CABA
Arma de diversión masiva
La bomba de tiempo. Un seleccionado de percusionistas se unió para crear una movida que, literalmente, sacude al público. Basado en la improvisación, un lenguaje de señas y la comunión que logran con los devotos seguidores, el método ya hace escuela.
A lgún distraído podría confundir a Santiago Vázquez con un traductor para hipoacúsicos. Parado en medio del escenario no deja de hacer frenéticas señas con sus manos. Pero un detalle rescata al distraído del mal entendido: el hombre está de espaldas al público. Los gestos sólo van destinados a los 17 músicos de La Bomba de Tiempo, una especie de dream team de los percusionistas de Buenos Aires que hace vibrar al Centro Cultural Konex.
Desde hace poco más de un año, esas dos horas de improvisaciones semanales se transforman en un verdadero ritual. Cada lunes a la noche –día en que los teatros suelen estar cerrados– mil cuatrocientas personas se mueven sin cesar en las penumbras de una inmensa sala despojada, donde sólo hay un escenario y unas cuantas columnas de cemento que sirven para sostener el techo y para dejar apoyadas decenas de mochilas. Ni uno solo de los asistentes puede resistirse a la energía que emana de los tambores. Unos bailan con gran despliegue, formando una ronda irregular en una esquina de la sala. Otros prefieren danzar con una pareja, sea propia o armada espontáneamente para la ocasión. Están los que eligen acompañar el ritmo en soledad, meneando la cabeza y los hombros; y también aquellos que mueven las caderas sin pudor. Aun los más tímidos no pueden evitar seguir la música golpeando la planta de los pies contra el piso con sumo disimulo. Cuando La Bomba de Tiempo estalla, nada queda en su lugar.
“Buenos Aires no tenía una tradición de percusión autóctona y convocante. Faltaban grupos que se abrieran a la comunidad y experiencias que pudieran reunir al público con la sola ilusión de bailar, sin importar diferencias sociales, ideológicas o estéticas. Ser parte de la cultura, en vez de meros espectadores o consumidores”, explica Vázquez, creador y director de La Bomba. “Lo que sucede en el público nos afecta –subraya–, el resultado de la improvisación es el producto de la comunicación con la gente. El público es tan parte de La Bomba como lo somos nosotros mismos.”
Entre el público y los músicos se crea un espacio de verdadera comunión, inspirado tal vez en lo que son las escolas do samba de Brasil, o en las comparsas uruguayas. Por eso, Vázquez no define lo que sucede allí como un espectáculo, sino como un acontecimiento. “Se crea un espacio de identidad social, donde la gente va a encontrarse, a bailar junto a otros.”
Vázquez considera que para generar un espacio de estas características era imprescindible crear una música que represente como ninguna otra el lugar y el tiempo donde se desarrolla. “Debía ser una obra genuina y no existe una música que represente mejor el aquí y ahora como la improvisación. No hubiera podido lograrse imitando estilos o simbologías de otras épocas y lugares, tampoco imponiendo un estilo creado en un laboratorio”, dice y agrega: “La improvisación me apasiona, es una práctica fundamental que te obliga a estar despierto, requiere un estado de alerta permanente, y de mucha sensibilidad, porque si uno se duerme deja de haber música”.
El acontecimiento que genera La Bomba es sumamente despojado. En el escenario no existen los juegos de luces, tampoco una escenografía que resalte la puesta en escena, ni siquiera un vestuario que dote de identidad a los percusionistas. Mucho menos hay una composición de personajes. Se trata simplemente de 17 músicos haciendo música. “Es mitad por decisión propia y mitad por imposición de los recursos. Nos interesaba mostrarnos a nosotros mismos, tal cual somos y haciendo lo que nos gusta hacer. Después queríamos que la gente tome el lugar, esa enorme y vieja fábrica, con paredes libres. Era ideal para que corran, bailen, griten, se sienten, se paren, entren y salgan cuando quieran. El público tenía que tener un lugar de expresión que no podía requerir extremo cuidado. Esto no quiere decir que mañana no decidamos desarrollar un concepto escénico. Hoy es una puesta muy cruda y popular, somos lo que se ve”, señala Vázquez.
