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El cuerpo habla
Federica Folco, bailarina y docente. Teoría escrita con y desde el cuerpo. Eso resume el pensamiento de esta intelectual que desde la danza contemporánea y el tango piensa la época. Por Lucía Aíta.
¿Qué es pensar con el cuerpo? La respuesta es un nombre propio y es de mujer: Federica Folco. Es la que ahora entra y se sienta a una mesa del bar con la postura más perfecta y relajada que vi en mi vida. Me mira fijo a los ojos casi sin pestañear y guía la conversación con su tonada uruguaya cálida y pausada. Federica es bailarina, docente, activista e investigadora de danza contemporánea y para ella el baile es una forma de vivir: respira con ritmo y piensa con los sentidos. “Esto que estamos haciendo tú y yo aquí también tiene que ver con la danza”, dice Federica con una sonrisa. “Los encuentros como este tienen que ver con cómo yo entiendo estar con el otro. Y la danza puede ser muchas cosas, pero sobre todo es una posibilidad”.
Federica no piensa ni baila sola. Es parte de dos colectivos uruguayos: Periférico Tango e Insurrección de lo Sensible. En el primero, se sumerge en el tango como herramienta de transformación social. En el segundo, relaciona el movimiento del cuerpo con teorías de la filosofía, el lenguaje, la comunidad y la política. En la interconexión entre ambos espacios encuentra su pasión: romper el sentido común que moldea nuestros cuerpos.
Milonga del abrazo
Federica fundó Periférico junto a varios compañeros en 2008. La primera obra del colectivo fue el resultado de un proceso de deconstrucción de la danza del tango que les llevó un año y medio. Desde entonces no paran de articular obras, talleres y crear milongas en escuelas y espacios públicos. Federica usa el vínculo, el movimiento y el afecto como trabajo político y comunitario en todo Uruguay y a nivel internacional.
¿Por qué eligieron el tango? “El tango tiene una potencia subversiva que para mí no tiene ninguna otra danza”, dice Federica sin dudar, y habla del afecto como motor y el abrazo como potencia para poner en cuestión jerarquías y poderes de todo tipo: “Poner frente a frente, pegados, casi sin moverse y durante tres minutos, a dos cuerpos desconocidos hoy es casi un milagro. Abrazarse con un desconocido es una situación de afecto que tiene una potencia única. El tango tiene esa posibilidad. Además, es un abrazo en el que no importa tú clase social ni de dónde sos ni qué edad tenés. Esa mezcla de clases, géneros y edades en el encuentro con el otro me resulta subversiva porque permite repensarnos”.
Señala Federica: “En las danzas contemporáneas y académicas el virtuosismo está en resolver las cosas solo. Si a un bailarín de tango le pedís que haga algo solo, no puede. No tiene conocimientos ahí. Su conocimiento es siempre con el otro. Ahí tiene su capacidad de construir.”Dice, también, que el tango es una danza necesariamente colectiva: su metodología se basa en que la gente empiece a moverse y a transitar el movimiento poniendo su atención en el encuentro con el otro y no en la forma del baile.
Mientras el mercado del tango hace foco en el virtuosismo, Federica pone su atención en la experimentación de cada cuerpo. Mientras la danza moderna pone su eje en la habilidad y la perfección, Federica define el error como una posibilidad más de experimentación. “La danza puede ser muchas cosas. Puede ser el caño de Tinelli. La danza puede reafirmar valores que tienen que ver con la modernidad. Por ejemplo, tratar el cuerpo como un objeto que nosotros manipulamos. O no. La idea es replantearse el encuentro con el cuerpo de uno mismo y desarmar esas ideas de perfección. Eso depende mucho también de quién dirige una práctica de movimiento y para qué”.
Y agrega: “Con Periférico buscamos tener una atención más liviana en las formas y los pasos. No enajenarnos en si sale bien o mal. Si realmente te enfocás en que estás tocando otro cuerpo en vez de no equivocarte, pasan cosas distintas. Para eso también hay que habilitar que el error no es algo malo. El error es parte de la vida y a partir de ese error pueden aparecer, por ejemplo, nuevas formas de movimiento”.
