nuevo y desde dónde escribe Dolores Reyes. Aquí, el texto completo de La república de las brujas.

Por Anabella Arrascaeta

Dolores Reyes está parada sobre las vías del Tren San Martín donde de niña jugaba con sus hermanos, aunque el cruce de autos no era tal como hoy lo vemos. Pocos metros más allá está la casa de su abuela. A algunas cuadras, la primera escuela donde trabajó de maestra de grado, oficio que dejó hace escasos dos meses. Cerca, su propia casa. Y ahí nomás, la parada del colectivo 237 que va desde Pablo Podestá hasta General Paz, al límite de entrar a la ciudad de Buenos Aires. Para quienes conocen este micromundo real y ficticio, es el colectivo que se toman Cometierra, el Walter y Miseria en el final de su primera novela, Cometierra (2019), hacia su nueva casa.  

Ese punto de llegada es, a la vez, el punto de partida de su segunda novela, Miseria (2023) que acaba de publicar Alfaguara. La primera edición de 7.500 ejemplares se agotó en diez días. La historia, como se ve, sigue lo que el primer libro empezó. 

Cometierra es una adolescente a la que le llevan botellitas llenas de tierra que pisaron mujeres, niñas y jóvenes que se encuentran desaparecidas, para que ella las coma y cuente lo que la tierra le permite ver. El Walter es su hermano, y Miseria su cuñada, de 16 años, que está embarazada, esperando su primer bebé. Su voz, periférica en la primera novela, se vuelve central en el segundo libro. 

El relato va y viene, y se completa entre la voz de Cometierra y la de Miseria, pibas que comparten todo, mientras arman familia, buscan a quienes no están y batallan contra las violencias del propio territorio.

Estamos en Caseros, localidad de la geografía bonaerense.

Desde acá escribe Dolores Reyes. 

Cómo es parir

Dolores nació en 1978. Estudió el Profesorado de Enseñanza Primaria y también Griego y Culturas Clásicas en la Universidad de Buenos Aires. El primero de sus libros fue traducido a trece idiomas y Miseria a tres, en la etapa apenas inicial de su recorrido.  

Cuenta que, para poder escribir, se levanta muy temprano. Cometierra, por ejemplo, la escribió amaneciendo a las 4 de la mañana. “No hay ningún momento mágico en el que esté toda la casa hecha, haya plata en el bolsillo y tenga todas las condiciones dadas para escribir. Eso no existe. No existió nunca”, dice. Entonces pone el despertador temprano y se levanta. “Soy metódica porque no me queda otra. Si no, no haría nada. Nada”. Tal vez ayude a entender el panorama el hecho de que, además de las (pre)ocupaciones de muches, Dolores tiene siete hijes.

Su primer libro lo escribió mientras hacía un taller literario con la escritora Selva Almada (autora de Ladrilleros, Lo que el viento se llevó y No es un río, entre otras). Dolores iba al taller cada semana y leía sus avances. Con las correcciones de Selva y las sugerencias de compañeres volvía a escribir, hasta que terminó. En cambio, el segundo libro lo escribió sola, sin rebotar los textos contra nadie. 

Sabía que quería contar la continuación de la historia y que quería hacerlo sin repetirse, por lo que decidió narrar a dos voces. “No me resultaba necesaria una polifonía de un montón de voces por lo que iba a contar, pero sí sabía que Miseria pasaba de ser un personaje periférico a coprotagonista”. 

Intermediadas por ellas, aparecen también otras voces. Por ejemplo, mientras Cometierra busca desde la tierra a quienes no están, se desespera por encontrar quien ayude a Miseria en el nacimiento del Pendejo, su primer hijo; así llegan las manos de Tina, una mujer que sabe cómo ayudar a nacer. “Me interesaba mostrar saberes que tradicionalmente fueron enseñados y transmitidos de mujer a mujer, respetados incluso, y en algún momento nos los arrebataron directamente. Pasamos a parir en un lugar metálico, con instrumentos espantosos, a veces directamente te atan las piernas; todo para la comodidad de un médico hombre que está ahí mirando. A mí me ataron, no estoy hablando de mi abuela. A mí me dijeron cosas horribles: ‘mirá, 19 años, tercer embarazo’, y yo los veía cómo se miraban, como si esta vida no valiera nada, desde un lugar de lejanía y distancia que muchas veces viven las pibas y los pibes adolescentes. En algún momento nuestras tareas pasaron a ser tareas de cuidado, dejaron de ser trabajo, y nuestra sabiduría fue totalmente arrancada y profesionalizada en manos de otros géneros y otras clases sociales”. 

