CABA
El loco de la azotea: Carlos Briganti, el reciclador
Construyó una huerta agroecológica en la terraza de su PH en Chacarita. No invierte un peso porque todo lo recicla de la calle. Editó un libro en el que cuenta cómo se hace. Cómo ganar tiempo, salud y alimentos sanos en medio del caos urbano y extractivo. Por Lucas Pedulla
«Esta es una huerta autosustentable en medio del cemento de Chacarita”, dice Carlos Briganti, conocido como “el reciclador”, mientras sube a su terraza de 60 metros cuadrados a unas pocas cuadras de la estación Lacroze, Buenos Aires. Desde allí, lo que se escucha impacta menos de lo que se ve: hay morrones y cebollas que salen entrelazadas de tachos de pintura, lombrices californianas que trabajan humus en enormes recipientes llenos de restos orgánicos que cualquiera llamaría basura, y un banano que florece desde dos neumáticos.
Sí, desde dos neumáticos.
“Son muy buenos para hacer macetas”, explica Carlos. “Primero, porque no pesan. Y segundo, las podemos poner bajo el sol porque los rayos UV no las comen. A esos tachos de plástico, de donde ves que salen acelgas y zanahorias, sí. Te duran 5 años: primero se les rompe la manija, después la solapa y luego se destruye. Con la cubierta, no: puede impactar una bomba atómica, vos desaparecés, pero la cubierta queda. ¿Qué quiere decir eso? Que es la mejor opción que hay para plantar lo que quieras. Un recipiente en un supermercado no baja de 700 pesos. Esto es gratis: me lo da la calle”.
El sistema parece sencillo: la planta sale perfecta desde dos neumáticos apilados. “La goma de arriba está vacía, pero me protege del viento. Hacés una barrera”.
¿Y ahí también tirás las semillas que comprás?
No necesito comprar semillas: las produzco yo mismo.
Ok.
Con ustedes, el loco de la azotea.
La verdad de la batata
arlos Briganti tiene 55 años, es uruguayo y hace 35 que reside en este PH de Chacarita. Nació en Montevideo y se crió en una zona casi sububurbana. Hizo su primera huerta en la escuela, de adolescente fue “un chacarero con tractor”, y luego viajó a Buenos Aires: de la hectárea del campo pasó al cemento porteño. Cambió de oficio. “Me dediqué a todo lo que tiene que ver con la construcción. Soy plomero”, se define.
En 2010 empezó a dar clases de plomería a mujeres en el Sindicato de Aguas Argentinas. Allí enseña los jueves, y los martes dicta electricidad. Pero también tiene sus clientes personales que cuida hace más de 30 años porque -dice- sólo de la docencia no puede vivir. “Igual a esta edad no tengo obligación de hacer nada que no me guste. Enseño plomería con pasión. Dar clases es muy gratificante. Y esta es una batalla que ahora hay que dar en la ciudad”.
La historia indica que la batalla arrancó cuando dos de sus cuatro hijos le comunicaron que se harían veganos. “A partir de los saberes que tenía comencé por mostrarles un camino diferente, y el ejemplo concreto es lo mejor que uno puede hacer: empecé a plantar”.
Carlos dice que, en realidad, ese motivo fue una excusa. “Yo vengo del campo, de esa impronta. Mi primera herramienta fue un caballo y un arado. Y mis primeros conocimientos fueron ancestrales. Por eso, uno empieza a decirles a sus hijos: ‘No comas esto porque está fumigado’. Yo iba a la verdulería y me peleaba porque sabía que la batata que me vendían no era fresca. Lo que pasó acá es que se alinearon los planetas. Cuando uno tiene un discurso progresista y quiere cambiar el paradigma, como dice Vandana Shiva, primero tenés que producir tu propio alimento”.
El campo de batalla de Carlos fue su terraza.
