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Metrodelegados: Recursos humanos

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Subterráneos, el gremio que más ganó. Lograron una jornada de 6 horas y los salarios más altos de Argentina apoyándose en las asambleas y con campañas dirigidas a la opinión pública. La empresa también cambió sus tácticas: del despido a la cooptación.

Dicen en el subte que en una época, Metrovías clasificaba a sus empleados en rojos y azules. Había empezado a convertir en kioscos sus boleterías y el plan era que los boleteros los atendieran, pero ocurrió que muchos se negaron o pidieron un pago mayor por ocuparse de esa tarea extra. Desde entonces, la empresa pasó a distinguir a su personal con dos colores: los rojos eran los que estaban dispuestos a colaborar y los azules, los que no.
¿Rojo y azul parece infantil? Es posible, y de hecho la anécdota pertenece a los años iniciales de la concesión. Hoy Metrovías apela a un estilo más directo. Divide al personal en tres grupos: terroristas, mercenarios y apóstoles.
La diferenciación en estos grupos aparece en el Plan de Recursos Humanos que la empresa lanzó cuando perdió el primer gran conflicto laboral por aumentos de sueldos, en el año 2004. Está inspirado en las teorías de uno de los popes de la organización empresaria, el español Luis Huete, y forma parte de un nuevo combo de estrategias patronales de la Argentina modelo 2007.
Así define los tres términos este nuevo diccionario empresarial:

Terrorista: empleado insatisfecho. Si la compañía gana o pierde le importa muy poco. Contagia a los demás su mala disposición. Tiene mucha tolerancia a la frustración porque se ha ido adaptando a ella como forma de vida. Actitud muy negativa.

Mercenario: da según lo que reciba. Es aquel que entra a horario, pero al que no se le puede pedir que empiece un poco antes ni que se quede un poco más. Constituye el grupo más numeroso, el gran promedio. Actitud indiferente.

Apóstol: el que está enamorado de la empresa. Llega temprano y nunca se va a la hora de salida, por si puede ayudar en algo más. Pone todo su esfuerzo en el trabajo y se siente satisfecho por ello. Actitud totalmente positiva.
La clave de una exitosa gestión empresarial es fidelizar a los apóstoles, incluir a los mercenarios y aislar a los terroristas, es la conclusión de esta teoría.

Fuera del manual
Hubo otra época en que un conflicto laboral tenía tres actores: la empresa, los trabajadores y el gobierno. El arma más fuerte de los sindicatos era el paro y el de las empresas, los despidos. Períodos de conflicto se alternaban con otros de paz social. Sin embargo, para contar esta historia es mejor desechar esas ideas: ninguna sirve para describir lo que ha estado pasando en los subsuelos de la ciudad, veinticinco metros debajo del asfalto.
Desde que en 1994 el servicio fue concesionado hasta hoy, en los subtes casi todo se salió de ese manual sindical. Y es curioso que sea en este lugar donde más derechos laborales se recuperaron. A partir de la concesión, de 4.600 empleados quedaron 1.900, los sueldos de la mayoría de las categorías fueron rebajados y la jornada laboral aumentó dos horas. En la actualidad, un trabajador de subte tiene una jornada de seis, estabilidad en su puesto y el sueldo promedio más alto del país.

Vacas
Miércoles, cinco de la tarde en Constitución. Es la hora pico y la gente entra y sale en manada de la línea C. Los delegados encaran una medida atípica: liberan los molinetes para que los pasajeros viajen gratis.
Primero, deben anular la cámara de video que –colgada del techo– vigila todos los movimientos. Un boletero –pelo corto al ras, camisa blanca de Metrovías, engañosa apariencia de empleado del mes– empuña un palo de escoba, lo apoya en la base de la cámara y la empuja hacia arriba. La cámara cede, gira y queda mirando al techo. Otro va a un molinete y anula su funcionamiento: ya está listo para pasar sin pagar. La respuesta de la empresa también es rápida: cambia la programación de los monitores, que dejan de pasar música para difundir un comunicado a pantalla roja, estilo Crónica: “Metrovías informa que los molinetes no serán liberados y llama a la reflexión para que los delegados no pongan en peligro la integridad física de los pasajeros”. Igual, la gente cruza a borbotones por los pasos destrabados.
Por la tarde, estudiantes de la Facultad de Sociales se disfrazan de vacas y protestan contra Metrovías por la mala calidad de los servicios.

La opinión pública
Jueves por la mañana en un bar frente a la estación Primera Junta. Tres delegados explican su estrategia: “Si hay paro, la gente nos putea. Y la empresa sale a decir `estos tipos que ganan de 3 mil a 4 mil quinientos pesos miren lo irracionales que son: perjudican a otros que cobran un tercio´”.
El conflicto comenzó cuando la uta, el sindicato que representa (legalmente) al personal del subte, aceptó una propuesta de aumentos de Metrovías. Firmó el acuerdo a la vieja usanza, sin participar al cuerpo de delegados para evitar que las asambleas de trabajadores que regulan (realmente) la vida interna de los subterráneos discutieran su aceptación o rechazo. Ahora las medidas de fuerza buscan que se reabra la negociación.
En el café, los delegados dicen que lo de los molinetes fue bueno, pero a medias.
¿Por qué?
Porque todavía no tenemos un discurso claro. Nos falta explicar a la opinión pública qué queremos. Nadie entiende qué pedimos y lo que se ve desde afuera es que nos estamos agarrando a trompadas con la uta, nada más.
¿Qué quieren?
Más plata. Es un conflicto salarial.

