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La pista de la leche: Red Argentina de Nutricionistas por el Derecho a la Alimentación
Un colectivo de nutricionistas realizó una investigación sobre la leche en más de 50 supermercados. Los resultados: desabastecimiento y crecimiento de productos repletos de químicos. La violación del derecho a la alimentación y a la información. El cepo a los alimentos. Y por qué la resistencia es diversificar. LUCAS PEDULLA
No está en Netflix.
Tampoco en Hulu.
No lo vas a ver en Intratables ni a leer como inseguridad.
No lo escribió Raymond Chandler ni lo investiga Sherlock Holmes.
El crimen ocurre todos los días en Argentina con un modus operandi específico: pobreza, pérdida de puestos de trabajo, indigencia y mala o inexistente alimentación, que se combinan con faltantes de alimentos y la saturación de productos ultraprocesados en góndolas de supermercados que ultrasaturan nuestra salud con medicamentos y transgénicos, y que en este bar de Congreso se prohíbe que se los llame alimentos. “Tenemos que hacer un esfuerzo permanente para llamar alimento a lo que realmente es: un producto ultraprocesado será un comestible, pero no un alimento”, explican Marina, Natasha, Belén y Adriana, integrantes de un colectivo que quizá sea la forma que toma la investigación detectivesca en esta época.
Su nombre: Red Argentina de Nutricionistas por el Derecho a la Alimentación (Reanudar), una organización que se comenzó a tejer bajo la discusión por la soberanía alimentaria en un foro contra el G20 a fines de 2018, y que ahora se propone federalizar metas y objetivos para que cada profesional los traslade a sus territorios.
En esa búsqueda ya produjeron su primera investigación, a partir de un interrogante sobre un caso que expone un estado de situación de la crisis argentina: ¿qué pasa con la leche?
Las cosas por su nombre
Todo partió de una pregunta: ¿por qué aumenta el precio de la leche?
Estas nutricionistas (algunas aún en proceso de formación, pero todas criadas bajo el abrazo de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA, con Myriam Gorban a la cabeza) partieron a la búsqueda de la respuesta situadas desde un diagnóstico claro:
- El 48% de lxs niños, niñas y adolescentes en Argentina es pobre, según Unicef. El 20% corresponde a privaciones calificadas como “severas”: vivir en zona inundable, cerca de un basural, o no haber ido nunca a la escuela entre los 7 y los 17 años.
- Según la última medición de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, casi el 47% de niñxs menores a 14 años es pobre. Uno de cada diez es indigente.
A ese cóctel, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria aportó otro ingrediente: la presencia de agrotóxicos en seis de cada diez frutas, hortalizas, verduras y otros comestibles que consumen más de 20 millones de personas en el país, con sus consecuentes enfermedades virales, además de las sustancias encontradas en sangre, orina y leche materna.
La relatora de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Hilal Elver, precisó en la edición 128 de MU que Argentina es el país de la región que consume mayor cantidad de productos ultraprocesados per cápita por año (194,1 kg) y lidera el consumo de gaseosas. Resultado: casi el 60% de la población tiene sobrepeso o es obesa, incluido un 40% de niños.
Un récord más: Argentina es el país del mundo con más consumo per cápita de plaguicidas (entre 9 y 10 litros anuales).
Ante este panorama, a fines de marzo, en las góndolas de los supermercados se viralizó una foto de un sachet de La Suipachense, que decía: “Alimento lácteo a base de leche entera y concentrado lácteo”. Al día siguiente Página/12 publicó que el Ministerio de Agroindustria bonaerense suspendía la elaboración y comercialización de ese producto porque inducía al consumidor a una equivocación al promocionarlo como leche. Para la empresa, la solución era simple: sustituir alimento por bebida.
El dato se complementaba con la denuncia de usuarios: en los supermercados había faltantes del sachet de un litro de La Armonía, la segunda marca que se ofrece en el programa Precios Cuidados y que debería venderse a 26 pesos. No ocurría lo mismo con La Serenísima, la primera marca de Mastellone, que se vende a casi 40 pesos.
Para Reanudar el caso no estaba cerrado.
Y se puso a investigar.
Radiografía de la leche
Tres integrantes de la red se distribuyeron en 50 supermercados de Capital Federal. Constataron góndolas repletas de leche de primera marca, pero vacías de las segundas. En algunos lugares había un cartel: “Producto de Precios Cuidados con faltantes justificados por el gobierno”.
Según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), el primer bimestre de este año comenzó con caídas de producción de entre un 8 y un 10 por ciento interanual. Exponen tres causas: una cuestión estacional, condiciones climáticas adversas y una mejora en el plano internacional. En 2018 -devaluación mediante- aumentaron las exportaciones y eso significó que las ventas al exterior representaran un 20,7 por ciento, es decir, seis puntos más que en 2017.
Sin embargo, las detectives percibieron que la leche de primera marca sí estaba. Explican a MU: “Antes el cepo era al dólar, hoy es a los alimentos de primera necesidad como la leche. No hay alimento sustituto que cumpla esa misma función a un precio menor. Hay que recalcar la importancia que tiene como alimento per se. La población tiene que poder acceder a la leche en tanto alimento básico. ¿Justo falta la de Precios Cuidados, cuando la primera marca hace publicidades por todos lados? Es intencional: vulnerar el derecho a la alimentación para priorizar a esa marca. Y allí aparecen estas protagonistas de falsas leches o, como le decimos, leches para pobres”.
