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Tomar la palabra
“Yo aborté” ahora será un documental. Un proyecto que pone el eje en derribar mitos y dar información certera está convocando a mujeres y hombres para que compartan sus testimonios en alta voz.
Después de un largo silencio, una frase dicha en voz alta permitió afrontar la situación sin sentir el peso de la soledad personal y política. Escuchar “Yo aborté” fue la llave que abrió el debate social e hizo fluir la información. En nuestro país son alrededor de 500 mil mujeres las que abortan clandestinamente cada año. Muchas mueren en el intento. En estos días, en pleno año electoral, estando presente la sanción de un ley que discriminalice el aborto como prioridad en la agenda del feminismo y en el debate parlamentario, un grupo de cineastas está recopilando historias que sumen a la causa. “Éste no es un documental que sirva para debatir si el aborto se tiene que legalizar o no. Nosotras claramente creemos que debe ser legal y partimos de ahí”, cuenta Carolina Reynoso, directora de Yo aborto. Tú abortas. Todxs Callamos, un proyecto que está en plena cocción, convocando mujeres, recopilando historias. El objetivo, entonces, es indagar sobre las razones por las que un tema de salud pública y justicia social es criminalizado. “En un principio se iba a llamar Sentencia: aborto clandestino. Después comenzó a dar vueltas la idea de que las mujeres que nos hicimos un aborto diéramos la cara, para hablar en primera persona del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. El ‘todxs callamos’ fue un aporte de Santiago, mi compañero, porque cuando pasamos juntos por eso nos sumimos en un silenciamiento increíble, incluso a nivel de pareja y ni hablar hacia afuera. Fueron muy pocas las personas que lo sabían, sólo los amigos más cercanos”, cuenta Carolina.
Para ella no fue fácil comenzar a hablar del aborto, pero el primer paso llegó de una manera inesperada. “Yo hacía ropa a medida y en un momento se me acercó una clienta y me dijo: ‘…porque me hice un aborto’, y siguió hablando. Para mí fue muy fuerte. Pensé por primera vez: ‘Y sí: se puede decir. Y sí: somos un montón las que nos lo hicimos’. Me animé entonces a charlar del tema, a compartir experiencias, y poco a poco me fui acercando al feminismo. Hice un seminario en la facultad para formarme más en lo teórico y después comencé a participar de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, a apoyar las movidas, a poner el cuerpo cuando es necesario”.
En primera persona
La idea del documental comenzó a fines de 2008, cuando Carolina cursaba el último año de la carrera de cine. “Santiago y yo estuvimos muchos años sin saber qué hacer con eso, ni siquiera llorando la cuestión, había algo que estaba dando vueltas entre nostros sin resolver; entonces a través de la militancia y el cine, que es lo que sabemos hacer, lo canalizamos”, cuenta Carolina que impulsa este proyecto junto a su compañero Santiago Nacif, que es el productor, y Mariana Malant, asistente de dirección.
¿Qué ejes van a tratar?
Uno va a ser la transversalidad. El aborto no es ni una cuestión de una clase social ni etaria, por ejemplo. Es un tema de solteras, casadas, pobres, ricas, jóvenes y adultas. Otro eje es que es una cuestión de hombres y mujeres: es una lucha que se toma como muy nuestra, pero es un tema de ambos, aunque se libre en nuestros cuerpos. También se tocará la relación con ciertos mitos: “las mujeres que abortan son así”, “las mujeres que abortan son egoístas e irresponsables”, o que “las religiones siempre se oponen”. Queremos que sea un documental para reflexionar, para barrer con la desinformación.
Carolina reconoce que para ella fue fundamental el aporte del feminismo para replantearse ciertos preceptos del rol de la mujer. “Nací en Punta Alta, próxima a Bahía Blanca, cerca de una base naval; es una ciudad bastante conservadora, muy machista, con poca amplitud. Ahora cambió un poco pero, como en muchos pueblos, el rol de la mujer está muy marcado y empezar a tener otra concepción de las mujeres, de mí misma, de mi cuerpo, fue muy fuerte”. El peso de ese rol lo sintió especialmente cuando tuvo que enfrentar la decisión de hacerse un aborto. “Venía de un colegio católico y nunca en mi vida había pronunciado la palabra aborto, pero cuando supe que estaba embarazada también supe que no lo quería tener. Por eso sé que es otro mito el que dice que las mujeres se arrepienten: en ese momento una sabe claramente qué quiere”.
