Sigamos en contacto

CABA

Desde las trincheras del Borda

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Organizaciones de arte y terapia que trabajan desde hace dos décadas en la intemperie del Hospital Borda. Van a contramano de la lógica insalubre de una estructura manicomial. No reciben apoyo ni valoración por parte de la institución.

Desde las trincheras del BordaY sí obtienen el reconocimiento y el prestigio de la sociedad de los cuerdos. Trabajan de manera separada, aunque se conocen y reconocen en el hacer. Hoy representan, además, tres de los proyectos amenazados por el plan del macrismo de desguazar los servicios neuropsiquiátricos públicos.
G uillermo cuenta que ingresó al Borda a fines de la década del 80. En esa época, la institución era un ámbito hermético, cercado por las opresiones de la dictadura. Durante la internación sufrió la sobremedicación y la violencia de “ver la miseria humana”, algo que, en sus 24 años de entonces, ignoraba. Asegura que esas imágenes y vivencias lastiman en la mente, en el corazón y en el alma. Tiempo después, el hospital lo devolvió a la calle “desvalido y marcado”. Lo dice con un cigarrillo en la mano. Otras palabras no podrían describir mejor esa situación que parece continuar. Guillermo busca trabajo y no encuentra. Cree que su internación es la razón de ese “lo vamos a llamar” que nunca llega. Entonces, no le queda otra que tramitar una pensión por invalidez: 350 pesos. Guillermo es ahora un paciente ambulatorio, que acude a una terapia grupal. Pero lo que lo mantiene aferrado al hospital son los talleres del Frente de Artistas del Borda.
Carlos, que debe andar por los 35, fue llevado al Borda en 2005 y ahí se quedó casi por 24 meses. Su diagnóstico: los médicos “medican de acuerdo a sus propias patologías”. Sí, las de los profesionales. Lo poco que rescata de su forzada estadía son los lazos de solidaridad entre los pacientes, que se dan en acciones simples, como pedir y convidar con un cigarrillo. Carlos no tiene ningún sostén económico y su voluntad está, ahora, en no volver a quedar internado, en “no volver a caer”, dice. Aunque sabe que el afuera también es para él ese agujero negro que lo escupe y lo atrapa. De ese abismo lo separa el grupo del taller de poesía de Cooperanza.
De estas historias al paso surge una secuencia casi inalterada en la cotidianidad de los “internos” del Borda, los lugares de poder y no poder, la lógica insalubre de una estructura manicomial. A contramano de esa inhospitalidad, entre las grietas de esos muros, comenzaron a surgir a mediados de los 80 proyectos que abrieron espacios de esperanza. Estas trincheras de sociabilización fueron sembrando reconocimiento y prestigio en “la sociedad de los cuerdos” y, a la vez, fueron dejando huellas concretas en las personas allí depositadas. Son experiencias diversas y parecidas entre sí, que se conocen y reconocen en el hacer, que no compiten, pero tampoco comparten trabajos. Como un tejido sin red, creció a espaldas de la institución.
Hoy, todos y cada uno enfrentan una misma amenaza: el gobierno macrista anunció un plan de descuartizamiento de la asistencia pública psiquiátrica. El proyecto contempla que el Hospital Borda se transforme en sede de la administración porteña, para internar allí a sus funcionarios.

Los éxitos del fracaso
El proyecto macrista se agita como un fantasma en los jardines del Hospital. Es que ahí, a la interperie, nacieron justamente esos proyectos pioneros de una batalla con nombre y filosofía propia: desmanicomialización.
Un ejemplo: el Frente de Artistas del Borda, un movimiento que nace en 1984 con el objetivo de ayudar en los procesos de desmanicomialización, basados en experiencias de la década del 70 en Italia. Allí, luego de una década de trabajo en esa dirección, se cierra por primera vez en el mundo un hospital psiquiátrico.También, por primera vez, el Estado implementó para el paciente mental un dispositivo comunitario social y no sólo médico. Es decir, que toda persona que sufría de un padecimiento psiquiátrico ya no ingresaba en un manicomio, sino que era atendido en un hospital general, en el servicio de salud mental. “El movimiento de desmanicomialización entiende que el sufrimiento mental no se resuelve con internaciones, sino de forma ambulatoria, contemplando la situación afectiva y social: la vivienda, el trabajo, la educación”, explica Alberto Sava, director del Frente. “En los primeros años de la democracia se trajo esa idea a nuestro país. Inclusive vinieron los italianos a asesorar al gobierno. A la vez, se convocaron a especialistas jóvenes de distintas áreas para implementar este sistema. Y, entre otros, también me convocaron a mi, como artista.” El plan se implementó con éxito en Río Negro -donde se cerró el manicomio y se lo transformó en un hospital general-; en Córdoba la experiencia quedó a mitad de camino y en el Borda, en la nada. Hubo una intervención y luego otra, con asesores que habían sido funcionarios de la dictadura, más afines a colocar vallas que a abrir ventanas. Pero a esa altura, la grieta ya estaba: Cooperanza, el Frente de Artistas y La Colifata, entre otros proyectos autogestivos, habían comenzado a hacer su magia. “Y el costo político de arrancarlos era demasiado alto” señala Sava.

