Mu153
Diccionario mediático argentino
Por Pablo Marchetti
Aporte solidario y extraordinario
Nombre con el que se denomina a una contribución que deben hacer las personas más ricas del país para solventar gastos extraordinarios del Estado. Y que, a su vez, supuestamente el Estado utilizará para paliar las necesidades de la gente más pobre. Sin contar con el hecho de que el Estado suele tener una serie de gastos burocráticos que hace que lo que realmente llega los sectores más pobres sea una cifra significativamente menor que la recaudada, lo cierto es que la forma en la que se terminó implementando el aporte fue bastante curiosa. La discusión comenzó cuando el Poder Ejecutivo planteó la necesidad de que los más ricos pagaran más impuestos para intentar lograr una distribución de la riqueza un poco más justa. Pero los multimillonarios del país se opusieron terminantemente a esta medida. Ni siquiera el hecho de incorporar la palabra “solidario” en el nombre del impuesto los hizo cambiar de opinión. Cuando vio que la cosa con los ricos venía complicada y con cierto temor a un enojo, el gobierno inició una negociación que básicamente trató de dejarlos hacer lo que quisieran, a cambio de que concedieran algo. Porque el enojo no sólo venía por el lado de los ricos, sino que también hubo enojo y negativas al proyecto por parte de gente que forma parte del gobierno y amagó con no dar apoyo al proyecto de ley dentro del mismo oficialismo. Casualmente, se trata de gente que, además de formar parte del gobierno, también es rica, muy rica. Pero ese es otro tema. O no. El asunto es que tras evaluarlo bien, el gobierno decidió mandar al Congreso un proyecto en el que el aporte de los millonarios sería por una única vez, y no periódicamente, como se supone debe ser un impuesto. Y para aminorar el impacto mantuvo la palabra “solidario” para calificar al aporte, por más que se trata de una imposición y no de un gesto solidario. Lo cierto es que eso mismo que se implementó en la Argentina por única vez y tras el retroceso de un gobierno que iba por una reforma impositiva real (o al menos eso amagó), fue visto por los millonarios como un tipo de expropiación soviética, cubana o norcoreana. A pesar de que este tipo de medidas (mucho más “solidarias” que en la Argentina) son las que se están llevando adelante en los principales países de Europa. Es decir, en los países denominados “serios”.
ASPO
Sigla que significa Aislamiento Social Preventivo Obligatorio. El término surgió durante una pandemia que afectó, como su nombre lo indica, a todo el mundo. La Argentina, por lo tanto, también se vio obligada a seguir un régimen de algo que popularmente se denomina “cuarentena”. Pero que, en los hechos, no lo es. Básicamente porque la “cuarentena” se anunció en principio por 15 días, pero terminó durando más de 200. Es decir, los 40 días que se desprenden del término “cuarentena” nunca fueron ni remotamente una opción como medida sanitaria. Eso sí, este período de aislamiento dejó una buena cosecha de nuevas siglas, entre ellas esta ASPO que recién tuvo repercusión en la opinión pública cuando surgió su reverso, DISPO. Algo similar a lo que ocurre con las dicotomías cóncavo-convexo o etalactita-estalagmita.
DISPO
Sigla que significa Distanciamiento Social Preventivo Obligatorio. Es decir, funciona como una suerte de yin-yang con el ASPO, aunque en realidad se trata de una fase superior, pero bastante más compleja y difícil de supervisar. Porque la ASPO implicaba quedarse en algún lugar de aislamiento, algo sencillo de cumplir para la gente que tiene un hogar, más allá de las tensiones de convivencia o las alteraciones en el ánimo que este aislamiento puede generar en las personas. Los límites del aislamiento son claros: no hay que salir a la calle. A las únicas personas a las que les es imposible cumplir eso es a quienes viven en la calle. El resto tiene una delimitación territorial muy clara. El pase a la DISPO implica trabajar con fronteras móviles, que se trazan con marcas en el suelo u otro tipo de señales, tal como se hace en los bares con mesas en las calles. Claro que la apertura de bares implica que la gente que se sienta beba y/o coma algo, que es lo que se hace en dichos lugares. Pero resulta imposible comer o beber con un tapabocas puesto. Entonces, ¿cuándo es correcto destaparse la boca una vez que alguien se sienta en la mesa de un bar? La pregunta sirve como muestra de un catálogo de preguntas que muchas veces pueden ser respondidas desde la teoría, pero muy pocas desde la práctica. La DISPO resulta, pues, mucho más flexible pero también mucho mas incierta que su hermana firme y autoritaria, la ASPO.
