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Realismo mágico

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 Su nombre comenzó a escucharse a mediados de los noventa con Porco, una banda hardcore que encarnaba la decadencia de esos años. Un día se quedó sin voz en el medio de un recital y decidió dejar la música. Estudió Historia, se recibió, y hasta publicó su tesis sobre Rosas. Siete años después de aquel incidente, cuando el retiro de los escenarios parecía definitivo, volvió para quedarse. Hoy, con tres discos editados y otros tres en camino, asegura: “No trabajo para ser disco del año, sino para ser disco del milenio”.

Realismo mágico

La crónica comienza en el Parque Avellaneda, el mediodía del 24 de marzo. Dos detalles significativos para este cantautor de treinta y pico que llega puntual, de remera negra y jeans, y con las manos vacías. La fecha y el lugar lo arrastran a su infancia. “Nací y crecí en Mataderos, y este parque tiene mucho que ver con mi infancia y adolescencia. Nací en una casa y en una familia sumamente influenciada por dos patas que fueron definitorias para mi cultura. Mi papá tenía dos trabajos: a la mañana era jefe de personal del frigorífico Lisandro de la Torre y por la tarde y noche, era gerente del club Nueva Chicago. Mataderos entra por dos lugares determinantes: la cuestión social y sindical por un lado y por otro, la cuestión deportiva. Mi casa era permanentemente visitada por cuestiones tan frívolas como ver qué jugador entraba o salía del equipo, o tan comprometidas como un compañero secuestrado o desaparecido cuando llegó esa época”, recuerda. Su hermano mayor profundizó la mezcla: estuvo un tiempo desaparecido, y además jugó en la primera de Chicago.
Gabo le escapó al fútbol. A los cinco años los Reyes Magos le trajeron una guitarra y él empezó a componer canciones antes que a estudiar. “Mi hermano tenía una discoteca con Moris, Pedro y Pablo, Lito Nebbia, Roque Narvaja, Almendra, Pescado Rabioso. Eran discos que él estaba desatendiendo en ese momento de su adolescencia y que yo me apropié. Los escuchaba, junto con esos infantiles que te cuentan cuento: ponía treinta minutos de Moris y después, Caperucita Roja. Ahí se metía lo imaginario, los personajes con la fantasía. Y yo fui la resultante de todo eso, una especie de neo-realismo mágico”, se define. Después vinieron las clases particulares con la típica profesora de barrio, el coro de niños, y la secundaria, donde se cruzaron el tecno, el pop, algún perfume pasado de moda de los setenta, y los jopos engelados. Gabo empezó a reconocer el surgimiento del deseo, y Porco fue la resultante de ese despertar. “Porco tuvo que ver con un ejercer la política del deseo, un ciudadano del eros, un ciudadano de la práctica del deseo. Tanto tiempo que no se pudo hablar de esto… ahora hablamos de esto. La idea era ver la política desde ahí”.

La historia y la Historia
¿Y qué come la máquina monetaria para transformarlo en mierda?
Se come la espontaneidad, la vida,
la juventud, la belleza, y, sobre todo,
se come la capacidad de crear.
Come calidad y caga cantidad.