Cuando a Miseria le llega el momento de parir ahí están Tina, Cometierra y Walter. Llegar al mundo e irse no son cosas que haya que hacerlas sola, dice el libro. Es Miseria quien relata desde su propia voz el parto. 

¿Por qué? “Hace tiempo vengo pensando en cuáles son los relatos de un parto. Siempre son una mujer gritando, llorando descontrolada, unos gritos inexplicables, y de repente todo se llena de sangre, no importa si es paulatino o no, y después aparece un bebé que generalmente tiene un mes y medio. A veces me enojaba, les decía a mis hijos ‘esto no tiene nada que ver un parto’. Me llamaba mucho la atención incluso la falta de disputar esa representación, de algo que es central en la vida de muchísimas mujeres”. 

Cuando Miseria termina su relato –que habrá entonces que ir a leer– dice simplemente: “Y así nacemos”. 

La escuela de la vida

Antes de subirse al colectivo, en el final del primer libro, Cometierra, Walter y Miseria pactan quedarse a vivir donde termina el recorrido. Dolores respetó esa promesa, y como el colectivo que se tomaron termina en General Paz, los hizo cruzar y ahí arranca la segunda parte de la historia. “Me tiran un montón de cosas de Liniers”, explica y enumera: “Es como una micro Latinoamérica. Hay todo lo que quieras: frutas, especies, fiesta de colores, locales que tienen montañas de jugos y un vestido de novia a la venta… Tenés a San Cayetano, y del lado de Ciudadela, el cementerio; cruzando, una cantidad enorme de santerías, una al lado de la otra. Cuatro cuadras para allá y tenés toda la parte de Liniers más antigua de los pasajes, que es una belleza, unas casas que no podés creer lo que son, de gente blanca. Te movés un poquito y aparecen presencias marrones, mestizas. Caminás diez cuadras y te dan diez volantes de hechicera: adivina, adivino indio, adivino de todo lo que se te ocurra; y las desapariciones de pibas, intensísimas en esa zona. Está también la terminal con gente que llega, y gente que va cargada con bártulos porque se va. Es un territorio un poco magnético, ¿no?”. 

En el libro, Miseria responderá que Liniers no es solamente “el shopping del conurbano”, sino la “capital nacional de las videntes”. Cometierra va a decir, cuando ve todos papelitos fotocopiados que llevan caras, nombres y teléfonos, pegados en las paredes como murales: “Acá todas somos desaparecidas, putas o videntes”. Millones de ojos negros como semillas arrojadas al aire, dice en el libro. Pero hay una razón más por la que Dolores va hasta Liniers: “Están todos los mayoristas de las librerías: todas las maestras del mundo compramos en Liniers”. 

Es que hasta el último 15 de marzo Dolores trabajaba en educación, lo hizo durante décadas, en escuelas públicas de Caseros y Pablo Podestá, como docente y secretaria. Mucho de esos años compartidos con pibes y pibas se refleja en el libro. 

Cometierra, Miseria y Walter son adolescentes. En algún momento se definen: somos esto de nuevo, pibes que comparten todo. Dolores construye su relato desde esas voces jóvenes. “La adolescencia es una etapa donde se pone más de manifiesto un cierto desamparo, y a la vez es una etapa súper vitalista: todo es posible. Los pibes son preciosos, tienen una energía increíble. Todo es posible en el sentido de la potencialidad de esa edad y de esas vidas, y a la vez están muy desamparados”.

