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Agrupación ESCENA: romper el molde

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Desde Espacios Escénicos Autónomos se le dio proyección a los eventos de las Postas Sanitarias Culturales, que se siguen replicando en decenas de teatros con distintas presentaciones artísticas y variantes de cuidado. Cuáles son las preocupaciones y ocupaciones de estos proyectos, quiénes los  integran, y las propuestas para imaginar el futuro del arte. Por María del Carmen Varela.

Agrupación ESCENA: romper el molde
Fotos: Martina Perosa

Escena 1: Desde un parlante comienza a sonar música electrónica con su compás característico, como si fuera el ritmo de un corazón que late. La bailarina Carla Di Grazia vestida con ropa deportiva inicia una danza en la vereda y luego irrumpe en la calle desierta de autos y colectivos un domingo a la tarde. Un solo gesto hacia quienes la observan funciona como contraseña para que la danza sea grupal. Movimiento a repetición, la descarga de los cuerpos.  

Escena 2: Un ramo de flores rosadas, una bandeja con objetos de colores, cinco actrices y actores con vestuarios disímiles limpian la vereda y rocían alcohol. La escenografía y el vestuario pertenecen a obras teatrales programadas para este año. Las obras que aún no pudieron estrenarse. 

Escena 3: La superficie del vidrio está escrita con preguntas en diferentes colores fluorescentes: ¿La pantalla es nuestra nueva piel? ¿Qué sentís? ¿Qué pasa con los cuerpos? ¿Te bancarizaste? ¿Llegás a fin de mes?, ¿Te preocupan los $? Una bailarina y performer –Cynthia Pineda– baila dentro del espacio cultural. Luego borra las preguntas escritas en colores sobre el vidrio y va escribiendo otras: ¿Qué sucede después de estar horas frente a la pantalla? ¿Mantenés las distancias? ¿Qué te pasó en el encierro? ¿En qué mapa queda la cultura? ¿Cuántos abrazos diste durante la cuarentena?  

Apenas tres fragmentos de las acciones callejeras de cada domingo que sucedieron en  diferentes espacios culturales. El ritual de la lectura del texto de creación comunitaria persiste en cada posta y también la actividad de la Brigada Pegatina que estampa interrogantes sobre paredes y carteles publicitarios. Hojas blancas  tamaño A4 con letras negras esparcen preguntas: ¿Cuántos falsos vivos viste hoy? ¿Viste a la danza por ahí? ¿Cuánto vibra una palabra detrás de un barbijo? Y en todos los encuentros al aire libre, los espacios que participan imprimen en sus fachadas la frase que los identifica y condensa el deseo colectivo: “Acá hay un espacio para imaginar un futuro”.

¿Cómo se llama la obra?

Agrupación ESCENA: romper el molde

Al espacio público

«¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo sostener nuestros espacios sin el apoyo necesario? ¿Cómo vamos a volver a estar juntes? Necesitamos imaginar un futuro. Uno nuevo, uno distinto. ¿Sabías que acá hay un espacio para imaginar un futuro?” 

Así finaliza el texto de escritura colectiva que se lee en cada posta cultural callejera organizada por Escena –Espacios Escénicos  Autónomos– que agrupa a más de 40 espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires. 

Y a la vez que comparte las principales preguntas que se hace cada espacio –o que nos hacemos todxs– traza una fuga hacia adelante que permite salir de la parálisis cultural.

La propuesta es tan simple como potente: imaginemos.

El primer domingo de septiembre se produjo la primera incursión en el espacio público. Tuvo como escenario a Parque de los Patricios, luego se trasladó a Galpón FACE y concluyó en el espacio cultural Planta Inclán. Luego, más una docena de lugares dedicados a la cultura fueron sede de acciones artísticas para contrarrestar la parálisis impuesta en el sector y para plantear desde la autogestión las formas de imaginar lo que viene.

Pero primero lo primero: ¿qué es Escena? “Un espacio horizontal y asambleario. Nos organizamos en comisiones de trabajo, en este momento por whatsapp y zoom”, cuenta Ana Laura López, actriz, directora, escritora y productora de la agrupación. “Escena nació hace diez años, originalmente para defenderse de las clausuras arbitrarias, por la necesidad de ampliar el marco legal que también contenga este tipo de espacialidades en relación a salas más grandes. Si bien surge con este objetivo, poco a poco fue mutando, y sobre todo en los últimos tiempos. Para nosotres un espacio es todo lugar donde se milite intensamente y donde se produzcan contenidos o formación escénica y esto incluye a todos los lenguajes de lo escénico. No hay un órgano de gobierno, no hay un grupo o una mesa chica, sino que se vota y se consensúa entre todos los espacios integrantes”. 

