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La patota
La Concentración Nacional Universitaria (CNU) investigada por dos periodistas, Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal. ¿Cómo se reciclaron en democracia los responsables de más de 200 crímenes? Las amenazas que cosechó el libro.
En los años 70 existió en la ciudad de La Plata un grupo que logró ubicarse a la derecha del universo, combinando catolicismo en latín con trotyl y ametralladoras. Fue responsable de unos 60 asesinatos investigados actualmente por la justicia, aunque se calcula que el total asciende a unos 200 crímenes. ¿Dónde podrían estar trabajando en democracia las personas que integraron ese escuadrón de la muerte?
La respuesta se desprende de un libro sobre la Concentración Nacional Universitaria, llamado La CNU. El terrorismo de Estado antes del golpe, que reúne 63 crónicas periodísticas publicadas por Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal en el semanario Miradas al Sur. El trabajo fue presentado como una entrevista pública en Mu. Punto de Encuentro. Novedad: al investigar el pasado el libro dice tanto sobre la actualidad que en dos presentaciones anteriores realizadas en las librerías De la Campana (La Plata) y Como la cigarra (Mar del Plata) derivaron en amenazas y rotura de vidrieras. Los ataques no merecieron espacio alguno en la prensa convencional, que tiene ideas levemente tuertas sobre qué cosas ponen realmente en riesgo la libertad de expresión.
Cecchini: “Esos atentados no se han investigado. Hubo además acoso de la Policía Bonaerense al dueño de De la Campana, Raúl Campañaro, al que tuvieron incluso demorado unas horas bajo la excusa de una investigación inexistente y luego le enviaron policías a la casa. Uno de los agentes se disculpó: ‘Perdón, nos mandan’, le dijo a Raúl. Pero además hay muy pocos testigos de los hechos de la CNU en La Plata y uno de los principales, Daniel Pastorino, viene recibiendo amenazas desde hace un año ¿Y desde dónde hicieron las amenazas?”.
La charla recién empieza y ya tiene el vértigo de los sucesos narrados en el libro: “Las amenazas se hicieron desde un teléfono público de una cárcel bonaerense, desde el Patronato del liberado y desde la Municipalidad de la Ciudad de La Plata”.
Esa municipalidad tardó meses en contestar el requerimiento judicial para identificar el teléfono usado para amenazar, y quiénes tenían acceso al mismo. Cecchini: “Para nosotros no es casual que la secretaria del actual intendente de La Plata sea Susana Gordillo, ex mujer de Juan José Pipi Pomares, número 2 de la patota de la CNU que comandó Carlos El Indio Castillo. Ellos son los únicos dos integrantes de la CNU de La Plata que están presos y van a ser juzgados este año”.
Dato: Pipi Pomares, como cuentan en el libro, al ser detenido en 2011 era asesor del Frente para la Victoria en el Senado bonaerense y había sido nombrado en Planta Permanente. “Contra la investigación que hicimos se armó una juntada de firmas en apoyo de Pomares en el PJ platense, a pedido del propio juez que debía juzgarlo, Arnaldo Corazza, y de su secretario Ricardo Botto, para dar un aval moral que permitiera liberarlo”, cuenta Cecchini. “A mi me llamó, además, un diputado que era del FpV y ahora está con Massa, Juan Amondarain. Me dijo: ‘Córtenla con lo del Pipi, que es un compañero’. Le tuve que responder: ‘No soy compañero de asesinos’”.
El reciclamiento de Pomares se había dado durante la intendencia platense del actual Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, en el área de Desarrollo. Cechini: “El PJ bonaerense los absorbe para hacer tareas pesadas, meterse con punteros en barrios y villas, imponer miedo y condiciones a otras agrupaciones territoriales”.
Reciclados
El juez Corazza murió en 2014, mientras se incrementaban las denuncias sobre los fusilamientos cometidos por la CNU en los 70. Elizalde Leal: “Estuvimos con Gabriel Mariotto, que como vicegobernador es presidente del Senado provincial, le explicamos bien la situación de Pomares, que era asesor del FpV y por qué fue detenido, pese a lo cual seguía cobrando su sueldo. El propio Mariotto lo hizo dar de baja”. La movida para defender al Pipi quedó, en términos ciclísticos, pedaleando en el aire.
Otros casos de reciclaje de matones: “El Indio Castillo se había ubicado como asesor del diputado carapintada Emilio Morello, después de Aldo Rico, y estuvo prófugo durante los últimos 7 años sin que nadie se ocupara de molestarlo”.
Otros: “Martín Pucho Sánchez fue diputado provincial por el PJ en el comienzo de la democracia”, cuenta Cecchini.
“Los primeros que detectamos cuando empezamos la investigación fueron Ricardo Calvo, alias Richard, y Antonio Jesús, alias Toni: uno era Director de Referencias Legislativas, y el otro era Director Legislativo, ambos de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires”, entidad precedida de la palabra honorable.
