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Doctor en comics
Nació en Francia, pero hace ocho años llegó al país para realizar un doctorado en Historia. Terminó haciendo un posgrado en historieta y editando dos revistas.
En la primera viñeta hay que imaginar a un personaje pelado con barba de caricatura, que habla por teléfono celular en impecable francés para confirmar la llegada de un dibujante español, en un restaurante porteño, rodeado de comensales peruanos, argentinos y bolivianos. Hay un mostrador con banquetas de un lado y una pescadería del otro. Thomas Dassance, el personaje, podría ser luego dibujado flotando en las nubes con una sonrisa alada: logró armar un festival internacional de historieta en Buenos Aires -Viñetas Sueltas- que puede ser leído como un puente entre Europa y Latinoamérica, a puro trazo de voluntad y creatividad, oficios que no cunden.
Thomas -aquí ya todos le dicen Tomás- sigue francofoneando mientras un argentino que lo acompaña en la mesa -Salvador Sanz, dibujante de la revista Fierro- murmura con letra pequeña: “Lo conocí cuando llegó a Argentina hace unos ocho años. Venía con la idea de hacer algunas ediciones, y ya tiene una editorial independiente. No para nunca”. Thomas quería hacer aquí un doctorado en Historia, aunque hay subtextos entre paréntesis según los cuales la historia fue sólo un excelente pretexto para quedarse en el país, sumergido en la historieta. En su caso, ésa era la materia de la que estaban hechos sus sueños.
El Ex-Abrupto
Thomas, desde chico, leía con pasión historietas y fue siguiendo desde su Francia natal el mundo de las publicaciones alternativas y los fanzines. Se formó como historiador, y sucesivas vueltas y remolinos de la vida lo depositaron en la tierra de varios de sus admirados amores infantiles. “Cuando llegué, empecé a trabajar con la historieta como efecto de la lectura que hice en Francia de una gran cantidad de autores argentinos que estaban entre mis preferidos. Mi primera reacción apenas pisé Argentina fue: ‘¡Quiero los libros de Alberto Breccia!’ Y la respuesta fue: ‘¿De Breccia? No hay nada’. ¿Y de Carlos Nine? Tampoco. ¿Y de José Muñoz? Tampoco. Me di cuenta de que los argentinos no tenían acceso a los autores de su propio país. Luego, conocí a jóvenes dibujantes que me comentaron que no había salida editorial, que no había posibilidad de concretar sus trabajos.
Corría el año 2000 y la barba de Thomas se erizó pensando en armar una asociación sin fines de lucro, una editorial para tanto genio obligado a publicar afuera, y para jóvenes herederos de esa genealogía de historieta. Así nació Ex Abrupto como proyecto editorial y, a la vez, como publicación de trabajos locales y europeos. Nada fue fácil en esos años de crisis argentina y -para redondear la Ley de Murphy- en Francia (Primer Mundo) le robaron 400 de 500 ejemplares de una de las tiradas. Thomas, cabeza dura, pensó: “Lo interesante es seguir trabajando en Argentina y Sudamérica”. Además de editor, Thomas amasó el sueño de ser guionista de algunas de las tiras.
Ex Abrupto es la demostración de cómo la historieta puede no ser considerada un cúmulo de cuadritos, sino el noveno arte (después del video y el arte digital). Y a la vez, mezcla toda clase de estilos. Otra cosa que el grupo mezcla es el voluntariado de sus integrantes, la distancia con respecto a preocupaciones comerciales, y la propuesta de una historieta de autor, original, “donde la estética no deja de acompañar temas profundos y comprometidos con la realidad social y política de los países de sus autores”. Otra definición inolvidable: “Ni intelectualoide, ni comercial: creemos que existe un espacio para una historieta popular de gran calidad, donde se respeta tanto la inteligencia del lector como la personalidad del autor, y que permite abrirnos a mundos de gran diversidad. En resumen, un lugar donde la ficción viene a enriquecer nuestras representaciones del mundo”.
