Artes
Tres viajes por el teatro
Tres obras de calidad para un fin de semana viajando hacia el teatro. PaCata y sus cinco escenas que rinden culto al amor y sus diversas formas, en un marco de naturaleza que desborda y abraza. Somos familia propone reflexionar sobre qué es ser familia y de qué manera dar lugar a los cambios, los duelos, las ausencias y las crisis económicas sin perder ternura ni complicidad. Nacidas con fórceps es un homenaje a la amistad, al rock and roll y a las múltiples maneras de encontrar la chispa que ilumine un camino común. Por María del Carmen Varela
PaCata
Un librito con textos y dibujos es el primer acercamiento a PaCata, la obra de danza-teatro de Cata Briski. Es entegado en mano en la boletería de Sala Perra, en el barrio de Chacarita y quien te lo da te pide que lo devuelvas al irte. Cada libro recorre entonces muchas manos y así invita a entrar en otra frecuencia de sensibilidad una vez traspasada la puerta rosa de Bonpland al 800. PaCata recorre cinco escenas especialmente dedicadas: a Jacinta (hija de Cata), a la danza, al río, a la desobediencia y a su madre, padre y hermanas. Así describe Cata su nueva creación: “Una Catarsis, una danza que pretende enunciar mis dedicatorias más profundas, a los amores y no amores que me han dado la fuerza y la fragilidad para vivir no feliz, sino sinceramanete. Bailar es reescribir”.
Cata reescribe con su cuerpo cada escena de este viaje a su propio universo que arranca con un video donde se la ve de espaldas, navegando hacia algún lugar. Esa será la única intervención tecnológica, lo que le sigue es cuerpo, movimiento, música, voz, corazón y entrega. Desde hace un año y unos meses esta bailarina, intérprete, coreógrafa, dramaturga, docente y gestora cutural vive con su pareja y su hija Jacinta, que cumplió un año en mayo, en la primera sección del Delta del Tigre. ¿Cómo influye el territorio habitado a la hora de la creación? “Yo estoy reciente mudada a un lugar tan distinto, no me animo a decir conclusiones pero sí creo que hay un despoje de alienación. Son territorios que te permiten estar más conectada con un vacío”.
En mayo de 2023, a pocos meses de mudarse, en ese ir y venir del delta a la ciudad por cuestiones laborales, Cata contaba a revista MU: “Hay algo de CABA que me expulsó. Es un territorio donde no es posible la resistencia. El mercado nos envenenó por todos lados. No se puede construir vivienda, no se puede alquilar, todo eso es muy hostil. No quiero adormecerme, no estoy tan alienada como para que no me duela; me duele y me quiero ir pensando estrategias porque techo, trabajo y comida son prioridad. En estos territorios me parece que hay una posibilidad un poco más real, aunque todo es tan reciente que no tengo conclusiones”. Este paisaje elegido toma forma en su obra, aparece algo del fluir del río, la bondad de la madera, los sonidos de la naturaleza y hasta el aroma a bosque, cuando logramos conectar desde los sentidos”.
En la última etapa de la pandemia, Cata comenzó a escribir la dramaturgia. “Es una dedicatoria a estos amores como la danza, el río, mis padres, hermanas. Después agregué la escena para Jacinta porque cuando la escribí todavia no estaba embarazada. Fue una necesidad de hacer un homenaje, con esa danza medio ritual, en un momento de mi vida post pandemia donde empecé a necesitar otros paisajes y otros hábitos, con más tiempo para contemplar mi vida y mis afectos. Ahí nacen las ganas de crear y ser la protagonista de esa creación, para que se pongan en juego mis investigaciones y mis deseos y sea mi cuerpo el que lo atraviese”. Danza, poesía, un manifiesto, la voz de su padre, su propia voz, una canción, una foto, son los ingredientes que amasa PaCata, los resortes de los que se disparan los diferentes climas, el remanso que no pierde la intensidad, la profunda determinación cargada de ternura.
Una vez que Cata supo a dónde quería ir con su obra, convocó a un grupo de amigas y colegas que la acompañaron a investigar las escenas ya escritas. “Es un equipo de dirección que hace que todo siga y no se detenga el proyecto con el tiempo de la maternidad, que es otro. Es importante para mí seguir trabajando en este contexto tan dificil, entonces agradezco la participación de gente que un domingo a la tarde este queriendo formar parte de este invento tan raro que es el teatro”. En uno de los primeros ensayos, Cata llegó con náuseas y se pusieron a charlar sobre quién sería su obstetra. “Siempre lo más importante de la obra era que me cuide, me aloje en mis necesidades y en mi presente”.
