CABA
Cristóbal López y el conflicto con sus trabajadores: Kasino
La trama oculta del conflicto del casino flotante. Mientras Cristóbal López, un empresario fuertemente ligado al kirchnerismo, estaba negociando el 50% de la compra del casino flotante de Puerto Madero, un sindicato ligado al oficialismo forzó su cierre. Los trabajadores tuvieron que salir a denunciar la maniobra, proteger sus derechos y exigir lo obvio: que no los confundan con marineros. El caso revela la verdadera dificultad para organizarse sindicalmente hoy en Argentina, cuando hay que enfrentarse a empresarios, sindicatos y políticos al mismo tiempo. Pero también dónde está la fortaleza para librar esas batallas: el poder de las asambleas.
Frente al Hipódromo Argentino, Tribuna Carlos Pellegrini, sobre Avenida del Libertador, 600 chicas y muchachos de chalecos coloridos cortan parte del tránsito, saltan para desentumecerse del frío, tiran petardos y cantan “Preparen los bidones, preparen kerosén, vamos a quemar el barco y al hipódromo también”. Banderas y pancartas:
Ksino ‘apuesta’ 1.300 familias.
Ksino = Cristóbal López.
CGT nos entregás.
Con los trabajadores no se juega.
No al complot político.
Ocupan cuatro de los cinco carriles de la avenida y son trabajadores de Casino Puerto Madero. Están allí porque el sector de tragamonedas del hipódromo también pertenece a Casino Club, sociedad del empresario vinculado al kirchnerismo, Cristóbal López. Los jóvenes de chaleco naranja pertenecen a conteo, los cajeros del casino. Las chicas de chaleco celeste son slots, asistentes de las máquinas tragamonedas y de los clientes que suelen desear incinerarlas (a las máquinas y a las slots). Los de chaleco rojo son los tradicionales croupiers de las mesas de ruleta y juegos de cartas, actividades prohibidas en la Ciudad de Buenos Aires, razón por la cual el pionero ingenio menemista hizo que este casino fuera flotante: al instalarse en dos barcos ya no está en suelo porteño, y por lo tanto evade la legislación.
Las chicas –muchas de ellas han sido promotoras– encienden petardos y cantan “hay que gritar, para volver a laburar”. La cámara del canal tn (sigla que significaría “todo noticias”) se enciende para que el movilero entreviste a uno de los delegados. Leonardo declara: “El conflicto lo genera Cristóbal López, empresario estrechamente vinculado al presidente Kirchner…” pero el camarógrafo decide apagar la cámara y el movilero, disimulando, pregunta alguna cosa sobre el futuro. Leonardo se queda con la boca abierta, hasta que la cierra. Aparecen radios y canales a cubrir lo que les resulta crucial: la lentitud del tránsito para quienes se dirigen hacia el norte, víctimas de un comprensible fastidio exacerbado por las radios que hablan de “caos”. Varios automovilistas, sin embargo, saludan afectuosamente a los manifestantes. “Son clientes que nos reconocen” confiesa un croupier. Una señora baja la ventanilla eléctrica de su nave plateada, y antes de seguir rumbo a la Panamericana country les deja un saludo: “la concha de tu madre”.
Otro de los jóvenes croupiers la escucha y explica perplejo: “No querría molestar a la gente, ¿pero cómo nos hacemos oír, si en este país nadie te da pelota?”
Así, cientos de chicas y muchachos, universitarios, “buena presencia”, que ganan 3.000 pesos (mejor dicho: se han ganado ganar 3.000 pesos) y en muchos casos jamás habían pensado arriesgarse a terremotos huelguísticos, movilizaciones, piquetes o experiencias de democracia directa, terminaron haciendo visible un negocio asombroso, enfrentando al oficialismo gobernante, empresarios menemistas y kirchneristas de biografía oscura, la fantasmal cgt obesa, traficantes de divisas, señoras de autos plateados, casinos en aguas insalubres, sindicatos patronales, adoradores del jamón serrano, patotas y medios de comunicación que apagan las cámaras apenas estos chicos empiezan a dar nombres y a contar simplemente por qué quieren trabajar sin que les maten el cerebro.