Suda Mery K
Nuestras representaciones del mundo hacían que miles de criollos se agolparan en los consulados para volar a otros horizontes, pero el francés de barba insólita decidía instalarse en un país caricaturesco, por un lado, pero donde la crisis liberaba ideas, creación y contenidos. Con el tiempo, Thomas apostó fuerte y motorizó una nueva revista: Suda Mery K!, emprendimiento de Ex Abrupto en alianza con la boliviana Viñetas con Altura y la chilena Editores Feroces, para dar a conocer lo mejor de la historieta latinoamericana. Poco provinciana, la publicación -además de autores europeos jamás publicados aquí- edita artículos sobre la historia de la historieta, y una sección de relatos experimentales. Contar estas historietas carece de gracia, por lo que se recomienda sencillamente su lectura, que puede incluir a franceses como Ivan Brun, o “los de a.k” como Diego Agrimbau, Dante Ginevra, Saenz Valiente, Nicolás Perez, Iván Pinto, Carlos Reyes y Ricardo Vega, por poner sólo algunos ejemplos.
Todo esto se hace a fuerza de voluntad, queda dicho. Thomas rechaza que digan que es un director de orquesta de estos proyectos. “Hago de todo en la orquesta: toco el tambor, la guitarra, y a veces paso el plumero”. ¿Qué significa eso en términos prácticos? Se encarga del diseño, el guión, la selección de autores, la difusión y el trabajo con la imprenta. Todo con un nuevo concepto estético, pero también con historias fantásticas o reales en las que prima una búsqueda de compromiso con la calidad, e ideas que buscan romper los moldes.
El efecto Superman
Rompiendo moldes, justamente, nació la idea de realizar un festival de historieta. “Viñetas con Altura se había hecho en La Paz, hace seis años. Ahí nos dimos cuenta que sabíamos más de Europa, Estados Unidos o Japón, que de nuestros vecinos. El festival aparte no era comercial, ni tenía intención de lucro, sino de mostrar al público y a los creadores nuevas formas de trabajar en conjunto, de conexión y de creación de redes” dice Thomas. Omitieron la posibilidad de llamar a un festival porteño Viñetas de Chatura, “hubiera sido medio pobretón”, califica Thomas y pensando el concepto llegaron a la conclusión de que la clave estaba en dos expresiones: independencia y libertad (no hay esquina que las reúna, al menos en Buenos Aires). Terminaron llamándolo Viñetas Sueltas.
Para que el festival pudiese ser gratuito, consiguieron apoyo del Centro Cultural de España de Buenos Aires, el Instituto Goethe, el Centro Cultural Rojas, la Alianza Francesa y las embajadas de Francia y Suiza, como para exhibir que no todos consideran a la historieta un arte menor. Así pulularon artistas alemanes, franceses, españoles, latinoamericanos; así hubo mesas para entendidos y para desentendidos; así hubo alza de la autoestima y de nociones del significado del género. Cuenta Thomas: “Creo que desbaratamos la idea de que las historietas son sólo para pibes o para entendidos. Vino toda clase de público. Jóvenes, viejos, adolescentes, padres, hijos. Siempre se cree que hay que mezclar todo para que un festival así sea exitoso. Pero Viñetas Sueltas fue lo contrario. Se mostró a la historieta en faceta cultural. Quedó claro que se puede llamar al público desde ese lugar”.
Thomas calcula que el cambio se debe a que “se volvió a los orígenes de la historieta, que era un medio abierto, creativo, amplio. Se había encasillado durante mucho tiempo en ser como el cine de los pobres. El que no podía ir al cine se compraba la revistita de aventuras”. En los 90 el género quedó atrapado en el molde norteamericano de historietas para adolescentes, y cualquier evento relacionado con la historieta incluía a personas disfrazadas de superhéroes, todo pensado para un público consumista”.
La novedad sería que los antihéroes que pululan en expresiones como las que muestra Ex Abrupto o se vieron en Viñetas Sueltas, parecen en condiciones de competirle mano a mano a los poderosos. Thomas se alegra: “Quedó claro que la historieta es para todos. Fue lo más sano de la muestra. No se trata de algo para el típico público que quiere ver a a Súperman”. Habrá Viñetas Sueltas también en el 2009. Y se estima que nuevamente Clark Kent se quedará sin firmar autógrafos.
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