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Historia desobediente

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Marisa Fogante, productora agroecológica y biodinámica. Es hija de un emblema del agronegocio, Rogelio Fogante, fallecido en 2016. Lo acompañó siempre, debatió con él, y se volcó a los cultivos agroecológicos, proyecto del que su padre formó parte. Idas y vueltas sobre la producción, la elegancia y la vida. Por Sergio Ciancaglini.

Historia desobediente
Marisa Fogante. Foto: Edu Bodiño

Marisa Fogante tiene 51 años, convicciones firmes –aunque asegura también que es una persona colmada de contradicciones–, se lleva de modo a veces inhóspito con parte de su familia y, como todas las personas que transitan este planeta bello y maltratado, tiene una historia muy particular.

Preguntada sobre su familia, la respuesta de Marisa, 51 años, convicciones firmes, etc., fluye en borbotón hacia la vida de Rogelio Fogante, su papá, ingeniero agrónomo fulminado por una neumonía en 2016 cuando estaba por cumplir 80 años, considerado un prócer de los agronegocios en la Argentina, fundador de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (AAPRESID) y de Bioceres, entre otros emblemas del modelo basado en transgénicos, aplicación masiva de pesticidas, contaminación, vaciamiento de campos y concentración económica. Su alianza con Víctor Trucco, otro fundador de dichas entidades, llevó a que los medios más febriles del sector los considerasen los “Lennon-McCartney del agronegocio”.

Tras su fallecimiento, el nombre de Rogelio Fogante fue asignado a la rotonda de entrada a Marcos Juárez, Córdoba, en la que los productores se suman a cortes de rutas, banderazos y otras protestas cuando alguna medida oficial amenaza cierto porcentaje de sus ganancias por exportaciones, cuyo símbolo máximo en los últimos 25 años es la soja transgénica.

Marisa pertenece a otra orilla de la historia: fue la primera productora de bananas orgánicas del país, y hoy se ha transformado en algo mucho más vital: es productora agroecológica de frutas en Formosa, secretaria de la AABDA (Asociación de Agricultura Biodinámica de Argentina) y de la RENAMA (Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología), e integra la Dirección Nacional de Agroecología con una rareza para estos tiempos: aceptó sumarse al equipo conformado por el ingeniero Eduardo Cerdá, pero sin cargo y ad honorem.

El muchacho peronista 

Un dicho maderero sostiene que de tal palo tal astilla, pero hay quien canta que la vida es más compleja de lo que parece.

Explica Marisa: “Vengo del campo. Me crie, lo disfruté siempre. Hoy el resto de mi familia es 100% agricultura convencional, transgénica. Pero yo soy 100% agroecología y biodinámica. Eso genera resquemores, he recibido comentarios tipo: ‘estás deshonrando a la familia, al apellido’”. Ella cuestiona semejante acusación: “Mi padre tiene su historia. La conozco porque siempre estuve con él, lo acompañé en AAPRESID, en reuniones de Bioceres, y teníamos largas idas y vueltas de conversaciones en las que yo le planteaba mis dudas”.

La precuela, según Marisa: “Mi abuelo Nazareno vino desde Italia con su hermano Lorenzo y tuvo tres hijos, el del medio fue mi papá, que nació en 1936 en San José de la Esquina, Los Quirquinchos, Santa Fe. Eran pobres, gringos de mucho trabajo que alquilaban un campo. Cuando mi viejo era chico aparece el peronismo. Para él Eva era lo más. Por eso fue peronista siempre, y de izquierda, interesado por lo social. Cuando me sacaba fotos me decía: ‘Tenés el perfil de Evita, tenés que hacer la revolución’. Había tenido que empezar el secundario tres años más tarde porque no tenían plata para mandarlo. Me contó que participaba en los centros de estudiantes, en los reclamos. Mi abuelo falleció y mi tío abuelo lo mandó a estudiar agronomía a Corrientes en los 60. Vivía en una pensión y seguía la militancia peronista. Se recibió, volvió a Santa Fe, fue profesor de genética vegetal y en los 70 llegó a decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de Rosario, y también estuvo en el INTA de Pergamino y en el de Marcos Juárez. Ahí lideró el desarrollo y mejoramiento de variedades de trigo enanas. Lo echaron de todos esos lugares por peronista de izquierda, en la dictadura. Ya habíamos nacido los tres hermanos: Germán, el mayor, yo y Mariela, y la familia no se exilió por dos segundos y medio. Mi viejo zafó, pero tuvo que empezar de cero”.

