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Milonga de libertad
Tango queerido, el documental. Lili Furió es la directora de este registro que en diferentes ciudades del mundo capta el significado político y social de cambiar de roles para bailar. Por María del Carmen Varela.
El tango transpira pasión, dos universos corporales que se entregan, mientras dure el abrazo. En la milonga tradicional, el hombre dirige los movimientos y la mujer se deja guiar. Pero siempre que hay una regla, también late la posibilidad de romper el mandato. Que no influya la orientación sexual en la decisión de bailar, que no haya un rol masculino y uno femenino, sino hacerlo con quien sientas afinidad y ganas. Y bailar. Así nació el documental Tango Queerido, dirigido por Liliana Furió y que sucede también en otras ciudades como Montevideo, Barcelona, Nueva York, México, París, Roma, Berlín, Hamburgo, Copenhague, La Haya, Moscú, San Petersburgo y Estambul, en donde se toman clases de tango, se arman milongas y se organizan festivales anuales.
Durante casi siete años Lili filmó con cuatro cámaras diferentes en milongas queer y entrevistó a distintos referentes. Su intención originaria era retratar sólo el ámbito local por una cuestión de recursos, pero gracias a una circunstancia azarosa surgió la posibilidad de viajar con su cámara a otros lugares del mundo donde pudo ampliar el relato de su tercera película como realizadora: “Desde lo técnico tengo que confesar que dejo mucho que desear, me fui formando de manera muy ecléctica, hice una carrera de televisión comunitaria y un curso de realización documental en el Centro Cultural Rojas, mientras iba filmando”.
Lili entrevistó a Magali Saikin, autora del libro Tango y género: identidades y roles sexuales en el tango argentino y docente en Passau, Alemania: “El libro analiza el lugar de la mujer en el tango preguntándose si los dos roles son equidistantes. Pero eso dejó de ser lo más importante en mi búsqueda cuando encontré que lo que realmente estuvo oculto varias décadas es la huella homosexual en el tango. Me topé con esta huella buscando otras cosas y se convirtió en el capítulo más importante y lo que, de alguna manera, lo caracteriza. No era fácil encontrarla: la hallé en los libros de psiquiatría y criminología porque en ese tiempo la homosexualidad era considerada una enfermedad”.
Rusia, Turquía y acá nomás
En 2001, durante un Festival de Tango Queer en Alemania, Magali le insiste al bailarín de tango Augusto Balizano para que arme una milonga gay en Buenos Aires. “Y era muy difícil: por más gay que uno fuera, se bailaba con mujeres”. Sin embargo, se animó y creó La Marshall, la primera milonga porteña abierta al público LGBT. Por su parte, la bailarina y escritora Mariana Docampo, formó otro espacio de tango queer. Ambos fueron conectados por Magali, quien les sugirió la idea de organizar juntos un festival en Buenos Aires. Desde hace diez años, el Festival de Tango Queer sucede en esta ciudad y convoca a amantes del tango de todo el mundo.
En su recorrido fílmico, Lili viajó al 1° Festival de San Petersburgo, en septiembre de 2014, momento en el cual el gobierno ruso sancionó una ley que prohibía difundir cualquier actividad de la comunidad LGBT.
En junio de 2015 hubo una represión homofóbica en Turquía. Lili también viajó a Estambul durante cinco días para capturar imágenes. Así, el profesor Faysal Tekoglu, dice en el documental: “Para mí el tango queer siempre es un acto político porque significa resistir el sistema tradicional y mostrar que uno está del otro lado”.
¿Por qué tango queer? Lili: “Hay una teoría detrás de esto. Es romper con los mandatos estereotipados patriarcales y disputar la construcción de los géneros. El nombre se lo debemos a la alemana Ute Walter, que se dio cuenta de esta herramienta y la llamó tango queer”.