El método Briganti
mpezó a estudiar. El agricultor y filósofo japonés Masanobu Fukuoka fue uno de sus principales inspiradores: dentro de la permacultura ideó un sistema de cultivo llamado “agricultura natural” que consiste en reproducir las condiciones naturales de forma tan fiel como sea posible. Carlos lo explica con paciencia oriental y método docente: “Inventó un sistema de producción basado en el desorden y en la mezcla. Acá todas las especies conviven: zanahoria y un limonero. Diente de león, abas, apios, puerros. Zapallo y acelga. Todo mezclado. ¿Qué puede pasar? Que alguna verdura no prospere, entonces la saco y la pongo en una de las diez composteras de 200 litros que tengo. ¿Qué son? Todo el material que me sobra, el excedente de la huerta, va a estos recipientes. Yo fundé el club de compostaje: la gente me trae los tachos de 20 de residuos orgánicos”.
Como si esta entrevista formara parte de un guión previo, Carlos se detiene porque desde la terraza de al lado lo llama un vecino que tiene un tacho en la mano. A Carlos se le ilumina la cara y le agradece con una sonrisa. Abre la tapa y enseña: “Todo esto es orgánico: acá ves café, yerba, cáscaras de fruta y verdura. Todo lo pongo en estos tachos”. Los abre: están llenos de lombrices. “¿Las ves? Hay caracoles, babosas. Acá hay vida. Y todas están trabajando y comiendo. Cuando la compostera se llena, sigue el proceso”.
Carlos agarra esos residuos con las dos manos. Las lombrices bailan entre sus dedos. “Es humus de lombriz sin pasar por el servidor. Todo esto es comida que vos tirás todos los días. Las millones de personas de la Ciudad tiran miles de millones de kilos de basura, pero no saben que esto después pasa por un tamiz y podés sacar hasta 140 kilos de humus. Todo de acá y sólo en seis meses. ¿Para qué? Ahí ves nabos, acelgas, espinacas, arvejas, remolachas, rabanitos. Todo el tiempo hay producción de algo”.
Todo el tiempo hay vida.
Y las lombrices siguen bailando. “Este es el sustrato que yo trabajo después para la tierra”, dice Carlos y muestra otro tacho lleno de cebollas de verdeo que plantó al rescatar lo que tiraba el verdulero del barrio. Muestra la tierra. Su tierra. Apoya un dedo que se hunde: la tierra se regenera como si fuera un colchón. “Ves que es homogénea, esponjosa. Ya tiene incorporadoel humus. Tiene resaca de río o viruta quemada, todos elementos llenos de nutrientes. Es comida abundante para que esto florezca”.
Carlos pide que se lo siga para mostrar uno de los elementos para tamizar. “Es un sistema holandés”, dice serio. Y muestra una tapa de ventilador que sacó de la calle: “Pasa que si digo que es un sistema europeo, la gente te respeta”. Y sigue: “Para mí esto es oro en polvo. Yo después hago biofertilizante porque lo cuelo. Y todo lo junto de la calle. La calle me brinda todo esto. Acá no hay un mango invertido: es todo de afuera. Todo oro. Todo sirve. Este es mi sistema. Soberanía alimentaria es reciclar todo esto”.
Dispersar el poder
Explica qué es la soberanía. “No necesito comprar semilla. El que tiene el poder de la semilla tiene el poder de la alimentación. Por eso las grandes compañías como Monsanto, Bayer o Syngenta aprovechan para ser dueños. Esta terraza es subversiva, y si se enteran me mandan un helicóptero y chau, me van a pedir licencia. ¿Para qué? ¿Para plantar? Otros te dicen que la soberanía no es fácil. Pero lo es. El humus de lombriz está hecho con lo que vos comés. Esto cambia el mundo. No necesita fertilizante. ¿Y cuál es el secreto? Desparramar. Tirar las semillas allí. Y eso sigue produciendo. Esto es revolucionario. Cambiás el paradigma. Si en aquel edificio de enfrente pusieran un limonero de acodo en un tachito de 20, otra sería la historia. ¿Por qué no lo ponen? Mirá esas antenas que tienen. Las naturalizan. No tienen miedo que se les caiga en la cabeza, pero sí de un limón. Mirá todas esas terrazas y balcones: nadie pone nada. Todos son dependientes de algo: eso es lo que genera este sistema”.
