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Desde las trincheras del Borda

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Organizaciones de arte y terapia que trabajan desde hace dos décadas en la intemperie del Hospital Borda. Van a contramano de la lógica insalubre de una estructura manicomial. No reciben apoyo ni valoración por parte de la institución.

Desde las trincheras del BordaY sí obtienen el reconocimiento y el prestigio de la sociedad de los cuerdos. Trabajan de manera separada, aunque se conocen y reconocen en el hacer. Hoy representan, además, tres de los proyectos amenazados por el plan del macrismo de desguazar los servicios neuropsiquiátricos públicos.
G uillermo cuenta que ingresó al Borda a fines de la década del 80. En esa época, la institución era un ámbito hermético, cercado por las opresiones de la dictadura. Durante la internación sufrió la sobremedicación y la violencia de “ver la miseria humana”, algo que, en sus 24 años de entonces, ignoraba. Asegura que esas imágenes y vivencias lastiman en la mente, en el corazón y en el alma. Tiempo después, el hospital lo devolvió a la calle “desvalido y marcado”. Lo dice con un cigarrillo en la mano. Otras palabras no podrían describir mejor esa situación que parece continuar. Guillermo busca trabajo y no encuentra. Cree que su internación es la razón de ese “lo vamos a llamar” que nunca llega. Entonces, no le queda otra que tramitar una pensión por invalidez: 350 pesos. Guillermo es ahora un paciente ambulatorio, que acude a una terapia grupal. Pero lo que lo mantiene aferrado al hospital son los talleres del Frente de Artistas del Borda.
Carlos, que debe andar por los 35, fue llevado al Borda en 2005 y ahí se quedó casi por 24 meses. Su diagnóstico: los médicos “medican de acuerdo a sus propias patologías”. Sí, las de los profesionales. Lo poco que rescata de su forzada estadía son los lazos de solidaridad entre los pacientes, que se dan en acciones simples, como pedir y convidar con un cigarrillo. Carlos no tiene ningún sostén económico y su voluntad está, ahora, en no volver a quedar internado, en “no volver a caer”, dice. Aunque sabe que el afuera también es para él ese agujero negro que lo escupe y lo atrapa. De ese abismo lo separa el grupo del taller de poesía de Cooperanza.
De estas historias al paso surge una secuencia casi inalterada en la cotidianidad de los “internos” del Borda, los lugares de poder y no poder, la lógica insalubre de una estructura manicomial. A contramano de esa inhospitalidad, entre las grietas de esos muros, comenzaron a surgir a mediados de los 80 proyectos que abrieron espacios de esperanza. Estas trincheras de sociabilización fueron sembrando reconocimiento y prestigio en “la sociedad de los cuerdos” y, a la vez, fueron dejando huellas concretas en las personas allí depositadas. Son experiencias diversas y parecidas entre sí, que se conocen y reconocen en el hacer, que no compiten, pero tampoco comparten trabajos. Como un tejido sin red, creció a espaldas de la institución.
Hoy, todos y cada uno enfrentan una misma amenaza: el gobierno macrista anunció un plan de descuartizamiento de la asistencia pública psiquiátrica. El proyecto contempla que el Hospital Borda se transforme en sede de la administración porteña, para internar allí a sus funcionarios.

Los éxitos del fracaso
El proyecto macrista se agita como un fantasma en los jardines del Hospital. Es que ahí, a la interperie, nacieron justamente esos proyectos pioneros de una batalla con nombre y filosofía propia: desmanicomialización.
Un ejemplo: el Frente de Artistas del Borda, un movimiento que nace en 1984 con el objetivo de ayudar en los procesos de desmanicomialización, basados en experiencias de la década del 70 en Italia. Allí, luego de una década de trabajo en esa dirección, se cierra por primera vez en el mundo un hospital psiquiátrico.También, por primera vez, el Estado implementó para el paciente mental un dispositivo comunitario social y no sólo médico. Es decir, que toda persona que sufría de un padecimiento psiquiátrico ya no ingresaba en un manicomio, sino que era atendido en un hospital general, en el servicio de salud mental. “El movimiento de desmanicomialización entiende que el sufrimiento mental no se resuelve con internaciones, sino de forma ambulatoria, contemplando la situación afectiva y social: la vivienda, el trabajo, la educación”, explica Alberto Sava, director del Frente. “En los primeros años de la democracia se trajo esa idea a nuestro país. Inclusive vinieron los italianos a asesorar al gobierno. A la vez, se convocaron a especialistas jóvenes de distintas áreas para implementar este sistema. Y, entre otros, también me convocaron a mi, como artista.” El plan se implementó con éxito en Río Negro -donde se cerró el manicomio y se lo transformó en un hospital general-; en Córdoba la experiencia quedó a mitad de camino y en el Borda, en la nada. Hubo una intervención y luego otra, con asesores que habían sido funcionarios de la dictadura, más afines a colocar vallas que a abrir ventanas. Pero a esa altura, la grieta ya estaba: Cooperanza, el Frente de Artistas y La Colifata, entre otros proyectos autogestivos, habían comenzado a hacer su magia. “Y el costo político de arrancarlos era demasiado alto” señala Sava.