Fogante se lanzó a la actividad privada. “Nunca perdió la memoria, su historia familiar, aquel peronismo de Perón y Evita. Eso le hizo ser siempre un tipo muy austero y, a la vez, alguien que trataba de pensar, de aprender. Mi imagen es verlo a las 7 de la mañana tomando mate y leyendo o estudiando antes de que yo fuera al colegio”.

Reconoce Marisa: “En mi familia era la defensora de pobres y ausentes, la que discutía y contradecía, la oveja negra. Me metí a militar ya en el secundario, leía sobre el juicio a las juntas militares, me interesaba todo lo social. Y eso empalmaba con la forma de ser de mi viejo. Yo era muy chica cuando me dijo ‘leé esto’ y me mostró el Mensaje Ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo (de 1972) de Perón, que hablaba de la marcha suicida de la humanidad, la contaminación del ambiente y la biosfera, la naturaleza, la destrucción del planeta y los recursos: parece que hablara, por contrapartida, de agroecología. Y mi viejo decía: esto es lo que hay que hacer, cuidar el suelo y cuidar el agua. Esa era su obsesión: hablaba de la materia orgánica en la tierra, del agua, de que los suelos no estuvieran desnudos”.

Fogante venía difundiendo y experimentando desde el INTA en los 70 la siembra directa, también conocida como labranza cero: un modo de proteger los suelos y evitar las roturaciones con arado, nacido de concepciones conservacionistas y ecológicas. “Tenía que vivir y sostener a la familia, asesoraba a productores proponiendo la siembra directa y conoció a Víctor Trucco, bioquímico de San Jorge, Santa Fe, que había heredado un campo” cuenta Marisa.

Tal vez allí comenzó a cambiar la historia. Trucco y Fogante intercambiaron experiencias, ideas y posibilidades, viajaron a Brasil (donde la siembra directa estaba bastante más difundida), fundaron AAPRESID en 1989, en plena hiperinflación de aquellos t – iempos y destiempos, y el envión confluyó en 1996 con la autorización menemista de la soja transgénica impulsada por Monsanto y su llamado “paquete tecnológico” de fertilizantes químicos y pesticidas, empezando por el glifosato. “Eso se llevó puestas todas las buenas ideas de la siembra directa”, plantea hoy Marisa.

El simple arte de matar

El concepto del paquete tecnológico: el veneno mataría todas las malezas exceptuando a la planta genéticamente modificada (y por eso resistente a los pesticidas), facilitando así la producción y el monocultivo de soja transgénica demandada principalmente por China como forraje para alimentar a sus ganados. Todo el proceso acelera los tiempos de cultivo, la aceleración no permite que los suelos se recuperen, se usan cada vez más fertilizantes y más pesticidas. La producción de soja creció más del 500% en pocos años, la superficie cultivada pasó de 5 millones de hectáreas a 20 millones (hoy menos, por la aparición de otro transgénico: el maíz).