Salir y volver a entrar
La organización del Frente de Artistas del Borda es horizontal, aunque hay roles a cumplir. “Los viernes nos juntamos en asamblea. Los talleristas, los coordinadores, los colaboradores, todos, integramos este colectivo y de este modo decidimos las actividades que vamos a llevar adelante”, detalla Sava.
Para los que participan de los talleres el objetivo es claro: quieren formarse como artistas y, en lo posible, trabajar como artistas. Dice Sava: “Saben que el arte provoca un efecto terapéutico en ellos, los hace sentirse personas, y además hay un plus: ellos son militantes de un proyecto ideológico que es la desmanicomialización. Se ponen al frente de un cambio, una transformación”.
Para el Frente, en cambio, la producción de los talleres tiene otro objetivo: salir del hospital. “Primero, porque le hace bien al paciente, al creador de un espectáculo, de una obra. No solo sale su producción, sino él como persona. De esta manera, incluso puede denunciar todas las violaciones a los derechos humanos que se dan dentro del hospital. Segundo, porque lo que se muestra afuera genera movimiento interno. Y tercero, por lo que representa socialmente: la gente piensa que adentro del Borda viven monstruos, discapacitados, personas que no saben nada. El contacto directo hace que ese imaginario pueda modificarse” enumera Sava.
Pablo Pintos, coordinador del taller de teatro del Frente, explica lo mismo de otra manera: “Creo que la búsqueda de un artista del Borda es igual a la de cualquier otro: es humana. Se diferencian en el nivel de opresión. Dentro del hospital está más claro: hay un encierro y un padecer concretos. A esto se suma la estigmatización por parte de la sociedad. Por eso es fundamental salir para mostrar lo que se está cocinando acá: el público va a ver locos actuar y es interesante ver qué hace uno con eso. La gente va dispuesta a compadecerse y nosotros tiramos bombas. Ahí dicen: esto es serio. Y en general, el resultado final tiene muy buena repercusión. “
Salir, entonces, representa para el Frente todo lo que representa, más un inquietante desafío: acompañar el regreso de los internos al hospital. Responde Pintos: “Volver desde un espacio de libertad a una estructura manicomial es lo más difícil. Esto también puede ser pensado como un desafío, preguntarse: ¿cómo hago para salir del lugar donde me pusieron?”. La respuesta a esta pregunta es lo que intentan construir desde hace años.
Ahora, frente a la amenaza del desguace del hospital y el traslado de los internos, Sava advierte varios peligros: “El proyecto de Macri no es un iniciativa en pos de la desmanicomialización. Propone cerrar el Borda y el Moyano, en el lapso de dos años y crear diez manicomios de cincuenta camas, y casas de medio camino. Sin embargo, este plan-trampa busca ´aggiornar la estructura manicomial´ justificándose en una mirada médica clínica, lejos de lo social y lo comunitario. Para nosotros los manicomios no tienen razón de ser, simplemente desde lo humano. Estos espacios no se deben tirar abajo: se deben reconvertir. Que la estructura manicomial actual sea tan decadente también tiene que ver con cuestiones económicas: el hospital es municipal, pero su funcionamiento interno es privado. Es privada la limpieza, la comida, la medicación, y la seguridad, que ahora se comparte con la Policía Federal”.