PaCata exhibe la emocionalidad de lo real, la rusticidad de un paisaje donde lo esencial está frente a los ojos y la posibilidad de una danza que traspasa lo individual para fundirse en una matriz común. Cinco dedicatorias en las que la protagonista baila con la inspiración de lo que considera lo mejor de su vida. Y lo mejor, tal como ella misma aclara, no reposa en la sensación de plena felicidad sino en la condición de ser precisamente genuino. La obra busca que seamos algo más que espectadorxs, propone llevar mate, se ofrece chipá, y Cata logra hacernos parte de lo que sucede ahí nomás, tan cerca que no se siente ajeno. “Todas las escenas, desde las más poéticas a las más literales están atravesadas por la sinceridad, donde si en la función estoy cansada, si necesito interrumpir, tomar agua, o la danza toma otra forma, tratamos de ser fieles a la poética de cada escena”. En este marco que describe Cata y en la función en la que estuvo presente lavaca, Jacinta bailó junto a su madre. Con pequeños pasos se fue deslizando junto a ella y cada vez que su pequeña anatomía caía al suelo, se levantaba al instante. Antes del solo final, entró a escena con hambre. Cata pidió permiso y le dio la teta mientras el acordeonista Pedro Bragan aportaba su música a ese momento. “Para mí llegar a una función significa embarcarnos, llevar a la bebé, los bolsos, entonces llego con toda esa preparación, con todo lo que implica llegar al trabajo. Está todo eso en mi piel”.
Teatro Cooperativa Perra, Bonpland 800, CABA
Domingo 30 de junio, 18 hs
@catabriski
Somos Familia
Una copa de vino amablemente ofrecida por las anfitrionas del espacio teatral antes de entrar a la función es el primer paso para empezar a sentirnos cercanxs a esta familia que nos espera en la sala de Moscú Teatro. Mamá, papá, dos hijas y un hijo. La escena recorre un momento típico de cada familia: un almuerzo de domingo. En este contexto todo puede suceder. Las anécdotas de la madre, las ocurrencias del padre, las discusiones a flor de piel, las risas, los enojos. Una rutina quebrada por una noticia que no tardará en llegar. ¿Cómo se reconstruye la dinámica familiar para afrontar lo inesperado?
La mesa está servida y la comida es el punto de unión, la excusa perfecta para que una familia se reúna. Laura —una de las hijas, hermana de Sabrina y de Emilio— nos da la bienvenida y nos pone al tanto de algunos detalles de lo que vamos a ver. La actriz y dramaturga Carla Giurastante (Laura) rompe la cuarta pared, nos mira, nos habla y genera complicidad con quienes estamos en las butacas. La crisis económica golpea la armonía familiar y como consecuencia impacta en una realidad difícil de sostener. ¿De qué manera se mantiene la unión de la familia cuando la economía no permite cumplir con los objetivos personales?
Somos Familia es un biodrama. Carla finalizó la carrera de Dramaturgia en la EMAD y en una materia investigaron sobre este género teatral. La tarea fue escribir una escena de siete páginas y así fue como compuso una de su familia almorzando, que luego fue representada por algunxs de sus compañerxs. Le divirtió tanto que al volver a su casa se sentó a escribir la obra. Luego se la leyó a toda su familia, incluido su ex novio, ya que en ese momento seguían juntxs y de hecho él forma parte de la obra como también el perro que tiempo después murió. “Tenía que enfrentarme a esos cambios pero quería hacerla. Lo bueno del biodrama es que te permite jugar y aproveché esa situación para darme ciertas licencias”. Le propuso la dirección de la obra a Julieta Timossi, que ya la había dirigido en El semental, de Ivana Schiaffino, y Julieta le propuso que la dirección sea compartida teniendo en cuenta que se trataba de su familia y sería apropiado contar con su mirada.
Una de las primeras decisiones tuvo que ver con lo escenográfico: una mesa, seis sillas y no podían faltar los colores. El padre de Carla es artista plástico especializado en color entonces junto a él analizaron la gama de colores. Los ensayos fueron en la casa del actor Jorge Román Fernández (el padre en Somos familia) y “eso hizo que se formara el hogar de manera inmediata. En la obra comemos de verdad, en los ensayos también. Si bien se trata de mi familia a la vez es una ficción entonces empezamos junto a Julieta a ver qué nos convenía para algunas decisiones. En el caso del perro, juamos con un perro ausente pero presente en la obra, todos interactuamos con él al igual que con mi ex novio que está representado como una silla vacía. En la obra original él hablaba así que quitar sus diálogos y dejar la ausencia hizo que su presencia sea mayor”.
El humor está muy presente durante todo el transcurso de la obra. Es inevitable identificar algunas situaciones como propias ya que si bien es cierto que “cada familia es un mundo”, hay cuestiones comunes que nos pueden hacer soltar la carcajada y también la lágrima. Hay encuentro, desencuentro, despedidas y “las vueltas de la vida que a veces son lo opuesto a lo que soñábamos”. Carla remarca que cada actor y actriz tiene “algo” de cada integrante de su familia. Sabrina, la hermana menor, tenía que ser representada por una bailarina. La hermana —en la realidad— de Carla le recomendó a una amiga, Tamara Rocca quien finalmente encarna ese rol. En cuanto a Emilio, el hermano, había pensado en un actor por el parecido físico y finalmente es interpretado por el actor Guido Veneroni, compañero de actuación de Carla. “Me sorprendió al captar la esencia del personaje sin siquiera saber lo que yo tenía en mente al escribirla”.