La primera escuela en la que trabajó fue la n° 49, a la que llegaban pibes y pibas de todo Pablo Podestá: abre a las 8 y cierra a las 5.30 de la tarde, garantizando desayuno, almuerzo y merienda. “Eso de que la adolescencia se extiende hasta los 30 o más en sectores medios acá no existe: tenés que salir a parar la olla. A la escuela venían los lunes con las manos infectadas porque van al Ceamse a buscar cosas con los carros, lata, cartón. Yo no romantizo, incluso el embarazo adolescente tampoco lo romantizo, pero existe. No me interesa construir miradas con prejuicios morales: me interesa acompañar la experiencia de los personajes sin juzgar”.

De nuevo, los alumnos de Podestá, y de tantos otros lugares del país: “La sociedad los desprecia tan fácilmente, se habla desde una distancia impresionante, de quien nunca estuvo ahí, que ni siquiera pisó un barrio precario. Miseria en un momento dice: ahora estoy bien, tengo amigos, heladera y agua. Cosas que damos por sentado, acá hay un montón de pibes que no tienen agua”.

Dolores traza un puente hasta hoy, pasando por el 2001, año de revueltas y del nacimiento de su cuarta hija. Recuerda de esos tiempos que los lunes en la escuela los pibes se caían, se desmayaban porque no comían el fin de semana. Ahora, dice amargada: “Se empieza a ver de nuevo, porque a la noche es té y pancito: la comida está carísima”. 

Su novela Miseria, tal vez también hable de este país en el que la mitad de les niñes menores de 14 años viven en la pobreza. ¿Cómo salimos de esta? Sigue, trazando una fina línea entre ficción y realidad: “Hay muchísimas creencias mías que están en los libros. Una de las principales es que dejamos una huella en la tierra, que la tierra que habitamos nos conoce. No es solamente carne, huesos y sangre que pasa a la tierra, hay algo de la experiencia, algo del alma, de la historia, que hace que Cometierra sea una suerte de médium que puede ver y contarles a las personas que buscan eso que la tierra nos muestra. Y la otra creencia fundamental es: nadie se salva solo”.  

La Salada en Finlandia

Cometierra descubre su don después de que asesinan a su mamá; hija de una víctima de femicidio a la que la tierra le habla. Como se para desde ahí narra la violencia sin espectáculo, el personaje conoce el costo de lo que ve, y su relato no puede ser un mensaje más de la máquina violenta. “No me gusta lo que hacen los diarios sensacionalistas con la violencia”, dice Dolores, quien en sus viajes se nutre de lo que ve y lee. Por ejemplo, recomienda ahora mismo el libro Madres terras que compila una serie de retratos de madres de jóvenes asesinados en Colombia. En las fotos se las ve semienterradas. O libros del norte de México que cuentan la historia de los varilleros: “Clavan unas varillas enormes metálicas en la tierra, las sacan y las huelen. Lo que hacen con un olfato mucho más desarrollado es sentir olor a cuerpos en la composición. Así encontraron fosas comunes. Es el método lo que me interesaba”. Es que Dolores construye un personaje que utiliza otro sentido que no es el de la visión tradicional de los ojos, que siente con la tierra en la boca, y así busca. “Somos una sociedad que buscamos todavía a nuestros desaparecidos, la gran mayoría desaparecidos por violencias estatales, por supuesto en dictadura, pero muchos también en democracia. Buscamos por ejemplo a Tehuel. La violencia institucionalizada contra los pibes en barrios precarios es infernal en este momento mismo: se sigue culpabilizando a los pibes por portación de cara y de pobreza hasta el día de hoy. Y ni hablar del asesinato a las mujeres”. 

Cometierra la llevó a viajar por muchos países, algunos cercanos, otros muy ajenos. El último idioma al que la historia fue traducida su primera novela es el finlandés. ¿Cómo llegó hasta ahí? “Los nórdicos tienen una atracción por los policiales, por el género negro que les encanta. Pero por el otro lado, tengo que hablar 500 veces con las traductoras”. Por ejemplo, cuenta que para entender cómo era La Salada le mandaban fotos de un shopping. “No me alcanza con explicarles y por ahí les mando fotos, artículos periodísticos, trato de armar todo un contexto para que lo vean”. 