William Burroughs, El trabajo

En 1997 Porco estaba tocando en una de las salas del hotel Bauen. Mientras cantaba, Gabo se quedó sin voz. Literalmente mudo. Dejó el micrófono en el suelo, se bajó del escenario, y no quiso saber nada más con la música. “Yo me había comido -como tantos y tantas que aún hoy lo creen- que el proceso natural después del disfrute de conocerte con alguien, componer y tocar, era que el disco tenía que salir por un sello discográfico. Había que tocar en tal o cual festival, siendo soporte de tal o cual, si no lo otro no podía seguir sucediendo. No me había dado cuenta que lo otro podía seguir sucediendo tranquilamente. Puede parecer una verdad pelotuda, pero para mí no lo era. Ahora veo que para mucha gente tampoco lo es; y lo que es más grave aún, que hay mucha gente que desea que esto suceda, gente que desarrolla su obra para ponerle la etiqueta de una multinacional a la contraportada de su disco. A mi no me interesa. Si para hacer música hay que atravesar esto, yo me voy a estudiar Historia”. Y así fue. Se anotó en la Universidad de Buenos Aires, completó la carrera, y hasta hizo una maestría sobre Rosas. “Tenía una cantidad de documentos que me demostraban de una manera científica que, según el discurso anti-rosista, él era un vampiro y me dije ‘esto hay que escribirlo’”. La tesis tuvo una mención honorífica del Fondo Nacional de las Artes para ser editada, y lo mismo hará la editorial Marea. Mientras tanto, Gabo planea una novela con ese material. “Era mi recreo mientras escribía mi tesis. La tengo a medio terminar porque es muy pretenciosa. Hasta tenía un capítulo completo escrito en francés, un delirio”, comenta riéndose de él mismo.
Pero la historia no termina allí. En un congreso se reencuentra con viejos amigos que le insisten para que vuelva a tocar, especialmente Ariel Minimal y Flopa. Gabo accede y a mediados de 2004 vuelve a los escenarios en un formato más austero: guitarra y voz. “Me parecía una quijotada al comienzo, que no le iba a interesar a nadie. Pero se generó una cosa tan inédita que decido grabar”.
Canciones que un hombre no debería cantar fue el título de ese primer disco solista, al que le siguieron, con una frecuencia de uno por año, Todo lo sólido se desvanece en el aire, y Mañana no debe seguir siendo esto. Con un impulso renovado (y renovador), Gabo decidió dejar de lado los fantasmas de la industria musical y concentrarse en componer sus canciones. “Cuando volví en el 2004 me dije ‘esta es la única compañía que voy a tener’”. Era la guitarra.
Quizás sea su propia historia la que lo llevó a esa postura que, para muchos, roza el extremo. Él edita sus propios discos y se encarga de la distribución; tiene una manager con la que gestionan las fechas y organiza las giras, tanto dentro del país como en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, y no sorprende a nadie verlo llegar a sus recitales con el bolso cargado de discos para vender. Pero Gabo no se regodea en la idea de ser un outsider; más bien le responde a los popes de las multinacionales que quieren tenerlo entre sus filas –y a quienes él se encarga de rechazar sistemáticamente- en los mismos términos de la industria musical. “En mis propios términos de éxito, que son los de un artista, me siento mega exitoso. Puedo tocar y va gente. Puedo tocar en cualquier formato y va gente. Soy muy respetado por mis pares. Me odia a mí y odia mi música gente que no merece mi respeto. Eso es tan importante como que te quiera la gente que vos respetás. Y los que me odian son tan pocos y tan miserables que ni siquiera pueden enfrentar su propia imagen en el espejo. ‘¿Por qué te va bien?, si te retiraste y no volvías más’… Entonces yo vuelvo, trabajo de manera honesta y me va bárbaro. Hasta en términos industriales me va bárbaro, porque yo vendo muchos discos. Vendo muchos discos en los shows, y también en Musimundo. Pero yo voy con mis discos a los shows, y pongo la mesita para venderlos, cosa que espero poder hacer siempre”.

¿Cosa de mujeres?
Porco era una banda que desafiaba la postura machista y heterosexista de una buena porción del hardcore. La cuestión del género y la cuestión gay son temas que a Gabo, por momentos, parecen sacarle el sueño. Cuando le pregunto si existe el rock femenino, no duda: “Si hay un rock femenino yo puedo estar inscripto dentro de esa sensibilidad”. Y continúa: “Leí el otro día que alguien decía que a las chicas les falta una Spinetta o una Charly. Yo me pongo en sus zapatos o en sus sandalias, y la verdad que me resulta ofensivo, sobre todo porque se les da más aire a varones de mediano talento que a chicas con un talento enorme. Es como que las chicas muchas veces tienen que hacer un doble esfuerzo. Por eso a mí me gusta mucho meter mi sensibilidad en la androginia o en lo femenino, aunque se trate de cuestiones más humanísticas que de género”. Y desliza como nota al pie, para una eventual investigación: “Habría que indagar, y esa tarea es más tuya que mía, cómo PopArt se hizo de todos los grupos femeninos el 8 de marzo de 2006. Revisalo…”
Entre los temas que el rock clásico y la canción popular no profundizaron demasiado emerge la cuestión gay. Eduardo Haro Ibars en su libro Gay Rock (Ediciones Júcar, 1975) define a ese movimiento por la suma de sus características: rock revival, gran espectáculo con performances tomadas del teatro, y el énfasis puesto en la liberación de los moldes sexuales. Gabo no parece estar muy de acuerdo. “No existe algo como el gay rock. Son dos cosas que no tienen ningún punto de contacto. Lo gay en general no tiene que ver con el compromiso que tiene el rock. Nada que ver. Hoy por hoy lo gay es casi una posición estética más que política”, se lamenta. “En nuestro país hay una cha (Comunidad Homosexual Argentina) laxa, mucho más preocupada por tener el Hotel Axel, la sordidez de los saunas, y una ciudad “gay friendly”, que en realidad es “money friendly”. Eso es básicamente lo gay. Al definirlo así, como un consumidor, lo estás definiendo en términos de mercado. Y yo me cago en todo eso: un rockero no es un consumidor, es un ciudadano en praxis política en movimiento”. Le pregunto a Gabo qué pasó entre finales de los ´60, cuando de la mano de Perlongher surgió el Frente de Liberación Homosexual; los ´80, con los hermanos Jáuregui levantando las banderas de lo gay como una lucha eminentemente política, y este presente donde todo parece reducido a un nuevo nicho sobre el que las empresas planifican sus estrategias de venta. “Pasó una dictadura, y pasaron desapariciones. Yo creo que los putos preciosos de los 70 no tienen nada que ver con la triste movida gay que vemos hoy. Además fijate, y esto es algo que habrá que revisar con el tiempo: el rock argentino no tiene desaparecidos. Los putos tienen desaparecidos. Y ese es un lugar para pensar, te lo digo como historiador. El rock argentino no tiene desaparecidos, y no porque no hayamos entregado un Cristo al movimiento. Es algo que los sobrevivientes nos tenemos que poner a pensar”.

