CABA
Nayla Beltrán: la surera
Editó un libro con décimas que recuperan la tradición gauchesca en clave feminista y urbana. Habla de reapropiarse del criollismo y reinvindicarlo popular. El símbolo de Juan Moreira y el surgimiento de payadoras antipatriarcales, cuando lo bello está en disputa. Por María del Carmen Varela.

«Por fuera este siglo grita,
por dentro los vientos van
debajo mis pies están
llevando la primavera.
Sobre mí, la voz certera
de nuestra revolución,
delante la convicción
que se encuentra en lo profundo
y hacia el sol con este mundo
que nos quema el corazón”.
Así arranca “Se va a caer”, una de las décimas populares feministas incluidas en el libro Décimas féminas, escrito y cantado –con códigos QR que son puentes a la música– por Nayla Beltrán, con prólogo de Susy Shock.
Nayla es licenciada en Música Argentina, profesora de viola y violín en orquestas infantojuveniles de San Antonio de Areco y de Ituzaingó, y una apasionada de la música surera, estilo folclórico de la región pampeana. Cuando veía a alguien cantar y tocar la guitarra, pensaba que en su próxima vida iba a hacer lo mismo… Hasta que un día, se precipitaron los hechos: mientras atravesaba una crisis, tocó un arpegio de milonga y sintió que estaba a salvo. “No sé cómo explicarlo; en ese momento ni cantaba ni tocaba. Empecé a cantar milonga en mi casa y eso me salvó: empecé a estar mejor y me enamoré de esta música”.
En febrero de 2020 Nayla obtuvo la licenciatura en la Universidad de San Martín y al mes siguiente llegó la pandemia. Aprovechó el tiempo para lo que más le gusta: tocar la guitarra y cantar. El siguiente desafío era componer sus propias décimas. “Cuando quise cantar fuera de mi casa, en una guitarreada, no había mucho repertorio con el cual yo pudiera sentir una identificación. Por un lado porque es un repertorio que habla mucho de lo rural, y yo soy súper porteña. Si bien mi famila viene del campo, este es mi paisaje. Por otro lado hay una cuestión bastante patriarcal en gran parte del repertorio; me costaba encontrar temas que yo realmente pudiera decir convencida, y ahí empecé a estudiar la poesía criolla con los payadores para empezar a escribir mis letras”.
En esa búsqueda, Nayla se preguntó qué tenía ganas de expresar en sus composiciones. Si en la música surera —que abarca Buenos Aires, La Pampa, sur de Santa Fe, sur de Córdoba y sur de Entre Ríos e incluso Uruguay y sur de Brasil— el paisaje abraza y deja su impronta en las letras, en las propias no podía faltar la vivencia barrial. “Tomé las caracteristicas, nada más que en vez de hablar del paisaje del campo, hay temas que hablan de mi patio, de mi barrio, porque yo siento que la relación es la misma: es la que tenía el paisano, la paisana, cómo hablaba de su paisaje o de su vida cotidiana”.
Las temáticas que aborda la música surera tienen que ver con la crítica social. Si bien “la china” tenía su participación y también ponía su voz, la confección de las letras estaba a cargo de la masculinidad. Nayla elaboró sus décimas apelando a su época. “El feminismo nos atraviesa inevitablemente, eso iba a estar. Yo siento que tomé de esta poesía el rasgo quizá más característico que es hablar de las cuestiones presentes, de las cuestiones urgentes, las cuestiones sociales y de las cuestiones del paisaje. Ese es quizás el rasgo más importante de toda la poesía popular criolla. No siento que hice algo totalmente distinto. Si hablo de temáticas feministas, siento que estoy haciendo lo mismo, nada más que hablando de hoy”.

Las gauchas
Esa cosecha de letras fue volcada en el libro publicado por la editorial independiente La mariposa y la iguana, que reúne décimas dedicadas a las infancias, al amor con libertad, al erotismo, una que habla de los femicidios, otra de la dictadura, una que refiere a “Gaucho, patria y tradición”. En ella hace alusión a que “intelectos y gobiernos impusieron su mirada conservadora y sesgada sobre el país más interno”. Cuenta Nayla que los payadores aparecieron en 1770: eran paisanos que iban con su guitarra de pueblo en pueblo contando historias y lo hacían en verso. Una imagen icónica es la del gaucho con su guitarra cantando bajo un árbol o en un fogón.
