CABA
Campeonato de fútbol callejero: El verdadero «jogo bonito»
Todo comenzó en Paso del Rey con la idea de rescatar a los chicos de la calle y terminó con los chicos rescatando lo mejor de fútbol. Ahora, ya es una competencia nacional de la que participan 80 organizaciones y más de 3.000 jugadores de entre 6 y 23 años que acuerdan antes de cada partido su propio reglamento.
Veimar camina por una calle de tierra con baches de asfalto que los vecinos del barrio Chaco Chico, en Paso del Rey, llaman “camino mejorado”. Como si fuera Papá Noel, lleva una bolsa gorda al hombro. Un puñado de chicos lo siguen detrás, a paso firme y expectantes. Aunque existen notables diferencias con el personaje navideño: no usa barba, su gorra es rapera, la bolsa es negra –típica de consorcio–, y en vez de arroparse con ese invernal atuendo rojo y blanco lleva un short y remera azul y amarilla. “No es de Boca, sino de Alem, un cuadro del ascenso”, aclara.
Veimar lanza la bolsa a la sombra del ombú del potrero y comienza a sacar camisetas para repartir entre su séquito. “Son prestadas”, vuelve a aclarar Veimar, que coordina las actividades de El Tanque, un pequeño club del barrio Sanguinetti, de Moreno. Desde allí llegó con sus compañeros para participar de las jornadas de fútbol callejero que organiza Defensores del Chaco, el club que convirtió la pasión de multitudes en un proyecto no menos apasionado de integración y transformación social.
“El fútbol callejero está bueno, jugás sin referí y es más tranquilo. Si hubiese árbitro sería un quilombo. Cobra mal y se arma un lío bárbaro. Acá, los chicos se arreglan entre ellos y nunca hay grandes problemas”, declara Veimar –siete hermanos, alumno de 8º grado– en la previa del partido.
La competencia callejera tiene su propio reglamento. El partido, por ejemplo, es de tres tiempos: en el primero los equipos fijan las reglas, en el segundo se juega a la pelota y en el tercero se analiza –con la ayuda de un mediador– el comportamiento de los jugadores y si se cumplió la normativa pactada en la etapa inicial. Además de los goles, se otorga puntaje por valores positivos: solidaridad, cooperación, respeto y participación. Y hay otras dos normas de oro: los cambios son ilimitados, para que todos tengan la posibilidad de jugar y los equipos son mixtos. Por eso, Veimar le lanza la camiseta número 9 a una delgada centrofoward, de cabellera hasta la cintura, a quien él define con la voz cascada, a lo Mostaza Merlo, como “la goleadora del equipo”.
“Cuando arrancamos con el proyecto no pensamos en fútbol mixto, pero un día vino una chica a jugar. Mientras nosotros pensábamos cómo decirle a la piba que no podía participar sin herirla, los pibes reaccionaron: ‘Que juegue, que juegue’. Ahí aprendimos que tenemos que escuchar a los chicos, que saben más que nosotros, y que tenemos que ser dinámicos e ir adaptándonos todo el tiempo”, reflexiona Fernando Leguiza –más conocido como Legui–, responsable social de Defensores del Chaco.
De Paso del Rey al mundo
Fabián Ferraro había cumplido con el sueño del pibe. Integró varios equipos del ascenso y tuvo la oportunidad de jugar en España. Pero una lesión lo hizo abandonar la carrera de manera prematura y en 1994 ya estaba de vuelta en Chaco Chico, su barrio natal. Por entonces, la apertura indiscriminada de la economía había obligado a cerrar la curtiembre, el motor económico de la zona. El vecindario se convirtió en una especie de ciudad-dormitorio y muchos de sus habitantes se transformaron en desocupados. Al futbolista lo sorprendió la cantidad de adolescentes que se reunían durante horas y horas para hacer nada en las esquinas del barrio. Un día se le ocurrió convocarlos al potrero para jugar un picado con el único objetivo de sacarlos de la apatía. La invitación se transformó en rutina y pronto se inscribieron para participar en los Torneos Juveniles Bonaerenses. Para sorpresa de propios y extraños, salieron campeones. “El equipo se había convertido en la atracción del barrio, nos dimos cuenta de que el fútbol nos había unido y había sacado a los chicos de la calle”, recuerda Legui.
