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Femicidios: «Nos están matando y no sabemos con quién hablar»

Hay una fecha acordada: el primer lunes de cada mes. Así lo anunció el grupo de Familiares Sobrevivientes de Femicidios al retomar este lunes 5 de febrero en Plaza de Mayo el ritual de pedido de justicia por los crímenes de sus hijas. «Aquí estaremos el primer lunes de cada mes, para que haya justicia» fue la idea que representa a la vez una agenda de acción, y un proyecto contra la impunidad. El pedido de audiencia a Milei, la ausencia de interlocutores en el Estado, la justicia que no juzga los narcofemicidios y el dato: 38 mujeres asesinadas en los primeros 36 días de 2024.
Texto: Anabella Arrascaeta
Fotos: Lina Etchesuri
Las familias de Lucía Pérez, Iara Nardelli y Luna Ortiz se presentaron en representación de muchas otras familias de todo el país que -revelaron- hoy no pueden llegar hasta Buenos Aires por el actual contexto económico y social. Anunciaron y denunciaron que:
- Hoy las familias están sin interlocutores en el gobierno nacional para articular medidas de prevención y reparación de la violencia.
- Van a pedir una audiencia al presidente Javier Milei, para ser escuchadas.
- Al 5 de febrero, el Observatorio Lucía Pérez registró en lo que va del año )38 femicidios en todo el país.
- «Una mujer muerta cada 20 horas»
Los familiares se instalaron en la Plaza y Marta Montero, mamá de Lucía Pérez (asesinada en 2016, a los 16 años) llegó especialmente desde Mar del Plata. Fue la primera en tomar la palabra. “Nos están matando y no sabemos con quién hablar. Hoy no tenemos interlocutor, no sabemos cómo seguir”, alertó ante el micrófono y avisó que el grupo está elaborando un informe con el estado de situación de las causas de cada una de las familias.
Anticipó: “Hay causas en las que todavía no tenemos justicia, causas que no se las caratula como femicidios. Hoy estamos con una mujer muerta cada veinte horas, niños de la misma manera muertos. Es durísimo lo que nos está pasando como familias”.
Luego abrió un interrogante que preocupa a todas las familias: “No podemos entender cómo nadie se ocupa, no se nombra el problema. No se habla de las muertas que todos los días tenemos. No hay con quien hablar: necesitamos decir qué es lo que pasa”.
«Ni nos escuchan»
Marisa, mamá de Luna Ortiz, llegó desde Tigre, también Provincia de Buenos Aires. El femicidio de su hija (ocurrido en 2017 cuando Luna tenía 19 años) todavía está impune.

Guillermo, Marta, Marisa, Mariela, Facundo en Plaza de Mayo. Y un reclamo: que las familias de las víctimas de femicidios sean escuchadas. Fotos Lina Etchesuri para lavaca
“Necesitamos que alguien de este gobierno nos escuche”. ¿Por qué? Marisa da algunos motivos: “Necesitamos que nos escuchen para que puedan ayudar a estas familias que quedan desamparadas, sin ayuda. Muchos de nuestros compañeros no están acá porque no pudieron venir por problemas económicos, y venimos a representarlos a ellos también. No queremos más que las familias que quedan desamparadas tengan que seguir sin ninguna ayuda, sin justicia, como nos pasó a nosotros”.
El crimen de Luna fue dividido en cinco distintas causas, ninguna caratulada como femicidio, “para que me lleve toda una vida de lucha”. Ahora su familia espera que pase la feria judicial para seguir el reclamo: “No tenemos descanso, vivimos luchando para que cada familia tenga justicia pero ni nos escuchan. No queremos más familias que pasen por esta tristeza, con el corazón roto. Estamos muertos en vida porque nos sacaron lo que más queríamos. Queremos justicia y que nuestras hijas descansen en paz. Nos gustaría estar en nuestra casa, atendiendo nuestra vida y nuestros quehaceres, tener una vida como todo el mundo, pero nos toca vivir así a nosotros. Estaremos luchando para que a nadie más le pase lo que a nosotros nos pasa que es que nos saquen lo que mas queríamos”.
Es Marisa quien también, en representación de todas las familias, pide el acompañamiento a Mónica, mamá de Araceli Fulles, que no está en Plaza de Mayo porque fue a la Cámara de Casación de La Plata para pedir justicia por su hija. Es que a fines del año pasado, la Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires absolvió a Marcelo Ezequiel Escobedo, Hugo Martín Cabañas y Carlos Damián Cassalz, quienes habían sido condenados a perpetua el 4 de noviembre de 2021 por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de San Martín. Los jueces Daniel Carral, Victor Violini y Ricardo Maidana ordenaron su inmediata liberación, cuestionando el accionar de un perito. Al cerrar su intervención Marisa reiteró la idea de evitar que siga creciendo la tasa abrumadora de femicidios y narcofemicidios, que no tienen que ver con lo que en el siglo pasado se llamaba «crímenes pasionales» sino con sistemas territoriales de estructuras y bandas narco, muchas veces enlazadas y asociadas a ámbitos policiales, judiciales y políticos.
Iara no es una carpeta
Desde Mar del Plata llegó también Mariela, mamá de Iara Nardelli, desaparecida el 30 de junio del año pasado cuando estaba en la institución Aldeas Infantiles. La familia la buscó durante diez días. “Todo quedó en mis manos, junto a amigos y familiares”, dice ahora por primera vez en Plaza de Mayo. Lo que encontraron de Iara fueron sus pertenencias y tres huesos: dos tibias, una mandíbula y un cráneo.

