CABA
La herida absurda
Félix Bruzzone. Nació en 1976 y es hijo de desaparecidos. Su primer libro de cuentos lleva esa fecha de origen y esa impronta trágica, que logró transformar en pura y buena literatura. Luego, llegó la novela Los topos, nuestra fervorosa recomendación para este verano.Félix Bruzzone llega acompañado por su tío, quien me saluda y luego, discreto, nos deja charlando a solas. Nos encontramos en la confitería del Hospital Naval: después de la nota, Félix visitará a su abuela, que está internada aquí. Ese universo de tíos y abuelos, de padres desaparecidos, está presente en la vida de este escritor nacido en 1976, y también en su obra, compuesta por dos libros poderosos: 76 y Los Topos.
El primer libro de Félix, 76, puede ser leído como una novela construida a partir de relatos autónomos o como un libro de cuentos sobre un mismo tema. A lo largo de 76 aparecen los temas característicos de la vida de los hijos de desaparecidos: la crianza con los abuelos, la visita a los antropólogos forenses, el cobro de la indemnización pagada por el Estado, la pertenencia o no a la organización hijos, la mirada sobre el futuro, la comparación con el futuro con el cual soñaron los padres, la búsqueda de datos sobre esos mismos padres.
¿Qué opina tu familia sobre tus libros?
Mi abuela ahora está desvariando bastante, pero me ha dicho varias veces ´No puedo creer que hayas pasado por todo esto, decime que no es verdad´ (risas) y yo le digo, ´no, es una novela…´ (Risas) Tampoco es taaan traumático, hay millones de situaciones más traumáticas. Por ahí están un poco azorados, no me dicen demasiado. Unos tíos me dijeron ´tenemos que juntarnos a conversar, vamos a poner los puntos sobre las íes´, pero al final nunca nos reunimos. En mi familia es un déficit el tema, al menos conmigo, no sé si habrán hablado entre ellos. No es un tabú, pero tampoco un tema recurrente. Siempre noté esa distancia y la soledad, y empezar a darse cuenta de que todos tienen un padre y una novia…
Un relato de la orfandad, algo más que la ausencia física: un desamparo…
Claro, no contaba con la posibilidad de reponer esa ausencia con los familiares. Tengo tíos, abuelos, tenía un tío en San Luis que estaba completamente loco. Siempre que iba para allá me llevaba para un campo de Villa Mercedes, de donde era mi viejo. Tenía una camioneta hecha pelota, la ponía en marcha cuando yo iba, y me decía ´acá venía tu viejo, y acá vive tal, que militó con él, y acá…´ Salvo ese tío, que era muy insistente, nunca se habló demasiado del tema.
Lecturas tramposas
En su comentario sobre Los topos –que aludía, de paso, a 76–, Beatriz Sarlo escribió: “Parece que sonó la hora. Félix Bruzzone, un hijo de desaparecidos, pone su experiencia a girar en una procesadora literaria que no es políticamente correcta. Su primer libro de relatos, 1976 (sic), era poco convencional, pero esos cuentos aún no habían desatado el tema desaparecidos de sus lazos; más bien lo tomaban al sesgo, desde perspectivas que obstaculizaban el ingreso de la lengua codificada por la ideología”.
La de Sarlo es una lectura tramposa: la incorrección política y la ausencia de ideología son dos cosas distintas. Como si fuese posible una lengua sin ideología…
Los topos tiene un espíritu de época. Habla de la dictadura y esas cosas con otros códigos, desde otro lado. Es un libro triste. Sarlo lo propone como divertido, como humorístico, dice algo así como “qué bueno, ahora se puede hacer humor con eso”…
Es una visión reaccionaria: pasteurizar tu novela convirtiéndola en “humor”…
Si hay humor es para soliviantar, o porque hay humor en cualquier situación, pero hay humor negro en todo caso, tampoco quise hacer una “comedia romántica”, como dice Sarlo. Y lo de lo literario (Sarlo habla de “distanciar el tema de su tratamiento más previsible y ponerlo a funcionar dentro de los géneros literarios”) menos que menos… Yo no pienso en esos términos cuando escribo. Tengo mis ideas sobre la literatura, pero me parece que ambos libros son más de experiencia que de lenguaje o metaliterarios. Obviamente que siempre hay intertextualidades, pero no es que haya trabajado sobre eso.
Quizá lo novedoso es la libertad imaginativa que te tomás para contar historias sobre estos temas: Los topos parece más cerca de César Aira que de alguna novela naturalista…
Me interesa más lo cotidiano que lo naturalista. El naturalismo es una construcción literaria, me parece que la construcción de lo cotidiano incorpora una visión mucho más parcial. Cuando uno habla con alguien encuentra su propia forma de hablar.
La manera de que tu discurso sea tuyo y no estándar…
Claro, pero la situación no se plantea desde el delirio, como podría suceder en una obra de Aira: lo que le pasa al personaje es delirante porque el personaje se vuelve loco. La presencia de Aira está en la medida en que el libro se permite esas libertades. El protagonista, hijo de desaparecidos, se enamora de una travesti, la travesti puede llegar a ser su hermana…
Es una posibilidad inquietante: cualquiera puede ser tu hermano…
¡Claro! (risas) En mi caso, como hijo, nunca tuve una revelación portentosa, de telenovela. Sin embargo, la vida del familiar de desaparecido siempre tiene esa posibilidad. Al no saberse algo básico, que es dónde está su cuerpo, qué pasó, se presta a cualquier cosa.