Carlos sintetizó sus conocimientos en un libro de 60 páginas que tituló Una huerta en mi terraza. “A los mercados populares, a las radios comunitarias, a las cooperativas de trabajo, a las fábricas recuperadas, a los millones de locos que quieren cambiar el mundo”, escribe en la dedicatoria. Luego, comparte sus saberes: el análisis de la superficie y la luz solar. Los contenedores ideales. Las herramientas. La distancia de los cultivos. Los ciclos de la luna para sabér qué sembrar y cuándo. Métodos de riego. Y más.
Carlos no vende sus semillas, su tierra, sus cultivos: los vecinos vienen a tocarle el timbre a pedirle cosas. También va a dar charlas donde lo inviten y en ferias como las de la Facultad de Agronomía. Lo único que vende es su libro para poder sostenerlas.
¿Por qué lo hizo?
Este es un camino al éxito. Una de las conclusiones es que es realmente fácil. No hay excusas para no empezar a hacer una huerta. Lo primero que tenés que hacer es compostar, aunque vivas en un monoambiente. ¿Es inviable? Yo lo hago en 60 m2. ¿No tenés plata? Es gratis, sale de lo que comés. ¿No tenés tiempo? Y bueno: la gente te corre con que no tiene tiempo. ¿Para qué? ¿Qué hacen que es tan importante? ¿Qué pasa si lo hiciéramos en cada comuna? Pasa que ellos saben que la basura es un tesoro invaluable y de ahí hacen un negocio. ¿Pero si hubiera 100 locos como yo? Logré que vecino por medio composte, pero antes te miraban como un enfermo. Ahora vienen y me regalan bolsas de bosta porque las utilizo: es el mejor regalo que pueden hacerme.
Usted cuenta que le ofrecieron ir al campo a producir. ¿Por qué no aceptó volver?
Porque es una postura beligerante ante una sociedad que no me gusta, que es consumista. Y es un sistema que trabaja para que pocos vivan bien y muchos vivan mal. Tenemos que saber que lo nuestro no es darwiniano. El mérito personal es mentira. De nuevo al método Fukuoka: nos tenemos que asociar. El ser humano creció asociándose. ¿Por qué no fui al campo? Porque la lucha hay que darla acá. Yo acá demuestro que tengo un limonero en un tacho y que se puede. Y no tengo ni patio: es un PH. Ahí te salen con que no tienen tiempo. Hoy parece ser el gran problema de la humanidad: no tenemos tiempo. La pregunta es para qué. La mayoría son cosas materiales. Yo tampoco tengo tiempo. Por eso, el tiempo lo hago yo. Y lo mido en placer.
El martilleo
¿Qué es la agroecología según Carlos Briganti?
Es el contacto con las plantas sin alterar su habitat. Respetándolas. Y observando cómo la naturaleza va produciendo sola su propio camino. A veces la gente dice que hay que arrancar el yuyo. No, salí: la naturaleza no te necesita. La tierra tendría que estar inmaculada, no agredida como lo estamos haciendo con agrotóxicos y fumigaciones. Pero un grupo de mujeres pudo echar a Monsanto de Córdoba, y ejemplos como ese demuestran que no se necesita un gran número de personas para cambiar las cosas. Mi lugar de batalla es este y es conciente. Practiquemos la agroecología en los techos. Nos llenamos la boca hablando de agroecología: bueno, vayamos a los hechos.
Carlos dice que no quiere este mundo para sus hijos y sus nietos. “No me gusta. ¿Cómo lo cambio? Así. Algunos se ríen: dicen que no hago la revolución. Yo digo que sí. El martilleo constante y sistemático sobre las conciencias termina por contagiar algo. Te cae la ficha. Ya es revolucionario no producir basura. Hay que reeducar a las próximas generaciones. Mis alumnos de plomería vienen a compostar. Eduardo Galeano decía: pequeños actos en pequeños lugares con pequeñas personas pueden cambiar el mundo. Es esto”.
Esto es, ni más ni menos, su huerta autosustentable en medio del cemento de Chacarita.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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