Mariela, y la justicia que no tiene ganas de investigar. Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Enumera Mariela: “La fiscal Romina Diaz dice desde un primer momento que mi hija se suicidó y que los perros destrozaron su cuerpo. La fiscal Salas siguió con la misma hipótesis. A ocho meses no tengo respuesta. Las cámaras no fueron revisadas, el teléfono no fue revisado, no fue revisada la mensajería, ni su Cuenta DNI, ni su Mercado Pago; y las declaraciones que se tomaron fueron muy escasas. Pido que la fiscal le dé lugar a una persona que sí tenga ganas de investigar porque Iara Nardelli no es una carpeta llena de papeles, es una vida”.
¿El que las hace las paga?
Es Facundo, papá de Luna Ortiz, quien pone en ejemplos y números lo que las familias viven frente a un femicidio. “Estos días una familia estaba haciendo una colecta para pagar un perito, por que le cobra mil dólares. Los abogados también son muy costosos. Las víctimas tenemos que sacar de nuestros bolsillos para poder costear los gastos”. Desde el inicio el colectivo de Familiares Sobrevivientes de Femicidios elaboró y presentó distintos proyectos y petitorios a las gobiernos nacionales y provinciales para articular políticas públicas destinadas a la prevención, erradicación y reparación de la violencia femicida y al apoyo a familias sacudidas por estos crímenes.
Guillermo, papá de Lucía Pérez, cuenta que el grupo se está contactando con familias de todo el país. La propuesta es juntarse el primer lunes de cada mes, con un informe y una carta en la que se pida una audiencia al presidente Javier Milei. Guillermo le habla directo: «Le quiero hacer un llamado al Presidente, que nos acompañe. Él dice ‘el que las hace las paga’, y acá todos queremos que paguen los asesinos de nuestras hijas”.

Fotos Lina Etchesuri para lavaca. La convocatoria para otras familias: encontrarse en Plaza de Mayo el primer lunes de cada mes.
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Diez cuadras de feminismo

Por Claudia Acuña.
¿Cuánto mide diez cuadras de feminismo? La respuesta no es matemática, sino política y la política hoy es batalla y es incógnita. La calle revela algunos de sus misterios. Nos dicta, por ejemplo, lo que no hay:
No hay policías, ni protocolo.
No hay escenario ni documento.
Hay sí muchas personas organizadas y con convicciones que transmiten en carteles, en banderas y hasta en los cuerpos. Yasmín es una síntesis. Tiene 17 años, es de Lomas de Zamora. Su cara está cubierta con un pañuelo violeta que proclama Ni una menos, en la pierna derecha con marcador rojo se escribió Yo sí te creo; en la izquierda Yo tenía 5 años; en la muñeca, el pañuelo verde que defiende el aborto legal y sobre el corazón, un cartel que grita Fuera Milei. Fue abusada por su padrastro, dirá sobre lo que informan sus piernas. “Está haciendo mierda el país”, dirá sobre lo que exige su corazón.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay también pancarta oficial de la CGT. Y algunas voces que explican lo que implica haber logrado sacarla de su letargo.
Micaela Polak, secretaria de género del sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) lo sintetiza así: “El Bloque Sindical Transfeminista tiene un protagonismo en la organización de estas marchas y dentro de la CGT. En noviembre, por ejemplo, hicimos un encuentro con más de mil mujeres sindicalistas. El 8M recuerda a las obreras muertas en un incendio y en estos momentos ese crimen cometido contra quienes defendían sus derechos se resignifica con este crimen que están cometiendo contra nuestros derechos laborales, contra las y los jubilados, contra las paritarias, con la precarización. Y que la CGT recoja esto hoy y esté presente de manera contundente es un mensaje esperanzador para enfrentar a Milei. El fascismo nos ha elegido como enemigas principales en todo el mundo y en nuestro país, en particular. Es lógico, entonces, que seamos nosotras quienes estemos protagonizando los movimientos que son necesarios para enfrentarlo”.