Fue el gran negocio para las corporaciones multinacionales vendedoras del paquete tecnológico de agrotóxicos como Syngenta, Monsanto, Bayer, Basf, Dow, DuPont. En medio de otro desastre criollo, diciembre de 2001, nació además Bioceres, empresa de biotecnología de cuya fundación Fogante y Trucco también formaron parte junto a Gustavo Grobocopatel y Hugo Sigman, entre otros. Un sector de productores se enriquecía con el oro verde & afines, otro no: de 333.533 explotaciones agropecuarias que había en 2002 se cayó a 249.663, según el Censo Agropecuario de 2018, lo que significa 83.000 unidades productivas menos en ese lapso de supuesto éxito del modelo, una desaparecida cada dos horas, 100 por semana; los grandes comiéndose a los pequeños.

Para colmo, la idea original de eliminar a las llamadas malezas se hizo humo. De 2 o 3 kilolitros de herbicidas por hectárea en el nacimiento de este sistema, se pasó a 13, mezclando al glifosato con tóxicos más nocivos aún como 2-4D, dicamba, endosulfán, atrazina: lo que el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá define como “campos drogados”, que necesitan cada vez más químicos para lograr lo mismo o menos. De una maleza en los 90, se pasó a más de 30 actualmente, y siguen creciendo: una dinámica de resistencia de la naturaleza frente a la cual el “paquete” solo propone envenenar y matar cada vez más.

El agronegocio produjo obviamente divisas en los últimos 25 años, pero pese a su apogeo y al enriquecimiento de determinados sectores, el país no salió de ninguna de sus crisis, ni creció, ni mejoró, atado siempre a un esquema esencialmente –y como siempre– exportador de materias primas (agropecuarias, petroleras, mineras, pesqueras y todo lo extraíble del territorio), mientras los resultados sociales son conocidos en términos de mayor pobreza y desigualdad. Quedan por contabilizar los desequilibrios visibles del presente: contaminaciones masivas, crisis climáticas, violencia socioambiental, desmontes históricos para transgénicos, sequías bíblicas, suelos destruidos, agua en peligro o extinguida en distintas geografías, vaciamiento de los campos, deuda eterna, cimbronazos a la salud, y lo que cada quien quisiera agregar.

Historia desobediente

Taiwaneses y bananas 

Mientras esa historia avanzaba, o retrocedía, la vida de Marisa había transcurrido por otras dimensiones. “Estudié Derecho en Córdoba, no terminé y me entusiasmó Trabajo Social, la idea de hacer algo menos discursivo, más real. Y me recibí”. Por diversos contactos la veinteañera logró viajar a México en 1996 con el aval paterno. “Trabajaba con derechos de la infancia y surgió el tema de las migraciones rurales. Recorrí mucho, veía esa producción vinculada a los indígenas y campesinos del sur mexicano. Empecé allí a conocer la cuestión de la producción orgánica y luego fui a Estados Unidos, donde el tema también estaba muy presente”.

Volvió a la Argentina en 2001, orbitando otra vez en torno a su padre: “Todos los hermanos fuimos muy dependientes de él. Me gustaba acompañarlo, lo ayudaba con los congresos de AAPRESID y varias veces estuve en las reuniones de Bioceres”. Marisa enraizó su vida desde entonces en Rosario. “Pero iba seguido a Marcos Juárez y como él era muy fanático de los Excel me daba para cargarle los insumos que usaba en los campos. Era tremendo, que el glifosato de acá, que la atrazina de allá, todo lo que te imagines. Y en cantidades impresionantes. Con lo que yo venía conociendo y leyendo le decía: ‘Esto es como mucho, papi. ¿Qué pensás?’. Me contestaba con su estilo de siempre, tranquilo, sin nunca levantar la voz: ‘Puede ser que estemos haciendo un uso excesivo, pero los suelos están tan hechos mierda que tenemos que ver si podemos mejorarlos con esto’”.

