Sigamos en contacto

CABA

Pedagogía de los vínculos

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Enseñar y no disciplinar. Aprender sin repetir. Hacerlo en colectivo y en movimiento. Son algunos de los desafíos de los bachilleratos populares. Raúl Zibechi visitó el de Las Tunas, muy cerca de Tigre, que está rodeado por un vergonzoso muro que separa pobreza y riqueza. Cómo es la experiencia de autogestionar el conocimiento.

Pedagogía de los vínculos¿Quién manda en el aula?
–Todos– dice Rossana.
–Todos– dicen los demás.
–Hay un respeto por las ideas que traemos, no es “callate porque no pensás igual”. Yo trabajo en la capilla y hay diferencias cuando se habla de Dios, pero nadie me dice “callate”. Hay mucho respeto, quienes exponemos somos todos, no sólo el profesor habla. La clase se construye entre todos– sentencia Marisel dejando la frase flotando en el aire, como para darnos tiempo de incorporarla.
“Antes iba a un colegio del Estado y me fui, me costaba. Acá se da clase aunque venga uno solo. En el bachi de Nordelta la profe nos dijo que por tres no daba clase y nos mandó a casa”. Para quienes asisten a los bachilleratos haciendo un enorme esfuerzo, tener la certeza de que los profesores nunca faltan, es un aliciente. “Además de las materias, aprendemos a compartir y respetarnos, a escucharnos. A ver cosas que antes no las veías. Yo llevo el colegio incorporado dentro mío. Cuando no puedo venir extraño, es un alivio venir, es mi segunda familia”, insiste Lucía.
Los bachilleratos populares son eso, espacios donde las personas se sienten respetadas; sus sentimientos y problemas no quedan fuera del aula sino que los integran y los convierten en parte del proceso de aprendizaje colectivo. Lejos de los espacios asépticos que el Estado y el mercado pretenden para la educación de sus ciudadanos y ejecutivos, en los bachis entra todo aquello que para la educación formal son “problemas”: desde los ruidos y los olores de la vida cotidiana hasta las ansiedades de sus protagonistas. Con esos ingredientes amasan, dentro y fuera del aula, algo que no es sencillo nombrar porque es nuevo y diferente, pero que se parece mucho a los sueños de un mundo otro que sigue germinando en la sombra de los emprendimientos colectivos.
 
 
Tras la huella de Simón
Como tantos asentamientos, Las Tunas combina baldíos y basurales con viviendas muy precarias, zanjas llenas de aguas putrefactas y una enorme solidaridad entre sus gentes. El barrio comenzó a poblarse en la década de 1970, pero tuvo un crecimiento explosivo en los 90, ya que a la emigración del noreste se sumó la llegada de paraguayos y peruanos, expulsados por las reformas neoliberales. Habían escuchado que en esta zona había varias fábricas grandes, y esperaban cambiar la suerte trabajando en la industria. Hoy serán alrededor de 25 mil habitantes en poco más de cien manzanas, aunque los censos no echan luz sobre este barrio.
Son muy pocos los niños de menos de 5 años que pueden asistir al jardín, que funciona con 400 chicos, pero muchos más esperan turno para ingresar. El único centro de salud no da abasto para atender las múltiples enfermedades provocadas por las aguas contaminadas con arsénico por dos papeleras y otros dos frigoríficos. La desocupación y subocupación superan el 50%.
El galpón donde funciona el bachillerato fue construido por profesores y alumnos y contó con el apoyo de varios vecinos que son expertos albañiles. Paredes de ladrillos revocados, pisos de cemento, cuatro salones y un baño con azulejos muestran la voluntad de compartir un espacio digno. Una mujer de unos 40 años señala con orgullo un cartel elaborado en colectivo, donde puede leerse uno de los principios básicos de los bachilleratos: “No se enseña cuando se imponen caminos sino cuando se enseña a caminar”. Así, la asamblea de los tres años del bachillerato, donde estudian unas 90 personas del barrio, decidió bautizarlo Simón Rodríguez, en homenaje al maestro del libertador Simón Bolívar, al que muchos consideran el precursor de la educación popular.
Se arma una ronda que supera la veintena, incluyendo profes y alumnos, aunque todos prefieren llamarse compañeros porque “nadie sabe más que nadie”. Sobre un trasfondo de cumbia villera que hace difícil el diálogo, van circulando el mate y la palabra. Al comienzo daban clases en La Escuelita, un centro comunitario y luego en una capilla, hasta que ocuparon el terreno actual que era un basural. “El compromiso es que los docentes nunca cobren, hasta que el Gobierno algún día nos pague sueldos”, dice Juan. Por el momento, los pocos fondos que consiguen los invierten en mejorar el local y conseguir materiales didácticos.
 