Salir y volver a entrar
La organización del Frente de Artistas del Borda es horizontal, aunque hay roles a cumplir. “Los viernes nos juntamos en asamblea. Los talleristas, los coordinadores, los colaboradores, todos, integramos este colectivo y de este modo decidimos las actividades que vamos a llevar adelante”, detalla Sava.
Para los que participan de los talleres el objetivo es claro: quieren formarse como artistas y, en lo posible, trabajar como artistas. Dice Sava: “Saben que el arte provoca un efecto terapéutico en ellos, los hace sentirse personas, y además hay un plus: ellos son militantes de un proyecto ideológico que es la desmanicomialización. Se ponen al frente de un cambio, una transformación”.
Para el Frente, en cambio, la producción de los talleres tiene otro objetivo: salir del hospital. “Primero, porque le hace bien al paciente, al creador de un espectáculo, de una obra. No solo sale su producción, sino él como persona. De esta manera, incluso puede denunciar todas las violaciones a los derechos humanos que se dan dentro del hospital. Segundo, porque lo que se muestra afuera genera movimiento interno. Y tercero, por lo que representa socialmente: la gente piensa que adentro del Borda viven monstruos, discapacitados, personas que no saben nada. El contacto directo hace que ese imaginario pueda modificarse” enumera Sava.
Pablo Pintos, coordinador del taller de teatro del Frente, explica lo mismo de otra manera: “Creo que la búsqueda de un artista del Borda es igual a la de cualquier otro: es humana. Se diferencian en el nivel de opresión. Dentro del hospital está más claro: hay un encierro y un padecer concretos. A esto se suma la estigmatización por parte de la sociedad. Por eso es fundamental salir para mostrar lo que se está cocinando acá: el público va a ver locos actuar y es interesante ver qué hace uno con eso. La gente va dispuesta a compadecerse y nosotros tiramos bombas. Ahí dicen: esto es serio. Y en general, el resultado final tiene muy buena repercusión. “
Salir, entonces, representa para el Frente todo lo que representa, más un inquietante desafío: acompañar el regreso de los internos al hospital. Responde Pintos: “Volver desde un espacio de libertad a una estructura manicomial es lo más difícil. Esto también puede ser pensado como un desafío, preguntarse: ¿cómo hago para salir del lugar donde me pusieron?”. La respuesta a esta pregunta es lo que intentan construir desde hace años.
Ahora, frente a la amenaza del desguace del hospital y el traslado de los internos, Sava advierte varios peligros: “El proyecto de Macri no es un iniciativa en pos de la desmanicomialización. Propone cerrar el Borda y el Moyano, en el lapso de dos años y crear diez manicomios de cincuenta camas, y casas de medio camino. Sin embargo, este plan-trampa busca ´aggiornar la estructura manicomial´ justificándose en una mirada médica clínica, lejos de lo social y lo comunitario. Para nosotros los manicomios no tienen razón de ser, simplemente desde lo humano. Estos espacios no se deben tirar abajo: se deben reconvertir. Que la estructura manicomial actual sea tan decadente también tiene que ver con cuestiones económicas: el hospital es municipal, pero su funcionamiento interno es privado. Es privada la limpieza, la comida, la medicación, y la seguridad, que ahora se comparte con la Policía Federal”.