En tiempos globales a los que la británica Susan Strange bautizó como Capitalismo de Casino (por el nivel de especulación, apuesta, improductividad y psicopatía económica) la situación del casino flotante de Buenos Aires puede resultar un modelo asombroso, aunque todo parece demostrar que cualquier mesa de ruleta o póker es un ámbito mucho más razonable que aquellos en los que las fichas de menor valor son las personas, y el juego es el poder.
Guía para entender el juego
Los trabajadores salieron a la calle por dos problemas simultáneos:
1) El casino cerró sus puertas.
2) Les quieren cambiar el encuadramiento gremial (traducción: desorganizarlos y hacerles perder todo lo que han ganado).
El casino posee dos barcos, el Princess y el Estrella de la Fortuna, que cerraron el 2 de mayo cuando bajaron de los mismos los marineros y los capitanes, que responden al Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (somu). Sin dicho personal, por reglamentaciones del mundo marino, Prefectura impide que los barcos operen (aunque estén anclados en el puerto). La empresa dice que el problema nace por un “conflicto intersindical” entre el somu y Aleara, el sindicato de trabajadores de juegos de azar (“alea” significa azar en latín, y “ra” designa a la azarosa República Argentina).
Los empleados del casino, en cambio, denuncian que el cierre es un lock out patronal. El croupier Federico explica paso a paso la cuestión. Conviene seguirlo para entender el embrollo:
“El casino es de la empresa española Cirsa Corporation, que llegó a Argentina aliada al menemismo. Se sabe que ahora se asocia en un 50% Cristóbal López, dueño de Casino Club, empresario que financió todas las campañas de Kirchner en Santa Cruz y acá”.
“Nosotros le pasamos por encima a nuestro sindicato Aleara, y venimos desde hace un año y medio ganando una serie de conquistas económicas y condiciones de trabajo. Tenemos una asamblea donde todos intervenimos. Los delegados hacen lo que decide la asamblea”.
“Acá no hay sindicalistas profesionales, ni dirigentes. Manda la asamblea. Desde que esto empezó, no pudieron despedir más a nadie. Quisieron, pero el año pasado logramos reincorporar a 170 despedidos haciendo un piquete en las puertas de los barcos durante una semana. La empresa, obvio, no nos quiere.”
“Los que siempre nos quisieron son los del somu, sindicato dirigido por Omar Caballo Suárez, amigo de la empresa y mucho más del kirchnerismo. Su alianza con un empresario como Cristóbal López es obvia”.
“El somu es un sindicato vertical. Para la empresa es ideal porque negocia a puertas cerradas”.
“El somu hace bajar a los marineros y obliga a cerrar el barco. Con eso nos pega a nosotros y, al mismo tiempo, Cristóbal López puede presionar a Cirsa para que le venda más barato su 50%.
Cegetistas amorosos
Varios medios españoles coinciden absolutamente con la visión de Federico y plantean que el catalán Manuel Lao Hernández, propietario de Cirsa, está bajo lo que denominan “una extorsión” kirchnerista que busca quitarle el monopolio porteño de los casinos. Lao Hernández estaría saboreando el tipo de medicina que aplica en otras latitudes –la empresa está desparramada por Latinoamérica, además de España– y que lo trajo a Argentina apañado por Carlos Menem a fines de los 90. Por esos años, Aleara era un sindicato inexistente en la Capital, y se lo instaló para encuadrar a los empleados colocando a su frente al entonces menemista –si es que la denominación significa algo– e inspector del ministerio de Trabajo, Daniel Amoroso, hoy legislador porteño macrista (se solicita disculpas a los lectores por el cúmulo de ataques a la lengua).
La lucha de Caballo versus Amoroso (¿podrá patentarse como juego de mesa?) es así digerida por sus principales víctimas, según la explicación de Federico: “El somu sería el fin de nuestra organización. En cambio, en Aleara tenemos nuestros propios delegados, nuestra autolegislación. Tuvo que terminar aceptándonos para seguir funcionando, porque somos el principal aporte que tienen. Otro detalle, somos trabajadores de juegos de azar. No somos marineros”.
Omar Caballo Suárez, es un sindicalista ortodoxo de una conducta inflexible: siempre fue oficialista, y su grado de kirchnerismo actual le da impunidad hasta para insultar ministros, entre otros corcoveos. La publicación alternativa Ámbito Financiero ha relatado que en un encuentro en la cgt se produjo el siguiente diálogo entre Suárez y uno de sus congéneres:
–Todo lo que flota en el río es mío– anunció Suárez.