El bachi-método
Los treinta bachilleratos que están agrupados en la Coordinadora de Bachilleratos Populares, tienen unos tres mil estudiantes y 350 profesores. Ya consiguieron que once fueran “oficializados”, o sea que entregan títulos iguales a los oficiales.
En principio, cada bachillerato tiene las mismas materias y contenidos mínimos que una escuela secundaria para adultos, y tiene también una duración de tres años, pero está vinculado a movimientos sociales, básicamente fábricas recuperadas y movimientos territoriales y de desocupados. Una de las principales diferencias es que apelan a la educación popular, que es una seña de distinción de todos los “bachis”. En Las Tunas ya se ha graduado la cuarta generación. Cada año se inscriben unas 60 personas por curso pero quedan alrededor de 30, porque no pueden despreciar los trabajos que encuentran.
Enfrentan un conjunto de problemas para los que no tienen soluciones. “Primero se dio una coordinación pedagógica para ver cómo trabajar en el aula, sobre todo qué hacemos con las asistencias y las faltas, cómo transformar una escuela tradicional en una escuela popular y eso se fue traduciendo en una coordinación política”, comenta Juan. “Los profesores estamos formateados por 15 años de estudios formales, pero en este camino nos vamos modificando todos. Es una construcción cotidiana. Todo lo que pasa en el barrio entra en el aula, y el aula recoge todo lo que pasa en el barrio. Pero en el aula no siempre logramos que todo sea educación popular, muchas veces terminamos reproduciendo la educación más clásica, y eso nos lleva a tener contradicciones y conflictos en el bachillerato, aparecen tensiones entre los cursos y el profe bueno y el malo”, se sincera.
Rossana, una alumna del barrio de unos 40 años, dice que empezó a venir por la insistencia de su hijo Sebastián. “Me decía que esto es diferente, que los profesores te escuchan, porque yo trabajo y tengo mis problemas y en varios lugares donde estudié no te entienden. En el otro colegio dije que no me podía comprar un libro y me dijeron que perdía el curso. Soy empleada doméstica, no podía porque mi hijo necesita mucha medicación. Acá nos ayudamos entre todos y ahora me doy cuenta de que mi hijo tenía razón. Hay mamás que pueden venir con sus hijos, hay mucha tolerancia, mucha comprensión”.
“Mi primer día –dice Marisel, que ya es abuela– fue medio caótico, me quería ir. Yo no terminé la escuela, cursé sólo hasta cuarto año, tuve que dejar por problemas personales y esto era una cuenta pendiente. Vine buscando un título, pero me quedé y ahora participo de las asambleas”. Cuenta también que los primeros días enfrentó reticencias en su casa, ya que a su esposo no le gustó tener que cocinar mientras ella estudiaba. “Ahora me acompaña y hasta me ayuda en las tareas, pero el que más me anima es mi hijo, y sobre todo mi nieta”.
Las clases son de martes a viernes y una vez al mes realizan una asamblea donde participan alumnos y profesores. Entre todos se encargan de la limpieza y el mantenimiento, y no tienen reglamentos. Aun los debates más arduos, como la actitud hacia las faltas, las deciden en colectivo. “Para construir el local –dice Ricki, un chico alto, de tez oscura y sonrisa generosa, siempre dispuesto a trabajar con el cemento– se armó una comisión y encaramos los sábados solidarios. El primer año se construyó una sola aula, luego conseguimos dinero para que trabajaran dos personas construyendo. Había vecinos que sabían más de construcción, trabajaron las compañeras, y generamos conocimientos con la participación de los vecinos que saben algo del oficio”.
 
