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Lindo quilombo: La Asamblea de San Telmo

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Del hambre y la crisis habitacional a la autogestión y la organización barrial. Desde 2001 la Asamblea mantiene espacios para quienes no pueden acceder a una vivienda ni a un alquiler. Uno de sus edificios, donde viven 20 familias y funciona un merendero, corre riesgo de desalojo por un proyecto de especulación inmobiliaria. Cómo sobrevivir y convivir en la crisis. LUCAS PEDULLA
Lindo quilombo: La Asamblea de San Telmo
 
Es jueves, son las cuatro y media de la tarde y en Avenida Independencia al 800 hay unas cien personas cortando medio carril frente a una inmobiliaria. Tocan bombos, tiran cohetes al aire y sobre el suelo hay diseminados unos pequeños volantes con un apellido que casualmente coincide con el de la inmobiliaria de enfrente: “Martul garcas”.
Desde su silla de ruedas, Sonia Leguizamón es una de las mujeres que aplaude ante cada canto. Tiene 46 años y tres hijos a los que lleva desde hace seis años al merendero Darío Santillán, el espacio que funciona en el Centro Social y Comunitario que la Asamblea de San Telmo coordina desde 2003 y que, tal como lo denuncian ahora, esta inmobiliaria quiere desalojar.
El merendero alimenta a 250 niños y niñas todas las tardes. Y a partir del mediodía, como todos los días desde 2001, la Asamblea también abre las puertas de su comedor. Relata Sonia: “Por mis problemas físicos yo me atendía cerca de ahí. No tenía para comer y me dijeron que vaya a la Asamblea. Muchas personas van a tomar desayuno, a buscar agua caliente, a comer algo. Mucha gente en situación de calle a la que se le hace difícil sostener una vivienda. Y, cada vez, vienen más y más”. ¿Por qué? “Porque no alcanza para nada. Y cada vez hay más pibes en la calle”.
Sonia alcanza otro volante, que cuenta la historia de una estafa inmobiliaria: “Desde el año 2003, la Asamblea de San Telmo alquila ese local y ha pagado puntualmente todos los alquileres, incluidas las respectivas actualizaciones sin ningún litigio con los propietarios. Sin embargo, hace apenas tres meses, una banda de especuladores inmobiliarios encabezados por la inmobiliaria Martul, aprovechándose de los conflictos de sucesión de los propietarios, se apoderó a precio vil del inmueble de México 640, pagando apenas un tercio de su valor de mercado. Y, por supuesto, sin darnos siquiera aviso en tiempo y forma”.
En ese lugar, donde los niños y las niñas van a jugar y a tocar candombe todos los martes, también funciona una casona en la que viven 20 familias.

La esquina de mi barrio

En el origen fue el trueque.
La frontera del calendario nos ubica en 2000 y 2001. En la esquina de México y Chacabuco, a siete cuadras de Plaza de Mayo, hay un restaurante que cede el espacio a una organización social. Analía Casafú, tenía entonces 23 años, es una de las personas que se acercó a participar y a ver qué se veía desde ese ojo de San Telmo. Allí, al borde de la peor crisis en la historia de Argentina, Analía vio algo muy concreto. “Cada vez participaba más gente del barrio. Se notaba concretamente el hambre. No solo era gente humilde que venía a pedir un plato para comer. También era gente de clase media que traía ropa y electrodomésticos para cambiarlos por comida. Muy fuerte”. Mientras la tasa de desempleo llegaba al 18%, a la esquina llegaban cada vez más personas del barrio y de otros barrios también. Abrían una vez a la semana pero pronto tuvieron que sumar otro día. “Era increíble la cola de gente que se armaba. Ahí parimos la Asamblea”.
Casafú explica que la decisión fue fogoneada por la realidad más cruda. “No era una simple cuestión organizativa. Veíamos que la situación estaba muy compleja. En diciembre, previo al estallido, llamamos a una asamblea a nivel barrial”. Lo mismo ocurría en otros barrios de Buenos Aires. “Había puntos en común con lo que vemos hoy: mucha necesidad con la alimentación y también la cuestión laboral. En aquella época la desocupación se acrecentaba. Hoy hay trabajo, pero precarizado: la gente está trabajando por 2 pesos. Muchos de los que vienen a comer acá laburan, pero todo es precario. Eso sí: el tema hambre no cambia”.
Cada vez llegaban a participar más vecinos y vecinas de la zona. Y el lugar les estaba quedando chico. Decidieron ampliar a un merendero por las tardes. Todavía con el dolor de la Masacre de Avellaneda en el cuerpo, lo bautizaron Darío Santillán en honor al piquetero asesinado junto a Maximiliano Kosteki, ese 26 de junio de 2002. A 50 metros, sobre México, encontraron un inmueble abandonado. “Era una especie de terreno baldío, totalmente deteriorado, pero planteamos la apertura al barrio y lo coordinamos nosotros mismos. Tuvimos discusiones. Algunos integrantes de la organización no querían porque decían que no éramos una sociedad de fomento. Otros tenían miedo porque, en época de saqueos, que bajaran raciones de alimentos cuando la gente no tenía para comer, era una responsabilidad enorme. Pero todo lo discutimos”.
La esquina, entonces, ya no fue una más. Era la Asamblea de San Telmo.