Marisa seguía rumiando el tema ante quien no solo era su padre sino que ya aplicaba como bandera del agronegocio. Dice hoy: “Su mirada era rara o mejor dicho, era la del paquete tecnológico. Era abierto, dispuesto y siempre interesado en entender otras lógicas, pero pensaba según lo que había venido siendo educado y formado. Imaginate que fue amigo y trabajó mucho con Norman Borlaug (estadounidense, símbolo de la llamada “Revolución verde” promovida por la Fundación Rockefeller en los 60, industrialización que enriqueció a laboratorios y corporaciones a la que falsamente se adjudica haber salvado millones de vidas de las hambrunas en países como la India). Yo misma estuve con Borlaug en una de sus visitas a AAPRESID y le pregunté si tenía alguna autocrítica que hacerse de acuerdo a todo lo que se cuestionó de esa revolución verde. Me dijo que él se podía hacer cargo de cosas que se hicieron mal, que se le fueron de las manos, pero creía que el problema también fueron los gobiernos que no pusieron límites a las empresas que hacen las cosas por dinero, y que era a quienes había que reclamarles el cuidado de los derechos de los trabajadores, los campesinos o quien sea”.

El enfoque es conocido: si sale bien es gracias a las corporaciones, si sale mal es culpa del Estado que las deja actuar. Marisa: “No me pareció malintencionado y no lo digo por defenderlo ni justificarlo; lo real es que se le fue todo al carajo”.

El contrapunto hija-padre continuaba: “Le propuse hacer una experiencia de soja orgánica, y él aceptó con la actitud de decir: hagamos un ensayo. Me dio un lote de su campo Nazareno, en Marcos Juárez, era 2003. Fue un desastre, yo no sabía ni me había asesorado, la soja orgánica era la peor opción ahí, pero el problema no era la idea de una producción sin pesticidas, sino que yo no estaba preparada para concretarla”.

Otra oportunidad: “Un día estábamos viendo tele con mi ex, y sale un chino que estaba en Formosa, José Cheng, con mangos, lichis, ojos de dragón, bananas y otras frutas. Era en Laguna Nainek. Fuimos y me gustó mucho. Cuando le conté a mi papá se entusiasmó, porque había estado con lo del trigo en Formosa”. Fogante padre e hija comenzaron una extraña danza entre bananales abandonados y chacras en venta. El ex desarrollador de trigos enanos se conectó con taiwaneses de la familia del restaurante porteño “Todos contentos” para experimentar con su hija el cultivo ecológico de frutas con nombres de dragón y gustos exóticos, cual novela de César Aira. El nombre del emprendimiento: Isla Puen.

“Además de lo económico, mi padre se comprometió con el proyecto trabajando: revisaba los cultivos, podaba, cosechaba, embalaba, se subía al tractor, organizaba la producción. Los de Bioceres me contaban: ‘Tu papá nos voló la cabeza con lo que están haciendo en Formosa’. Él no hablaba de agroecología, pero era eso. No usábamos ningún pesticida ni fertilizante químico y aplicábamos los preparados biodinámicos. Fue de las cosas que más lo entusiasmaron los últimos años de su vida, incluso por la interacción con la comunidad y los pequeños productores”. 

Para comprender: 

> El alimento orgánico implica una certificación privada que sube su precio convirtiéndolo en un nicho de mercado caro.  “Pero además, te certifican en base a una declaración jurada en la que podés poner cualquier cosa” dice Marisa. 

> Lo agroecológico es un enfoque científico que rediseña la producción considerando los cultivos a partir de la la salud del suelo, la biodiversidad, el cuidado ambiental y del agua, y un componente ético y vital sobre cómo relacionarnos con el planeta y entre las personas. 

> Lo biodinámico agrega una dimensión y comprensión sobre las energías ambientales (planetarias, por ejemplo) que inciden en el desarrollo de la vida, con resultados sorprendentes para las producciones. 

Marisa cree que la actitud de su padre en Formosa, demuestra que era un hombre inteligente. “No era un fundamentalista ni un negacionista. Otra gente de mi propia familia, en cambio, dice: ‘Vos siempre con esas boludeces que hacés’”.

