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Agrupación ESCENA: romper el molde

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Desde Espacios Escénicos Autónomos se le dio proyección a los eventos de las Postas Sanitarias Culturales, que se siguen replicando en decenas de teatros con distintas presentaciones artísticas y variantes de cuidado. Cuáles son las preocupaciones y ocupaciones de estos proyectos, quiénes los  integran, y las propuestas para imaginar el futuro del arte. Por María del Carmen Varela.

Agrupación ESCENA: romper el molde
Fotos: Martina Perosa

Escena 1: Desde un parlante comienza a sonar música electrónica con su compás característico, como si fuera el ritmo de un corazón que late. La bailarina Carla Di Grazia vestida con ropa deportiva inicia una danza en la vereda y luego irrumpe en la calle desierta de autos y colectivos un domingo a la tarde. Un solo gesto hacia quienes la observan funciona como contraseña para que la danza sea grupal. Movimiento a repetición, la descarga de los cuerpos.  

Escena 2: Un ramo de flores rosadas, una bandeja con objetos de colores, cinco actrices y actores con vestuarios disímiles limpian la vereda y rocían alcohol. La escenografía y el vestuario pertenecen a obras teatrales programadas para este año. Las obras que aún no pudieron estrenarse. 

Escena 3: La superficie del vidrio está escrita con preguntas en diferentes colores fluorescentes: ¿La pantalla es nuestra nueva piel? ¿Qué sentís? ¿Qué pasa con los cuerpos? ¿Te bancarizaste? ¿Llegás a fin de mes?, ¿Te preocupan los $? Una bailarina y performer –Cynthia Pineda– baila dentro del espacio cultural. Luego borra las preguntas escritas en colores sobre el vidrio y va escribiendo otras: ¿Qué sucede después de estar horas frente a la pantalla? ¿Mantenés las distancias? ¿Qué te pasó en el encierro? ¿En qué mapa queda la cultura? ¿Cuántos abrazos diste durante la cuarentena?  

Apenas tres fragmentos de las acciones callejeras de cada domingo que sucedieron en  diferentes espacios culturales. El ritual de la lectura del texto de creación comunitaria persiste en cada posta y también la actividad de la Brigada Pegatina que estampa interrogantes sobre paredes y carteles publicitarios. Hojas blancas  tamaño A4 con letras negras esparcen preguntas: ¿Cuántos falsos vivos viste hoy? ¿Viste a la danza por ahí? ¿Cuánto vibra una palabra detrás de un barbijo? Y en todos los encuentros al aire libre, los espacios que participan imprimen en sus fachadas la frase que los identifica y condensa el deseo colectivo: “Acá hay un espacio para imaginar un futuro”.

¿Cómo se llama la obra?

Agrupación ESCENA: romper el molde

Al espacio público

«¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo sostener nuestros espacios sin el apoyo necesario? ¿Cómo vamos a volver a estar juntes? Necesitamos imaginar un futuro. Uno nuevo, uno distinto. ¿Sabías que acá hay un espacio para imaginar un futuro?” 

Así finaliza el texto de escritura colectiva que se lee en cada posta cultural callejera organizada por Escena –Espacios Escénicos  Autónomos– que agrupa a más de 40 espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires. 

Y a la vez que comparte las principales preguntas que se hace cada espacio –o que nos hacemos todxs– traza una fuga hacia adelante que permite salir de la parálisis cultural.

La propuesta es tan simple como potente: imaginemos.

El primer domingo de septiembre se produjo la primera incursión en el espacio público. Tuvo como escenario a Parque de los Patricios, luego se trasladó a Galpón FACE y concluyó en el espacio cultural Planta Inclán. Luego, más una docena de lugares dedicados a la cultura fueron sede de acciones artísticas para contrarrestar la parálisis impuesta en el sector y para plantear desde la autogestión las formas de imaginar lo que viene.