Erótica del movimiento
Federica habla de otro aspecto fuerte del tango que sostiene sobre todo en sus obras escénicas. Ella se mueve desde la sangre del corazón tanguero: el erotismo. “Cuando comenzamos a trabajar nos dimos cuenta de que el tango que nosotros heredamos estaba atravesado por lo que estaba sucediendo en Argentina, donde el tango es una marca país y un gran negocio. Eso implica cosas distintas a lo que sucede en Uruguay. Ahí pensamos que nosotros no teníamos la misma sensibilidad y teníamos que buscar la nuestra. Cuando nos hicimos la pregunta de por qué nos gustaba tanto el tango, apareció como respuesta la potencia erótica. En las obras trabajamos mucho con eso desde lo sonoro y lo sensorial”.
Resalta que no usa la atracción sexual del tango para hablar de un pasado nostálgico, que ya fue, sino para conmover y reflejar la época actual.
Al tocar el tema del tono sensual de la danza, Federica cuenta que el colectivo trabaja desde un comienzo con los roles de tango realmente cruzados para poner en cuestión la función según los sexos. Cualquiera puede bailar con cualquiera y elegir qué rol se quiere asumir. “Es interesante habilitarnos a poder estar en diferentes roles porque significa una elección. No significa pasar de no guiar nunca a guiar siempre. Lo interesante es estar en diferentes roles y pensar qué quiero hacer. La idea es que si hay una mujer que un día quiere que el hombre la lleve, pueda hacerlo. Y si tiene ganas de llevar ella, también. Es nuevamente habilitarnos otras posibilidades. Es bello cerrar los ojos y que te lleven por la pista si es tu deseo, pero no lo es si lo hacés solo porque no hay más remedio”.
Mover la sensibilidad
Insurrección de lo Sensible es el nombre del otro grupo en el que participa Federica. Y el título le queda a medida. Parte de la idea de que estamos todos atravesados por vectores. Es decir, estamos atrapados por una red de sentidos que antecede nuestros cuerpos y por eso hacemos ciertas acciones sin ponerlas en cuestión.“Hay muchos patrones de comportamiento que ya están determinados cuando salimos a la calle. La tarea del grupo es trabajar con la de-significación: sacarles sentido a las cosas que hacemos todos los días”.
Otra idea potente: subraya al lenguaje como un gran domesticador de cuerpos: “El lenguaje en esta sociedad se lleva mucha atención, es muy patriarcal y dominante. Es un lenguaje que necesita nombrar todo y cuanto más sepamos y conozcamos todo, mejor. Yo busco prácticas que me permitan habitar otras experiencias del ser y tener otra relación con ese lenguaje”.
Federica cita la charla que el científico Miguel Benasayag brindó en el congreso Escena Política para explicar la complejidad y profundidad de su búsqueda: “Benasayag habló de experiencias a-significantes. Son las acciones para las que no tenemos palabras. Yo busco poner esas prácticas a-significantes en relevancia para alcanzar una mayor emancipación del cuerpo frente a la domesticación en la que vivimos”.
Federica da dos ejemplos claros y concisos de lo que todavía nos cuesta abarcar con palabras: el sexo y la mirada. “El sexo es un espacio donde aparecen el afecto y los sentidos, y muchas veces, cada vez menos, no lo podemos nombrar. Otro ejemplo es la mirada. En una mirada sostenida hay mucho que no podemos describir con palabras. Son prácticas que están ocultas detrás de ese lenguaje que está organizando y nombrando todo lo que ve. Vivimos en una sociedad que atiende a determinadas lógicas y pierde de vista otras. La intención es poder ver profundizando otros sentidos lo que no está en el centro de atención”.
Federica advierte que cuestionar el lenguaje no significa para nada dejar de hablar: “Para reivindicar el cuerpo en la danza muchas veces huimos del lenguaje y hacemos una especie de negación, pero sigue operando de distintas maneras si no lo atendemos. No se trata de no hablar: eso sería horrible. El lenguaje puede ser una herramienta hermosa. La idea es llegar a un equilibrio que nos permita escapar de la domesticación”.
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