El día en que se coronaron, los doce integrantes del equipo dieron una especie de vuelta olímpica por el barrio y colgaron un cartel en el basural de la zona: “En breve: polideportivo del Club Defensores del Chaco”, decía el desprolijo letrero. Lo que por entonces pareció una humorada se hizo realidad: con trabajo voluntario y ayuda del vecindario pudieron comprar el predio y desmalezarlo.
Trece años después, 1.700 personas participan de las actividades del club. Además de canchas para fútbol, volley, handball y básquet, cuenta con tres salas donde se realizan talleres de arte, un teatro para 250 personas y un Centro de Apoyo Legal Comunitario y de promoción para la salud. Un lunes por mes, todos los profesores y animadores sociales realizan jornadas de capacitación en técnicas de educación popular para perfeccionar sus herramientas de trabajo. Todo está puesto a disposición de recuperar la trama barrial y promover el desarrollo humano de su gente. “No generamos empleo, pero sí calidad de vida. Organizarnos a través del deporte ya nos sirvió para que nos asfalten las calles y que nos den luz eléctrica. Reclamar nuestros derechos es más fácil si nos juntamos”, concluye Legui y enumera la realidad de Paso del Rey: “Aquí viven 250.000 habitantes en 15 barrios, hay sólo tres escuelas y siete centros de atención primaria de la salud. Contamos con un solo hospital para todo el partido de Moreno, que reúne a 700.000 habitantes”.
Los actuales dirigentes del club son los chicos que integraron aquel equipo campeón. El presidente es Maximiliano Pelayes, tiene 22 años y por entonces, era el benjamín y aguatero del grupo. El estatuto de Defensores del Chaco establece como requisito inquebrantable que para integrar la Comisión Directiva hay que ser menor de 30 años. “El hecho de que los pibes se hagan cargo de la institución es parte de la formación. Tienen la posibilidad de cambiar la realidad con la práctica. También es una forma de terminar con la costumbre de enquistarse en el poder y anquilosar estructuras. Conducir les cambia la cabeza, les abre una mirada política sobre las cosas”, se explaya Legui.
Ésta es la primera generación de dirigentes surgidos de las entrañas del club. Los fundadores –que ya no están en los puestos de gestión de Defensores– crearon una fundación con el objetivo de gestionar recursos y, sobre todo, diseñar proyectos estratégicos. Así nació, por ejemplo, la Liga Nacional de Fútbol Callejero. La integran más de 80 organizaciones, distribuidas a lo largo de toda Argentina e integradas por 3.000 jugadores que tienen entre 6 y 23 años. La autonomía económica y política es el principal requisito para integrarse al campeonato.
Uno de los objetivos del club es formar jóvenes capaces de replicar la experiencia, como el caso de Veimar –el pibe de 17 años que cargaba la bolsa como Papá Noel–, que comenzó jugando al fútbol en Defensores del Chaco y después decidió hacerse cargo de la coordinación de El Tanque, cuando su antecesor se esfumó con la plata que entre todos habían recaudado para las camisetas y el transporte.
Defensores también impulsó en febrero de este año el Primer Encuentro Nacional de Fútbol Callejero, realizado en Bariloche, en el que participaron más de 200 jóvenes que, además de jugar los tradicionales picaditos, participaron de excursiones y de un seminario denominado “El fútbol como herramienta de transformación social”.
La experiencia, además, se reprodujo en Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú. Ahora se están iniciando propuestas similares en Venezuela, Uruguay y Ecuador. El Primer Campeonato Sudamericano se realizó hace dos años en Moreno. “Para el barrio fue un acontecimiento muy importante. Acá no quiere venir nadie, se dice que es zona liberada y, sin embargo, pudimos mostrarnos como somos. Jugamos en medio de la plaza y, como broche, hicimos la final en la 9 de Julio, la cancha más ancha del mundo”, se ufana Legui. “Tomar la calle significa encontrarse con el otro, construir, aprender y dialogar de manera colectiva. Hay que recuperarla, junto a la alegría de la fiesta.”
Los tres tiempos
El potrero está ahora dividido en cuatro canchas. Un micrófono instalado en una esquina y conectado a un par de humildes parlantes anuncia los partidos. “División Cadetes: Escuela 20 juega con Treng Treng en cancha 2.” Veimar y su equipo bufan porque tienen que esperar turno. Deciden sentarse a la sombra del ombú.