Lenguaje inclusivo
(tb. lenguaje no sexista)
Giro idiomático que altera las reglas del lenguaje establecidas por la supuesta autoridad máxima de la lengua castellana (la Real Academia Española) y que busca que la universalización del género no esté regida ni por las formas masculinas ni por las femeninas, cada vez que puede incluir a ambas. Muchas veces se piensa a este tipo de uso de la lengua como propia de los feminismos. Pero en realidad, la inquietud de modificar el idioma de esta manera surgió de los colectivos trans, queer y travesti, por creer que ni el femenino ni el masculino los identificaban. Desde entonces, muchas feministas han hecho de este tipo de lenguaje una bandera y han impulsado medidas oficiales para obligar a los funcionarios (o les funcionaries) a usarlo. El término “lenguaje inclusivo” es el modo con el que se ha hecho más popular esta forma idiomática. Pero quienes militan su uso se refieren a él como “lenguaje no sexista”, tal lo que consideran la definición correcta. Es indudable que el hecho de que el plural genérico y universal para incluir a masculino y femenino en una determinada actividad sea el masculino es un signo claro de cultura patriarcal. Tan cierto como que en un país con un 40 por ciento de personas debajo de la línea de la pobreza, la discusión sobre este tipo de lenguaje no parece ser central ni formar parte de las necesidades básicas de la inmensa mayoría de la gente. Sin embargo, la militancia de este tipo de lenguaje es tan intensa que a veces lleva a creer que sí es algo central. Y al ser mucho más complicado tomar medidas que afecten los intereses de los poderosos para lograr mayor inclusión social que firmar decretos sobre el uso del llamado lenguaje inclusivo (o no sexista), muchas veces el progresismo de un gobierno se termina midiendo más por este tipo de usos que por la posibilidad de sacar a una mayor cantidad de personas de la indigencia. De todos modos, tampoco es para desesperar: una cosa es la derecha que desprecia a los pobres y a los hambrientos, y otra muy distinta el progresismo que los incluye, llamándolos “les pobres” y “les hambrientes”.
Maestros, tras
Personas que se ocupan de la educación primaria de niños y niñas argentinos. La tarea docente está atravesada por varias paradojas. En principio, se trata de una ocupación en la que, históricamente, la inmensa mayoría son mujeres. Es, probablemente junto a la enfermería, el rubro en el que las mujeres han tenido mayor insersión laboral en la historia, desde hace más de un siglo. Más precisamente, a partir de la escolarización planteada por Domingo Faustino Sarmiento, en su presidencia, a fines del siglo XIX. Sin embargo, la jornada en la que los homenajea (a partir de un tributo a Sarmiento) es conocida como Día del Maestro. Y no de la Maestra. La referencia siempre es a “los maestros”, aunque un 80 por ciento de la gente que se dedica a la docencia sean “maestras”. La otra gran paradoja es que la mayoría de la gente suele tener una buena valoración de la gente que se dedica a la docencia, porque ve en ese trabajo un sacrificio importante. Además de ser las personas que se ocupan de llevar adelante la educación de sus hijos. Sin embargo, está naturalizado que el trabajo docente no es bien pago. Y no sólo eso: se da por descontado que si alguien quiere ser docente tiene que atenerse a esas consecuencias. Y que si pelea por su salario, lo que hace es poner palos en la rueda de la educación de la niñez. Es por ello que un funcionario público (o una funcionaria pública) puede decir lo que quiera sobre los docentes, que esto no va a generar rechazo en la opinión pública, sino todo lo contrario. Quizá la clave esté precisamente en eso, en la palabra “docente”. Porque si bien el maestro (y, sobre todo, la maestra) es sagrado y tiene una actitud altruísta al educar a nuestros hijos, también es cierto que el docente (o la docente) suele ser un personaje conflictivo que sólo está buscando ganar más, a pesar de lo “poco” que trabaja. Porque aunque parezcan sinónimos, está claro que “maestro” y “docente” son cosas muy pero muy distintas.