Romper los muros
Talleres al aire libre, todos con orientación artística (letras, plástica, música, lo que sea) forman parte del entramado que surgió a instancias del psicólogo social Alfredo Moffat y que lleva el nombre de Asociación Civil Cooperanza. “Trabajamos con la población más lastimada del hospital, la que no tiene visitas, ni familiares, la que no posee permiso para salir, la que tiene condiciones económicas más desfavorables y hace quince o veinte años está aquí adentro. Es decir, los pacientes cronificados por el hospital.”, cuenta Leonardo Paniagua, uno de los coordinadores del proyecto.
Las actividades comienzan cada sábado, a las 14.30 y puntualmente, a las 5 de la tarde confluyen en una asamblea, para que todos los participantes se sienten en círculo y compartan sus producciones: los dibujos, las poesías, o las canciones que fueron naciendo durante la jornada. Así, el grupo intenta que cada uno recupere su identidad: “Yo persona, me nombro, y me inscribo, con los demás, en una realidad, en un espacio y en un tiempo compartidos”, resume el coordinador.
La jornada no termina allí. “Cuando cerramos Cooperanza los que trabajamos en la coordinación abrimos un espacio para procesar grupalmente lo vivido. Se trata de desentrañar en grupo toda la maraña que nos atravesó. Se trata de laburar la cuestión subjetiva de ese día. Y ese día te lleva a otros días. Porque durante toda la semana te siguen cayendo fichas. Nos vamos del hospital atravesados por cuestiones realmente dolorosas y hay que irse fuertes, para poder volver el sábado siguiente.”
El proyecto de Cooperanza tiene dos patas: una muy grande, hacia adentro del hospital y otra, siempre a alargar, que tiene que ver con el afuera, con los voluntarios. “Nos paramos de una manera política para romper los muros, no sólo de los edificios, sino los muros de las cabezas. En ese sentido, que venga gente de afuera es una manera de abrir el Borda a recursos que hay en la comunidad. Recursos que se ponen a jugar de manera solidaria en la restitución de vínculos. Además, no es necesario que sean profesionales en la materia. Todos pueden encontrar modos de compartir el proceso de reparar, acompañar y recuperar un sentido al existir, a lo cotidiano”, resume el coordinador. Queda claro que ninguno de estos objetivos es posible si no existe un punto de reunión, como el que Cooperanza ha logrado mantener en la interperie del Borda a lo largo de tantos años.

Contra el exilio
A esta altura de la historia, lt22 Radio La Colifata no necesita presentación. Le sobra creatividad para hacerse su propio nombre, abrirse sus propios espacios y obtener sus propios recursos para sobrevivir a la indiferencia de la institución que tantas veces la combatió. Uno de los fundadores del proyecto, el licenciado Alfredo Olivera, define su mágica fórmula así: “Entrar en La Colifata es entrar en la clínica del asombro, del acontecimiento”. La Colifata es, sobre todo, un viento saludable que sopla en los patios de este manicomio, todos los sábados, desde las 14 hasta las 19. Transmiten lo que quieren y como quieren y con quien quiera acompañarlos: cualquiera puede ingresar al hospital en ese horario para compartir ese momento de libertad. “Cuando termina La Colifata hay quien vuelve a su servicio, a esa realidad ordinaria y de tipo cerrada, y hay quienes también vuelven a sus casas, a una realidad ordinaria y de tipo cerrada. Sin embargo, lo común en estas experiencias es que algo pasó, algo que nos modificó a todos”, sintetiza Olivera.
“La Colifata ha jugado, incluso más allá de su voluntad, un rol importante hacia dentro del hospital, especialmente al conjurar la muerte de la ilusión de los profesionales. Es difícil hacer una buena tarea profesional si no hay pasión, si no se puede conectar con el deseo de llevar a cabo tu vocación, tu querer hacer, tus ganas. Nosotros, quizá, sólo generamos algunos interrogantes. Y proponemos algunas líneas de acción que, cuando logramos articularlas con algún profesional de algún servicio, el primer beneficiado es la persona, el colifato, el paciente”.
Frente al anuncio del gobierno porteño de cerrar los hospitales Borda y Moyano como parte de su plan de salud mental las expresiones contrarias se concentraron en lo que olía peor: la posible especulación inmobiliaria con los estratégicos predios que ocupan los dos neuropsiquiátricos y el reclamo por la continuidad de la fuente laboral. Alfredo Olivera, fundador de La Colifata, va más allá: “Personas internadas por más de veinte, treinta años han podido, sin embargo, crear vínculos y crear cotidianidad en el encuentro con otros. En silencio y poco a poco. Ahora, ¿los separaremos y los recluiremos en pequeñas clínicas psiquiátricas? ¿O resolvemos el problema esperando que se mueran? ¿El presente de un paciente internado en el Borda o en el Moyano vale menos que el de cualquier otra persona? Creo que no hay que condenarlos a otro exilio enviándolos a casas de tránsito que son eso: transitorias. Este mismo hospital podría ser lugar de sociabilización, para los internos y para los otros. Porque es parte de esta sociedad la responsabilidad de reparar tanto dolor y abandono”.

CABA

El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

Seguir leyendo

CABA

Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

Seguir leyendo

Actualidad

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

Marcha de jubilados: balas y bolitas
Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.

Vistas el día de hoy: 37.070