Desde los elementos clásicos de lo que habitualmente catalogamos como familia, la obra se corre del estereotipo y da lugar a la reflexión de que no siempre lo biológico remite a “ser familia”. En esta ocasión, dos ausencias —que realmente tienen peso— carecen de la sangre en común con el resto de los integrantes aunque eso no atenta con la condición de sentirlos parte. La muerte o el cambio de rumbo son factores que pueden incidir en lo cotdiano, porque así es la vida. Y claro, así son las familias.
Teatro Moscú, Juan Ramirez de Velazco 535, CABA
Viernes 20.30 hs
@somosfamilia.laobra
Nacidas con fórceps
¿Cuál es tu secuela de haber nacido con fórceps? “A mí me agarró como una turbina acá en el centro de la cabeza”, cuenta Turbina. “Contá tu secuela y sumate al club”, proponen la Papo, Turbina y la Enana. ¿Quiénes son? Un trío que se las trae. Tres minas fuertes y empoderadas, una marea musical que estalla en el escenario a puro rock and roll. Ellas son: Nacidas con fórceps y se suben a las tablas con un objetivo concreto. Desde hace 17 años ensayan en un garaje al que llaman El Manantial y ahora la dueña quiere alquilarlo. Para recuperarlo, arman un show a beneficio. ¿Lo lograrán?
Los fórceps se comenzaron a aplicar en el siglo XVII en los casos en los que se complicaba el parto y la cesárea aún no era practicada. Esta metodología que consiste en colocar unas pinzas metálicas en la cabeza de la criatura para forzar su salida permitió salvar ambas vidas y evitar consecuencias graves tanto para la madre como para el recién nacidx. Aún así, esta práctica acrecienta lo traumático que ya de por sí es el parto para quien llega a este mundo. La Papo, Turbina y la Enana nacieron en estas condiciones e investigaron su incidencia en la personalidad de quienes atravesaron esta experiencia: No les gusta que lxs contolen ni lxs manipulen, con frecuencia sienten que los jalan fuera de las situaciones, piensan que deben hacer todo por sí mismxs, creen que no importa cuánto hagan, nunca es suficiente y sienten que su cabeza y su corazón están separados, desconectados de sus sentimientos. Pese a ser muy diferentes, las tres se sienten unidas por su forma de nacer y si bien son colegas y miembros de la banda, ante todo, son amigas.
Un recital que a la vez es una obra. Así definen este nuevo show que a diferencia de los anteriores de este trío —Fiorella Cominetti, Julieta Filipini y Carolina Bonzi Ferrer o Las Ramponi— pone el acento en lo musical. Vienen trabajando juntas desde hace más de una década, armaron Myriam Cardozo y las golondrinas del monte y en esta oportunidad volcaron sus energías y entusiamos en montar un concierto de siete canciones donde se lucen tocando la guitarra, el bajo y la batería.
“Queríamos trabajar con el universo del rock” asegura Fiorella (o Vanesa La Enana Rodriguez), la baterista del grupo. El año pasado convocaron a la dramaturga y directora Laura Fernández para que las organizara. Vieron muchos documetales sobre el rock en los 80 y los 90, compusieron letras, buscaron los personajes, armaron la estructura de la obra y se coparon con la idea de un falso documental, al estilo This is Spinal Tap, filmada en 1984 por una banda fake que luego se hizo famosa, sacó discos e hizo giras. En noviembre hicieron un par de shows experimentales en el Club Atlético Fernández Fierro y este año decidieron poner el sello Ramponi. La idea fue “hacer un recital y que brote la teatralidad y la dramturgia más que pensar situaciones dramáticas y después llevarlas a escena. Armar los personajes desde sus particularidades, que sean medio estereotipos, pero singulaes, reconocibles en el universo del rock y desde ahí que se vaya filtrando informacion de quiénes son, qué es de sus vidas”.
Jugaron también con el estilo de la mujer en el rock. Sus personajes son políticamente incorrectos, para nada caretas y sobre el escenario muestran defectos y vulerabilidades. “La escena del rock está por lo general monopolizada por los chabones, en el escenario los chabones tienen una manera de ser, de vincularse, esa misma impronta en mujeres se lee distinto”. En lo musical trabajaron con el músico y productor Francisco Cirimele. Julieta tocaba la guitarra, ya tenía una eléctrica y el año pasado se puso a estudiar. Carolina aprendió a tocar el bajo y Fiorella, batería eléctrica. “Primero aparecieron las canciones, después los personajes y luego el ensamblado. El plan de ahora es hacer videoclips, llamar a amigas y amigos realizadores. Tenemos siete canciones, y queremos que cada una tenga su videoclip cada una con su estética”.