Últimas noticias
En Los topos, la novia del narrador, que no es hija de desaparecidos, va a HIJOS, pero el narrador no… Como si quisieras correrte de la versión institucional del hijo de desaparecidos…
Cuando uno entra en ese mundo descubre que hay muchas posibilidades. No es sólo el militante que escribe consignas, por suerte… Por eso Los topos es una novela experimental.
¿Vas a seguir escribiendo historias de hijos de desaparecidos?
Es un tema recurrente que va a estar siempre: bah, no sé si siempre, pero va a estar. Ahora hay una historia familiar alrededor de Campo de Mayo: resulta que mi familia, antes de saber que mi vieja había estado detenida ahí, se fue mudando a lugares que rodean Campo de Mayo. Y ahora yo también vivo a 5 cuadras. Estoy haciendo una investigación que quizá se convierta en algo, llamale “literatura” (risas)… Yo vivo de un lado de Campo de Mayo y mi tía vive del otro: para ir a lo de mi tía hay que pasar por adentro, es un camino de tránsito libre. El otro día reparé que hay gente que sale a correr por adentro. Es un lugar relindo, reagreste, aparte de las instalaciones militares hay árboles, monte, y yo veía a los tipos corriendo por ahí y me imaginaba corriendo yo también… Por momentos me imagino que Los topos es una especie de codo que le salió a 76 y que voy a darle muchas manos, muchos brazos. Sería un proyecto posible, pero yo no soy muy disciplinado como para proponérmelo.
¿Escribís poesía?
Sí, pero con seudónimo (risas). Me dan vergüenza mis poemas, y me dan vergüenza ajena las lecturas, esa cosa solemne que tienen… Hace poco escribí una sobre un amigo medio facho, pero después la volví a prosa.
¿Tenés un amigo facho?
Sí, eh, estaba pensando en alguien que tuviera una mirada alternativa a la que tengo yo. Nunca me cagaría a trompadas por una cuestión ideológica.
¿Qué sabés sobre tus viejos?
No demasiado. Militaban en el erp. Mi viejo iba y venía, capacitando gente, no sé cuándo me concibieron, pero después cuando hicieron lo del adn era mi viejo, posta. El erp fue muy exterminado, entonces hay poca gente que uno pueda decir… a mi mamá la poca gente que hay capaz que ni la conocía. Sí una chica de Campo de Mayo que estuvo cautiva con ella, mi vieja militaba con ella, etc. De ella pude saber bastante, por dónde andaba, por qué zonas, curiosamente cerca de Campo de Mayo…
Usaste la palabra “exterminado” y en uno de tus cuentos (El orden de todas las cosas) el narrador revela su extrañeza cuando uno de los antropólogos usa esa palabra (Transcribo: “…y en un momento Darío que me dice: los que estaban en el ERP fueron muy exterminados, siempre es difícil encontrar algo, y mientras él anotaba algunos datos yo pedí de ir al baño, pasillo al fondo, y fui a lavarme las manos y la cara. Hacía mucho calor y yo había ido en bicicleta. Exterminados, pensé. Esa palabra la había escuchado en referencia a los judíos, nunca para hablar de alguien de mi familia, pero por lo que dijo Darío mis padres habían sido exterminados. ¿Cuántos en el ERP eran judíos?, ¿cuántas cosas idiotas pensé mientras intentaba refrescarme? ”).
Sí, desde ese día esa palabra me quedó fija. Nunca lo había pensado como un exterminio hasta que ese tipo me lo dijo. Eso ya forma parte de lo discursivo, ¿ves? Quizás en el cuento el personaje queda extrañado con la palabra, le parece una exageración. Sin embargo, a mí no. A mí me parece bastante propicia en un punto, porque le da otro carácter a la situación de la represión. Desde el punto de vista discursivo, vos decís “exterminio” y el imaginario te lleva a los nazis, cosas, no diría más nobles (risas), pero sí más importantes, más grandes…
¿Creés posible una lectura posestructuralista de tus libros, una lectura que prescinda de la figura del autor?
Ojalá que no… Para mí todo lo que sea salirse del texto está buenísimo, permite otro juego, otras lecturas. Cuando ves una película y ponen “Basado en una historia real”, me genera una curiosidad extra, son las mejores películas, las más atractivas. Hace poco vi Monster, muy buena, tremenda, muy brutal, la actuación de la mina es buenísima… Hay gente que piensa que las películas basadas en una historia real son una poronga, y para mí es mejor cuando desde el vamos no las podés analizar como mero “cine”.
Mientras conversamos, en el país suceden cosas relacionadas con la historia real en la que está basada la obra de Félix: la historia argentina de la última dictadura. El mismo día, en Córdoba, Luciano Benjamín Menéndez recibe su tercera cadena perpetua, esta vez por el secuestro, tortura y homicidio agravado del subcomisario Ricardo Fermín Albareda, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. En Buenos Aires comienza el juicio oral contra 16 represores, entre ellos Alfredo Astiz, el Tigre Acosta y Ricardo Cavallo, por los crímenes de la esma.
¿Cómo se llamaban tus viejos?
Félix y Marcela.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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