Lindo quilombo: La Asamblea de San Telmo

Sobre hambre & estafas

Es viernes por la tarde, afuera la fría garúa se convierte en lluvia y en México 640 hay unos cincuenta niñes tomando mate cocido, comiendo magdalenas, pintando y dibujando. Pero en el Centro Comunitario y Cooperativo de la Asamblea algunos también están preocupados: alguien se llevó por error la pelota del metegol. Por eso, alrededor de la cancha, unos seis niños hacen molinete a un cubo de plástico, que vuela por los aires. En general, todos los días el merendero alimenta a 200 niñes del barrio. Las vacaciones de invierno aplacan la demanda, pero solo por dos semanas.
Mayra Soberón llegó al merendero por sus niñes: tiene una hija de 4 y otro de 12. “En ese momento estaban haciendo grupo de terapia para mujeres. Empecé. Tenía problemas de violencia con el papá de mis hijos. Logré separarme”. Una de las compañeras le ofreció que la reemplazara en el merendero: debía ocuparse de la atención y hacer la leche. Aceptó: ese mes se convirtió en cuatro años. Hoy es una de las familias que viven en el edificio, estudia Psicología Social y sigue en el local: con les niñes también juega, canta, hace de “payasa”, de psicóloga y a veces de mamá. “La organización tiene un eje claro: la contención. Y estar es un beneficio: en lo económico y también en lo habitacional”.
Como Mayra, muchas madres llegan para acompañar a sus hijes y así poder tomar algo. Una de ellas es Diana, 33 años, que viene todos los días desde 2014 de 16:30 a 18:30 con sus hijas Ámbar (año y medio) y Génesis (7). “Es muy importante para mí. Venimos siempre a la salida del colegio. Acá toman la leche, juegan, aprenden, tienen apoyo escolar. Es un espacio para ellas. Y un apoyo para nosotras, las madres, fundamental. Es muy triste que el lugar tenga que pasar por esta situación”.
La situación es lo que explica el volante que entregó Sonia frente a la inmobiliaria. En octubre de 2018 un vecino se enteró de la sucesión del inmueble a través de los diarios. Casafú explica: “Al principio pensamos que Martul era una persona física común y corriente que tenía la idea de plantear que iba a hacer algo familiar. Una carpintería, había dicho. Después, se fue sincerando: su idea era hacer un edificio”. La Asamblea propuso una negociación para tener un tiempo prudencial de mudanza. “Al tiempo nos llega una notificación de desalojo. Entonces vimos que Martul era un grupo inmobiliario, que ya estaba jugando con otros intereses. Nos planteamos algo: resistir”.
Todos los jueves empezaron a marchar hasta la inmobiliaria. Allí van no solo los integrantes de la organización y las 20 familias que viven en la casona, sino también les niñes del merendero, sus madres, los trabajadores precarizados y las personas en situación de calle que comen todos los días en el comedor. El 15 de julio tuvieron una audiencia en la que participaron también organismos del Estado. “El juez entendió la complejidad, y por eso propuso una nueva audiencia para octubre”.
Lo recibieron como una buena noticia. Casafú explica por qué: “Pone en juego la discusión de esta construcción. Este lugar lo remodelamos nosotros. Instalamos el gas. Pusimos el piso. Mejoramos la instalación. Si uno lo pone en montos económicos, es un número importante: 50 mil dólares, entre 2003 y 2019, es lo estimado por los gastos de lo que fuimos reparando. Porque, además, la compra que este grupo hizo con nosotros adentro, fue de un monto totalmente inferior al costo real: pagaron 110 mil dólares por 400 metros cuadrados, cuando, según lo estipulado, el inmueble ronda los 500 mil”.

