CABA
Lo que enferma es la salud
Entrevista a Jorge Jabkowsky, secretario de Cicop. Una lectura sobre lo que realmente pasó con la gripe A que traza un cuadro político y sanitario de lo que nos pasó. Los negocios detrás de las investigaciones y el mapa del poder en el complejo médico industrial.“Fuimos a la guerra sin generales, sin armas y sin escudos”, resume el doctor Jorge Yabkowski, secretario de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires, más conocida como Cicop. Según las cuentas que registra esa entidad, sólo en esa provincia hubo 235 muertes provocadas por la gripe A, convirtiéndose en la zona que más golpeó la enfermedad, seguida por Santa Fe, donde se registraron 72 muertes según las cuentas oficiales. Las dos zonas, asegura el doctor Jacovsky, recibieron tarde y mal las dosis de medicamentos necesarios para el tratamiento de la enfermedad. “En la provincia de Santa Fe nos consta que no llegó a tiempo. El martes 29 de junio, dos días después de la semana pico del gripe y de las elecciones, ya con Juan Manzur al frente del Ministerio de Salud, Santa Fe tenía en sus droguerías sólo 800 dosis de tratamientos para atender a toda la provincia. En Buenos Aires pasó algo similar y la proporción de muertes con respecto a la población general en los dos casos es idéntica.”
La pregunta que deja flotando es inquietante: ¿se podrían haber evitado esas muertes si se hubiera distribuido la medicación a tiempo? Responde Yabkowski: “Lo que sabemos es que lo que pasó no tiene justificación. Las dosis estaban compradas, es decir, el gasto estaba hecho. No pudimos establecer aun dónde se produjo la demora en la distribución. Si fue en la entrega por parte de las droguerías o en el sistema logístico del Ministerio”.
¿O en las elecciones? ¿Cree que el factor electoral tuvo alguna incidencia?
Si, en varias cosas. En que no se declaró la emergencia sanitaria, y que no se hable del tema para no pinchar la campaña. Y en que la entonces ministra Graciela Ocaña planteara algunas medidas restrictivas, en lugar de renunciar y decir “bueno, me voy porque acá no me dejar hacer lo que hay que hacer”. En cambio, se quedó callada y este silencio tuvo un efecto extraordinariamente malo sobre la conducción de la epidemia, porque al estar callado el Ministerio de Salud no había normas. Y cada zona resolvía el desastre como podía.
¿Tan importante es el rol del Ministerio de Salud en casos como és stos?
Es cierto que se trata de un Ministerio que está semidestruido o vaciado, que redujo su rol al de una oficina administrativa porque todo el sistema público de salud está federalizado y se maneja provincialmente. Pero el hecho de estar políticamente callado y sin capacidad de conducción en una situación así es grave porque declina su única tarea estratégica que es la de fijar las políticas públicas nada menos. Por eso digo que fuimos a la guerra con pocos elementos de bioseguridad y sin generales, porque estaban todos metidos debajo de la mesa por un problema político. Sin armas, porque no teníamos las dosis necesarias para enfrentar la epidemia y sin escudos porque tampoco se fijaban pautas para controlar la demanda extraordinaria que sembró el pánico.
Las cuentas
En las planillas que en plena batalla fue confeccionando el Cicop están registrados los decesos que los profesionales médicos informaban desde cada trinchera. El hospital del municipio de Malvinas Argentinas, que centralizó los casos más graves, contabilizó 223 internados y 42 muertes. El Posadas, otro nodo bonaerense, tuvo 30 muertos. “Una muestra que realizamos en otros 24 hospitales no dio como resultado 154 muertos. Así que solo en provincia de Buenos Aires la cifra supera los 300. Pero los teníamos que contar nosotros, porque las cifras oficiales aún hoy no están completas” .
Si tuviera que identificar el peor momento de la gripe A ¿cuál sería?
Todo empezó el 7 de marzo. Es decir que estamos hablando de un proceso que se podría haber previsto. En lugar de medidas, lo que tuvimos fue un largo silencio. El pico fue en plena campaña electoral: los quince días previos a las elecciones. Ese es el momento donde se tendría que haber hablado más del tema y con más claridad. Pero la ministra Ocaña estaba en los hechos renunciada y las medidas que tomó fueron muy débiles. Durante esas dos semanas la demanda en los hospitales fue alta y grave. Y en algunos se habían tomado medidas y en otros no. En algunos había un poco de tamiflú y en otros no.
¿La designación del Hospital de Malvinas Argentinas para centralizar los casos de gripe A no alcanzó como medida de crisis?
Esa es una decisión política. El municipio de Malvinas Argentinas hace 15 años que está manejado por Jesús Cariglino, que en la última campaña amenazó con pasarse a Unión Pro si no le daban el dinero para las obras públicas que le habían prometido. Bajo su gestión el sistema de salud público se tercerizó. El personal de salud es todo contratado, lo cual para nosotros significa que está en negro. Tiene abierto un proceso penal en los tribunales de San Martín por sobrefacturación al Pami. Y además, un sistema de salud arancelado. Nosotros lo planteamos muchas veces: no puede ser que banquen con recursos y dinero a un centro hospitalario que representa todo lo que combatimos. Pero el pacto político tiene más peso y en el suelo bonaerense los caudillos mandan.
Todo tiene precio
Los profesionales de la salud ¿denuncian estos problemas?