¿Cómo fue su experiencia en Europa? “Me acuerdo en Estocolmo de preguntar cosas como ¿hasta qué hora puedo andar sola? Me miraban y no entendían, y a la vez parece que estás en un policial negro, todo lleno de neblina… Vas mirando para todos lados, pero eso es típico de mujer latinoamericana. Es distinto, pero a los pocos días se acercaban mujeres y me contaban que también hay femicidios, obviamente”. 

En cambio, cuando le tocó recorrer Latinoamérica las coincidencias aparecían más fácilmente. “Estás en un barrio y hacés 20 cuadras y tenés una ranchería sin luz, sin agua al costado del basural. También ves las violencias institucionales de los Estados hacia los distintos grupos, y la fosa común, que va desde los enemigos políticos, los crímenes narco y la violencia machista. La fosa común, sacar la identidad, desaparecer un cuerpo: eso es tan Latinoamérica”. 

Por algo de todo esto Dolores dedicó su segunda novela a las Abuelas y a las Madres de Plaza de Mayo: “ellas me enseñaron a luchar”, dice y aclara que no es una entelequia. “Yo en la adolescencia las tenía como modelo en militancia y de mujeres, que pese a todo lo que les habían hecho no tenían miedo y seguían organizándose. Nací en el 78, en medio de las desapariciones más horrorosas que hemos tenido, y crecí viendo organizaciones de mujeres que buscaban a sus hijos en la tierra, no como una metáfora, sino como algo absolutamente material y real”. Esas historias, también, son parte de su experiencia a la hora de sentarse a escribir: “Tuvimos una violencia en la dictadura infernal e innegable, pero estamos en democracia y tampoco es todo color de rosas. Seguimos con una desaparecida mujer o una asesinada mujer por día: muchos de esos cuerpos se niegan y no se encuentran”. 

Al final de la segunda novela, Cometierra vuelve a Pablo Podestá; no se sabe cuánto durará esa estadía, ni si Dolores ya está escribiendo cómo seguirá esta historia que por ahora queda detenida ahí, nuevamente a pocos minutos de su propia casa, en medio de la vía del tren; ahí donde está el cementerio en el que están Melina Romero y Araceli Ramos, dos pibas de 17 y 19 años víctimas de femicidios que estuvieron desaparecidas y que, gracias a la lucha familiar, hoy tienen donde descansar.

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Conferencia en la calle: impidieron a la familia de Gabriel González, asesinado en Lugano, hablar en la Legislatura Porteña

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“Estoy viviendo una pesadilla. Me arrebataron a sangre fría a mi compañero de vida. Es tan injusto que no lo puedo creer. El policía que bajó de la camioneta no lo hizo para apaciguar, sino directo a matarlo” dijo este martes Nelly, la compañera de Gabriel González, el vecino de Lugano asesinado por la policía de la Ciudad el día de navidad.

La Legislatura Porteña le negó a la familia el salón en el que iban a hacer el acto, por lo cual la charla se realizó en la calle. Detalles del crimen en el que Gabriel se defendía –solo y como podía– de una turba policial violenta que disparó a matar a un hombre indefenso. Lo que contaron Nelly, Fabián Grillo (el padre de Pablo). Y una propuesta para el brindis de fin de año.

Por Francisco Pandolfi

Fotos: Juan Valeiro

Pasaron cinco días desde que Juan Gabriel González fue asesinado por la Policía de la Ciudad el 25 de diciembre en la Villa 20 de Lugano.

Su crimen quedó registrado por una serie de videos grabados por vecinos que evidenciaron el fusilamiento. Cinco días y cero pronunciamientos oficiales de las autoridades del gobierno porteño encabezado por Jorge Macri y cuyo ministro de Seguridad es Horacio Giménez. Para que el caso no pase al olvido y se pierda en el fin de año y en el año nuevo, este martes familiares y amigos convocaron a una audiencia pública en la Legislatura Porteña, acompañados por los bloques de legisladores de Fuerza Buenos Aires (peronismo) y del Frente de Izquierda. Pero cuando los seres queridos de Gabriel ya viajaban en micro desde Lugano al centro porteño, les avisaron que no les permitirían el ingreso.

¿El motivo? “Problemas administrativos”. 

Un dato: no hubo problemas administrativos cuando se permitió el uso de la Legislatura hasta en actos negacionistas de la última dictadura militar.  