Lili también logró romper los mandatos que la ataron durante parte de su vida. Provenía de una familia tradicional: se casó, tuvo tres hijas y, tras once años de matrimonio, decidió romper cadenas. “El tango queer fue parte de ese proceso, de ir descubriendo que había otras propuestas, otras maneras de ver el mundo, saber que no era una loca pecadora y poder despojarme de esas ataduras horribles, arcaicas. Fue reafirmarme desde otro lugar, que para el sector de la sociedad del que yo venía, representaba algo bastante tabú. Ni por casualidad pensaba bailar tango, si bien me parecía maravilloso, pensaba que era para gente mayor. Además tenía ese machismo tan marcado”. Hasta que un día entró a la Casa del Encuentro, donde estaba militando en un espacio de lesbianas feministas y se encontró con la propuesta del tango queer. Así que empezó a ir a las clases de Mariana Docampo, que se convirtió en su profesora y amiga. “El tango es una danza única, me gusta bailar salsa, rock, pero el tango tiene un valor agregado, tanto por la riqueza musical, como en ese abrazo que no lo tiene ninguna otra danza. Quedé prendada de la propuesta y no me fui nunca más”.
Hacer lo que tuviera ganas y no cualquier cosa para pagar la olla fue otra decisión importante que tomó: se encaminó hacia la realización documental y el acompañamiento terapéutico a personas con capacidades diferentes a través de la danzaterapia. Trabajó en una fundación para chicos con discapacidad mental y elaboró allí su primer documental. “Fue una sorpresa gratísima encontrarme con ese mundo de gente y quise retratarlo. Así nació Mucho para dar, donde le doy voz a varios de estos chicos y chicas y a sus familias. Después ya estaba transitando el tema de la danzaterapia con personas con discapacidad motriz y mi segundo documental fue Todos podemos bailar, donde cuento la historia de una pope de la danza integradora: Susana González Gonz”.
Amores
Hace cuatro años fue a una milonga poblada de extranjeros. Una mujer alta la miró y cabeceó. Así conoció a Julie August, la bellísima alemana con la que se casó en Buenos Aires y en Berlín. “Empecé a viajar y ahí se amplió el relato de esta película, que lo más rico que tiene es cómo todo un colectivo global LGBTI encuentra en el tango un lugar de expresión, de contención y afianzamiento político. Venimos de una cultura homofóbica y lesbofóbica. En San Petersburgo y Estambul esa discriminación es política de Estado. Acá hay dos milongas que echan a las personas del mismo sexo que bailan juntas. Te dicen que esas son las reglas y que si no te gusta, te vas. Hay hasta cartelitos colgados”.
¿Dónde transcurre la movida de tango queer? Mariana Docampo organiza la milonga en Perú 571, los martes. Augusto Balizano lleva adelante La Marshall, en El Beso, en Riobamba 416, los viernes. Los Laureles es un bodegón en Iriarte 2290, en el barrio de Barracas con milonga y shows todas las semanas. La Domilona, que funciona en un antiguo edificio en Avenida Independencia 572. La placita del pañuelo blanco, en Plaza Dorrego, San Telmo, organizada por Pedro Benavente desde hace 25 años, está resistiendo para conservar el espacio. “Incluso en milongas muy tradicionales, hay ahora una apertura y respeto por otras maneras de interpretar la danza, que en realidad es la misma: el tango es sentir”.
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Ladremos
Un año de macrismo. Eso que llamamos macrismo, visto desde abajo, no existe. Es la propuesta de esta mirada que pretende echarle fuego a la leña: qué hicimos y qué dejamos hacer para que nos metan el perro. Por Pablo Marchetti.
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Lavando noticias
Un análisis de lo publicado en los medios sobre los Panamá Papers. El Consorcio de Periodismo de Investigación Autogestivo (CPIA) conformado por lavaca -editora de la revista MU- Tiempo Argentino y la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina presenta su primer informe. Es el capítulo dedicado a analizar qué fuentes se pueden identificar en las notas editadas sobre lo que fue llamado Panamá Papers. Se analizaron 493 artículos publicados en medios de todo el país. Las conclusiones.
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