 
El nuevo tiempo
En la ronda al sol las preguntas disparan cataratas de palabras entre los miembros del bachillerato. El debate tiende a centrarse en lo que sucede en el aula, en los vínculos entre quienes asisten y la enorme dificultad para modificar lo que, en el lenguaje especializado se denomina tiempo pedagógico. “Cuando vi a los profesores trabajando, con los pies y las manos con material, no lo podía creer. Nunca había visto profesores haciendo trabajo de albañil. Cuando vemos cuánto amor ponen, eso nos anima a seguir viniendo” dice Rossana.
Marisel comparte. “Al principio pensábamos ‘estos pibes están locos, qué vienen a buscar acá’. Después vimos que son gente muy cálida y se preocupan por lo que nos pasa. No estamos acostumbrados a eso”.
“A mí también me sorprendieron –suelta Ricki con una sonrisa que anuncia la ironía–. Al principio los miraba como los buenitos, tal vez porque vengo de una familia religiosa”. Todos valoran el tiempo que los docentes pasan en el barrio, ya que unos cuantos viven muy lejos y hacen horas de micro para llegar a Las Tunas. Los fines de semana los dedican al apoyo directo, van a las casas a ayudar en lo que sea necesario, no siempre en cuestiones vinculadas al bachillerato, porque la vida no se reduce al tiempo de aprendizaje.
Más seria, Rossana reflexiona su experiencia personal. “En otros colegios te enseñan y si no aprendiste es porque no prestaste atención. Acá los profesores se te acercan, te explican todas las veces que sea necesario, te acompañan. Por ejemplo, si llegás tarde se habla, mientras en otros colegios si llegás tarde no entrás”.
La principal diferencia con otras iniciativas es cómo resuelven los problemas. Como sucede en todos los bachilleratos, el tema de las asistencias es el más complejo y el que genera mayores conflictos, junto a las calificaciones. En Las Tunas decidieron, por ejemplo, que en vez de suspender el curso por faltas, los estudiantes pueden recuperar con trabajos integradores. “Acá aprendemos a caminar –dice Rossana–. Trabajamos mucho en grupo, nos ponemos en torno a la mesa, hacemos una ronda y trabajamos todos juntos. Los profesores también. Para las calificaciones hacemos la devolución por área donde nos dicen cómo trabajamos y lo que nos falta. La calificación es un debate, que se resume en aprobado y desaprobado. No te dicen lo que hiciste mal sino lo que te falta. Todo se conversa, se opina, hablamos mucho, y de ese modo te ayudan a seguir”.
Alejandra recuerda que el año pasado un chico cayó en la droga. Cuando lo internaron, el grupo debatió qué hacer, porque se trataba de un buen compañero. “Cuando salió le hablamos, se reincorporó y le tomamos pruebas, porque dijimos que si lo dejamos a un costado nunca va a superar la situación. Estaba medicado y no podía escribir; lo ayudamos y ahora está saliendo. Está bueno no haberlo excluido”.
No es tan fácil. Sobre todo cuando se aborda el tema de las calificaciones, mucho más conflictivo aun que las inasistencias. Ahí aparecen las envidias, quien “entiende la propuesta” pero, aun así, quiere una nota que no sea sólo aprobado o aplazado. Un número, algo que sintetice el esfuerzo y sirva como una suerte de condecoración o reconocimiento. Alguien comenta que en las escuelas zapatistas no se califica ni se aplaza y que los problemas que coloca el coordinador los resuelven en colectivo. Desde una punta de la sala una voz señala: “tienen una cultura comunitaria”, para intentar explicar la diferencia. Así y todo, debe reconocerse el esfuerzo por traspasar los límites de lo heredado y poner en tensión la cultura del individualismo. Y la sospecha de que sólo se avanza desde el corazón, abrochando lazos. En el fondo, parece que hablan de una pedagogía de los afectos y los vínculos. Algo así explica Rossana cuando reflexiona sobre la cercanía, física y espiritual, del profesor: “Nunca un profesor se sentó al lado mío a explicarme lo que no había entendido. Te dicen ‘Vos no estás prestando atención’ y te borran la pizarra. Acá nadie se va sin comprender la materia. Te enseñan a aprender”.

Portada

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Seguir leyendo

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
Seguir leyendo

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.091