CABA
Zonas liberadas: el caso impune de Luna Ortiz en Tigre

Una cita que era una trampa, un raid de drogas, narcotráfico y policías involucrados en la impunidad. El femicidio de Luna en 2017 lleva dos fallos que culpabilizan a la víctima, el último en marzo de este año. La trama que denuncia su familia y su lucha –en la calle y hasta la Corte Suprema- para que haya justicia. Por Inés Hayes y Melissa Zenobi.

En el interior del partido de Tigre, al norte del Gran Buenos Aires, los edificios se van esfumando y aparecen casas bajas y árboles. Marisa y Facundo, la mamá y el papá de Luna, esperan en la vereda de ese barrio obrero; Faustino, el hermano de 13, está en su habitación con clases virtuales.
En el living comedor, la mesa ratona está llena de fotos: Luna bebé; Luna en el jardín; Luna con su hermanito y su papá de vacaciones en Mar del Plata; y el álbum de su cumple de 15 donde se la ve con un vestido largo rojo, con mangas princesa.
Marisa recuerda que a su hija le gustaba hacer artesanías; que pintaba cajitas y botellas; y muestra algunas de las últimas piezas que le regaló: una bandeja y un cuaderno.
Sus amigas, asegura, eran las mismas desde el jardín de infantes.
Luna usaba el flequillo a mitad de la frente y decía que no pensaba tener hijos.
Que sus hijos eran sus mascotas Aquiles (su perro) y Niqui (su gato).
También soñaba con irse junto a su amiga Mariana a vivir a Bahía San Blas, una localidad pesquera en Carmen de Patagones.
Todo, hasta que el 2 de junio de 2017, luego de pasar el día con su mamá que cumplía años, Luna se fue a encontrar por primera vez con alguien que había conocido a través de Facebook. Fue la última vez que su familia la vio con vida.
Violencia machista
Isaías Villarreal había contactado a Luna a través de las redes sociales, y la cita resultó una trampa. Llevó a Luna a su casa, donde la esperaba con dos hombres más; allí la drogaron y alcoholizaron y la trasladaron en un raid en el que la intercambiaban como mercancía. La joven fue violada en varias ocasiones por varios hombres mientras le suministraban drogas en todo su cuerpo. El 3 de junio, cuando las mujeres y disidencias gritaban en todo el país Ni una menos, la encontraron sin vida en la casa de Villarreal.
“Villarreal le hablaba y la invitaba todo el tiempo para verse. Sabemos que la captaron por ahí, y luego la llevaron por todos lados intercambiándola como mercancía, estando inconsciente”, cuenta Facundo con la voz entrecortada: “También la llevó a la casa de otro amigo, Pablo Paz Gutiérrez, que declaró que le pusieron droga en todo el cuerpo, y que se fue tambaleándose”.
A Marisa y a Facundo la foto del cuerpo de su hija les llegó a su celular antes de que ingresara en la causa. El comisario a cargo, Ceferino Hernández, había difundido la foto en un grupo de whatsapp diciendo: “Mirá cómo murió esta putita”. Fue la prima de Marisa, que en ese entonces trabajaba como policía, quien les avisó lo que estaba circulando. Producto de todas estas violencias machistas institucionales, su prima renunció a la policía.
Tampoco les informaron dónde estaba el cuerpo: “Primero dijeron que el cuerpo de Luna lo habían llevado a la Comisaría de Benavídez, pero el comisario nos mandó a Francisco Solano, a San Fernando, a Pilar. Nadie sabía nada. Pasaron tres días sin saber dónde estaba el cuerpo de mi hija”, recuerda Facundo.
Marisa completa el relato: “Me querían dar el cajón cerrado, y les dije que no, que yo quería ver a mi hija. Y resulta que apareció en la casa velatoria ya preparado para el velorio: nunca supimos qué pasó esos días. Cuando pasaron algunas horas en el velatorio se empezaron a ver moretones, y cuando revisamos, Luni tenía las rodillas reventadas”. Los ojos de Marisa miran un punto fijo en la pared y se queda callada.
Según la información de la autopsia, los golpes fueron catalogados como de larga data, es decir golpes viejos. “Eso es mentira porque Luna estuvo hasta el 2 de junio conmigo y estaba lo más bien”, dice Marisa y agrega: “Además el propio Villarreal declaró que Luna se cayó y se golpeó la cabeza”.
El comisario Hernández (que además tiene causas por vejación) fue trasladado a una comisaría de otro distrito, movimiento que, lejos de ser una condena, es un gesto de impunidad y protección.