Al finalizar cada show, el público pide más canciones y ellas dicen “No, tenemos solo siete”. Pero como son buenas pibas y quieren complacer a su público, hacen un bis. Uno de los temas se convirtió en hit y la gente corea “Mi gato Gimena es lo más, Baila mis temas, llora conmigo a la par, Toma vino, Fuma conmigo”. Sueñan con ser teloneras de alguna banda de renombre. Y realmente están a la altura. “Ellas vienen del conurbano, de ranchar en la vereda, tomar el tren. Las imaginamos de adolescentes inventando movidas de resistencia”. Nacidas con fórceps es una oda a la amistad. Si no hay puntos de contacto se los busca y haber nacido con pinzas incrustadas en la cabeza tranquilamente puede ser un primer acercamiento a lo común. Es un homenaje al espíritu del rock y que sea un espíritu no signfica que esté muerto, en todo caso se tomó un descanso, pero la magia está en saber esperar ese fuego que venga a incendiarlo todo. Turbina, la Papo y la Enana guardan un encendedor y saben cómo usarlo.
Cultural Morán, Pedro Morán 2147, CABA
Viernes 28 de junio, 22.30 hs
A partir de julio, domingos a las 21 hs
@lasramponi
Artes
Arquetipos: el festival de las máscaras
Este viernes arranca la 4° edición del Festival de Teatro de Máscaras Arquetipos, organizado por el Club de Artes Los Pompapetriyasos de Parque Patricios. Esta fiesta del teatro, que se extenderá hasta el 29 de septiembre, busca difundir el teatro de máscaras, lenguaje teatral ancestral cuya técnica forma parte del entrenamiento del teatro comunitario. La programación incluye obras provenientes de distintas partes de la provincia de Buenos Aires y el clásico del grupo Los Pompas, Lo que la peste nos dejó, estrenada en 2012, surgida por los estigmas en torno al Parque Ameghino.
Compañías teatrales de Necochea, Bahía Blanca, Florencio Varela, entre otras, participarán de este Festival que pone el acento en el teatro de máscaras. La idea surgió durante la pandemia, cuando pensaron distintas propuestas para convocar a la comunidad a participar de juegos teatrales e implementaron un trabajo sobre máscaras de cartón con la colaboración de Máscaras Iriarte, del escenógrafo y realizador de máscaras Alfredo Iriarte. “Todo el teatro comunitario tiene una fuerte impronta del teatro de máscaras —cuenta Agustina Ruiz Barrea, directora de Los Pompas— que es un lenguaje muy empático , que provoca cercanía, ternura, sensibilidad. Por eso decidimos hacer este festival, hacerlo crecer, acompañarlo”.
Ocho obras componen el Festival, sumadas a Lo que la peste nos dejó, obra emblemática de Los Pompas, grupo nacido hace veintidós años cuando el Grupo de Teatro Comunitario Catalinas Sur y el Circuito Cultural Barracas buscaron cómplices para su aventura artística colectiva en otros barrios desde la Carpa Cultural Itinerante. Sus primeras obras fueron Con familias como ésta y Visita Guiada. En 2006 dejaron de ensayar en el Parque Patricios debido a la construcción del subte H, se mudaron entonces al Parque Ameghino, poco concurrido y con un estigma que se ocuparon en investigar. Ese lugar había oficiado como cementerio durante la epidemia de fiebre amarilla en 1871. También estaba muy cercana la cárcel de la Av. Caseros, el Muñz, hospital de aislamiento más importante de Sudamérica, un matadero, el barrio donde se quemaba la basura.El desafío era escarbar y encontrar otras capas desde donde producir memoria y arte.
El interrogante que los convocó fue: ¿Qué es lo que la peste nos dejó? Y así surgió la esencia esta obra, estrenada en 2012 y declarada de interés cultural por la Legislatura Porteña, que indaga sobre las huellas de la fiebre amarilla en Buenos Aires a fines de 1800. El debut fue en el Parque Ameghino, lugar de inspiración, y luego la presentaron en distintos espacios públicos y galpones: el teatro del colegio Bernasconi, la escuela ORT, Tecnópolis, el Centro Cultural Haroldo Conti de la ex ESMA, el Circuito Cultural Barracas, el teatro Catalinas Sur, el Club Huracán, el Cabildo, entre otros. Después vinieron otras obras que les permitieron seguir interviniendo en las calles del barrio.
“Este año hicimos el Festival como pudimos pero nos pareció interesante seguir sosteniéndolo, porque creemos que el teatro crece, se despliega y muta si se producen intercambios con otras experiencias y conocemos otras maneras de hacer. En este caso, el lenguaje de máscaras es el que prima en casi todos nuestros trabajos” aclara Agustina. Los Pompas crean con los pies y el corazón en el barrio de Parque Patricios, “partiendo de las historias individuales y colectivas de sus habitantes, las problemáticas que los definen, su pasado y su presente”. En 2011 lograron alquilar un espacio propio en la esquina de Brasil y Esteban de Luca, allí pintaron un mural con la ayuda de lxs vecinxs. En 2019 se mudaron a la actual sede de Brasil 2640 y en octubre de 2021 pudieron hacer la inauguración oficial en el marco del 1° Festival de máscaras Arquetipos. Allí presentaron la obra Retazos de una espera, historias de cartón, creada a partir de las máscaras construidas durante el aislamiento. En esta sala con capacidad para 150 personas, arranca hoy una fiesta del teatro comunitario, también a modo de homenaje a uno de sus impulsores, recientemente fallecido, el gran Ricardo Talento, director e inspirador del Circuito Cultural Barracas.