Rogelio Fogante murió en enero de 2016. Su hija habló en un acto de homenaje posterior. “De él aprendimos el sentido de la elegancia para escuchar porque siempre se puede aprender del otro, la elegancia de la paciencia y la suavidad al hablar, de la austeridad, la simplicidad”, dijo aquella vez. Cada quien puede imaginarse muchas cosas sobre Fogante, su cambiante historia, lo que hizo y lo que no.

Dulce de leche freezado

¿Cómo ve hoy su hija a Rogelio Fogante? “Es muy difícil responder. Tenía ideas y preocupaciones sociales, tuvo que bancar a su familia, le fue bien económicamente y fue siempre generoso con la gente que trabajó con él. Creyó y desarrolló algo que creía que sería para mejorar los suelos, cuidar el agua y los cultivos, pero entró en algo que a él mismo le hizo pensar, mucho después, si no habría otras formas de producir. En Formosa empezó a ver cómo eso era posible, fue el comienzo de un camino, algo que lo revitalizó, lo rejuveneció. Contaba lo lindo del lugar, cómo cultivar sin químicos, el entusiasmo de estar empezando algo nuevo. Pero quedó ahí. No le dio el tiempo. Nadie puede saber cómo hubiera seguido la cuestión. Eso veo hoy, con una estructura que pude consolidar por mí misma y ya no como hija ni como esposa, porque me separé después de 17 años de mi ex, sino por mi propio trabajo y todo lo que me permití abrir estos últimos años”.

Sostiene: “No sé si lo mío fue desobediencia, porque yo ya había discutido con él mis ideas antes. Lo que sí siento es que al irse él yo pude juntar todas mis partes, aprender a estar sola con mi alma sin poder levantar el teléfono para preguntarle: ‘papi, ¿te parece si hago esto?’. De repente, un vacío. Y empezar a juntar mis ideas, sentimientos, y mi deseo”.

Además de sus producciones de frutas en Formosa y sus funciones en la RENAMA, la AABDA, y la Dirección Nacional de Agroecología, Marisa heredó un campo en Córdoba que espera convertir en agroecológico en 2022 con familias que se incorporen a la producción. Participa en un proyecto de agroecología para jóvenes de barrios periféricos de Rosario y es una de las fundadoras de Suelo Común, que en el Mercado del Patio rosarino comercia y distribuye verduras agroecológicas del cinturón verde de la ciudad, frutas de distintas provincias, aceites, dulces, arroces, harinas, granos, “todo exclusivamente agroecológico, biodinámico u orgánico”.

No siempre hay suelo común. Es difícil de imaginar uno para un modelo genéticamente destinado a matar, contaminar, concentrar y hacer negocios, frente a otro que aplica una tecnología de fertilidad y diversidad de vida, pensando en justicia y en salud, en productores y consumidores al mismo tiempo. Incluso en rentabilidad, tanto para la producción intensiva de alimentos, como para la extensiva en superficies mayores como las que integran la RENAMA. En todo caso el suelo común dependería de formas de ser, de sentir y de actuar. 

“Con la agroecología y la biodinámica lo principal es hacer, mostrar y demostrar, como hasta ahora. El potencial es cada vez mayor, aunque cueste, como pasa con todo nuevo paradigma. El propio Estado puede cumplir un rol importante, aunque muchas veces es una remada en dulce de leche freezado. Además, la industria está cada vez más presente con los procesos de concentración, entonces es una batalla, pero una batalla del hacer más que de lo discursivo. Nos moviliza el entusiasmo, el contagio, ver que somos cada vez más, porque se entiende que ya es de vida o muerte tener una nueva forma de vinculación con la naturaleza y con la producción. Pero la agroecología no está separada de lo que se hace contra la megaminería, las petroleras, la defensa de los humedales, la ley de etiquetado, la ley de semillas: es todo eso junto. Todo eso somos, y todo eso nos cruza como seres humanos. Son los pasos que nos van construyendo –dice Marisa–: esa es la marea imposible de frenar”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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