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Tierra de sueños

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El Movimiento Giros. Tomó como eje de su práctica política la disputa por la tierra. Logró que el Consejo Deliberante de Rosario prohíba la construcción de barrios cerrados. Declaró zona insurgente al barrio rural Nuevo Alberti y elaboró una invitación: Ciudad Futura.

Tierra de sueñosEn blanco y negro, un jardín de plantas exóticas, fuentes y cisnes que se mueven como cisnes. Lentos. Un cielo amplio, la temperatura ideal, y personas con vestidos lujosos jugando a la escondida. La escena agota el movimiento cuando una mujer abre las puertas del jardín, acompañada por docenas de niños descalzos, vestidos con guardapolvos oscuros. Los dos bandos se miran, se reconocen quizás por primera vez. A partir de ahí, nada vuelve a la normalidad en la superficie de los privilegiados –hecha de rascacielos y puentes– ni a la vida de los obreros en los subsuelos de la tierra. Así comienzala película Metrópolis del director alemán Fritz Lang que imaginó –desde la segunda década del siglo pasado– un 2026 marcado por el conflicto de clases y la disputa por el espacio.
En colores y con la humedad de la tierra atravesando la suela de las zapatillas, ahora estamos en la zona rural del barrio periférico Nuevo Alberdi, de Rosario. Hornos para fabricar ladrillos, huertas, casillas de madera, chapas y bolsas plásticas de consorcio. Y la suspensión de una amenaza: el desalojo de las familias para instalar un barrio privado. Así, el movimiento social Giros inicia su propio camino, pensando y haciendo política concreta para frenar la toma de tierras por parte de los privilegiados.
Sin brújula
Tomás Monteverde es alto, tiene los ojos claros y habla a borbotones de lo que le apasiona. Es uno más de la media docena de estudiantes universitarios que comenzó a reunirse en 2006, con la intención de hacer política siguiendo un rumbo para muchos inquietante, para otros saludable. “No teníamos muy claro qué queríamos, pero si lo que no queríamos”. Algunas luces que los guiaron: el movimiento zapatista de México, el Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST), el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MO.CA.SE.). Pero ¿qué querían hacer ellos con todo eso? Lo que no querían: “La clásica: el partido con la base social que pone la pata sindical, la universitaria, la barrial.” Cambiaron esa figurita repetida por la difícil, la que continúan dibujando todos los días: “Empezamos a reflexionar sobre la idea de territorio en construcción. Pero territorio no sólo como pedazo físico de tierra o de geografía, sino como lugar de construcción de relaciones sociales. Para nosotros un territorio puede ser un medio de comunicación, otro es Nuevo Alberdi”. Tomás dice también que en esos territorios aparecen los diferentes sujetos, la identidad múltiple. Y agrega: “La cuestión no es pensar por separado, sino ver qué ocurría en esos diferentes territorios y cómo eso iba adquiriendo una direccionalidad y un horizonte que construya esa otra cosa de manera concreta”.
Y esa otra cosa está siempre humeando en el fondo de la charla, como un chocolate espeso y caliente: el desafío de comenzar a hacer realidad los sueños.
Desalojo silencioso
Nuevo Alberdi es un barrio en la periferia noroeste de Rosario que tiene una zona urbana y una rural. A ambas las divide el Canal Iberlucea.
Tomás cuenta que comenzaron a transitar ese barrio de casualidad; porque la madre de un compañero trabajaba en la zona y conocía a una señora que tenía un merendero. Desde allí articularon los primeros talleres y, a la vez, comenzaron la experiencia en el trabajo territorial encarnando el nombre Giros.
En 2007 el barrio se inundó y debió ser evacuado. Las zonas más afectadas tenían un metro y medio de agua dentro de las viviendas. “Cuando bajó el agua aparecieron los operadores inmobiliarios”, recuerda Tomás. La tarea era turbia: apretar a los vecinos para que se fueran del lugar. Jugaban con las necesidades que dejó la inundación y el miedo latente de que volviera a ocurrir.
A raíz de esta situación el movimiento empezó a investigar: el canal tendría que haber sido objeto de una serie de obras para aliviar el escurrimiento del agua en esa cuenca. Estas obras –que en la actualidad están siendo terminadas– convirten una zona de inundable en no inundable y, por ende, urbanizable. “Cuando esa zona cambia de carácter su valor aumenta en un mil por ciento”, calcula Tomás. Y precisa: “Por eso apareció el proyecto para hacer un barrio privado en la zona rural de Nuevo Alberdi, porque sabían cómo especular. Su ubicación es estratégica porque está cerca del Aeropuerto Internacional de Rosario y de la autopista Jorge Newbery. Toda esa información la empezamos a atar desde la práctica concreta –explica Tomás– porque nosotros estuvimos adentro del agua, nos inundamos, fuimos los que empezamos a ver cómo actuaban estos tipos ahí, y pusimos el cuerpo tratando de incentivar la cuestión de la asamblea, la generación del debate”.
Así desataron el nudo de la cuestión: “La periferia de la ciudad comenzaba a estar en disputa”. Aparece entonces otra forma de ver las cosas: la obra pública juega el rol de revalorizar terrenos que luego usufructuará la especulación inmobiliaria. Y un dato: el 9 por ciento de la ciudad y su periferia estaba en manos de un solo grupo económico.