A finales del siglo XIX y principios del XX el payador empieza a profesionalizarse gracias al auge del criollismo popular. Actuaban en los circos, en los cafés de Buenos Aires y sus payadas eran multitudinarias. Más tarde, en los años 50 hubo un resurgimiento y se produjo un intercambio artístico con Uruguay.
Durante la dictadura hubo un corte ya que es un arte ligado a cuestiones sociales. La figura del gaucho, ese hombre libre que caminaba por las pampas acompañado por su guitarra fue disputada por varias corrientes. “En el criollismo las masas populares lo adoptaron como símbolo a partir del Martín Fierro, que fue un canal para la crítica social. Después aparece Juan Moreira que era un gaucho matrero que vivía por fuera de la sociedad y para las masas populares fue un símbolo del pueblo, en contraposición a las elites. Incluso en ese momento los anarquistas a principios del siglo XX también se lo apropiaron porque el gaucho iba mucho más con un discurso anarquista que con uno conservador y elitista”. En la época del Centenario, la masa inmigratoria llegó con sus ideales socialistas y las elites locales necesitaban un símbolo para instalar el sentimiento nacionalista. De manera arbitraria y recortando varios aspectos, se apropiaron de la figura del gaucho. Nayla: “El tradicionalismo fue un movimiento muy fuerte que tuvo mucha banca del Estado, entonces lo que nos llega a nosotros del gaucho es más todo ese costado, pero en realidad es todo lo contrario: es una apropiacion conceptual, pero todo lo relacionado con las tradiciones rurales, gauchescas, tiene más que ver con lo popular que con lo conservador o elitista”.
Si bien hasta ahora la música surera no se había dejado influir por la temática feminista, la payadora más importante desde hace décadas es una mujer: Marta Suint, oriunda de Sarandí, partido de Avellaneda, quien cumplió hace poco cincuenta años de su primera payada profesional. También la mayor representante de este género musical es una mujer: la cantora Suma Paz, fallecida en 2009.
Otra payadora actual es la cordobesa Araceli Argüello. Junto a Araceli, forman parte de una colectiva feminista que se llama “Versadoras” y escribieron el Manifiesto Decimista Antipatriarcal. Son seis: una mexicana, una peruana, dos chilenas y dos argentinas. Se reúnen de manera virtual motivadas por el gusto por la décima y la música popular de cada país. “Nos juntó Carola López que es una payadora y cantora chilena que viene haciendo esto hace mucho. Ha viajado por todos lados y conoce mucha gente, vio que éramos varias mujeres en distinos lugares, que estábamos muy metidas en el tema de la décima, de la poesía y de la música tradicional del país de cada una, entonces nos empezamos a juntar como para seguir profundizando juntas y discutiendo cómo nos hallamos en la tradición de cada una en su país. Así surgió la idea de hacer el Manifiesto y en algún momento la idea es poder hacer algo más grande juntas”.
Décimas féminas fue presentado en diciembre del año pasado en Café Artigas. En el prólogo, Susy realza “la reconfortante certeza de que este posicionarse desde palabras tan necesarias y urgentes a nombrar, no impide que la poesía siga brillando, que esté presente, ¡no es esto un noticiero!, ni un panfleto, es y sigue siendo, sobre todo, la disputa por lo bello”. En “Pa´ despenar” –el ciclo musical de los primeros viernes de cada mes comandado por la cantante, guitarrista y docente Andrea Bazán– Nayla fue la invitada especial en el encuentro de mayo, en el espacio MU -Trinchera Boutique. Estuvo dedicado a “Mi lado pampeano”, y las zambas y milongas de Andrea se hermanaron con las décimas de Nayla.
¿Por qué es importante prestarle atención a esta música? Nayla responde con fervor: “Porque nos acerca a nuestra historia chica. Esta poesía y esta música que vienen de la tradición popular y de la oralidad nos acercan a esa historia, y nos ayudan a ver la historia desde abajo y a conocer de dónde venimos”.
Décimas Féminas – Versos criollos en clave feminista, de Nayla Beltrán
Conseguilo en: lamariposaylaiguana.com.ar
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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