Mientras tanto, en el centro de la cancha los dos equipos se sientan en ronda. Entre ellos está José Rodríguez, el joven mediador formado en Defensores del Chaco, que aplaude dos veces y dice: “Bueno chicos, es el momento de acordar las reglas”. El 6 de la Escuela 20 propone que los goles de las mujeres valgan doble. Todos asienten. Rodríguez lo anota en una planilla. Los jugadores también coinciden en que los tiros libres serán indirectos y que los laterales pueden hacerse, indistintamente, con la mano o con el pie. Deciden que el arquero puede salir hasta la mitad de la cancha, que habrá cambio de arco a los diez minutos –el partido dura 20– y prohíben las “barridas a los pies” para quitar la pelota. “Cada vez que barremos, terminamos lastimados”, argumenta el arquero de Treng Treng, impulsor de la norma. El único punto que amerita el debate es la cantidad de jugadores por equipo. Mientras que la Escuela 20 propone jugar cinco contra cinco para que haya más espacios y menos choques, Treng Treng prefiere jugar seis contra seis, para que más chicos jueguen más tiempo. Después de argumentaciones y contraargumentaciones se ponen de acuerdo en la primera variante.
“Buscamos que los chicos tengan autonomía, que ellos decidan por sus vidas. Estamos acostumbrados a esperar un salvador. Sobre todo en el conurbano, donde tenés un puntero político cada dos cuadras. Acá se trabaja para aprender a resolver conflictos, a construir consensos y a buscar lo que es mejor para todos”, explica Luciana Ruiz, encargada de Comunicación de Defensores.
El mediador se retira a un costado de la cancha. “Saquen ustedes”, ofrece un jugador de la Escuela 20 y el partido, por fin, comienza. Treng Treng alista a dos mujeres en su equipo que se instalan en la delantera, mientras que su rival tiene una sola que transita por el medio campo con la voluntad y el empuje de un típico cinco picapedrero. “Parece Giunta”, comenta un espectador del Municipio de Morón, que presencia la jornada con la intención de llevar el fútbol callejero a sus pagos.
El partido se hace intenso. Promediando la primera mitad Escuela 20 ya gana 2 a 1. La número 5 voluntariosa no puede quitarle la pelota a un rival que se termina escapando para conquistar el tercer gol. “Forra de mierda, no servís para un carajo”, le recrimina un campañero mientras sacude, fastidioso, sus brazos. Los suplentes del equipo se miran con muecas de disgusto. Intuyen que perderán los puntos que premian el respeto.
El segundo tiempo arranca con tres modificaciones en cada equipo. Pero no cambiará sustancialmente el marcador: 7 a 4 gana la Escuela 20. Pero ése no necesariamente será el resultado final. El equipo que gana en la cancha, recibe tres unidades. Sin embargo, después hay otros cuatro puntos en juego: respeto, solidaridad, participación y cooperación. Los encargados de adjudicarlos son los propios jugadores.
Después del partido, los chicos se derrumban sobre el piso y otra vez arman una ronda con José Rodríguez, el mediador. Esta vez al costado de la cancha. “¿Cómo se sintieron?”, pregunta Rodríguez, casi como una formalidad. Sin embargo, se sorprende con la respuesta que lanza la chica que marcaba con la voluntad de Giunta: “Mal, me sentí mal porque ése me toqueteó todo el partido”, dijo enfurecida mientras señalaba a un rival. El chico se sintió interpelado e intentó una respuesta poco convincente: “Lo que pasa es que ella jugó todo el partido de mala leche, me pegaba patadas todo el tiempo”. Todo hacía parecer que el punto de respeto iría a Treng Treng, pero la chica siguió hablando y empató el partido de los valores: “También me sentí mal cuando mi propio compañero me dijo que no servía para una mmm…”, protestó sin terminar la oración. Finalmente los jugadores acordaron que ningún equipo se merecía recibir puntaje por ese ítem. Después analizaron si los varones les pasaron la pelota a las mujeres, si jugaron todos y si cumplieron las reglas que habían establecido al principio. El partido terminó con 5 puntos (3 por ganar el juego, uno por cooperación y otro por participación) para Escuela 20, contra 3 (uno por participación, otro por solidaridad y uno por cooperación) para Treng Treng.