06/09: Anarquía Marítima de la Compañía Pan y Circo de Bahía Blanca
07/09: Lo que la peste nos dejó, Los Pompapetriyasos
08/09: 3er Cordón del Conurbano, una tragedia marrón, de los Payasos del Matute, ganadora de la Fiesta Provincial del Teatro 2023
13/09: Mutar, teatro de máscaras.
14/09: Lo que la peste nos dejó, Los Pompapetriyasos
15/09: Como el caracol, de Compañía Analógica de Necochea, ganadora de la Fiesta Provincial del Teatro 2023.
20/09: Varieté Rodante.
21/09: Lo que la peste nos dejó, Los Pompapetriyasos
22/09: Serenatas y sanatas, otro espectáculo de Los Pompas, de creación colectiva.
27/09: La nariz.
28/09: Lo que la peste nos dejó, Los Pompapetriyasos
29/09: Despiertas,¿Quiénes fueron ellas? de Pregones Varelenses, Grupo de Teatro comunitario Florencio Varela.
Más información: www.pompapetriyasos.com.ar
Entradas por Alternativa Teatral
Artes
El teatro que todos los días celebra la independencia
Este domingo 1° de septiembre arranca el Festival de Teatro Llegás, que se extenderá hasta el domingo siguiente con numerosas y excelentes propuestas teatrales a mitad de precio, una clase magistral y una clase abierta y gratuita. La revista Llegás celebra 20 años de labor periodística dedicada al teatro con esta maratón teatral que incluye obras consagradas y estrenos recientes. En tiempos hostiles, un modo de construir verdadera obra pública: puentes y entusiasmo. Accedé a la programación completa.
Por María del Carmen Varela
Veinte años, veinte obras. La revista Llegás festeja así sus dos décadas de vida. Independiente, autogestionada, referente del teatro local: una publicación que se encuentra en los teatros y plantea un panorama para hacer conocer y estimular la actividad. “Un puente entre la cultura y la gente” se autodefine Llegás. Un puente genuino y necesario en estos tiempos en que el ámbito de la cultura está desprotegido de políticas estatales que alienten su crecimiento. En este contexto hostil la contrapropuesta del sector autogestivo siempre es el arte.
En esta 7° edición del Festival, más de 150 artistas en 10 salas diferentes participarán con sus espectáculos para dar brillo a un acercamiento entre el público y la actividad artística de esta ciudad tan prolífica en cuanto a oferta de obras teatrales. Ricardo Tamburrano, director de Llegás explica por qué cada año, desde hace siete, la revista organiza el Festival: “Todos los años nos hacemos la misma pregunta, por qué hacemos un festival siendo un medio de comunicación. Nos parece que llevar adelante una tarea de producir otro tipo de contenido más allá de la difusión real que es hacer notas de obras o a directores, actores, actrices, dramaturgas, dramaturgos, siempre es una tarea que nos entusiasma y que nos genera también la posibilidad de armar otro tipo de contenidos en la ciudad. El carácter festivo lo hace más grande, genera entusiasmo en lxs espectadorxs, también en nosotrxs, también en las obras”.
La realidad económica hace que el valor de las entradas sea limitante a la hora de decidir si pagar o no una entrada al teatro y esto actúa como resorte para impulsar la realización del Festival. Ricardo: “Nos preguntamos por qué hacerlo en este contexto y la respuesta fue empezar a dialogar con los elencos y con las salas, para proponerles el Festival y ver cuál era el ida y vuelta. Llegamos a la conclusión de que había que darle al público un acceso más económico. Dentro de los contextos adversos, el público es el verdadero protagonista, es el que avala las obras. Si bien las obras tienen su recorrido propio, también el público es el que acompaña todo el tiempo. Sin el público no existiría el teatro”.
El Festival incluye a los tres circuitos teatrales: el independiente, el comercial y el oficial. “En este contexto de insulto a la cultura, que un medio independiente pueda organizar un festival cruzando los tres circuitos para nosotrxs es muy gratificante. Le damos al público la opción de ir al Picadero, de tener una clase magistral de Rafael Spregelburg, con entrada económica, están todas a la mitad de su valor y la clase magistral de Melina Seldes en el Parque de la Estación, es gratuita. Esto nos hace ser un puente entre la cultura y la gente, como un acceso más simple. Le damos al público una variedad en la oferta de contenidos culturales”.