Una de las más flamantes organizaciones de derechos humanos: Nietes. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Las docentes de la agrupación El Desborde, que integra el gremio de UTE, advierten: “Es para prestarle atención a lo que está pasando dentro de la CGT en estos momentos. Hay muchas compañeras que están haciendo fuerza ahí adentro y quién te dice que en breve no logren imponer una secretaria general”. Su mensaje para hoy lo llevan escrito en las remeras y lo repiten ante el grabador: “Arriba el feminismo que va a vencer”. Completan: “Es una etapa difícil, adversa, porque volvemos a ser la variable de ajuste, pero es en la calle, es con organización y es para adelante como se superan estas épocas, como lo hicimos siempre. “

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Maqui, de la Comisión de Mujeres del Sindicato del Neumático, suma: “Estamos en las calles no simplemente marchando, sino luchando por todos los reclamos que tenemos ante un gobierno que quiere llevarse por delante todos nuestros derechos. Sobre todo en esta fecha que siempre fue importante para las trabajadoras y hoy más que nunca, cuando quieren hacer desaparecer hasta la figura de femicidio y cuando, como madres y trabajadoras, estamos soportando todo el peso del ajuste. Es un momento para estar juntas y buscar una salida. Es un día para repetir: exigimos que no nos maten y respeten nuestros derechos.”
Magdalena, integrante de la junta interna ATE Capital en el Conicet. “Estamos soportando el embate desde un montón de frentes, muy preocupadas por la situación en general, no solo en el Conicet sino en todo el sector público que está sufriendo un recorte brutal en programas que afectan a toda la población, no solo a nosotras”.
Pregunta difícil: ¿por qué no salen a la calle todas las personas despedidas del Estado?
Lo que percibo es que es un sector súper precarizado, que está haciendo malabares para sobrevivir, y también que es todo un desafío organizar eso. Creo que construir esta resistencia es difícil porque lo que está amenazada es la subsistencia.
¿Qué tiene para decirle el feminismo a esos despedidos?
Que más que nunca hay que evitar que el miedo te paralice, que hay que salir a la calle, hay que encontrarse, escuchar y conversar para crear la respuesta entre todas. Se van construyendo las respuestas en el caminar. El movimiento feminista lo hizo siempre con sensibilidad. El feminismo tiene una tradición larguísima que nos enseña a abrazar las crisis y a no eludir las dificultades, sino a enfrentarlas. A poner el cuerpo y el corazón en los momentos más críticos.
La última difícil: ¿quién conduce a este movimiento?
Su historia.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay también militantes de partidos políticos –otro milagro que produjo esta marcha– y adolescentes –muchísimas– que a su paso cantan:
“Los varones quienes parar/que paren/ que paren/ que paren de matarnos”.
Hay, adelante, una bandera que proclama “Asamblea Antifascista y Antirracista”, la noticia de esta, la más nueva y la más vieja de las batallas. Entre quienes la sostienen –trabajadoras sexuales, travas, lesbianas, personas no binarias y otras identidades que hoy están al frente y siempre fueron las últimas de la fila– está Jazmín. Al lento paso de la marcha resume su historia: comenzó su transición trans en 2022, a prostituirse a los 17, a estudiar la licenciatura en Economía cuando se sancionó la Ley de Identidad, a tener un trabajo con derechos, cuando se logró la ley de cupo. “Mi vida es un resumen de cómo impacta en la vida de las personas tener estas leyes. Y también cómo el feminismo nos dio las herramientas para lograrlo. Luchamos por una sociedad fraternal y sorora y eso significa hoy estar en las calles contra el fascismo. No estamos por nosotras: el feminismo siempre es abrazo”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay, además, intervenciones artísticas que exponen a otra de las protagonistas que impulsa esta protesta: la tierra. Es lo que llevan en las manos las mujeres vestidas de blanco, con las bocas tapadas con cintas que advierten “peligro” y es también lo que exponen las mapuche que enarbolan la ancestral bandera de su criminalizada nación.