Al llegar, la decisión de la familia fue hacer la audiencia prevista, pero en la puerta, en formato de conferencia de prensa. Allí se colocaron una mesa, un micrófono, un parlante. Y allí hablaron –además de legisladores y organizaciones sociales y sindicales–, Nelly, su pareja; Gerardo, su hermano y Oscar, su primo, que dijo: «Hoy cobardemente nos cierran la puerta de este Palacio Legislativo, pero no nos sorprende, toda la vida nos cerraron esta puerta». 

Conferencia en la calle: impidieron a la familia de Gabriel González, asesinado en Lugano, hablar en la Legislatura Porteña

El público siguiendo la charla de la familia de Gabriel González.

Desde las fuerzas políticas convocantes anunciaron que harán un pedido de interpelación al ministro Giménez para que rinda cuentas del violento accionar policial en Lugano.

La pesadilla

La primera que habló fue Nelly. “Estoy viviendo una pesadilla. Me arrebataron a sangre fría a mi compañero de vida. Es tan injusto que no lo puedo creer. El policía que bajó de la camioneta no lo hizo para apaciguar, sino directo a matarlo”.

El policía que mató, cuyo rostro quedó bien identificado, no fue detenido hasta el momento.

Se preguntó Nelly: “¿Por qué accionaron así? ¿Por qué vinieron de esa manera? ¿Esa es la forma de tranquilizar?”.

La división policial que actuó en el crimen se llama “de pacificación”. 

Todos filmados, todos implicados

Una integrante de Correpi, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional, sentenció: “Los resultados de la autopsia no dejan discusión sobre la responsabilidad: murió por el disparo de la escopeta y están implicados todos los policías del procedimiento. Este crimen no puede quedar impune como tantos otros”. 

Nelly llevó puesta una remera negra con el lema en el pecho y una foto de su pareja: “Gaby por siempre”. En el dorso, esta inscripción:

“En la búsqueda de justicia, la verdad es el primer paso, pero el respeto por el otro es el camino completo. No existen las despedidas entre nosotros. Allí donde estés, te llevaré en mi corazón”.

De la camiseta, a su voz: “Venía de festejar la Navidad con sus amigos, quería entrar al pasillo de su casa y no lo dejaron y ahí empezó todo. Le pegaron desde un primer momento, a él, que era una persona buena, solidaria, del que todo el barrio habla bien. Necesito que me acompañen para que se haga justicia por Gabriel y por todas las personas que murieron así”.

Conferencia en la calle: impidieron a la familia de Gabriel González, asesinado en Lugano, hablar en la Legislatura Porteña

Gerardo, hermano menor, pudo decir un puñado de palabras antes de que se le quebrara la voz: “Era un hombre trabajador, que ayudaba a quien lo necesitara. Tenía muchos proyectos, era una gran persona mi hermano”.

Entre quienes escuchaban estaba Fabián Grillo, el papá de Pablo, fotógrafo que sigue recuperándose de una granada de gas lacrimógeno que le rompió el cráneo lanzada por Gendarmería, en la marcha de jubilados del 12 de marzo.

Dijo Fabián: “Al igual que hicieron con mi hijo, esto es un intento de disciplinamiento. La mano ejecutora es parte de un engranaje perverso que no termina en los autores materiales; sino en los responsables políticos”.

Conferencia en la calle: impidieron a la familia de Gabriel González, asesinado en Lugano, hablar en la Legislatura Porteña

Oscar dijo que iba a hablar de su primo Gabriel en tiempo presente. Planteó que sigue sonriendo “como siempre”; que sigue “enseñando a trabajar” a sus hijos Dante y Ángel, y a sus varios sobrinos; que sigue siendo “el corazón de la familia”; y que “seguirá acompañando, seguirá cuidando. Si hay alguien que cumplió un rol heroico fue él. La policía no aguantó ver a un hombre de verdad, defenderse de su violencia con sólo sus manos, y lo asesinaron. La persona que lo hizo estará muerta en vida, en cambio nosotros seguiremos pensando en mi primo: ojalá en todas las familias existiese un Juan Gabriel”.