Rápidamente se arma una discusión sobre los argumentos que deberían ponerse en juego:
Propuestas:
Este aumento no es tal porque consiste en el blanqueo de sumas que ya cobrábamos en negro.
Metrovías recibe 200 millones al año de subsidios. Con eso, el boleto debería ser gratis.
Hay que mostrar las ganancias de la empresa. Un mensaje simple: ellos ganan mucho, nosotros también queremos ganar mucho.
Los sueldos no son sólo para comer y vestirse, tienen que servir para acceder a la cultura y el esparcimiento.

Roberto Pianelli: La pelea por la opinión pública es la más difícil. Nosotros tenemos una base fuerte, que está dispuesta, pero con eso solo no alcanza. Tenés que poner de tu lado a la sociedad. No hubiéramos podido reducir la jornada laboral de ocho a seis horas si no hubiéramos tenido una base fuerte, ése fue el ancho de espadas, pero el ancho de espadas solo no juega. Ganamos con una pelea rabiosa por la opinión pública. Llegó el momento en que no había nadie en Argentina que no supiera que queríamos las seis horas, y que el trabajo en el subte era insalubre.

Melones
Con mostachos negros y camisa de Grafa, Charly Pérez parece salido de una película italiana (¿La clase obrera va al paraíso?). Es trotskista hasta los huesos; lo curioso no es eso, sino que tenga al lado, impulsando la misma medida, a Gastón Reyes, que es también delegado, pero militante de la organización kirchnerista Libres del Sur. En los 25 integrantes del cuerpo de delegados hay una mezcla inédita: militantes de la izquierda apartidaria, del mst, del po, un radical y varios peronistas, incluso uno que maneja una unidad básica. Ninguno está con la cgt ni con la cta. Consideran que su fuerza no proviene del alineamiento con los dirigentes de las centrales o el sindicato, sino de las asambleas que se hacen por sector y por línea.
Pianelli: Nuestro riesgo es convertirnos en aparato.
Pérez: Casi todos respetamos el método de la decisión en asamblea….
Pianelli: (Corrige) …cuando hay asambleas. Porque muchas veces nos institucionalizamos y aparece la estructura aparatesca. Pero cuando hay un conflicto laboral y empiezan las asambleas la cosa cambia, los amigos empiezan a tener discusiones y los que estaban peleados empiezan a encuadrarse. Todo se ordena.
Pérez: Cuando el carro se mueve, los melones se acomodan.

Tres días antes de este encuentro, cuando empezó el conflicto, el subte paró. Para garantizar la medida, los delegados se tiraron a las vías. En otras oportunidades han varado formaciones en puntos clave, como el cruce de Diagonal Norte, para bloquear la circulación de los trenes. Para hacer un paro hoy, entonces, tener fuerza interna no alcanza. “Parecerá novedoso –dice Pérez–, pero lo que hacemos no es más que recuperar un viejo método de la clase obrera. Si vamos a un paro y los subtes funcionan ¿qué clase de paro sería?”

Plan
La sede central de Metrovías, en el barrio de Once, no tiene el aspecto de ostentación prepotente de las empresas privatizadas. Es casi una oficina pública: el viejo edificio municipal donde funcionaba la antigua administración del subte. La entrevista es con Daniel Pagliero, el gerente de Recursos Humanos.
¿Qué cambió para la empresa con esta nueva organización sindical?
Lo que se dificulta es la posibilidad de tener un interlocutor con el cual sentarte y resolver los problemas. Es decir, hoy tenemos enfrente una multiplicidad de representaciones, cada una de las cuales puede generar un conflicto, por cualquier razón. Por ejemplo, hemos tenido un paro en el subte en solidaridad con un reclamo salarial en el Garrahan. Cualquiera te puede garantizar el conflicto, pero ninguna de de las partes puede garantizarte de por sí la paz social.

Pagliero sostiene: “La empresa acaba de otorgar uno de los aumentos más importantes de los últimos tiempos. El incremento es muy alto, lleva el salario promedio por encima de los tres mil pesos, y a pesar de esto tenemos una situación conflictiva”.
¿Es decir que la diferencia que reclama el cuerpo de delegados no es significativa?
No sabemos cuál es el monto que reclaman.
¿No?
Lo que plantean, más que cuantificaciones, son estrategias de comunicación hacia los medios. Nosotros hicimos toda la negociación con la uta y los delegados, y lo que apareció sobre el final fue una disputa por quién lideraba estas mejoras, si el sindicato o el cuerpo de delegados.