Con paciencia y talento, el teatro independiente argentino ha sabido crear su público. “El teatro independiente genera contenidos que no se pueden encontrar fácilmente. Vemos materiales conmovedores en teatro independiente. Genera otro tipo de contenidos, otro tipo de compromiso con el material, son producciones alejadas de los consumos masivos. Tiene también que ver el contexto donde se hacen esas obras, en sótanos, en espacios reducidos para 30 o 40 personas. La calidad de los espectáculos crece porque también hay algo más misterioso, la posibilidad de no encontrarlo en cualquier lugar. Las producciones de teatro independiente son las que nos siguen dando esos materiales que tienen otro tipo de preguntas, de pensamiento crítico, que no nos resuelven nada, nos generan más preguntas. No hay nada tan masticado, tan resuelto, es por ese lado esa fidelidad del público porque va a ir a buscar eso que en otro lado no encuentra”.
Casa Teatro Estudio, La Gaucho, Planta Inclán, el Camarín de las Musas, Club Saber y Estudio Los Vidrios son algunas de las salas que participan del Festival. Obras consagradas, estrenos recientes, obras que ya llevan un tiempo en cartelera y dos clases magistrales, una del reconocido actor, dramaturgo y director Rafael Spregelburd sobre las búsquedas de la dramaturgia y otra de la bailarina y directora Melina Seldes sobre lo que implica ser intérprete o performer. Con el entusiasmo de cada año, desde hace siete ediciones, en cada Festival, Ricardo refuerza: “Creemos que le teníamos que dar al público un festival y generar lazos entre las salas y los teatros, nos parece importante encontrarnos, proponerle a los elencos este tipo de festival donde prima lo colaborativo, lo asociativo, lo comunitario, ante la falta de políticas de este gobierno a lo independiente, lo pone más en una trinchera, en una resistencia, en generar nuevos contenidos para decir acá estamos presentes”.
Mirá la programación:
Teatro
Dólar, trabajo, y teatro para personas ni rotas ni descosidas
Las horas dedicadas al trabajo y sus dilemas existenciales: ¿vivir para trabajar o trabajar para vivir? Dos obras llevan a semejante pregunta: billetes verdes, plata dulce y otras confusiones argentinas en un caso y, en el otro, una fábrica como metáfora de estos tiempos. Por último, una obra donde tres mujeres desafían el paso del tiempo y buscan salvar la radio del pueblo al ritmo del bolero, al que resignifican con la valentía del sonido de esta época. Por María del Carmen Varela
La vergüenza de haber sido y el dólar de ya no ser (Testimonio dramático de un sobreviviente 1997-2001)
Cambio, cambio, dice Alberto Ajaka mientras sube las gradas de la sala teatral y entrega un dólar en miniatura en cada butaca. Así da inicio a este espectáculo de un solo actor, un relato en primera persona, un formato artístico que funciona como una afluencia de anécdotas de quien transitó su juventud en los ‘ 90. La economía y su dulzura transitoria, la crisis y su amargura ineludible. El dólar y su reinado, su marca indeleble sobre el mercado financiero argentino, el intruso que pareciera haber llegado alguna vez para quedarse e impregnar de verde el anhelo económico local. El contexto de la última década del milenio pasado es escenario de las aventuras, desventuras y confesiones de quien sumó su fuerza de trabajo a la empresa familiar para más tarde enamorarse de la actuación.
La obra tuvo dos funciones en diciembre de 2021 en la Casa del Bicentenario, en el marco de la exposición Memoria del caos. De la atomización a la organización popular, a veinte años de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Ajaka la creó especialmente para este evento y fue lo primero que hizo transcurrido el período más cerrado de la pandemia. Su padre, Alberto Tito Ajaka había fallecido un año antes y este fue y sigue siendo el único duelo que le tocó afrontar. Hablar de su padre en escena le resulta una actividad terapéutica y reparadora. “Yo venía coqueteando con la idea de hacer un monólogo , tengo varios terminados y nunca me decidía”. Esta fue entonces la oportunidad de concretar. “Voy a meterme con mi vida, lo personal está siempre en la actuación hay materiales que me tienen como intérprete donde puedo imprimir más, o menos, de lo personal, en este caso le sumaba lo biográfico”.
Ajaka supone la existencia de tres Ajakas: “Este que soy yo, el que está en ese presente escénico que no tiene tiempo ni lugar, que es una especie de fisura en el tiempo, un agujero negro, donde el tiempo se confunde, en ese borde del agujero negro que los físicos llaman horizonte de sucesos. Y el Ajaka al que se refiere el que está en escena. No puedo dar fe de que ninguno de ellos sea yo, les doy mi cuerpo pero el Ajaka que habla es exagerado, demasidado romántico para mi gusto, pero tengo que aceptarlo. De aquel Ajaka yo ya ni me acuerdo. Me decidí a hacerlo porque había algo de la biografía donde decanta algo del clima de época”. Ese clima donde los paradigmas trastocan sus esencias. “En los ‘ 90 aparece la idea de la precarización del trabajo —y de los sueños — por el cierre de las empresas industriales, lo cual trae como consecuencia la merma en la demanda de personal especializado y por tanto de los oficios. Aparece el boom de los servicios, la era de la comunicación, la venta, el telemarketing, un mercado laboral con menos para ofrecer, un laburo peor pago, con trabajadores descartables”.