Pero primero lo primero: ¿qué es Escena? “Un espacio horizontal y asambleario. Nos organizamos en comisiones de trabajo, en este momento por whatsapp y zoom”, cuenta Ana Laura López, actriz, directora, escritora y productora de la agrupación. “Escena nació hace diez años, originalmente para defenderse de las clausuras arbitrarias, por la necesidad de ampliar el marco legal que también contenga este tipo de espacialidades en relación a salas más grandes. Si bien surge con este objetivo, poco a poco fue mutando, y sobre todo en los últimos tiempos. Para nosotres un espacio es todo lugar donde se milite intensamente y donde se produzcan contenidos o formación escénica y esto incluye a todos los lenguajes de lo escénico. No hay un órgano de gobierno, no hay un grupo o una mesa chica, sino que se vota y se consensúa entre todos los espacios integrantes”. 

¿Cómo surge la idea de llevar a cabo las postas? “A partir de acción de  Susy Shock y MU de comenzar con las postas en el espacio público (ver MU 151), lo conversamos en asamblea y nos dedicamos a armar la logística para adaptarnos a la propuesta con algunos criterios que fuimos consensuando –responde Ana Laura– . Tratamos de unir espacios y esto tiene que ver con algo que viene de la tradición de los festivales de Escena y de una acción en particular que se llamaba Mapa Escena que tendía a situar a los espacios dentro del mapa de la ciudad y a unirlos entre sí. Con esta idea y con este antecedente empezamos a gestar los recorridos y esto tiene que ver con la necesidad de poner en valor qué representan los espacios para el entramado cultural y social de la ciudad, y por otro  lado también decidimos hacernos cargo de que teníamos más dudas que certezas. Por eso empezó a aparecer el signo de pregunta, nos formulamos muchas preguntas con intención de generar espacios de apertura, de dislocar, de producir extrañamientos que nos permitan pensar de manera colectiva y eso lo dejamos plasmado en el espacio público pegando las preguntas en las inmediaciones de los espacios”.

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La parálisis cultural

Desde marzo, los espacios que conforman Escena están en contacto permanente para elaborar estrategias que los ayuden a paliar la situación y buscar recursos que los mantengan en pie. No pueden abrir sus puertas ni levantar las persianas para generar ingresos pero las facturas de servicios y el pago del alquiler se mantienen como gastos a afrontar mes a mes. La virtualidad se convirtió en una aliada, en  una manera de solventar gastos mediante los ingresos de las clases por zoom. En algunos casos también hubo experiencias de teatro vía streaming o subidas a youtube e incluso apuestas por el delivery gastronómico. 

Cecilia Gruner es intérprete, docente, gestora cultural y una de las personas a cargo de un espacio escénico ubicado a dos cuadras de Parque Centenario, El Piso: “Escena es un espacio de contención muy grande. Hubo un acompañamiento cercano a cada espacio para ver qué se podía hacer desde la realidad de cada uno. Hay dos grandes zonas de ayuda, las que provinieron del gobierno nacional y las del gobierno de la Ciudad. Las de la ciudad tuvieron la complejidad de no hacerse cargo de que esto es una emergencia, una situación extraordinaria, eso es en un sentido un grado de violencia institucional. Nos pidieron que escribiéramos propuestas de proyectos con equipos de trabajo y es terrible tener que juntarse con un grupo de gente a escribir un proyecto para luego decirles que no les vamos a poder dar ese trabajo porque esa plata la tenemos que usar para pagar las cuentas. En ese sentido es importante recalcar que nadie se hizo cargo de que esto es una verdadera emergencia”.

Analía Slominsky es bailarina, gestora cultural  y coordina junto a otras tres bailarinas un espacio escénico, MOVAQ–Aquelarre en movimiento, en el barrio de Villa Crespo. “Nosotras tenemos un espacio físicamente muy enorme, hemos recibido subsidios, nos ha generado la imposibilidad de hacer cualquier cosa más que mandarlos al alquiler y a los servicios para no seguir adquiriendo deuda, en detrimento de todo el plantel docente que somos 25 personas trabajando virtualmente, aportando un porcentaje de esa virtualidad para poder llegar a cubrir los gastos fijos del proyecto”.

¿Cómo salir de esto? “La salida es colectiva –apunta Analía–  más allá de la frase que viene bastante en boga, que no sea frase hecha sino empezar a hacerla cuerpo. Es indispensable. Poder hacer este ejercicio colectivo de las postas nos está dando la pauta de que es la única forma de sobrevivir y seguir resistiendo en este momento”. 