Gustavo Melmann, reclamando justicia por el crimen dsu hija Natalia. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
Hay más, por supuesto, porque la Avenida de Mayo y sus laterales desbordan de mensajes que son de actualidad y de urgencia, pero que también anuncian horizontes y esperanzas. Mateo y Ana representan exactamente eso. Están parados frente a la Catedral, son primos, tienen 8 y 7 años y eligieron compartir hoy estas noticias escritas con colores en una cartulina:
“Soy nene, no quiero ser macho”.
“Quiero ser la artista, no la musa”.

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
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La marcha sin fin

La señora de canas y anteojos sacude su dedo índice a centímetros de la cara del policía. Es menuda y el uniformado es del tamaño de un gorila con casco y palo, pero no es la abuela la que tiembla cuando le grita:
-Mirame a los ojos: a mí me estás pegando. A mí, que tengo 70 años y dos hijas que estudiaron para no ser policía como vos.

Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org
En el piso del Congreso de la Nación hay seis jubilados y cinco fotógrafos que están siendo asistidos por la posta sanitaria para mitigar el gas con el que los cegaron –que no es ni lacrimógeno ni pimienta y activa su laceración con cualquier medio húmedo, como el sudor de esta tarde infernal-, mientras la multitud canta:
“Qué feo, qué feo, qué feo debe ser/ pegarle a un jubilado para poder comer”.
Los peatones que ven la escena desde la vereda de enfrente editorializan al paso:
“Se están robando a los pibes y ustedes están pegándole a los jubilados”.
“Oíme tortuga: son cuatro por cada viejo de 80 años. Qué fácil te ganás la guita”.
“El día que tu jefa reparta la plata del operativo entre los jubilados van a tener que ir a laburar en serio, ratas”.

Uno de los atacados por el gas pimienta policial. La gente cantó: «Qué vergüenza, qué vergüenza, pegarle a jubilados por dos pesos con cincuenta». Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
Así es el final de otro miércoles de la ronda que repiten cada semana las personas que trabajaron toda su vida y aportaron durante décadas para gozar de un derecho que se ha transformado en un extraño privilegio: ser el sector social más perjudicado por las políticas de ajuste, pero también el único que no claudica ni se calla.

Uno de los hinchas de Chacarita, presente en la marcha en el Congreso. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
Así lo explica Carlos, el jubilado que conmovió a los hinchas de Chacarita – un club de fútbol experto en el pogo policial– que hoy se sumaron a la ronda con la intención explícita de protegerlos:
“Trabajé durante 40 años en el correo. No me regalaron nada. La estoy pasando mal, pero no estoy acá por mí porque yo ya estoy jugado: tengo 75 pirulos. Estoy acá por mis cuatro hijos y mis dos nietos. Estoy acá porque les quiero dejar un país digno para que puedan vivir en paz”.

Carlos, el jubilado que cada miércoles marcha con la camiseta de Chacarita y esta vez impulsó que llegue parte de la barra del club a apoyar el reclamo. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
Sobre el Presidente:
“Milei es un pobre tipo. Está mal de la cabeza. Yo le aconsejaría que, por el bien de todos los argentinos, dé un paso al costado: nos va a hacer un gran favor. Está muy mal asesorado, y tiene al lado esas lacras de los Caputo: esos sí… esos sí qué saben lo que están haciendo. Yo nunca tomo revancha con nadie, pero a esos dos me gustaría encontrarlos cara a cara para preguntarles qué significa para ellos ser tan ambiciosos –casi enfermos– de la plata y el poder a costa del hambre de los argentinos. Pero es mi opinión personal, porque acá no hablamos de política. Acá venimos a reclamar nuestros remedios y nuestra dignidad. Acá venimos todos los miércoles y nos encontramos con personas como esa abuelita de 82 años que nos dice ´hoy no almorcé´: Por ellas estamos. Lo único que queremos es dar la vuelta al Congreso y que no nos peguen”.
Carlos llora.