–¿Y la mierda que flota también es tuya?
–También, pero no te hagás el vivo.
Sintetizando: Suárez, cual hipocampo de agua dulce, considera que los trabajadores del casino flotan en el río, y deberían hacer sus aportes a la caja del somu. Pero mucho más importante aun es que el reclamo del somu para encuadrar a esos empleados obligando a cerrar los barcos, formó parte –dicen los trabajadores, los medios españoles y los locales, y nadie se atreve a desmentirlos– de la abierta presión del kirchnerismo para obligar al dueño de Cirsa a negociar con Cristóbal López. Lao Hernández no tiene la vida sencilla. Nunca se repuso del todo de la caída de Aníbal Ibarra, político con el que se le atribuyen relaciones casi tan fraternales como las que antes tuvo con Fernando De la Rúa y antes aún con Carlos Menem. Tuvo, además, entre su personal a Miguel Ángel Egea, integrante de la Triple A, socio del menemista Alberto Kohan y también de represores de la esma como Jorge Radice y Jorge Tigre Acosta.
Jamón del medio
Volviendo a Lao, más recientemente, en diciembre de 2006, cuando llegaba desde Barcelona en su avión privado, le detectaron un cargamento secreto de jamones serranos, lo cual sería reprobable, pero que además estaban rellenos de euros. Más precisamente, 500.000 euros en billetes, según reveló el periódico contrainformativo Clarín. La Aduana pasó por alto el tráfico de jamones, pero denunció el de divisas, y Lao quedó un tanto a merced de los buenos oficios oficiales. Cirsa declaró formalmente ser ajena a cualquier situación de lavado de dinero, tema por el que casualmente la investiga en España el juez Baltasar Garzón, basándose en que internacionalmente el negocio de los casinos “constituye una de las principales fuentes de lavado de dinero sucio en el mundo”.
Entre esas peripecias y el cierre del casino desde el 3 de mayo, Lao terminó pactando. El 31 de mayo se anunció el final feliz de la historia: Cristóbal López compró a Cirsa la mitad del casino y dejó trascender que invertirá 100 millones de dólares en esta Unión Transitoria de Empresas que forma con los españoles menemistas.
El negocio es flotante, y líquido, aunque nadie brinda cifras exactas. En el capitalismo de casino, lo mejor es que se sepa poco y nada. El Casino Puerto Madero, según los medios españoles, deja 60 millones de euros al año (240 millones de pesos, o casi 700.000 pesos de ganancia por día). En cambio, los trabajadores estiman que la ganancia diaria es por lo menos de 1.500.000 pesos, y lo calculan porque Lotería declara que el 20% que le corresponde diariamente es de 300.000 pesos. Solamente en propinas se dejan arriba de 80.000 pesos diarios (pasan a la caja de empleados, una de las conquistas de los trabajadores). Los días de fin de semana ingresan unas 12.000 personas, y además de las 170 mesas de juego hay unas 2.000 tragamonedas.
Cristóbal y la burguesía nacional
Si Alfredo Yabrán sabía que el mayor poder lo tiene quien pasa desapercibido –no se olviden de Cabezas– hay varios empresarios actuales que siguen esa conducta. “De Cristóbal López hay una sola foto” cuentan los trabajadores del casino, que armaron con ella varias pancartas donde se lee “Kristóbal”. Datos: se lo supone de 48 años, hijo de españoles, nacido en Comodoro Rivadavia donde su familia vendía verduras y pollos. La leyenda cuenta que su primer negocio ocurrió a los 19 años (durante la dictadura), cuando logró convertirse en proveedor de ypf en Comodoro Rivadavia, y terminó asociado implícitamente al petrolero Diego Ibáñez. De allí en más, con indudable audacia y apoyos poderosos, López fue construyendo su fuerza a través del juego, las tragamonedas, luego los casinos, compra de inmuebles y campos y esa biografía un tanto enigmática lo pone hoy como titular de Oil m&s, empresa que junto a otro desapercibido, Lázaro Báez, se adjudicó 15 de 16 pozos petroleros licitados en la provincia de Santa Cruz en 2006 (cada lector puede imaginar quién levantó el pulgar para aprobar la licitación). López tiene un avión que Kirchner conoce de memoria como candidato, posee empresas de transporte de carga, de turismo santacruceño, recolectoras de residuos, barrios privados, campos, exporta aceite a Italia, tiene más de la mitad accionaria de un canal de cable de Comodoro, y el diario El Patagónico. Es socio de Federico de Achával en el hipódromo privatizado de Palermo, ganó proyectos de exploración petrolera en Brasil, y se lo supone eje del proyecto de energía eólica Vientos de la Patagonia, impulsado por el ministro Julio De Vido. Si el kirchnerismo intenta, como sostienen tantos pensadores, reconstruir algo parecido al peronismo, la clase trabajadora estaría representada por señores como Hugo Moyano, o su prole, y la burguesía nacional por empresarios como Cristóbal López. El fin de este relato queda abierto.