La nueva ola
Una característica de la escena musical actual es la proliferación de cantautores. ¿Movimiento genuino o nueva movida de marketing?. “Lo que hay es mucha gente que antes no se hubiera animado a salir con la guitarra, y esta moda los animó. Tenemos muchos cantantes y compositores que en otro momento de la historia estarían con banda, y en este momento la ola los está poniendo solos. Bienvenidos. Habrá que ver que pasa cuando estos aires cambien”. La lista es larga y funde nuevas voces con nombres de trayectoria: Florencia Ruiz, Coiffeur, Flopa, Emiliano Martínez, y muchos otros artistas que salen a escena sin el soporte de una banda detrás. Como no podía ser de otra manera, Gabo tiene una visión sobre lo que significa ser cantautor: “Para mí ser cantautor implica lo que implicaba en los 60: militancia, compromiso con lo que vos estás diciendo en tus canciones, compromiso con tu discurso, ya sea de la palabra o actitudinal. Y escribir lo mejor que puedas, cantar lo mejor que puedas, tocar lo mejor que puedas. No somos todos cantautores ni cantautoras, y nadie por parecer cantautor lo es. Necesitás obra, necesitás soledad, necesitás formación, necesitás escribir, necesitas trabajo, necesitás repertorio, y necesitás consecuencia en el tiempo. Donde yo me hago cargo de la figura de cantautor es en la consecuencia del trabajo, de sacar un disco por año, de un timbre, de un discurso poético, de salir solo con la viola a recorrer cuatro estados de Estados Unidos a full cuatro veces seguidas, de irme ahora a España solo, y de tener una obra de un tipo que se compromete. Yo creo que son elementos que tienen que estar todos. Si vos ponés ese filtro te vas a dar cuenta que hay bastantes, pero no sé si somos tantos”.
A Gabo le molesta cuando lo rotulan como “el cantautor indie del momento”. Sus tres discos, su carrera actual y su historia son las credenciales que exhibe para reírse de esas etiquetas. “Siempre respondo que no trabajo para ser disco del año: trabajo para ser disco del milenio. A mí me van a descubrir, en términos comerciales, dentro de quinientos años, ¿qué me importa?. ¡Ojalá! Yo trabajo para que dentro de quinientos años digan ‘¿quieren saber qué pasó? Escuchen tal tema’, o ‘¿quieren ver cómo era la cuestión de género en la Argentina? Agarren esta cancioncita y revísenla’, con eso ya estoy hecho. No soy del momento, porque si no ya debería haberme caído”.

Puentes

Un animal extraño se ha detenido.
Casi al abandonarte, al decidirlo,
el animal se muere sobre el camino.
Qué extraña es la frontera entre lo ido y lo vivo. Como algunos que muy muertos
parecen estar muy vivos.
Somos tres en la vida: lo muerto,
yo y el camino.

Gabo Ferro, Sobre el camino
Gabo cantó en los 90 en un escenario cultural y político con muchas particularidades y regresó hace tres años a una escena en la cual la masacre de Cromañón tendría que haber funcionado como punto de inflexión para nuevos paradigmas. “Creo que los 90 tienen que ver con un discurso que entre los músicos de rock sigue intacto: no vas a poder hacer una canción más si no tenés un sello discográfico, si no tocás con tal, si no estás en el Quilmes o el Pepsi Music y no sé que mierda más. Eso es absolutamente neoliberal”. Gabo saca a relucir otra vez su veta de historiador para analizar un puente que a los ojos de muchos parece invisible. “¿Viste que en los manuales ponen ‘la Edad Moderna comenzó con el descubrimiento de América’, y todo el mundo sabe que en la historia no existen fechas, sino fronteras de tiempo?. Yo creo que con Cromañón se acaba la década menemista. O debería haberse acabado, porque ya te estoy diciendo que no. Pero creo que ciertos gestos desnudan que ya se terminó. Y me parece que lo estamos desatendiendo, porque hay muchas cosas que siguen intactas, como este deseo de que las cosas sigan funcionando desde el punto de la industria como si nada hubiera pasado. Creo que en muchas cosas los 90 continúan”.
La crónica termina unos días después en el Centro Cultural Caras y Caretas, donde Gabo toca por última vez antes de una nueva gira por España. En el medio del recital se da el lujo de presentar completo su próximo disco, a salir el 21 de junio. “Es el día de la noche más larga, y es un disco negro. Pero a su vez, al ser un disco realista, sabés que esto tiene una duración. Por lo tanto, también tiene muchísima luz, optimismo: con mucho deseo, y con conciencia de que este es un mal momento, pero que también los hay buenos. Siento que este momento ya está terminando”.
Gabo dejó de sufrir. O lo que es mejor, encontró el ámbito para tramitar su sufrimiento, tras decidir qué es lo principal y qué lo accesorio. En ese proceso lento, difícil y desangrado radica, precisamente, la clave de su resurrección.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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