Justicia patriarcal
El 3 y el 4 de abril de 2019 –dos años después del femicidio- el fiscal titular de la fiscalía de género de Tigre, Marcelo Fuenzalida, caratuló la causa como “abandono de persona seguido de muerte con suministro de estupefacientes a título gratuito”, denegando el pedido de la familia para que se lo juzgara como femicidio. En ese momento se condenó a Villarreal a 14 años de prisión y se imputó a su amigo cómplice Pablo Paz Gutiérrez por abuso sexual seguido de muerte.
El 8 de marzo de este año, el Día Internacional de la Mujer, los jueces de la Sala de Casación Penal de La Plata, Daniel Alfredo Carral, Ricardo Ramón Maidana y Ricardo Borinsky, hicieron lugar al pedido de la defensa y dictaron un fallo todavía más misógino que el primero, en el que catalogaron el femicidio de Luna como “homicidio imprudente”, que significa que no hubo intención de matarla. Eso permite que Villarreal pueda quedar libre en cualquier momento. “No solo han modificado la sentencia impuesta por el Tribunal Oral 7 de San Isidro, sino que fomentan la impunidad de la violencia contra las mujeres, en un contexto donde se comete un femicidio cada 20 horas”, dicen Marisa y Facundo. Y agregan: “Si queda libre, vendría a vivir a 5 cuadras de acá, de nuestra casa”.
Tras este fallo, la familia de Luna presentó un recurso a través del cual vuelven a reclamar que se juzgue a Villarreal por el delito de femicidio. En la presentación se deja en claro que Villarreal conocía la problemática de consumo de Luna, que de igual forma le proporcionó durante ocho horas alcohol y drogas, a sabiendas de que este consumo no solo generaba situaciones de vulneración concretas sino que ponía en riesgo su vida.
Facundo alerta: “Lo más grave es que cada causa sienta jurisprudencia. La justicia solamente considera que hay femicidio si tenían una relación. Si el femicidio de Luna queda como homicidio doloso, va a ser jurisprudencia de otros casos aberrantes”, alertan.
A la espera de la resolución de Casación para ver si pueden ir a la Corte Suprema de Justicia, la familia exige que el caso sea tomado como femicidio: “Luna Ortiz no se colocó en situación de riesgo: fue su victimario quien lo hizo, no solo por conocer su situación particular, sino que además abusó de su condición de mujer, generó espacios donde vulnerar sus derechos no solo fuera más sencillo, sino que sabía que contaba con la complicidad de terceros. Y claramente sostenemos que se trata de un femicidio, porque Villarreal abusó, drogó y abandonó a la víctima por ser mujer”, dice la abogada de la familia Fernanda Petersen.
La presentación a Casación explica además que la construcción que hicieron los jueces del Estado abona al imaginario social constituido en torno a la “mala víctima” que es moneda corriente en los femicidios territoriales, como pasó en el caso de Lucía Pérez, y en muchos otros menos mediatizados. “A 4 años del femicidio de nuestra hija, tenemos que estar lidiando con la justicia, con todo nuestro dolor encima”, dice Facundo.
Desde el mismo día en que mataron a su hija, Marisa y Facundo no pararon de luchar junto a otros familiares de víctimas de femicidios que han pasado por situaciones similares. Marisa es docente; Facundo es empleado de correo. Con su sueldo tienen que pagar sus abogados y todo lo que conlleva seguir luchando por justicia. “Para la justicia y para mucha otra gente ellas son malas víctimas. Se trata de mujeres que no cumplen con los estereotipos machistas y patriarcales, entonces parece que estas mujeres se lo buscaron”, explican.
Organización y lucha
A la vuelta de su casa, una nena se tira por el tobogán y una mamá empuja la hamaca de un bebé. A unos metros, la sonrisa de Luna en un mural se ilumina con los rayos de sol del mediodía y en el suelo se mueven las hojas que el viento y el otoño sacaron de los árboles. “Este mural lo hicieron hace poco, con el dibujo de un compañero de Luna de la escuela”, dice Marisa mientras se abraza con Facundo. La lucha con otras familias es lo que nos mantiene de pie”, dicen.
El segundo miércoles de cada mes se juntan en Plaza de Mayo con otros familiares de víctimas de femicidios para reclamar justicia y que haya una reforma judicial que deje de revictimizar a sus hijas por el solo hecho de ser mujeres.
Cada miércoles que van a la Plaza de Mayo, los familiares entregan la carta a Presidencia que reclama, entre otros pedidos, cumplimiento efectivo de la pena, “acompañamiento integral a las familias desde el Estado, capacitación sobre femicidios a los jueces, fiscales y defensores judiciales. Tres medidas que el caso de Luna demuestra que son imprescindibles.
“Nadie tiene derecho de venir y quitarle la vida a nuestras pibas”, repite Marisa mientras abraza el buzo amarillo de Luna con el que la vio por última vez. “A veces quebrás: yo no quería esta vida. Quería vivir tranquila criando a mis hijos”, dice Marisa, mirando hacia afuera de la casa las hojas que caen de los árboles. Y remata: “Pero estos cachetazos sirven para ayudar a otros a que no les pase”.
Ahora que se están juntando con otras familias, ¿qué hay de común en los distintos casos?
Marisa: Que hay que aprender sobre los procesos judiciales, porque no se puede confiar en la justicia ni en los abogados. Nos juntamos con familias que pasan por la misma situación donde el femicidio no se da en una relación de pareja sino en otro contexto, y la justicia no lo quiere reconocer porque es patriarcal, y también por la complicidad en el narcotráfico y la trata de personas. Es importante organizarse: luchar y visibilizar es la única herramienta que tenemos para que nos escuchen.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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