Hagan sus apuestas
Los trabajadores del casino tenían otros problemas. Entre 2001 y 2005 hubo unos mil despidos. Leandro: “Siempre sin causa y con una prepotencia total. El objetivo es tenernos con el cerebro muerto, es un tipo de obediencia debida”. El 9 de enero de 2006 estaban juntando firmas para que la empresa y el sindicato los autorizaran a nombrar sus propios delegados. Respuesta del departamento de recursos humanos: cuatro despidos. “La gente se hartó, se levantó y desde esa vez no nos pudieron frenar” cuenta Leandro. Hubo paros dentro del barco y piquetes afuera, impidiendo la entrada. Consiguieron reincorporar a esos despedidos, siempre con una organización basada en la asamblea horizontal. Pablo y Maxi: “Somos 18 delegados, pero no dirigentes. Nadie mejor que los propios trabajadores para decidir lo que hay que hacer”.
El gesto de desagrado es unánime cuando se menciona la palabra “política” (entendida como “políticos”). En una de las asambleas a las que asistió mu, un croupier brindó una definición casi científica: “En Argentina la política es esto: el gobierno acapara todo en manos de sus amigos para que hagan negocios en su nombre. Y los opositores están en contra porque no pueden hacer negocios ellos”. Hernán: “Yo milité en la universidad en un partido de izquierda, pero nos hacían hablar de Yugoslavia, de las internas contra otros partidos, qué sé yo, nada en serio, me harté y me fui. Ésta es la verdadera política” dice señalando a sus compañeros que saltan con chalecos de colores. “Para mi los trabajadores tenemos que ocupar el espacio porque si no los ocupan la burocracia y la burguesía. Sigo teniendo mirada de clase ¿no?”
Mariana, otra promotora que terminó como slot: “Queremos trabajar, y queremos dirigirnos nosotros mismos, no que vengan a matonearnos”. Federico está emocionado con todo lo que se logró: “No nos gana Aleara, ni el somu, ni el gobierno nacional, ni López, ni Lao, ni el Ministerio de Trabajo, ni los matones”. Gastón, otro delegado, sufrió amenazas y lo atacaron una noche de marzo cuando iba a su trabajo. “Agarrá el fierro que me persigue” gritó el agresor a su compañero que lo esperaba en un Fiat, cuando se dio cuenta de que Gastón en lugar de retroceder, lo enfrentaba. Huyeron, pero las denuncias están hechas.
Leonardo: “En esta empresa no hay libertad de expresión, es como un terrorismo ideológico, manejado por los sindicatos”. Allí cree que está la cuestión esencial: “Yo soy trabajador, mis compañeros también, no hay militancia. Yo estoy a favor de eso, ser autoconvocados. Los dirigentes gremiales acá son los que tienen relaciones con el patrón. Se manejan con la necesidad de la empresa, no del trabajador. En cambio los movimientos de asamblea son la democracia en serio, absorben la necesidad real de la gente y le dan fuerza. Estamos peleando por nuestra libertad”.
Posdata urgente: al cierre de esta edición el conflicto seguía abierto. Hasta que se demuestre lo contrario, los trabajadores no parecen dispuestos a dejarse llevar. Ni siquiera por el azar. Van a lo seguro: apuestan por ellos mismos.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas de cada miércoles llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro.
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro.
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro.
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro.
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El dispositivo incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería» de la Policía de la Ciudad». El organismo también observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro.
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!”.

Foto: Juan Valeiro.

Foto: Juan Valeiro.

Foto: Juan Valeiro.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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