El Papa Anticristo
La CNU nació en los 70 inspirada por el teólogo y filólogo Carlos Disandro, quien había logrado establecer relación con Juan Perón durante su primer gobierno, introdujo la idea de la “sinarquía internacional” (el mundo dominado por una alianza de judíos, marxistas, masones y católicos contagiados), sostenía que Juan 23 era un enviado del Anticristo, lo que hacía que el Papado estuviese vacante. Entre sus admiradores estaban Alejandro Giovenco y Patricio Fernández Rivero, que desplegaron la CNU con sedes principalmente en La Plata y Mar del Plata. Bautismo de fuego: el asesinato de la estudiante Silvia Filler (19 años), en Mar del Plata, en 1971.
El libro funciona como una novela negra por entregas. La tapa muestra al entonces líder de la CGT José Ignacio Rucci abrazado a Fernández Rivero junto a Juan Carlos Gómez, uno de los que intervino en el asesinato de Filler. “Primero pensamos en hacer el libro, pero vimos el tipo de material que encontrábamos y decidimos publicar las crónicas en Miradas al Sur. Y el libro terminó haciéndose al reunir esas crónicas”.
El texto va describiendo homicidios como el “5 x 1” en el que mataron docentes, sindicalistas y estudiantes en La Plata, y una rima posterior: “11 x Ponce”; todas venganzas contra asesinatos cometidos por Montoneros que se devolvían con indexación de cadáveres de gente indefensa.
“Al principio era un grupo de choque” cuenta Cecchini, “pero la cosa cambió a partir de enero de 1974 cuando Perón desplaza al gobernador Oscar Bidegain, y asume Victorio Calabró, de la UOM, con sus propios culatas sindicales y fluidos contactos con el aparato policial y militar con el que jugó siempre a favor del golpe contra Isabel”.
La CNU se ligó estrechamente a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) otro grupo paramilitar de asesinos creado por el ministro y secretario de Perón, José López Rega, comandado por sujetos como el agente de inteligencia Aníbal Gordon. “A partir de ese momento la CNU pasó a formar parte del aparato represivo estatal, conducido en última instancia por los propios militares”, explica Elizalde Leal.
“Antes del golpe todavía no había desapariciones. La idea era sembrar el terror con la aparición de militantes acribillados a balazos”, explica Cecchin. Nunca ahorraban: cada cuerpo aparecía con no menos de 20 ó 30 balazos, o se hacía explotar a los capturados atados a bombas de trotyl.
“Después del golpe, los matones de la CNU quedaron bajo la órbita militar, pero seguían robando para enriquecerse porque eran un grupo lumpenizado que desobedecía, en ese sentido, al sector militar que les reclamaba no hacer negocios paralelos con las zonas liberadas. Por eso varios integrantes de la CNU terminaron siendo detenidos por delitos comunes”, cuenta Cecchini. Gracias a eso, años después reclamaron y cobraron indemnizaciones como supuestas víctimas de la dictadura militar. “Los que asesinaron a cientos de personas en el marco del Terrorismo de Estado se presentaron ya en democracia como víctimas para seguir sacando rédito económico, con la complicidad de sectores judiciales y políticos”.
Este año habrá juicio en La Plata contra Pomares y Castillo y en Mar del Plata uno aún mayor, con 11 imputados por los crímenes allí cometidos por la CNU. La historia sigue abierta.
Bonus sobre periodismo
El libro recobra la desusada idea de la investigación periodística, y a partir de eso la charla sobre la CNU abrió reflexiones sobre el periodismo actual. Elizalde participó en los comienzos de Página/12. “Conocí a Jorge Lanata en aquella época. Siempre fue un vendedor de humo. Eso aportó para instalar a Página. Antes y ahora sólo tenía era un interés que ha quedado claramente expuesto: ganar mucha plata. Nadie debería sorprenderse por lo que hace ahora”.
Otro concepto de Elizalde: “Creo que el periodismo como se lo entendía tradicionalmente no existe más. Las empresas se han convertido en máquinas de operar políticamente, tanto las oficialistas como las no oficialistas. Tiempo es como Clarín, con fines más loables si querés, pero lejos de la esencia de lo que es un diario”.
Cecchini: “Nosotros hemos podido investigar muy bien y con libertad en Miradas al Sur. No hubiéramos podido hacerlo en otros lugares. Pero en términos más generales, creo que se dio muy mal desde el oficialismo la batalla de medios, con mucho ‘sí señor’. A medios patéticos como Clarín y La Nación se los podría combatir mucho mejor haciendo periodismo”.
Elizalde rescata a las experiencias autogestivas: “El periodismo hoy se refugia en algunas de esas publicaciones independientes hechas en base a mucho esfuerzo, en las que se traza una agenda propia. Ahí se nota algo que no se veía desde hace mucho en el oficio: una épica”.
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