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La ley del fuego

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MU en Corrientes: recorrió rutas y parajes asolados por el fuego que destruyó el 11% del territorio provincial: la superficie quemada equivale a 46 veces la Ciudad de Buenos Aires. Causas y consecuencias del cambio de modelo productivo en Corrientes: monocultivos en zonas de humedales, arroceras que saquean el agua, área de conservación estricta sin manejo del fuego, acaparación y extranjerización de tierras, la bajante histórica del Paraná, en un contexto de sequía y cambio climático. Lo que deja el fuego: la urgente sanción de la Ley de Humedales. Por Lucas Pedulla.

La ley del fuego
Los Guardianes del Yverá -organización miembro de la asamblea Basta de Quemas- caminando por una cañada incinerada, al borde de la Ruta Provincial 5. Fotos: Juliana Faggi

«Esto solía ser un río”.

No hace mucho tiempo, en una galaxia no tan lejana, la tierra dura que hoy quema los pies descalzos del pescador Ramón Acuña era un río. 

Hace unos veinte minutos que salimos a bordo de la barcaza en la que trabaja todos los días, desde la costa del barrio Virgen de los Dolores, al sur de la capital de Corrientes, donde Ramón vive.

“Estamos caminando sobre el Paraná –precisa, como si hablara de otra era–. Dicen que fue hace dos años y medio, pero esto ya está así hace cuatro”.

Ramón señala lo que parecen ser unas pequeñas islas: son bancos de arena, y son tan sólo una postal de la bajante del río Paraná, la peor desde 1944. Esos bancos y esta tierra que estamos caminando eran agua. A la deforestación y la reducción de humedales –dos de las causales ligadas a un modelo de producción que acentúan los efectos de un cambio climático impiadoso– este verano se sumaron los incendios. 

Señala ahora los árboles pelados que tenemos enfrente. “He contado 10 islas totalmente quemadas, sus árboles, los animales que vivían en el monte. Es algo difícil de explicar, pero creo que si el gobierno escuchaba los reclamos de cuidar la ley de humedales, esto se podía prevenir. Pero no escuchó. Hoy el río no tiene la misma fuerza, no oxigena como antes. No me lo enseñó ninguna escuela, me lo enseñó el río desde los 13 años: hoy tengo 46, soy descendiente de pescadores, y siempre se esperaba que tal mes hubiera alguna creciente, pero hoy ya no es lo mismo. Es la cruel realidad. Y nosotros vamos a ser testigos desde nuestras casas de cómo todo esto se va perdiendo. Hoy por hoy acá no hay nada: es como una persona que emigra a otro lado”.

A bordo de su embarcación, junto a su hijo Elías (6 años), cruzando lo que queda del Paraná, Ramón muestra qué más le enseña el río hoy:

Por allí, una barcaza abandonada durante años que el gobierno nunca se preocupó por retirar de la costa: este verano perdió combustible, se incendió y quemó el bosque que tenía alrededor. La barcaza, claro, sigue allí, quemada.

Por allá, un riacho donde se alimentaban los peces que fue tapado por una arenera. Había agua, hoy hay un médano: “Quieren construir un barrio privado”:

“Ahora mirá a la derecha: ese es un desagüe de los desechos cloacales de toda la ciudad. Directo al río”.

“Más para el fondo, tenés otros desagües: esos son de las arroceras privadas”.

Todos los días Ramón lucha para que la provincia reconozca la actividad pesquera mallonera (“Prefieren al turismo antes que a los trabajadores”), para que no le secuestren sus embarcaciones (“nos cortan un brazo”: la barcaza sale $150.000, el mallón $100.000 y el motor, a partir de los $70.000), para que no le decomisen la mercadería, y también lucha por la memoria: “Podremos contarle a nuestros hijos y nietos, como un cuento, había un vez un río, había una vez especies… pero quizás ya no nos crean más. Y es triste porque, con todo el desastre ecológico que hay, esto va a quedar en la historia”. 

De fondo, a lo lejos, se levanta una columna de humo negro.

El cambio

El cierre de esta edición, el reporte diario del Servicio Nacional de Manejo de Fuego indicaba 9 focos en Corrientes: 8 controlados y 1 activo. Cuando el equipo de MU viajó, los focos activos eran 12. En el medio, entre el trabajo sin descanso de bomberos, brigadistas y veterinarios, llegó por fin la lluvia.