Arquitectos del propio destino
El micrófono ahora anuncia el partido de El Tanque con Defensores del Chaco. Veimar se vuelve a entusiasmar y arenga a los suyos: Carla Bulacio será la mediadora del partido: “Nosotros sólo preguntamos, aunque sepamos qué pasó en el partido no damos nuestro punto de vista. No podemos decir si los chicos fueron o no respetuosos. Una vez, un equipo presionaba con la mirada para que nadie confesara la falta de solidaridad. Hasta que de tanto preguntar, un chico dijo que no merecían ese punto. Sus compañeros lo reprendieron, le dijeron que se callara. Ahí sí, intervine y les dije que era muy respetable lo que hacía ese chico, que era honesto con los demás y con él mismo”.
Además de mediadora, Carla –de 21 años– juega al fútbol. Admiradora del Ratón Ayala “porque –dice– es muy limpio para quitar la pelota”, juega de marcadora central. El año pasado se convirtió en la única representante argentina en el Mundial de Fútbol Callejero realizado en Berlín, en forma paralela al campeonato organizado por la fifa. A la Argentina no le fue muy bien ni deportiva ni socialmente. Allí hubo un áspero debate con las delegaciones de Europa, Asia y África. Para Legui, aquel torneo se pareció demasiado a la contienda profesional. “Nuestra metodología está bien afiatada en Latinoamérica, pero no en el resto del mundo. Para nosotros, el cumplimento de las reglas que se pactan antes del partido inciden en el resultado, para los demás sólo valía el resultado deportivo. Y eso desvirtúa todo, los aspectos sociales pasan a ser figuritas decorativas con las que nadie se compromete de verdad”, explica Legui. Sin embargo, reconoce que aquel viaje fue una experiencia inolvidable. De allí se trajo el equipo de gimnasia que usa en este momento. Pertenecía a The Peres Institute for Peace y tiene estampada las banderas de Israel y Palestina. En el lugar donde los equipos de Primera suelen llevar el anuncio del sponsor, dice en inglés: “El equipo de la paz”. Es un obsequio del coordinador de un equipo integrado por árabes y judíos.
Legui habla detrás de uno de los arcos, a escasos metros de una construcción de dos pisos que está muy avanzada. Allí estará la guardería maternal que Defensores del Chaco inaugurará el año que viene. “Y para 2010 ya estamos proyectadas la escuela primaria y la secundaria”, se entusiasma el coordinador, que con sus brazos dibuja en el aire las trazas de los futuros edificios. “Será una escuela de gestión social, dirigida por los padres y maestros. Hay que hacerse cargo. Nos dimos cuenta de que para incidir en las políticas públicas había que construir un movimiento político, reencontrándose con las familias, con otras organizaciones”, subraya. Y agrega: “Nos cansamos de resistir, ahora queremos ser felices y construir nuestro propio destino. No es fácil. Los chicos están acá nada más que dos horas, después vuelven al mundo: comen una vez por día y en la escuela donde deberían estudiar, no acceden a la salud. Nosotros les hacemos revisaciones a chicos que jamás fueron a un médico”.
El trabajo de Defensores del Chaco les valió una invitación inesperada. La afa los convocó para participar en los torneos de divisiones inferiores. Aceptaron, pero no fue fácil ingresar a ese mundo ajeno: en los primeros partidos perdieron por goleada. “Nos costó mucho, lo fuimos elaborando como grupo. Sabemos que tenemos objetivos distintos. En el fútbol infantil hay mucha pasión, pero los semilleros buscan ganar a toda costa y cómo hacer plata con los chicos. En River, los pibes de 11 años tienen representante. Pero para incidir en políticas públicas, tenés que interactuar con el otro. Aún en ese marco, ganar a cualquier precio para nosotros no sirve”, asegura Legui, que admite que ya vinieron representantes de los clubes grandes a proponerles a algunos de los jugadores de Defensores que se integren a sus planteles. “Nosotros no le decimos que no a nadie, sólo les advertimos a las familias de qué se trata.”
Veimar tiene ahora los cachetes colorados. Terminó su partido. Empató en valores sociales, pero perdió en la cancha. Sufrió los goles como ninguno de sus compañeros: es el arquero. Pero eso parece historia. Ahora todos bailan al ritmo del Culebrón Timbal. Mientras, el joven que coordina El Tanque se preocupa por juntar todas las remeras, las guarda en la bolsa negra, se la carga al hombro como Papá Noel y desanda otra vez la calle de tierra con baches de asfalto. Detrás van sus compañeros.“El sábado que viene –masculla– habrá revancha”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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