¿Cómo fue esa experiencia?
Yo tenía un compañero que me acompañó y eso es algo importante, pero no suficiente. No teníamos información, no sabíamos a quién recurrir. Fuimos a tres doctoras y las tres nos echaron. En ese momento sentimos que éramos los únicos en el mundo que habíamos decidido abortar. Te comés el estereotipo de que sos una mala persona, de que actuás mal y eso es lo desesperante. Ahora, por lo menos, hay redes de mujeres desde donde tratamos de acompañar a otras mujeres que están en esa situación. Siempre pienso qué bueno hubiera sido en ese entonces que yo hubiese podido contar al menos con información. Porque una vez que conseguís al profesional que te hace un aborto sos prisionera de una situación que es ilegal: si preguntás algo desconfían y te maltratan. Está todo armado para que te sientas sucia, mala, para que tengas vergüenza… Con todo eso te logran callar.
La convocatoria para sumar testimonios comenzó hace un par de semanas, cuando enviaron un mail a través de diversas organizaciones y por redes sociales. Esperan filmar este año. En marzo pasado obtuvieron un subsidio del Instituto de Cine (INCAA) para el desarrollo del proyecto. Ahora presentaron otro para la etapa de producción.. “La idea es recurrir al INCAA no sólo como una ayuda económica, sino también como un logro político”. El documental tendrá un formato cinematográfico con secciones animadas.
¿Por donde aspiran que circule?
En escuelas, pero también, esto es casi un deseo, poder llevar la peli a cualquier pueblito, poner una sábana en una pared y mostrarlo. Por eso queremos exceder los círculos más cercanos porque yo sé que la gente todavía no tiene la información que necesita para enfrentar este tema. Pasa el tiempo y las mujeres pasan por las mismas dudas, las siguen maltratando.
El 30 de diciembre de 2010, último día de las sesiones ordinarias de la Cámara de Diputados, tuvo lugar la primera jornada pública sobre el debate por la despenalización del aborto en la Comisión de Legislación Penal con la presencia de Marianne Mollman, experta de Human Rights Watch que ofreció un análisis legal de las obligaciones del Estado argentino. Fue una jornada histórica porque por primera vez el debate llegaba a una comisión de la cámara baja. Lo que motivó esa presentación fue un informe hecho público en agosto del año pasado por HRW referido a que en Argentina cuatro de cada diez embarazos terminan en abortos, cifra muy superior a la media en América Latina. Los autores del documental esperan que el estreno coincida con la legalización de este derecho.
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Nada por aquí, todo por allá
San Juan, el reino de la megaminería. La historia política cuenta que fue la primera provincia en hacer lobby para imponer el modelo minero. Hoy es la capital de los megaemprendimientos. También del silencio: los que trabajan en Barrick Gold no pueden contar nada de lo que allí sucede y hasta sus familiares callan para no comprometerlos. Pero nada es perfecto: en esta nota hay fotos y voces que describen qué está haciendo la minera en la Cordillera.
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Las piedras hablan
Las Cuevas de las Manos y el peligro minero. El mayor tesoro arqueológico de Argentina convive con explotaciones de oro a cielo abierto gracias a una ley de la provincia de Santa Cruz que declaró la zona “de especial interés minero”. Quiénes están detrás de estas empresas, cómo logran eludir los controles y cómo operan los medios comerciales en este peligroso juego. Y cómo, a pesar de todo, los pobladores de la zona lograron ganar una batalla increíble: nadie allí apoya a las mineras. Ahora el desafío es lograr que declaren a toda la zona como patrimonio cultural.
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El mensaje es el mensaje
Nuestra hipótesis sobre la comunicación hoy. Estamos en un momento extraordinario. El capitalismo mediático está en crisis. Nada le garantiza que esta decadencia no termine en la extinción, como artefactos obsoletos de una era que comenzó con Gutemberg y terminó hoy. El interrogante es si este caldo en el que bulle el futuro no nos convierte en leña también a nosotros, los periodistas.
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