Romper los muros
Talleres al aire libre, todos con orientación artística (letras, plástica, música, lo que sea) forman parte del entramado que surgió a instancias del psicólogo social Alfredo Moffat y que lleva el nombre de Asociación Civil Cooperanza. “Trabajamos con la población más lastimada del hospital, la que no tiene visitas, ni familiares, la que no posee permiso para salir, la que tiene condiciones económicas más desfavorables y hace quince o veinte años está aquí adentro. Es decir, los pacientes cronificados por el hospital.”, cuenta Leonardo Paniagua, uno de los coordinadores del proyecto.
Las actividades comienzan cada sábado, a las 14.30 y puntualmente, a las 5 de la tarde confluyen en una asamblea, para que todos los participantes se sienten en círculo y compartan sus producciones: los dibujos, las poesías, o las canciones que fueron naciendo durante la jornada. Así, el grupo intenta que cada uno recupere su identidad: “Yo persona, me nombro, y me inscribo, con los demás, en una realidad, en un espacio y en un tiempo compartidos”, resume el coordinador.
La jornada no termina allí. “Cuando cerramos Cooperanza los que trabajamos en la coordinación abrimos un espacio para procesar grupalmente lo vivido. Se trata de desentrañar en grupo toda la maraña que nos atravesó. Se trata de laburar la cuestión subjetiva de ese día. Y ese día te lleva a otros días. Porque durante toda la semana te siguen cayendo fichas. Nos vamos del hospital atravesados por cuestiones realmente dolorosas y hay que irse fuertes, para poder volver el sábado siguiente.”
El proyecto de Cooperanza tiene dos patas: una muy grande, hacia adentro del hospital y otra, siempre a alargar, que tiene que ver con el afuera, con los voluntarios. “Nos paramos de una manera política para romper los muros, no sólo de los edificios, sino los muros de las cabezas. En ese sentido, que venga gente de afuera es una manera de abrir el Borda a recursos que hay en la comunidad. Recursos que se ponen a jugar de manera solidaria en la restitución de vínculos. Además, no es necesario que sean profesionales en la materia. Todos pueden encontrar modos de compartir el proceso de reparar, acompañar y recuperar un sentido al existir, a lo cotidiano”, resume el coordinador. Queda claro que ninguno de estos objetivos es posible si no existe un punto de reunión, como el que Cooperanza ha logrado mantener en la interperie del Borda a lo largo de tantos años.

Contra el exilio
A esta altura de la historia, lt22 Radio La Colifata no necesita presentación. Le sobra creatividad para hacerse su propio nombre, abrirse sus propios espacios y obtener sus propios recursos para sobrevivir a la indiferencia de la institución que tantas veces la combatió. Uno de los fundadores del proyecto, el licenciado Alfredo Olivera, define su mágica fórmula así: “Entrar en La Colifata es entrar en la clínica del asombro, del acontecimiento”. La Colifata es, sobre todo, un viento saludable que sopla en los patios de este manicomio, todos los sábados, desde las 14 hasta las 19. Transmiten lo que quieren y como quieren y con quien quiera acompañarlos: cualquiera puede ingresar al hospital en ese horario para compartir ese momento de libertad. “Cuando termina La Colifata hay quien vuelve a su servicio, a esa realidad ordinaria y de tipo cerrada, y hay quienes también vuelven a sus casas, a una realidad ordinaria y de tipo cerrada. Sin embargo, lo común en estas experiencias es que algo pasó, algo que nos modificó a todos”, sintetiza Olivera.
“La Colifata ha jugado, incluso más allá de su voluntad, un rol importante hacia dentro del hospital, especialmente al conjurar la muerte de la ilusión de los profesionales. Es difícil hacer una buena tarea profesional si no hay pasión, si no se puede conectar con el deseo de llevar a cabo tu vocación, tu querer hacer, tus ganas. Nosotros, quizá, sólo generamos algunos interrogantes. Y proponemos algunas líneas de acción que, cuando logramos articularlas con algún profesional de algún servicio, el primer beneficiado es la persona, el colifato, el paciente”.
Frente al anuncio del gobierno porteño de cerrar los hospitales Borda y Moyano como parte de su plan de salud mental las expresiones contrarias se concentraron en lo que olía peor: la posible especulación inmobiliaria con los estratégicos predios que ocupan los dos neuropsiquiátricos y el reclamo por la continuidad de la fuente laboral. Alfredo Olivera, fundador de La Colifata, va más allá: “Personas internadas por más de veinte, treinta años han podido, sin embargo, crear vínculos y crear cotidianidad en el encuentro con otros. En silencio y poco a poco. Ahora, ¿los separaremos y los recluiremos en pequeñas clínicas psiquiátricas? ¿O resolvemos el problema esperando que se mueran? ¿El presente de un paciente internado en el Borda o en el Moyano vale menos que el de cualquier otra persona? Creo que no hay que condenarlos a otro exilio enviándolos a casas de tránsito que son eso: transitorias. Este mismo hospital podría ser lugar de sociabilización, para los internos y para los otros. Porque es parte de esta sociedad la responsabilidad de reparar tanto dolor y abandono”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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