En medio de la tragedia, estos fríos números encadenaban, cada día, un eslabón más al desastre. El último informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Corrientes, precisó que al 21 de febrero los incendios habían arrasado el 11% del territorio provincial. El porcentaje equivale a 934.238 hectáreas, unas 46 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La comparación no es porteñocéntrica, sino que intenta dimensionar la magnitud de la catástrofe: los investigadores subrayaron que el ritmo de la superficie quemada fue de 30 mil hectáreas diarias. Es decir, más de una CABA por día. 

Los números tomaron forma cuando el equipo de MU salió a la ruta con la organización Guardianes del Yverá: el color de los parajes era negro, la textura de las raíces se quebraba al tacto, el olor era a ceniza. “Esto era una cañada, un pastizal que se inundaba temporalmente”, explica Emilo Spataro, experto en gestión ambiental, uno de los fundadores de la organización, mientras conduce por la Ruta Provincial 5. Su dedo señala un campo quemado a la derecha del camino. El paisaje, como todo el recorrido que también incluyó la ruta 118, en el acceso al pueblo de San Miguel, el territorio con mayor porcentaje de superficie afectada (32%), es desolador. Así lo reflejamos en la crónica de ese día que puede leerse en lavaca.org.

Guardianes del Yverá es una de las organizaciones que conforman la Asamblea Basta de Quemas -surgida en enero, en pleno inicio de los incendios, y en pleno silencio y ninguneo político-, pero también es de las primeras que hace décadas denuncia y alerta sobre las causas y consecuencias de la transformación de un modelo productivo que este verano estalló en Corrientes de forma dramática. 

Esos cambios empezaron a mediados de los noventa: “Por primera vez en 180 años, las estancias pasaron de la clase terrateniente correntina a los mercados”. Uno de los grandes protagonistas fue el Grupo Pérez Companc, que acaparó una superficie de 200 mil hectáreas con la empresa PeCom Forestal e inició plantaciones forestales de pino y eucaliptos (la expectativa era una pastera) impulsadas por la ley menemista 25.080, que forestó las condiciones para que se produjera un proceso de extranjerización de tierras y estancias: subsidios, exención de impuestos, devolución del IVA, y otras mieles. 

El territorio se resideñaba: “Con la crisis, y la inundación que hubo en la provincia en el `98, muchas estancias quebraron. Algunas se extranjerizaron y llegó un capital con la idea de intensificar el uso de la tierra. Cambió el contexto: del terrateniente que vivía en el lugar, que incluso hablaba guaraní, era patrón, intendente y señor feudal de la región, se pasó a una empresa extranjera que empieza a alambrar los campos”.

Los primeros conflictos ambientales comenzaban. Uno de los más emblemáticos fue el de la comunidad guaraní del paraje Yahaveré contra Douglas Tompkins (magnate estadounidense que compró miles de hectáreas a Pérez Companc) y el Grupo Roemmers, por la acaparación de territorios que alambraron generaciones enteras y territorios ancestrales. “Las comunidades empiezan a alertar sobre proliferación de canales y terrapelenes en todo el sistema del Iberá, que se sumaba a la proliferación de megarroceras: ya no eran pequeños productores correntinos que cultivaban arroz en 70 hectáreas, sino que eran empresas brasileras, norteamericanas, porteñas con unidades de hasta 1000 hectáreas”.

Esas historias están contadas en las ediciones 46 y 69 de MU: quién era Douglas Tompkins, la batalla de la comunidad Yahaveré, la construcción de terraplenes y canales, las arroceras que saqueaban el agua. Uno de los casos emblematícos fue el Proyecto Ayuí, que unía al vicepresidente del Grupo Clarín, José Aranda, con el millonario George Soros, en la construcción de una represa. Por ese caso intervino judicialmente la entonces Secretaria de Medio Ambiente de la Nación, lo que produjo un fallo que tiene implicancias actuales: la provincia había demandado a la Nación diciendo que violaba la autonomía provincial, pero la Corte Suprema de Justicia lo rechazó, resolviendo que tiene postestad de supervisar el cumplimiento de leyes nacionales y de la Constitución, como en el caso del medio ambiente.

Además de la responsabilidad del gobernador Gustavo Valdés, ese fallo también implicaba la responsabilidad de Nación. “Juan Cabandié no sólo podría sino que debería hacer más”, plantea Spataro: “Cuando hay pobladores perdiendo casas, bomberos la vida, y se incendian miles de hectáreas naturales, que las autoridades se chicaneen por Twitter genera sentimientos muy fuertes”.