Desde 1997 hasta 2001. En ese paréntesis que aparece en la obra, Ajaka trabaja junto a su padre en la imprenta familiar, son asaltados varias veces, se pone de novio con Marcela, se compra un 0km rojo y reluciente que lo lleva de La Matanza a Puerto Madero. En una sola noche entra y sale de una decena de locales, se embriaga del glamour de los ‘ 90, se deja seducir, se enciende, se alborota y se estrella. En ese relato se percibe un Ajaka genuino. Aparece el niño, el joven, el que creció hasta las cinco décadas, el que hizo lo que quiso, el que descubrió una canción a bordo de su auto rojo y con entrega y generosidad la canta para nosotrxs. El escenario está despojado, solo un micrófono para cantar ese hit que nos hace seguir el ritmo con el pie y una botella plástica con agua para rociar su verborragia. “En el espectaculo agrego, saco, tengo alguna interacción con el público. A veces me paso de rosca, no tengo que poner todo en el asador poque me paso del tiempo”.
También en el 2001, Ajaka conoció el placer de actuar y no lo soltó más. Además de esta obra, en este momento está también en Made in Lanús, de miércoles a domingos. Los viernes sale corriendo del Multitabarís para ir a Nün. “Llego justito para hacer esta función. No estoy contento nunca, yo estoy contento mientras actúo. No me pone contento la idea de actuar, voy con cierta pesadumbre porque sé que voy a tener que hacer el sacrificio, pero después encuentro el goce en la entrega, en la crucificción, en la inmolación, porque es la que me tocó, es el modo que yo encontré para afirmarme en mi individualidad y para hacer el bien, al mismo tiempo”. Ajaka, como todxs nosotrxs, es un sobreviviente. A la economía, al dolor, al amor, el que se enfrentó con el diablo y estuvo con dios en el baño de un boliche de moda de la Costanera, sacude sus miedos, abre su corazón y, afortunadamente, ahí estamos para verlo.
Nün Teatro Bar, Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Viernes 22.30 hs
A la fábrica
Me matan si no trabajo, y si trabajo me matan. Con esta frase arranca la obra A la fábrica. Frase que se repetirá en varias ocasiones, como un mantra, una contradicción, una condena. Esa misma frase da título al documental rodado en 1974 por el cineasta Raymundo Gleyzer — desaparecido en 1976 por la dictadura civico-militar—en torno al conflicto obrero en la fábrica metalúrgica Insud de La Matanza, donde los trabajadores padecían de una enfermedad denominada saturnismo que consiste en tener plomo en la sangre lo cual deriva en dolor insoportable de cabeza, impotencia sexual, dolor de huesos y mareos entre otros trastornos. El saturnismo mataba lenta y dolorosamente a los trabajadores y también contaminaba a sus familias. Ante esta situación de extrema vulnerabilidad y el adeudamiento del salario, iniciaron una huelga.
Esta frase remite a un poema del poeta cubano Nicolás Guillén y sirvió de inspiración para la creación colectiva de una obra teatral surgida entre lxs estudiantes del último año de la Universidad Nacional de las Artes, en el Departamento de Artes Dramáticas. “El eje principal —cuenta Sergio Sabater, director, dramaturgo, docente y actual Decano de la UNA en Artes Dramáticas— fue trazar una reflexión escénica sobre el trabajo como una dimensión de la condición humana, por un lado estaba la idea de la fábrica como metáfora, el trabajo industrial que surge con la modernidad y sigue hasta hoy, también estaba la hipótesis de interrogar a los actores y actrices que no conocieron el universo de la fábrica, respecto a cuál era su situación y su conflictiva con la dimensión laboral que les toca asumir”.
Hay 28 actrices y actores en escena, cada uno de ellxs viste indumentaria de trabajo que cumple con el objetivo de uniformarlxs, aunque los overoles, delantales y guardapolvos de distintos colores otorgan individualidad y protagonismo a cada unx de lxs intérpretes. Con un texto profundo y testimonial, darán cuenta con sus palabras y sus cuerpos de la magnitud de la actividad laboral en sus vidas. Y en las nuestras, claro. Una estructura de tres turnos, el trabajo como sostén, como forma de ganarse el sustento y muchas veces como una obligación de acatamiento y sometimiento ineludible.