¿Qué futuro imaginan? “Ante el panorama incierto que plantea la pandemia en todo el mundo y dada la situación frágil de un sector precarizado, se hace difícil a veces imaginar –dice Ana Laura–y por eso la frase ‘Acá hay un espacio para imaginar un futuro’ es una invitación y un empuje que nos damos a nosotres mismes, para no olvidarnos de eso, en un momento que es oscuro. Pero por otro lado pienso en lo que deseamos y que para mí tiene que ver con todas estas organizaciones y nuevas alianzas que vamos tejiendo y que nos hacen más vivible este presente y nos permiten la posibilidad de imaginar. A lo largo de todo este tiempo no solo en las artes escénicas independientes sino en general, ha surgido mucho esto de que no queremos volver a una normalidad que tampoco era la medida de algo que estaba bueno. Pretender volver a esa normalidad implica seguir en una línea que nos trajo a este punto. Entonces si no imaginamos otro futuro posible es difícil romper con esa línea y vamos a la extinción como especie. La acción de las postas es una forma de recordarnos esto y la acción política que vamos haciendo como organización y las redes que vamos tejiendo son las formas en las que tratamos de habilitarnos otro futuro posible”. Suma Fagner Pavan, actor, director y codirector de Galpón FACE.: “Vamos a tener que resignificarnos, reinventarnos, no podemos volver como antes. Hay que reconfigurarse de varias maneras, hay muchas herramientas que son interesantes, una conexión en la que se puede estar tomando clases con gente del norte, del sur del país, de otras partes del mundo. Hay complejidades de un mundo globalizado. Vamos a tener que hacer un ejercicio de dejar ciertas cosas, algunas prácticas que veníamos haciendo y descubrir otras nuevas. Estamos en ese proceso, escuchando y aprendiendo”.

Analía: “Hay una responsabilidad de la investigación artística. No se puede volver a lo que era  porque si no es demasiado obtuso. ¿Estamos esperando una vacuna? No, tenemos que reinventar la forma de seguir creando. Como hacedora de danza, de movimiento, tengo una responsabilidad social, no puedo estar solamente sentada esperando una vacuna”. 

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Imagin–arte

¿Qué sucede con unx artistx que transita meses sin actuar, sin bailar con otres? Ana Laura: “Se redefine el cuerpo, la función de la cultura y el lugar de la cultura en la vida de las personas y en mi propia vida. Como artista si salgo igual que antes y vuelvo a lo mismo, sería un fracaso. Esto va a tener un fuerte impacto en nuestros lenguajes, por las hibridaciones que también se van a dar. Lo tecnológico ya estaba, ahora apareció como la única posibilidad, no había otra chance y de esto van a quedar vestigios, va a haber nuevas formas de expresión, incluso nuevos lenguajes”. Fagner: “A veces nos cerramos con nuestras búsquedas estéticas, políticas, etc., nos cerramos en nuestros espacios de proyecciones imaginarias de deseos, y está bueno que esto sea cada vez más perforado por lo que está afuera , por la calle. Las postas tienen que ver con una necesidad de ocupar, de encontrarse, una hermosa posibilidad de conocer otros espacios, volver a vernos”. 

¿Qué nuevos desafíos encontraron durante este tiempo? Cecilia: “Seguir tendiendo estas arquitecturas cálidas, dinámicas, sensibles, humanas, entre nosotres, es una estrategia para el futuro, para construir una cultura que entre y salga de los espacios como una misma cosa, que empecemos a habitar nuestros espacios como si fueran uno solo”. Analía: “Cuando hablamos de nuestros propios cuerpos, la pandemia nos dio una resignificación: el espacio es el público, les alumnes, no hay espacio sin todo ese ecosistema de personas sucediendo. Las clases y los espacios de investigación y análisis tienen que ser populares y con toda la población que quiera hacerlo, y es indispensable la existencia de la danza, el teatro y la poesía en la vida de cada ser humane”.

El contexto adverso para la cultura independiente sobresale en época de pandemia global. Los espacios resisten, se unen y elaboran estrategias de la única manera posible: estando juntes. La calle es una trinchera a ocupar, porque lo hostil no quita la esencia creativa del arte y la posibilidad de seguir imaginando un futuro: el ritual construido de presencias. Las pantallas quedan a un costado porque la atención necesita posarse en otro lado. Se escucha una voz que amablemente nos invita a apagar los celulares porque, al fin, está por comenzar la función. 

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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