Los liberales socialistas

Por la Ruta Provincial 5, entre el humo espeso, se divisa un efecto de ese reordenamiento: de un lado bosque nativo, del otro pinos o eucaliptos. “De un lado, decenas de especies, y del otro especie única”, traduce Spataro. Esa masa única es gran responsable de la crisis actual: uno de los clusters de forestaciones se produce alrededor del Parque Nacional Iberá, en el centro de la provincia, una de las zonas más afectadas: los fuegos quemaron el 40% del Parque y el 13% de los esteros, uno de los reservorios de agua dulce más importantes del mundo.

Spataro: “El monocultivo forestal, como todo monocultivo, es la destrucción total de variables ambientales de forma sistemática. En el caso de las forestaciones, fumigan con glifosato para eliminar la vegetación. En los pastizales, hacen surcos para sembrar pinos y eucaliptos. En los humedales, introducen canales y terraplenes para sistematizar el manejo del agua: a medida que crecen, aumenta el consumo. La especie, además, es invasora: el viento la dispersa y crece al borde de una laguna, la coloniza, y se arma un pinar espontáneo que la seca”. 

Con el reordenamiento, las tierras de Pérez Companc pasaron a Tompkins, que segmentó las diversas actividades productivas:  “Tompkins sanea la empresa, planta miles de hectáreas de pino en pastizales de alto valor de conservación, y luego la vende a un fondo de inversión de la Universidad deHarvard, que hoy es dueño de 86 mil hectáreas. Con las tierras del humedal, que no tenían vocación productiva, EVASA hace los llamados proyectos de conservación estricta, como el Parque Nacional Iberá”. 

Así quedó armado un modelo binario: monocultivo y conservación estricta. “Las áreas de conservación no tienen manejo del fuego en un ecosistema donde el fuego forma parte, y en momentos de sequía como ahora, los pastizales se convierten en vegetación seca”. ¿Por qué forma parte? “Muchos echaron la culpa a los pobladores de los fuegos. Muchos tienen únicamente la banquina para pastar las 3 ó 4 vacas que tienen, en otro efecto de la acaparación de tierras, porque están acostumbrados a quemar el pastizal para que rebrote, pero nadie les dice ni les explica que estamos en un contexto de cambio climático: es responsabilidad del poder político difundir cuáles son las particularidades para que los pobladores no quemen”. 

En 2014, Spataro y el pequeño productor Adrián Obregón viajaron a Estados Unidos a explicarle a Harvard el peligro que significaba esa ecuación: “Se nos rieron en la cara. Hoy se les quemó todo: el pinar y la conservación estricta. Por las pérdidas están pidiendo plata del Estado: son liberales para la ganancia y socialistas para la pérdida”. 

También hay intereses sobre las tierras: en medio de este contexto crítico, Juntos por el Cambio pidió derogar la ley de Manejo del Fuego, que prohíbe la venta y el cambio de uso de tierras incendiadas en un lapso de 60 años para evitar especulaciones. “Es muy obvio”, observó Spataro. ¿Qué tipo de proyección productiva hay en esas tierras? “Plantaciones forestales y ganadería. Los humedales son caros de intervenir porque necesitan una inversión fuerte, pero ahora que están secos el fuego los destruye de forma barata”. Un ejemplo: “Tenés 10 mil hectáreas: 5 mil de pasturas y 5 mil de humedales profundos. Con fuego, para fin de año, podés tener 10 mil de pastura”. 

Por eso, aclara: “No es el ambientalismo el problema: el límite no lo ponemos nosotros, sino el propio ecosistema con inundaciones e incendios. En la última crecida del 2017 se inundaron plantaciones forestales porque el agua, cuando vuelve, trata de volver a sus territorios. Los mismos de Harvard perdieron un montón de madera porque se le pudrió. Ahora se les quemó. Bueno, te tenés que mover dentro de los limites ecosistémicos en un contexto de cambio climático”.

Ante toda esta emergencia, cobra protagonismo la Ley de Humedales, presentada por cuarta vez en el Congreso: “La ley implica que cada provincia tenga que incluir a sus humedales en un proceso de reordenamiento territorial participativo. Que haya sectores que discutan si es útil destruir buenas tierras de pastura, cañadas y lagunas para forestaciones homogéneas; o si es buena idea forestar parajes rurales alrededor de los pueblos con el riesgo de incendio que significa. Ya es hora de que la voz del territorio pese más que la de los lobbys de un modelo extremadamente subsidiado que  no ha generado ningún entramado de desarrollo y sí pérdida de humedales. Hubiera cambiado esta historia si hace 10 años hubiéramos tenido Ley de Humedales. La discusión está agotada, fue extensa, seria y costó demasiado. Lo que sigue faltando es voluntad política”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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