Cerró con un pedido para este fin de año: “Que cuando la gente brinde, piense en nosotros y levanten la copa de la justicia por él, por Gabriel”.

Conferencia en la calle: impidieron a la familia de Gabriel González, asesinado en Lugano, hablar en la Legislatura Porteña
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Saña contra la discapacidad: año nuevo con anuncio de disolución de la ANDIS

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La fecha no pudo ser mejor elegida para provocar angustia a miles de familias: el gobierno anunció la disolución de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) este 30 de diciembre. Un modo obvio de garantizar un fin de año lleno de incertidumbre y amenazas a miles de personas que no pueden saber en qué medida este será otro zarpazo a su situación, mientras los funcionarios oficiales parecen haber estado más atentos a retornos y coimas que a la protección de las personas con discapacidad. Néstor Saracho (cineasta, cooperativista, con una pierna amputada desde que fue atropellado en 2018, integrante de Orgullo Disca y de la asamblea Discas en Lucha) habló con lavaca sobre sus sensaciones en un día como el de hoy: “El efecto es generar desolación en el espíritu. Pero si nos quedamos llorando nos van a ganar ellos. Hay que activar en la calle, no por whatsapp, y ya estamos organizando acciones los días 3 de cada mes”. Ya lo vienen haciendo durante 2025 y están programadas las primeras actividades de 2026. La “normalidad” que ocurre cuando los discas se convierten en invisibles.

El jefe de Gabinete Manuel Adorni eligió el 30 de diciembre para dar una noticia de alto impacto: la disolución de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). La aclaración sobre que la institución quedará en el marco del ministerio de Salud y que no se recortarán pensiones no provocó alivio sino un incremento de la alarma y desconfianza entre el que ya podría llamarse mundo disca (de personas con discapacidad): “Hay un ensañamiento del gobierno con las personas con discapacidad y sus familias. Fue algo desmoralizante. La gente estaba con la cabeza en el año nuevo, en su vida, y de golpe se entera de esto. El efecto es generar desolación, tristeza. Yo veía en las redes emojis de llanto. Pero no son solo emojis” dice Néstor Saracho.

Saña contra la discapacidad: año nuevo con anuncio de disolución de la ANDIS

Néstor Saracho, fundador de cooperativas, asambleísta en defensa de la costa de Avellaneda y Quilmes, cineasta, editor y miembro de Orgullo Disca.

Néstor se crio en Villa Corina. De muy joven fue de los que ayudó a materializar la recuperación de empresas y fábricas a principios de siglo. Luego fundó una cooperativa que edita libros infantiles. Se sumó a la ocupación de estudiantes en una escuela de cine en crisis, en Avellaneda, terminó aprendiendo a filmar, y fue premiado por sus trabajos cinematográficos. Fue de los impulsores de la defensa de la costa del Río de la Plata de Quilmes y Avellaneda. Esa asamblea paralizó un proyecto de Techint y los municipios, y organiza caminatas para que lxs vecinxs conozcan y participen en la recuperación de la reserva natural que nació allí por puro abandono oficial y privado.

En 2018, volviendo de una de esas caminatas, un automovilista alcoholizado atropelló a Néstor (tenía en ese momento 36 años), y mató a quien caminaba junto a él, Gladys Romano, una de las personas que habían participado de la recorrida, vecina de Quilmes y delegada de ATE. También iba junto a él su hijo Tobías, que tenía 7 años y vio cómo su padre repentinamente desaparecía de su lado (Hoy Tobías es un muchachón de 15, «una cabeza más alto que yo» ríe el papá). Néstor estuvo meses inconsciente y tuvieron que amputarle la pierna izquierda para salvarle la vida. Fue en el precario Hospital Iriarte, de Quilmes, al que la gente cercana debía llevar hasta gasas, que no había.

Describe lo que le pasó como “el atropello”. Hoy continúa gestando proyectos, pero con la perspectiva que no había tenido, reconoce, cuando a los 36 años fue embestido por esa forma de irrealidad.

“Frente a todo lo que está pasando, lo que es importante decir es que seguimos movilizándonos, activándonos. Los días 3 de cada mes son nuestros. Por ejemplo, hicimos acciones durante los últimos meses por la accesibilidad en el transporte público en la estaciones Darío y Maxi (ex Avellaneda) y Lanús, en el subte Boedo, en la estación de micros de Bariloche”.