Le muestro entonces la copia el Plan de Recursos Humanos, con el gráfico donde puede leerse “terroristas, mercenarios y apóstoles”. Le pregunto quiénes son los terroristas y quiénes los mercenarios. Pagliero desmiente que el documento pertenezca a Metrovías. “Esto no es el plan oficial de la compañía –dice–. Pero sí puedo decir que me parece correcto trabajar en función de que el objetivo sea tener gente con actitud positiva.”
¿Cuál es el plan, entonces?
A lo que apunta la compañía es a fortalecer la relación con cada uno de nuestros empleados. Tenemos un programa llamado “Esencia” que es de beneficios dirigidos al personal y a sus familias. Tenemos programas de formación que apuntan a que las personas crezcan y proyecten una carrera para toda la vida con nosotros. Creemos que pensar en términos de grupos (señala el gráfico) es un error. Del mismo modo, a veces escucho hablar del cuerpo de delegados como si fuera un grupo, cuando en realidad es algo heterogéneo.

Lupines
Los vientos de cambio no afectan, entonces, sólo a la vida gremial, sino también a las estrategias empresarias. Queda claro que no es época de despidos. Lo que se usa es otra cosa: la “inclusión”. Estrategias para que el grueso (¿los mercenarios?) tenga una actitud más “positiva”.
Los delegados corroboran: “Metrovías gestiona préstamos para sus empleados, tiene una línea activa (un 0800) exclusivamente dedicado a solucionar los problemas del personal (por ejemplo, en la liquidación de los sueldos), creó un cuerpo de asistentes sociales para las familias, hace festivales, da ascensos a todo el mundo. Hicieron este gran giro cuando empezamos ganar todos los reclamos.”
Ésa sería la política de premios. ¿Y los castigos?
Pianelli: No hay castigos.
¿No hay castigos?
No.

Reyes saca de su bolsillo un llavero en el que se lee “Subte”. “Regalo de la empresa”, muestra.
Pianelli: La empresa aprende de lo que hacemos nosotros y nosotros de la empresa, hay un avance mutuo. Por ejemplo, generamos canales de comunicación, pero ellos también lo hacen. Antes te daban los comunicados en tu puesto y todo el mundo los tiraba al tacho la basura, ahora te los mandan a tu casa. Cuando empezamos a recuperar el cuerpo de delegados enviaban cartas. Primero decían “hay que gente que atenta contra”, refiriéndose a nosotros, pero después fue lo opuesto, en vez de ir al enfrentamiento usaron otra táctica. Por ejemplo, Recursos Humanos sacó una revista, Comunicándonos, con fotos de los hijos, actividades, anuncios de casamientos, noticias sobre los compañeros que tuvieron familia.
Charly Pérez: Cuando nosotros estábamos en la clandestinidad usábamos la actividad social, un partido de fútbol, una fiesta, y todo esto fue tomado por ellos. Hubo un período en el que mandaron una asistente social a la casa de cada uno, para ver cómo cooptaban. Y fue bastante riguroso el trabajo que hicieron. Iba la asistente, preguntaba qué problemas tenía esa familia. Llevó un tiempo que la gente se diera cuenta de que la empresa no te daba nada, sino que se llevaba información. Armaron un grupo de trabajo que es como si fuera un cuerpo de delegados de la empresa.
Gastón Reyes: Si necesitás un psicólogo te lo mandan.
¿Y ustedes?
Pianelli: Nosotros hicimos la página web, editamos películas, publicamos un libro, repartimos señaladores. A la última campaña la hicimos con un cd y la llamamos “Siete años de lucha”. Ellos hacen llaveros, nosotros lupines. El más demagógico que hicimos fue uno que decía “Cuerpo de delegados con la selección nacional”. Hicimos un libro con el proyecto de convenio colectivo de trabajo, con buen diseño, realmente lindo. El día que lo empezamos a regalar ellos echaron a su gerente de marketing. Y a partir de ese momento cambiaron el formato de las revista, apareció Esencia, empezaron a hacer cosas de mucha más calidad y a decir “somos parte de la misma familia”, a dar. Reparten sin mirar si fuiste un tipo que tiró piedras. Son políticas de cooptación. En la década del 90 no lo necesitaban, no sólo por los despidos sino porque los pibes entraban a trabajar pensado que iban a ser gerentes. Ahora no.

Sábado, en el Hotel Bauen. El cuerpo de delegados se reúne a discutir cómo seguir el conflicto. No hay acuerdo interno. No sólo sobre qué hacer, sino incluso sobre cuál es exactamente la situación. ¿Es un indicio de debilidad? El papel de la debilidad, en esta historia, es extraño. Cuando más débiles estaban, sin el respaldo del sindicato tradicional, apareció el espacio para las asambleas. Cuando menos apoyo conseguían del Estado, encontraron la potencia del acompañamiento social. Pianelli dice: “Y al revés: cuando todos los delegados ya son expertos, curtidos en lo sindical, las cosas empiezan a fallar”. Como si las fórmulas no funcionaran exactamente según lo esperado. O como si de cada debilidad, siempre se pudiera llegar a una nueva fuerza.

Portada

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas de cada miércoles llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro.

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro.

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro.

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro.

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El dispositivo incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería» de la Policía de la Ciudad». El organismo también observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro.

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!”.

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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