Hay un plan sistemático de destrucción de todos los núcleos que se resisten. Hay mucho hostigamiento y acoso laboral que terminan provocando la renuncia de gente valiosa. En muchos casos hay también una política de persecución sindical: prohíben las asambleas y hasta los carteles que las anuncian. Y cuando se pide una reunión con las autoridades de un hospital, la mayoría de las veces no nos reciben. Pero también hay una complicidad por parte de algunos profesionales que tiene que ver con la caja que dejan los protocolos que se realizan en los hospitales públicos.
¿Es decir que los profesionales involucrados en un protocolo de investigación cobran por realizarlo?
Sí.
¿Cobran el protocolo y cobran su sueldo?
Sí.
¿Es decir que el hospital público pone la infraestructura, los pacientes y paga los sueldos del personal especializado, y los que están involucrados en la investigación son los que cobran el dinero que ponen las empresas para realizar los protocolos que necesitan para que le autoricen la venta de un medicamento o tratamiento?
Es lo que le planteamos en su momento a la ministra Ocaña: usted es quien puede y tiene que prohibir el cobro individual de los protocolos de investigación en todo el sistema de salud público. Nos respondió irónicamente: “¿Y ustedes, los profesionales, se lo van a bancar?” Le respondimos: usted prohiba el cobro y nosotros vamos a empezar a pelear por nuestro salario, como corresponde.
¿De cuánto dinero estamos hablando?
Por ejemplo, el protocolo Compas, que se aplicaba en el Hospital de Pediatría de Santiago del Estero sin los controles sanitarios necesarios y que provocó la muerte de 6 chicos, dejaba 8 mil dólares por pibe. Así que multiplicalo por 2.500, que eran los pacientes que se necesitaban para cumplir con el contrato y te suma 20 millones de dólares. Es cierto que se trata de una investigación que requiere una logística carísima, así que no todo el dinero se reparte entre los profesionales. Pero es dinero.
¿Quién lo pagaba en ese caso?
El laboratorio Glaxo.
¿El mismo que produce uno de los remedios contra la gripe A?
El mismo. Nosotros denunciamos ese protocolo en julio del año pasado y en agosto logramos la suspensión. Se trataba de una vacuna contra el neumococo que se probaba en niños recién nacidos.
¿Cuánto recibe el profesional por participar de un protocolo experimental?
Depende. Por un protocolo oncológico se pude llevar entre 3 mil y 5 mil dólares. Eso tiene que cubrir todo: no sólo el cobro del profesional, sino toda la logística y lo administrativo. Un protocolo como el que causó el escándalo en el Hospital Fernández dejaba por paciente 18 mil dólares. Esta es una de las maneras en que se privatiza la salud pública: con el reparto personalizado del dinero.
¿El paciente recibe dinero?
No recibe nada. La normativa es que solo reciben pago los voluntarios sanos que experimentan fármacos.
¿Qué autoridad pública puede regular este tema?
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, anmat. Tiene un director decente, pero poco poder de policía porque no hay una ley nacional que regule este tema. Así y todo, en el caso de Santiago del Estero le aplicó una multa de un millón de pesos al laboratorio.
La postal amplia
¿Quién fija las políticas de salud en Argentina?
El poder sobre la salud en Argentina lo tiene el complejo médico industrial y la corporación sindical, que en realidad están asociados. Hasta hace algunos años el esquema era diferente: las obras sociales financiaban al sector privado y el sector privado, a su vez, estaba centralizado en una serie de capitales relativamente intermedios. La segunda fuente de financiación eran las prepagas, que también contrataban al sector privado. Ahora el círculo se cerró. En realidad, ya no hay más círculo. La corporación sindical es dueña de prepagas y sanatorios y tiene fuertes alianzas con las droguerías. Hay una integración vertical: el sistema de salud sindical y el privado se integraron en uno solo. Básicamente, toda la legislación que posibilitó este proceso fue sancionada en tiempos de Carlos Menem. Conclusión: nosotros íbamos ahora a hablar con la ministra Ocaña y planteábamos: hay que integrar el sistema estatal, capacitar a los trabajadores de salud, hay que tener producción pública de medicamentos. Y ella nos daba la razón. Nos decía que estaba totalmente de acuerdo. Pero no hizo nada.
Insisto, ¿qué se puede hacer por la salud pública desde un Ministerio?
Con un plan estratégico y dinero se puede hacer mucho.
¿Incluso enfrentar a lo que usted define como “el complejo médico industrial”?
El problema de la salud, en general, es que actualmente el complejo médico industrial es extremadamente poderoso. En el mundo tenés dos grandes actores: por un lado, lo que llamamos el complejo médico industrial, es decir, la unión de laboratorios, prestadores, tecnología; y por el otro, el capital financiero, representado por las aseguradoras. Estos dos sectores, a su vez, tienen acuerdos y peleas, porque el complejo asegurador plantea la disminución de los costos para poder tener una mejor tasa de ganancia de capital invertido. Y el complejo médico industrial plantea el aumento de los costos para vender más y ganar más. El resultado es que así se inventan enfermedades. Y no hay que recurrir a teorías conspirativas para comprobarlo. Basta ver cómo la tristeza se transformó en depresión o cómo los chicos inquietos se transformaron en pacientes con trastornos de atención.
¿Qué rol juegan los medios de comunicación en este esquema?
A nivel local, un diario como Clarín representa lo más funcional al complejo médico industrial. Si todo lo que publica Clarín fuera verdad ya estaríamos viviendo 140 años. La noticia de salud siempre es “salió el nuevo…”. Es un catálogo. Y así moldea cabezas. Su política es informar como verdad lo que sólo es marketing.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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