Este sábado 3 de enero el evento será en la estación Berazategui del tren Roca, a las 17:30 para arrancar a las 18 horas y terminar a las 19 horas. “La convocatoria no es solo por la accesibilidad al transporte sino también por el agua que reciben los vecinos. Iremos con banderas que dicen: ‘que el agua no sea un asco’”.

Orgullo Disca empalma allí el tema social, el de personas con discapacidad, el ambiental y el del consumo. “Cada vez más gente depende de bidones de agua o de filtros. ¿Cuánta democracia hay en el agua?”.

El 3 de marzo de 2026, también a las 17.30, a 8 años del atropello de Néstor y Gladys, habrá una acción en la estación Bernal del Roca, que luego empalmará con la caminata de la asamblea “No a la entrega de la costa Quilmes Avellaneda” para recorrer esa zona recuperada a los negocios de las corporaciones.  

Llorar y activar

¿Porqué los 3 de cada mes? Según la Asamblea de las Naciones Unidas, el 3 de diciembre es el Día Internacional de los Derechos de las Personas Con Discapacidad (PDC). “Para que nos apropiemos de esta fecha proponemos un cronograma mensual, que más que de ‘actividades’ llamamos de ‘afectividades’para visibilizar las problemáticas de la accesibilidad en el transporte público de pasajeros”. 

Explicación: “Como el gobierno dice que cada protesta forma parte de un programa de hostilidades, acá no son hostilidades sino acciones para visibilizar nuestros problemas, para decir que las personas con discapacidad estamos activas, vivas, pensando cosas y sin quedarnos en el llanto. Podemos llorar, pero además activamos en la calle”.

Los muertos no cobran

Sobre el anuncio de Adorni: “Sigue hablando barrabasadas que sé que no son ciertas, pero tenés a todos los medios de comunicación reproduciendo mentiras, y Adorni sigue diciendo lo de los animales o lo de que hay gente muerta que cobra pensiones. Lo de los animales es falso. Y lo de la gente fallecida, puede ser que uno o dos meses algún apoderado cobre, pero si es así la culpa es de este gobierno que está hace dos años. Los muertos no pueden ir a cobrar”.   

Frente a la ANDIS: “Hay que defenderla y defender los puestos de trabajo que cumplan un rol importante. Y eso te lo digo pese a que la burocracia de la ANDIS me ha hecho llorar, literalmente”. Ocurrió en 2019 cuando le negaron la habilitación para estacionamiento. “Era todo tan arbitrario y tan burocrático que mi novia y yo terminamos llorando. Al final pudimos conseguirlo. Pero capaz que la persona que me maltrató aquella vez, sigue trabajando”.

Otro logro: “Me dieron finalmente el Certificado Único de Discapacidad que no vence. El Estado se dio cuenta de que las piernas amputadas no vuelven a crecer”.    

Dato sobre democracia

Pese a que Néstor fue atropellado hace casi 8 años, no recibe pensión por discapacidad. “Recién pude terminar el trámite hace dos meses”. Ahora debe esperar una junta evaluadora que confirme que le amputaron una pierna (tema no muy complejo). El vocero Adorni no explicó cuánta gente está en la situación de Néstor, esperando poder cobrar la pensión que le corresponde. “Menos que una jubilación mínima”, aclara.

“Estas cosas a la gente disca la ponen triste, con bronca, desmoralizan. Imaginate algo que le pasa a las familias. La mamá de alguien con TEA y dedica su vida a cuidar a esa hija o hijo, tiene que pensar: ¿qué va a pasar si yo me muero? Nadie está pensando en esas cosas”.  

Otro tema, o siempre el mismo: “Pero es bueno dejar claro que las personas con discapacidad estamos activando. Y lo del transporte es una clave. Pensá, ¿cuánta gente viste que use silla de ruedas y esté en el subte? ¿En el tren? ¿En un colectivo? La pregunta es: ¿dónde están las personas con discapacidad? ¿Y las que no pueden accederé a prestaciones? Todo esto no es solo de estos últimos dos años. Lamentablemente la fallida experiencia del Frente de Todos hizo posible la motosierra como una opción votable. O sea, el partido de la justicia social dejó casi un 40% de pobreza. Te invito a que vayas de madrugada a ver toda la gente que hay en los hospitales públicos del conurbano buscando turno. Esa es la gente que ahora no va a votar ahora. La democracia no llegó para todo el mundo”.