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Un lugar en el mundo. Alpa Corral, Córdoba, después de los incendios
En un pueblo serrano, reserva de bosque nativo, conviven las lógicas, estrategias y responsabilidades que grafican qué enciende y quién apaga los fuegos. Las particularidades y las sospechas. La organización y el rebrote. Lo que se pierde y lo que se revela cuando las llamas rodean.
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Chubut contra la megaminería: la rebelión del NO
La situación de Chubut empeora minuto a minuto con la decisión del gobierno provincial y la presión nacional por aprobar la minería a cielo abierto pese al rechaza y la falta de licencia social. Es uno de los conflictos sociales más impactantes de la época. Ante una nueva avanzada de la minería en una provincia rica pero fundida por la clase política, las comunidades se movilizan planteando que no hay licencia social para las falsas soluciones que promueven las corporaciones, el gobierno provincial y el nacional. Todos los ”Sí” de Chubut: democracia genuina, agua, trabajo digno, naturaleza, bienes comunes, salud, defensa de la vida y de otros modos de producción.
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Tulliworld: abusos y percepciones
Por Nancy Aruzza
“El discapacitado se abusa” es una afirmación que suelo hacer. A partir del momento en que empecé a formar parte ostensiblemente de la legión tullida, empecé a observar con detenimiento el comportamiento de otres tullides. Antes, sospecho que les ignoraba como buena bípeda normal que era.
La persona tullida suele estar convencida de que nadie ha sufrido tanto como ella; entonces, con esa convicción, se maneja con cierta impunidad en algunas situaciones. Claramente, el entorno familiar, primero, y el social después aceptan con indulgencia el abuso pensando, en muchas ocasiones, “qué le voy a decir si mirá cómo está…”
Ejemplo clásico: si estoy en una fila aguardando a ser atendida habrá siempre alguien que intentará obligarme a pasar primero. Ante mi negativa, generalmente se dirá con vehemencia: “¡Pero es tu derecho!”. Y yo responderé: “Es mi derecho pero no es mi obligación”, con una sonrisa forzada.
Por supuesto ha habido quienes me han querido ceder el lugar con sincera amabilidad y han aceptado tranquilamente mi agradecimiento y mi negativa.
Pero siempre está el representante del ejército de la buena conciencia (en mi experiencia, siempre varones cis de más de 40 años) que no conciben la posibilidad de que me rehúse.
El factor sorpresa también actúa, claro. Quizá la mayor parte de les tullides aceptan con gusto suprimir la espera aunque tengan la misma posibilidad que el resto de aguardar pacientemente. Y ahí es cuando se activa eso de “estoy tullide y sólo por eso merezco pleistesía” por un lado y el ya mentado “qué le voy a decir si mirá cómo está…”, por el otro.
Ambas actitudes me colman de hartazgo. Ciertas estrategias de manipulación no son sólo propias de les tullides, claro, pero cada quien haga su lista como tarea.
Atravesar situaciones complejas, incluso dolorosas y traumáticas, no necesariamente nos convierten en humanes maravilloses, mejores que aquelles que no han atravesado lo mismo.
Intentar sacar ventaja jugando con la lastimosa percepción que puede existir sobre nosotres sólo logrará que esa percepción se perpetúe.
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