Aparecen en una pantalla imágenes del documental de Gleyzer y también de La salida de los obreros de la fábrica, del director alemán Harun Farocki, que dialogan con lo que sucede en escena. La fábrica encarna el espacio tradicional del trabajo industrial y también invita a reflexionar sobre la realidad laboral que se replica en otros ámbitos laborales. Así van tomando forma las historias de quienes ponen el cuerpo en escena y escuchamos como cada unx dice su nombre y expone una situación laboral propia. Alguien cuenta que trabaja en telemarketing y que le piden hablar de pie, otro que su jefe lo hostiga porque un día se olvidó las llaves del local y llegó tarde, otra que trabaja en un shopping parada durante doce horas.
“Hay muchos aspectos de la obra que me interpelan dado que fue una obra que se gestó desde cero,con todes nosotres arriba del escenario. Habla sobre la labor del actuante y todo lo que hace o deja de hacer para poder trabajar de aquello que lejos de llenarnos el alma,nos perpetúa en este sistema,el trabajo convencional y mal remunerado. Matraviesa como actriz y ciudadana de esta sociedad”, dice Macarena Laura. Suma Daiana Gonzalez: “Me interesó particularmente poder transmitir en escena, cómo seguimos actualmente atravesados por la forma de producción del sistema capitalista, por esos ritmos caóticos de producción y que a pesar de encontrar un pequeño tiempo de libertad y placer por fuera, generalmente estamos condenados a ser un producto descartable para ese sistema. Me identifico como parte de un colectivo, de una clase social, de una sociedad, donde sí siento que la obra muestra nuestro propio modo de producción como trabajadores de la cultura y a su vez es en medio de ese sistema dominante, donde quedamos subvalorados”.
Los cuerpos en escena reflejan esa metodicidad exigida, ese circuito sin fin que debe ser respetado para lograr eficiencia.¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir? se preguntan al unísono. También hacen rodar su humanidad, sus ganas, su voluntad y el deseo de lograr lo que “empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad”: a lo que Marx llamaba “el reino de la libertad”.
Teatro Beckett, Guardia Vieja 3556, CABA
Domingos 19.30 hs
Ni rotas ni descosidas
Un encuentro, tres historias. Ni rotas ni descosidas borda el sello de la amistad entre tres mujeres que han cumplido seis décadas, deciden apostar a los sueños y metas que son abundantes y alumbran cada uno de sus pasos. Las actrices Dana Basso, Cecile Caillon y Mariana Smibiansky encarnan a Dalila, Ro y Mara, quienes en su juventud formaban el Trío D´Amor, especializado en boleros.
Pasaron cuarenta años y la voluntad de salvar a la radio de su pueblo —Los Ángeles— hace que se reúnan las tres nuevamente. Una de ellas, Ro, se fue a sus veintipico a vivir al exterior, para no enfrentar los rumores y prejuicios del pueblo y cuatro décadas más tarde regresa entusiasmada por ver a sus amigas de la infancia y cantar juntas en una maratón musical. La obra transcurre en el camarín donde las tres se abrazan, ríen, recuerdan y dimensionan su amistad de casi toda la vida. ¿Qué las unió en el pasado? ¿Qué las une ahora?
La actriz Dana Basso escribió esta obra que nació “desde el pensarnos mujeres de más de 60, con historia personal de años vividos, de compartir pasiones y desde la noción de amistad en esta época de la vida. Se ha escrito mucho sobre la amistad. Desde Sócrates a Shakespeare, Camus, Borges, o Foucault; cada uno ha interpretado la amistad y ha expresado de alguna forma su parecer con respecto a ella. Es que es amiga aquella persona que te ‘apuñala de frente’ como decía Oscar Wilde o ‘aquella que camina a tu lado’ como escribía Albert Camus. ¿O ambas?”
En el Taller de Dramaturgia que dictaba el director, guionista y dramaturgo Javier Daulte, Dana manifestó su deseo de escribir una comedia musical. “Y nos embarcamos en esta aventura. Terminó siendo un Drama Cómico Musical que cuenta la anécdota de las vidas de estas tres mujeres que se juntan para salvar la radio de su pueblo natal. Cada una con su vida a cuestas y cada una con sus sueños”. A medida que transcurre la obra, aparecen conflictos a los que habrá que mirar de frente, algunos se arrastran desde hace años y es necesario resignificarlos. “El amor, la amistad, las diferencias entre las personalidades de ellas tres. ¿Cómo se sigue aunque, a veces, la vida te apalee y el dolor sea grande?. ¿Perseguir las utopías? ¿Apoyarnos en lo que amamos? ¿En los que nos aman? Y, básicamente no quedarse esperando que algo pase, sino, hacerlo posible desde la acción”.
Dalila, Ro y Mara van tranformándose a medida que transcurre la obra, así como sus vestuarios también cambian paulatinamente hasta ser quienes desean ser, sus procesos personales se potencian y tejen una trama común. Con la dirección de la actriz, bailarina, coreógrafa, directora y docente Gabi Goldberg, las tres actrices se lucen con temas que remiten a los ´70 y ´80 y diferentes coreografías para resaltar la belleza de cada canción.
Moscú Teatro, Ramirez de Velazco 535, CABA
Viernes 20.30 hs
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