Néstor ha llegado a un estado político tal vez estoico: “Los peronistas dicen que soy un zurdo conflictuado. Los troscos dicen que soy un burócrata peronista. No considera al mundo disca “un” colectivo sino una heterogeneidad. Cuenta que cambió su modo de describirse. “Antes decía que era una persona con una pierna amputada. Ya no. Ahora digo que soy una persona con una pierna. No me defino por lo que me falta sino por lo que tengo. Creo que a mucha gente disca le está pasando eso, y eso es lo que nos hace salir a la calle”.

En una de las movilizaciones de este 2025 Valentina, mamá de un chico con Trastorno del Espectro Autista, dijo: “Sabemos no bajar los brazos”. Gonza Giles, que no puede halar y utiliza un reproductor de voz que dice lo que él escribe, planteó: ““El famoso 3 por ciento no es una cifra, es un símbolo. El símbolo de un gobierno que se enriquece mientras miles de familias hacen malabares para pagar una sesión de terapia o ir hasta el hospital. Eso no es error. Eso es crueldad planificada”.

Néstor, aparte de todas las movidas, después de haber fundado una editorial está editando un fanzin que tiene un título que invita a no paralizarse y señalar un rumbo.

El fanzin se llama: Continuar con lo que queda.  

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El protocolo de Bullrich es nulo

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Por Claudia Acuña

El juez federal Martín Cormik declaró nulo el protocolo de la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich al considerar que ninguna norma administrativa puede limitar derechos constitucionales.

El fallo sienta un precedente jurídico que pone un límite a las facultades del Poder Ejecutivo ya que dicho protocolo “conforma un exceso en la competencia otorgada al PEN por nuestro ordenamiento jurídico en cuanto bajo la apariencia de «instruir» al personal dependiente de dicho Ministerio está legislando y ello conforma violación al derecho aplicable por cuanto el PEN se inmiscuye en facultades propias del Poder Legislativo”.

También considera que el protocolo es ilegítimo porque “no cumple los requisitos de motivación ni de razonabilidad exigidos por la Constitución”. En consecuencia, lo declara nulo y promueve que las personas afectadas inicien las demandas de reparación pertinentes en el ámbito de fuero penal.

El fallo responde así y positivamente a la acción iniciada por Sipreba y Argra, entre otras organizaciones sociales, representadas por el Cels cuyo director Diego Morales sintetiza así la importancia de esta resolución: “El punto más importante es que la decisión le pone un límite al Ministerio de seguridad al momento de regular -bajo la figura o el ropaje de instrucciones a los funcionarios policiales- conductas de los ciudadanos que están garantizadas por la Constitución. Este me parece que es el dato más importante y que no lo habíamos visto en las otras acciones que presentamos“.

Segundo punto a destacar: “También le pone un límite a que el Ministerio imponga que el derecho a manifestarse es un delito, y que a partir de esta caracterización realice operativos para evitarlas”.

El tercer punto no es menor: los efectos que ha sembrado la aplicación de este protocolo ahora considerado nulo. “El más grave es el caso del fotógrafo Pablo Grillo y también que dos personas hayan perdido el ojo, pero además de muchos heridos hubo más de 200 detenciones arbitrarias y constantes agresiones a la prensa. Es decir que una norma ahora considerada ilegítima ha dejado personas afectadas en sus cuerpos y en sus derechos”.

Morales descuenta que el Ministerio apelará este fallo, pero también que la justicia avalará que hasta tanto se resuelva ese trámite judicial el protocolo quede anulado. En ese sentido destaca la presentación que realizó ante la justicia Periodistas Argentinas, que llegó hasta la Corte Suprema y esa máxima instancia judicial determinó que el fuero competente para dictaminar es justamente el que ahora ha declarado nulo el protocolo.

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