¿Cómo surge la idea de llevar a cabo las postas? “A partir de acción de  Susy Shock y MU de comenzar con las postas en el espacio público (ver MU 151), lo conversamos en asamblea y nos dedicamos a armar la logística para adaptarnos a la propuesta con algunos criterios que fuimos consensuando –responde Ana Laura– . Tratamos de unir espacios y esto tiene que ver con algo que viene de la tradición de los festivales de Escena y de una acción en particular que se llamaba Mapa Escena que tendía a situar a los espacios dentro del mapa de la ciudad y a unirlos entre sí. Con esta idea y con este antecedente empezamos a gestar los recorridos y esto tiene que ver con la necesidad de poner en valor qué representan los espacios para el entramado cultural y social de la ciudad, y por otro  lado también decidimos hacernos cargo de que teníamos más dudas que certezas. Por eso empezó a aparecer el signo de pregunta, nos formulamos muchas preguntas con intención de generar espacios de apertura, de dislocar, de producir extrañamientos que nos permitan pensar de manera colectiva y eso lo dejamos plasmado en el espacio público pegando las preguntas en las inmediaciones de los espacios”.

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La parálisis cultural

Desde marzo, los espacios que conforman Escena están en contacto permanente para elaborar estrategias que los ayuden a paliar la situación y buscar recursos que los mantengan en pie. No pueden abrir sus puertas ni levantar las persianas para generar ingresos pero las facturas de servicios y el pago del alquiler se mantienen como gastos a afrontar mes a mes. La virtualidad se convirtió en una aliada, en  una manera de solventar gastos mediante los ingresos de las clases por zoom. En algunos casos también hubo experiencias de teatro vía streaming o subidas a youtube e incluso apuestas por el delivery gastronómico. 

Cecilia Gruner es intérprete, docente, gestora cultural y una de las personas a cargo de un espacio escénico ubicado a dos cuadras de Parque Centenario, El Piso: “Escena es un espacio de contención muy grande. Hubo un acompañamiento cercano a cada espacio para ver qué se podía hacer desde la realidad de cada uno. Hay dos grandes zonas de ayuda, las que provinieron del gobierno nacional y las del gobierno de la Ciudad. Las de la ciudad tuvieron la complejidad de no hacerse cargo de que esto es una emergencia, una situación extraordinaria, eso es en un sentido un grado de violencia institucional. Nos pidieron que escribiéramos propuestas de proyectos con equipos de trabajo y es terrible tener que juntarse con un grupo de gente a escribir un proyecto para luego decirles que no les vamos a poder dar ese trabajo porque esa plata la tenemos que usar para pagar las cuentas. En ese sentido es importante recalcar que nadie se hizo cargo de que esto es una verdadera emergencia”.

Analía Slominsky es bailarina, gestora cultural  y coordina junto a otras tres bailarinas un espacio escénico, MOVAQ–Aquelarre en movimiento, en el barrio de Villa Crespo. “Nosotras tenemos un espacio físicamente muy enorme, hemos recibido subsidios, nos ha generado la imposibilidad de hacer cualquier cosa más que mandarlos al alquiler y a los servicios para no seguir adquiriendo deuda, en detrimento de todo el plantel docente que somos 25 personas trabajando virtualmente, aportando un porcentaje de esa virtualidad para poder llegar a cubrir los gastos fijos del proyecto”.

¿Cómo salir de esto? “La salida es colectiva –apunta Analía–  más allá de la frase que viene bastante en boga, que no sea frase hecha sino empezar a hacerla cuerpo. Es indispensable. Poder hacer este ejercicio colectivo de las postas nos está dando la pauta de que es la única forma de sobrevivir y seguir resistiendo en este momento”. 

¿Qué futuro imaginan? “Ante el panorama incierto que plantea la pandemia en todo el mundo y dada la situación frágil de un sector precarizado, se hace difícil a veces imaginar –dice Ana Laura–y por eso la frase ‘Acá hay un espacio para imaginar un futuro’ es una invitación y un empuje que nos damos a nosotres mismes, para no olvidarnos de eso, en un momento que es oscuro. Pero por otro lado pienso en lo que deseamos y que para mí tiene que ver con todas estas organizaciones y nuevas alianzas que vamos tejiendo y que nos hacen más vivible este presente y nos permiten la posibilidad de imaginar. A lo largo de todo este tiempo no solo en las artes escénicas independientes sino en general, ha surgido mucho esto de que no queremos volver a una normalidad que tampoco era la medida de algo que estaba bueno. Pretender volver a esa normalidad implica seguir en una línea que nos trajo a este punto. Entonces si no imaginamos otro futuro posible es difícil romper con esa línea y vamos a la extinción como especie. La acción de las postas es una forma de recordarnos esto y la acción política que vamos haciendo como organización y las redes que vamos tejiendo son las formas en las que tratamos de habilitarnos otro futuro posible”. Suma Fagner Pavan, actor, director y codirector de Galpón FACE.: “Vamos a tener que resignificarnos, reinventarnos, no podemos volver como antes. Hay que reconfigurarse de varias maneras, hay muchas herramientas que son interesantes, una conexión en la que se puede estar tomando clases con gente del norte, del sur del país, de otras partes del mundo. Hay complejidades de un mundo globalizado. Vamos a tener que hacer un ejercicio de dejar ciertas cosas, algunas prácticas que veníamos haciendo y descubrir otras nuevas. Estamos en ese proceso, escuchando y aprendiendo”.