Una imagen de esta época. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
“No estás solo”.
Dos hinchas de Chacarita lo abrazan y le prometen:
Lo rodean, también, una familia con esa misma camiseta: el padre, jubilado; la hija, investigadora del Conicet y lesbiana; el nieto, quinto grado de la escuela pública. Será ella quien presenta así al trío para señalar, con esas etiquetas sociales, lo que significa estar ahí hoy: “Unir la luchas, unir las fuerzas: la indiferencia no es una opción.”

Acorralados: jubilados apretujados y víctimas del gas pimienta de la policía. La canción: «Qué veo debe ser, pegarle a jubilados para poder comer». Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
La hinchada suma, además, esa poética instantánea, que acribilla sin pausa al doble cordón policial:
“No tenemos casco/ no pegamo`a jubilados/Somos locos y borrachos / porque somos funebreros”.
Refieren así a la identidad de ese club de fútbol, que nació vecino al cementerio, pero en el territorio del Congreso el verso se reinterpreta: son quienes entierran al miedo.

Retrato de un miércoles. La bandera para cubrirse de los gases policiales. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
Así, sumando gota por gota personas y organizaciones hasta ser multitud, la ronda gira por los grises muros del Congreso, desbordando el desproporcionado cordón de policías y gendarmes, que tira palos y gases sin piedad, pero también sin suerte: la vuelta se completa.
El final, literalmente, es realmente otro: no habrá fin. Lo anuncia el gesto de Zulema y Keiko, dos jubiladas insurrectas, cuando con elegancia y picardía apoyan ambas los dedos en los labios para lanzarle besos a los uniformados, con una promesa:
“Nos vemos el miércoles”.

El abrazo y una convicción: «Nos vemos el miércoles». Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.
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El vacío

Mercedes golpea la cacerola con una cuchara mientras grita:
“Pueblo, despierte”.
Lo repite infinitas veces. Por momentos agrega su por qué:
“Nos gobierna un estafador”.
Me dice –muy enojada– que tiene “los huevos al plato” porque mientras en Instagram la colman de likes, en la calle la dejan sola.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca
Fue, sin embargo, su solitaria cacerola la que se escuchó por cadena nacional en momentos en que la camioneta blindada del Presidente pasó por Avenida de Mayo hacia el Congreso de la Nación, para dar inicio a su segunda apertura de la labor legislativa. Eran las nueve en punto de la noche y en la calle lo que había era un enorme vacío custodiado por cientos de uniformado pertenecientes a cinco fuerzas de seguridad. La oscuridad de la noche sin luna, los cortes de calles, las vallas y la sobredimensionada custodia del paso presidencial –que incluía francotiradores y aparatos inhibidores de drones– reforzaban la imagen distópica de un operativo que no parecía de seguridad, sino de aislamiento.

El palacio. Fotos: Juan Valeiro para lavaca
Adentro del Palacio le esperaba lo mismo: un inmenso recinto vacío ante el cual el Presidente intentó monologar durante una hora veinte minutos. No pudo. Bastó también una sola interrupción –la del diputado radical Facundo Manes– para que quede en evidencia que este es su momento débil. La segunda evidencia fue el anuncio de que enviará para su aprobación el acuerdo con el FMI, que está –dijo– próximo, pero que depende –no dijo– de ese voto positivo para que se realice.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
Cuando la realidad entorpece la puesta, quien irrumpe en escena es Santiago Caputo. Esta vez acaparó la atención al amenazar al diputado Manes, delante de las cámaras. Otra vez.
No fue el único que agredió a quienes estaban en el Salón de los Pasos Perdidos, esa clásica antesala del recinto convertido hoy en un ring de exhibición de patoteadas por sus secuaces. Otra muestra de debilidad: allí solo ataca quien pierde.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca

Fotos: Juan Valeiro para lavaca

Fotos: Juan Valeiro para lavaca

Fotos: Juan Valeiro para lavaca

Fotos: Juan Valeiro para lavaca

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca.
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