Dígalo con mímica
Vázquez no es sólo el director del grupo sino también el inventor de un inédito lenguaje de 70 señas que representan el marco conceptual dentro del cual los músicos improvisan. Cada una de ellas funciona como un disparador, pero son los percusionistas los que definen el rumbo de cada tema, que puede ser extremadamente corto o deliciosamente largo (algunos superan los veinte minutos). “Por ahí el director tiene algo en mente cuando realiza una indicación, pero choca con lo que toca el músico y tiene que ir en otra dirección. Hay un ida y vuelta permanente”, confiesa Vázquez, que demoró diez meses desde el momento en que pergeñó la idea hasta que pudo plasmarla. “Lo que posibilita la dirección con señas –explica– es organizar la improvisación de manera clara. Pero en realidad, todo termina en un diálogo constante e imprevisto entre el músico, el director y el público.”
El director de La Bomba había transitado por una experiencia similar –improvisación dirigida mediante señas– cuando creó el Colectivo Eterofónico, una pequeña orquesta que investigaba la armonía y los timbres, inspirada en la obra de Butch Morris, pionero de la conducción improvisada y uno de los principales innovadores en la confluencia del jazz con la música clásica. Pero Vázquez, percusionista al fin, quería probar con el ritmo –“Me faltaba el baile”, cuenta– y por eso soñó con reunir a los mejores percusionistas que conocía.
A todos los invitados los sedujo la idea de tocar en ese seleccionado. Se reunieron por primera vez en el estudio que Vázquez tiene en Palermo, rodeados por todo tipo de tambores, un piano y una computadora. Pero aquel encuentro inicial no empezó como había sido soñado. “En el primer ensayo estaban todos esos músicos maravillosos en mi sala, todos con sus instrumentos esperando que les dijera qué hacer. Y yo no tenía ni una nota escrita para que ellos tocaran. Hicimos el primer intento de improvisación, como para romper el hielo –sin siquiera hablar todavía de señas– y el resultado fue catastrófico. Por unos minutos pensé que todo había sido un gran error.”
Tratando de no mostrar su desánimo, el director comenzó a explicar tres señas básicas. Con sólo esos elementos, el grupo empezó a improvisar de nuevo. Hacia el final del ensayo, la desazón había trocado en entusiasmo. En cada encuentro Vázquez proponía una nueva seña y el resto de los músicos se la iba apropiando. “El lenguaje grupal tardó en desarrollarse, porque para una construcción colectiva se requiere elaborar un código compartido. Al principio, no sabíamos bien qué implicaba tocar todos juntos”, reflexiona el director.
Tras dos meses de prácticas, decidieron abrir los ensayos al público. Para la propia sorpresa, esos encuentros se convirtieron en grandes bailes colectivos que comenzaron a transformarse en liturgia. Cuatrocientas personas seguían al grupo todas las semanas. El primer show oficial se planeó para mayo del año pasado, pero –efecto Cromañón mediante– tuvo que postergarse porque nunca llegaron los inspectores que debían habilitar el lugar.
El semillero
Como consecuencia de la convocatoria, el grupo decidió fundar su propia escuela donde entrenan en ese arte que dieron en llamar “improvisación consciente”. Ciento cuarenta alumnos asisten semanalmente a ese galpón ferroviario ubicado en Yerbal y Donato Álvarez que sirve, además, como centro de investigación y experimentación.
Esos alumnos se reúnen los lunes en el Konex, una hora antes del espectáculo, y hacen las veces de teloneros. Arman un círculo debajo del escenario y comienzan a batir tambores, dirigidos por las señas que hace alguno de ellos. A medida que el público llega, va entrando en clima con la previa. “La idea es que haya varios grupos expandiendo la movida, que pueda seguir viva más allá de nosotros”, argumenta Vázquez. Con modestia, dice que no inventó nada, a lo sumo conectó cosas que ya existían. “Los inventos siempre unen elementos preexistentes”, define. Sobre el escenario, los músicos parecen imbuidos con esa misma filosofía. “El percusionista está acostumbrado a ser el único de su especie en un grupo. Acá, en cambio, cada uno tiene que aportar un ladrillito para armar un todo. Y se da naturalmente, porque disfrutamos mucho de lo que hacemos. Hay respeto y admiración mutua. Si cada uno tuviera la necesidad de mostrar todo lo que es capaz de hacer, se haría muy difícil trabajar con el otro”, advierte Vázquez.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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