El paso siguiente fue sacar la lupa para intentar responder más preguntas: ¿cuál es la relación entre el precio del producto con su cantidad de nutrientes? “De esa forma podés calcular con cuál alimento pagás menos por nutriente. Ejemplo: si la leche que pagás a 40 pesos aporta 109 miligramos de calcio cada 100 mililitros, ¿cuánto cuesta entonces cubrir la dosis diaria recomendada de calcio? La leche tiene dos nutrientes esenciales: proteínas y calcio. Las proteínas son el nutriente más caro de obtener en cualquier alimento”.
¿Qué descubrieron?
Comparamos la cantidad de proteínas que aportaba el litro de la leche de primera marca con la de Precios Cuidados, que es la misma composición y aporta lo mismo, pero la diferencia es que la última cuesta menos. Pero si la comparamos con los productos “en base a leche” -los más baratos- lo que vemos es que tienen la mitad de proteínas en la misma cantidad. En un producto vimos que tenía calcio, pero en otro no aparece la información porque no es obligatorio por ley: las marcas informan el calcio por una cuestión de marketing. Entonces, en uno de estos casos, vimos que el calcio era hasta superior en el producto “en base a leche”, pero porque se le agrega de forma externa fosfato de tricalcio, que es como inyectar un medicamento: es un componente químico ajeno al alimento. Lo que te queda es una bebida diluida a la que simplemente se le agregan productos químicos, pero no nutrientes.
¿Qué pasa con el otro nutriente, la proteína?
Ahí está el problema. Se reemplaza agregándole concentrado lácteo, que es lactosa, que además aporta mucha cantidad de calorías porque le están agregando azúcar, siendo que el problema más importante que hay en la salud hoy en día tiene que ver con la obesidad. En definitiva, al sacar la cuenta de cuánto te costaba comprar 10 gramos de proteína con una y con otra, te das cuenta de que te sale el doble si querés comprar el producto “en base a leche”. ¿Cuál es la conclusión? Es más caro lograr la misma cantidad de proteínas con ese producto que con la leche de primera o segunda marca.
Un ejemplo: para cubrir la Dosis Diaria Recomendada de Proteínas para una mujer embarazada o en período de lactancia (71 gr por día) sería necesario contar con:
- $60,28 para leche entera o descremada La Armonía.
$93,48 para leche entera o descremada La Serenísima.
$108,82 para producto a base de leche La Suipachense.
$180,18 para producto a base de leche Opi.
Diversificar es poder
Las pruebas se presentan arriba de la mesa.
•Hay “leches para pobres” llenas de componentes químicos.
•Hay una leche de segunda con desabastecimiento.
•Hay una primera marca.
¿Qué nos dicen estos elementos? Responden las nutricionistas: “La industria comestible es criminal, porque no hacen alimentos. Lo que aporta la primera marca, dentro de los cálculos que hicimos, es proteína y calcio, pero no es leche. Los que están haciendo leche son los pequeños tamberos. Algunos con producción biodinámica, de forma cooperativa”. Un ejemplo es la leche cooperativa La Choza, que distribuye la Cooperativa Iriarte Verde, en los viejos envases de vidrio. “La leche de primera marca ya hasta dejó de ser blanca. A veces es gris. No sabemos qué es lo que tomamos”.
Las nutricionistas apuntan a otro eje central de esta cadena. “Una buena leche viene de una buena vaca. Tenemos que entender que formarnos parte de un todo, y hay una cadena de producción que hace que nuestra calidad de salud dependa de lo que podamos llegar a ingerir. Esto es: si esa vaca está siendo alimentada en feed lot, va a estar llena de soja y agrotóxicos, y eso va a la calidad de la leche. Eso sin siquiera hablar de cómo tienen a las vacas en esos lugares: son campos de concentración. Las vacas antes pastoreaban y comían hierba, pero ahora las alimentan con gramíneas, con soja y con granos que vienen todos de la producción transgénica. Eso va a nuestros cuerpos”.
¿Hacia dónde tenemos que ir?
Hacia la diversidad. Por un lado, al fortalecimiento de la sociedad civil: hay que seguir tejiendo colectivos como el nuestro, tratando de concientizar desde nuestro entorno más cercano, porque el poder político no va a legislar a nuestro favor. Y también hay que tener en cuenta otra cosa: cuando hablamos de pobreza, estamos hablando también de nosotros. Cada vez somos más los que pasamos esa línea. No es que estamos hablando de la salud de personas de una sola clase social: esto nos afecta a todos.
¿Y con la leche?
La leche debería ser un alimento más, bajo otro tipo de producción, pero también debemos fomentar otras fuentes de calcio, como semillas, hortalizas y legumbres. Ejemplos: sésamo, garbanzos, kale. El pequeño productor se ha visto desfinanciado: hoy hay muchas trabas que concentran los mercados en los monopolios. En San Antonio de Areco, por ejemplo, el intendente está buscando generar procesos agroecológicos, y habló de los tambos: dijo que siempre se hablaba de la agroecología en verduras y frutas, pero que era necesario ir también hacia otros alimentos. Hoy, por ejemplo, no podemos abastecer a nadie con leche biodinámica. Otro ejemplo: si ese litro de leche te sale lo mismo que una cerveza, ¿la vas a comprar? Nosotras queremos buena leche para todos, pero nuestra investigación sólo revela veneno. ¿Qué pasaría si los comedores de las instituciones públicas, colegios y hospitales, se proveyeran solo de leche de pequeños tambos? ¿Tenemos noción de lo que representaría para la rueda económica garantizarles una demanda estable por año a los tamberos? Sería un doble círculo virtuoso: el de la producción, pero también el de nuestro consumo y nuestra salud.
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