Ya basta
En octubre de 2010, Giros inaugura su punto de encuentro. Lo denomina Central Rebelde y funciona en una casa amplia –de parra en el patio– en el centro de Rosario. El día de la inauguración convocan a legisladores provinciales, concejales y demás funcionarios, para una actividad que bautizaron “Diálogo por la reforma urbana”. Tomás cuenta: “La idea era debatir sobre varios ejes relacionados a la tierra y las ciudades. Uno de esos ejes era, en realidad, una propuesta: prohibir los barrios privados”.
La idea los trasladó a un terreno ajeno en el que reina la lógica de la rosca con todas sus tramas de bloques, interbloques y vedetismos políticos, en el peor sentido que se pueda imaginar. El reto del movimiento era presentar esa iniciativa conocida con el nombre !Ya basta! y lograr que se aprobara en el lapso más breve posible. Y así salió. En marzo de este año el Concejo Deliberante de Rosario aprobó una ordenanza única en el mundo que establece la prohibición de los barrios privados y los clubes de campo en todo el tejido urbano.
Tomás: “Nosotros sabíamos que esa ordenanza no aportaba soluciones de fondo, pero era un claro avance, sobre todo en la cuestión de la discusión, de generar un clima… pero al otro día fuimos al territorio y era como letra muerta: existía una amenaza concreta de desalojo de un tambo y los agentes inmobiliarios seguían operando sobre la población como si nada”. Entonces, se abrió un proceso de resistencia, de ocupación: los chicos de Giros estaban día y noche en el tambo y en el barrio generando actividades. Tomás lo define como un tiempo “muy del aguante”. Y agrega: “Esa experiencia nos llevó a declarar a Nuevo Alberdi ‘territorio insurgente’. Era claro que si nosotros no hacíamos cumplir la ley, ni el Estado ni los monopolios lo iban a hacer”. Esta declaración implicó una “lógica de guerra” en la que todo el movimiento se comprometió: había que defenderse de las frecuentes amenazas y aprietes. “Y a la vez, había que seguir construyendo el lugar para hacer ver que otra forma de vida es posible”.
Autogestión y lógica
Manuel Salinas también integra Giros, habla poco, fuma, ceba ricos mates y hace su aporte a esta entrevista: “La insurgencia empieza a aparecer como la materialización de Ciudad Futura. Es poder mostrar cosas en el barrio que te permitan a vos tener la autoridad y decir: acá reina nuestra lógica. Hace dos años estaba todo inundado y hoy un privado quiere desalojarnos para hacer un country. Pero nosotros decidimos que no y pusimos una escuela”. Y también un nombre: Escuela Territorial Insurgente Camino Andado. Es un bachillerato popular al que concurren 40 alumnos, de entre 18 y 60 años.
El barrio, junto al movimiento, también creó sus propias formas de ganarse la vida: la Cooperativa de construcción FENA; la Cooperativa textil Dignidad Rebelde; la Cooperativa de panificación Leudando Esperanza y el Parque Huerta La Resistencia.
Uno de los productos más llamativos que se generan en el espacio Nuevo Alberdi no tiene tanta épica en su nombre, pero su resultado es muy comprometedor: el pote de kilo de dulce de leche se llama Tan violentamente dulce y es exquisito.
Además, esta tierra insurgente de Rosario-Santa Fe se proyecta al más allá desde los estudios centrales de Radio Rebelde. La emisora transmite analógicamente y cuenta con equipo técnico y de producción manejado por los jóvenes del barrio.
Ciudad Futura
En mayo de 2011 Giros lanzó sus Seis puntos de acuerdo para una Ciudad Futura. Para Tomás el punteo es el resultado del trabajo que desarrollaron en los barrios durante casi 5 años. “Lo que nosotros disputamos no son 250 hectáreas, sino un territorio y una lógica. Y llegamos a esta propuesta como una muestra de cuál es nuestra utopía”. Estas son las cuestiones que buscan debatir en el ámbito del Estado y con los candidatos, aprovechando el año electoral.
Tomás opina que es necesario interpelar al Estado y no quedarse solo en la lógica de los planes sociales. Para llevar adelante este debate hay un eje fundamental del movimiento Giros y tiene ver con la formación política y cultural. Crearon la Universidad Rebelde, en la cual un colectivo de estudiantes y graduados arman módulos de educación con temáticas diferentes. Tomás ejemplifica: “Uno se llama Notas Negras y es un recorrido a través de los movimientos negros y la relación con la música. De hecho, Universidad Rebelde es parte del movimiento Giros, pero nos vincula con personas que no están todo el tiempo con nosotros, participando y está construyendo esa Ciudad Futura, porque es parte de la reflexión y del deseo”.
¿Cómo se financia el movimiento? Tomás detalla: “Los proyectos productivos se autosustentan. Podrían crecer más, pero no encontramos, aún, canales de comercialización válidos. A la vez, tenemos una ingeniería para detectar programas de universidades, estados internacionales, nacionales o locales para tratar de llegar a la escala de financiación que uno está buscando para poder funcionar. Esa tarea es dificilísima”.
Aclara que, además, llegan a 60 los militantes que más trabajan en el movimiento, pero ninguno es rentado. Ese es el núcleo de Giros: una gran red de adherentes. Tomás lo resume con la consigna que los caracteriza. Es, en realidad, una pregunta que transforman en una invitación: ¿Y si la ciudad se parece más a nuestros sueños?”

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