Política de vida

Lindo quilombo: La Asamblea de San Telmo

La pieza en la que vive María Luisa de Angelis es tan solo una de las 20 del edificio, pero también es algo más. Los memoriosos cuentan que el comedor de la Asamblea se fue tejiendo alrededor de la cocina de Luisa, la Yiya, y por eso el peso de sus palabras invita a la memoria colectiva: “A mí me cuesta mucho dejar este lugar. No puedo decirte lo que me pasa dentro mío. Tengo ochenta y pico. Pero te digo algo: es la vida”.
Yiya llegó hace unos 15 años gracias a una joven que le dijo: “¿Por qué no va a la Asamblea? Usted es medio revolucionaria. Va a encajar ahí”. Yiya fuma y se ríe. En los 70 era delegada del gremio de la Sanidad en el Sanatorio Mitre. Fue una de las militantes combativas que le ganó las elecciones a la burocracia de un gremio autoritario y machista, que quemó las urnas tras la votación. Luego vino el golpe, y las delegadas mujeres nunca pudieron asumir. “Entraron los militares. Tengo compañeros desaparecidos, compañeros muertos. Cuando vivía en un hotel con mi marido, cerca de Congreso, metía a muchachos y muchachas debajo de la cama cuando venía la requisa. De todo eso me acuerdo cuando estoy ahora en esta pieza. Mirá si no será la vida”. Se emociona cuando recuerda esa época, pero no es posible entender esa historia sin pasar por allí: en esos años conoció a Rubén Saboulard, referente de la Asamblea, quien la invitó a quedarse: “A la Asamblea le debo todo. Te cobija sin preguntarte nada. Y eso, hoy en día, es muy importante”.
A su lado, sentada en la cama, está Naty Menstrual. Ella es artista: escribe crónicas, aguafuertes, poesía, monólogos. También es actriz y performer. Hace shows estilo performance y café concert, entre otros lugares, en MU Trinchera Boutique. Y también, desde 2009, vende sus remeras y muñecas en la Feria de San Telmo, en un puesto sobre el Pasaje Giuffra que gestiona la Asamblea. La posibilidad de vivir en el edificio también surgió hablando con Rubén. “Recién empezaba a travestirme. En la casa de mis viejos tenía que vivir como ellos decían: no podía andar de tacos y pollerita. Era una situación horrible y difícil. En la feria, una vez, llegó una feriante que dijo: ‘No quiero que me pongas al lado del travesti’. Rubén la frenó de una. Eso me quedó grabado. Y con el problema de vivienda, me ofrecieron un lugar en el entrepiso del local”. Naty vive allí desde entonces.
La mesa se completa con María Brizuela, mamá de Analía. También era feriante: vendía ropa usada y lo que pudiera conseguir. Luego, encontró un trabajo de limpieza. También limpia en el edificio. Y suma un aspecto central: “La Asamblea dio lugar para que la gente pueda acceder a una vivienda de una forma que, si no, no podría costear”. Da un ejemplo: una amiga le contó que le están cobrando 15 mil pesos por una pieza con un baño en un hotel en San Telmo. Aquí pagan 2.000 pesos, contando servicios.
Algunos datos del 2° Censo Popular -realizado por organizaciones sociales y organismos de derechos humanos- ayudan a entender el peso político de este tejido:

  • En la Ciudad existen 7.251 personas en situación de calle.
  • Más de 5.400 duermen en plazas, veredas o entradas de edificios.
  • 871 son niñes y adolescentes.
  • 8 de cada 10 son varones. El 19% son mujeres (40 están embarazadas). El 1% declaró ser travesti/trans.
  • Los fríos números representan un aumento del 65% respecto a 2017.

Yiya: “A muchos les molesta ver a los pobres. Yo les contesto: ‘Llevalos entonces a tu casa y dales de comer’. Son compatriotas que el sistema dejó afuera”. Analía suma: “Lo más jodido es la naturalización del desalojo para hacer los negocios que nos tienen acostumbrados. Porque nosotros partimos desde otro lugar: la solidaridad que nos permite sobrevivir y proyectar lo cotidiano que implica la comida, un techo y resolver cuestiones como bancar que un compañero quiera estudiar. Sin esa red, todo sería más complejo y la situación se desbordaría aún peor, porque a nosotros ya se nos desborda. Pero podemos seguir, porque no pensamos en individual: pensamos en colectivo”.
Son las 6 de la tarde y en el merendero empieza el taller de candombe que coordina Lindo Quilombo, un colectivo de comparsas autogestivas que realiza llamadas por las calles de Montserrat y San Telmo. Es otra de las actividades en el edificio de México 640. Carmen López, la coordinadora, marca el ritmo a lxs niñxs y cuenta la historia: “Esta es zona de candombes, zona de conventillos: de ahí vienen todos los niños. El momento de toque es especial. Encierra las dificultades que sufren hoy y se coordinan, se enseñan, se aprenden. Es un momento que tienen de ser felices”. Desde ese ojo, es posible escuchar qué nos grita en la cara esta historia pero, también, con qué música se le contesta.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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