Analía: “Hay una responsabilidad de la investigación artística. No se puede volver a lo que era  porque si no es demasiado obtuso. ¿Estamos esperando una vacuna? No, tenemos que reinventar la forma de seguir creando. Como hacedora de danza, de movimiento, tengo una responsabilidad social, no puedo estar solamente sentada esperando una vacuna”. 

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Imagin–arte

¿Qué sucede con unx artistx que transita meses sin actuar, sin bailar con otres? Ana Laura: “Se redefine el cuerpo, la función de la cultura y el lugar de la cultura en la vida de las personas y en mi propia vida. Como artista si salgo igual que antes y vuelvo a lo mismo, sería un fracaso. Esto va a tener un fuerte impacto en nuestros lenguajes, por las hibridaciones que también se van a dar. Lo tecnológico ya estaba, ahora apareció como la única posibilidad, no había otra chance y de esto van a quedar vestigios, va a haber nuevas formas de expresión, incluso nuevos lenguajes”. Fagner: “A veces nos cerramos con nuestras búsquedas estéticas, políticas, etc., nos cerramos en nuestros espacios de proyecciones imaginarias de deseos, y está bueno que esto sea cada vez más perforado por lo que está afuera , por la calle. Las postas tienen que ver con una necesidad de ocupar, de encontrarse, una hermosa posibilidad de conocer otros espacios, volver a vernos”. 

¿Qué nuevos desafíos encontraron durante este tiempo? Cecilia: “Seguir tendiendo estas arquitecturas cálidas, dinámicas, sensibles, humanas, entre nosotres, es una estrategia para el futuro, para construir una cultura que entre y salga de los espacios como una misma cosa, que empecemos a habitar nuestros espacios como si fueran uno solo”. Analía: “Cuando hablamos de nuestros propios cuerpos, la pandemia nos dio una resignificación: el espacio es el público, les alumnes, no hay espacio sin todo ese ecosistema de personas sucediendo. Las clases y los espacios de investigación y análisis tienen que ser populares y con toda la población que quiera hacerlo, y es indispensable la existencia de la danza, el teatro y la poesía en la vida de cada ser humane”.

El contexto adverso para la cultura independiente sobresale en época de pandemia global. Los espacios resisten, se unen y elaboran estrategias de la única manera posible: estando juntes. La calle es una trinchera a ocupar, porque lo hostil no quita la esencia creativa del arte y la posibilidad de seguir imaginando un futuro: el ritual construido de presencias. Las pantallas quedan a un costado porque la atención necesita posarse en otro lado. Se escucha una voz que amablemente nos invita a apagar los celulares porque, al fin, está por comenzar la función. 

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Derechos Humanos

A 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

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Este martes 9 de diciembre se cumplen 40 años de la lectura de la sentencia del Juicio a las Juntas Militares. Habrá un acto en la Corte Suprema de homenaje a los jueces Carlos Arslanián, Ricardo Gil Lavedra, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz (fallecieron los otros dos integrantes de aquella Cámara Federal: Andrés D’Alessio y Jorge Torlasco).

Testigo privilegiado de muchas de las audiencias por su cobertura para el diario La Razón, Sergio Ciancaglini, actual periodista de MU y coautor del libro Nada más que la verdad (junto a Martín Granovsky) repasa escenas, revelaciones y el contexto de una experiencia inédita en el mundo en la que por primera vez se juzgó un crimen masivo cometido desde el Estado por una dictadura.

Los testigos, los alegatos, las sorpresas, la ubicación de la locura y de la cordura. Los gestos de Videla, Massera y Viola. Los testimonios de las mujeres sobre los ataques y violaciones que sufrieron. El antisemitismo militar. El peso desde el cual los médicos calculaban que era factible torturar. El sitio de lo impensable, y la proyección de aquella historia pensando en los derechos humanos del presente.

Por Sergio Ciancaglini

A 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?
Los militares en 1985, de pie ante los jueces. Fotos gentileza de Telam y Fondo Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Archivo Memoria Abierta.
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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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