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Criar cine
Ana Katz: Su cuarta película Mi amiga del parque refleja una mirada sobre la maternidad que trasciende el encierro del espacio hogareño. Poder exhibirla fue un parto.
«¿Cuándo podremos agruparnos todos como gallinas que defienden a sus pollitos?”, se pregunta el poeta Nicanor Parra en una de sus obras. Ana Katz, directora y actriz, retoma ese cuestionamiento sobre nuestra sociedad en su nueva película Mi amiga del Parque, para decirnos: “Los problemas no se solucionan con la familia y el consumo como nos vendieron siempre, sino formando alianzas entre personas”.
Ana nos recibe en su casa y entendemos que es madre sin necesidad de preguntar. Entre los cuadros del living hay un dibujo colorido pintado por un nene o nena y el patio está lleno de juegos y juguetes. Ana ya parió dos hijos (Elena de 7 años y Raimundo de 4) y tres películas (El juego de las sillas, Una novia errante y Los Marzianos). Mi amiga del parque, es la que está criando ahora, lo que implica en estos tiempos parir sala para estrenarla, mientras comienza a engendrar el rodaje de la quinta: Sueño Florianopólis, una co-producción con Brasil.
¿Cómo se logra mantener fértil ese nivel de producción y creación? Ana nombra dos elementos que, para ella, no pueden faltar: el amor y los aliados, usualmente llamados amigos.
Valores
Filma cuando encuentra un tema capaz de comprometerla, por eso la medida del éxito es para ella llegar al fondo. En el caso de Mi amiga del parque ese tema es la maternidad y ese fondo es cuestionarla. El personaje principal, Lis (Julieta Zylberberg), madre primeriza, paúpera y sola con su bebé (Nicanor) de tres meses. Obvio que está angustiada, confundida, sensibilizada y padeciendo todas las presiones que dervian del mandato de ser una buena madre. No es tan obvio, sin embargo, que el cine refleje esas angustias y presiones y menos que las maneras de enfrentarlos se encuentren en el espacio público y no el hogar: en el parque es donde Lis conoce a personas diferentes y, por eso mismo, otros caminos posibles.
Hay una idea central que atraviesa a Mi amiga del parque: en la crianza no hay nunca una sola manera de hacer las cosas. “Tenés un hijo y no tenés el diploma. A medida que todo transcurre vas descubriendo quién sos. ¿Sos un padre que grita? ¿Te copa ir a la plaza o no te copa tanto? Vas probando escenarios de acción como podés. En este mundo de alienación estamos acostumbrados a sostener valores que no son muy coherentes, entonces es interesante encontrarse con otros y repensar algunas cosas, ponerlas un poco en duda”, nos dice Ana en su cocina. Y agrega: “Las condiciones de producción, la elección de actores y todas las decisiones estéticas están en función del asunto que estoy interesada en contar. En este caso, se me abrió un mundo en relación a la revolución de cimientos que produce en cualquier persona la llegada de un hijo. La causa de esta película es la idea de que un hijo es una elección. Hay una tradición y una exigencia tan fuerte en relación a la familia y la crianza que casi ni se te ocurre pensarlo de otra manera. Una vez que lo vivís, es evidente que no tenía nada que ver con la foto del abuelo adelante y todos atrás. Nos venden que la maternidad es algo que te llega, una esencia, y, en realidad, implica un lugar muy activo y fuerte”.
Maternidad colectiva
¿Se combinan maternidad y dirección? “Logré combinarlo. La película habla mucho de la importancia de tener un auto justamente por eso. En general, se liga a la madre a la casa pero, en mi caso, como cineasta siempre fui de viajar mucho. En cuanto quedé embarazada me pregunté: ¿cómo voy a hacer para viajar con chicos? Y entendí que es interesante pensar a la madre como alguien que viaja. Me invitaban a lugares y yo armaba una lista de amigos que me acompañaban. Es un quilombo y un embole muchas veces para el resto pero, para mí, es fabuloso hacer eso porque no puede ser la crianza un problema que se resuelva a escondidas. Está bueno que haya chicos molestando por ahí en una reunión y ver cómo lo solucionamos entre todos. Siempre se resolvió con la madre o la empleada, pero pienso que hoy nos toca a todos. Es una cuestión de ganas y de disposición”.
Ana también dice que la crianza hizo crecer su mirada como directora: “Mis hijos viven en la infancia, que es un tiempo infinito y muy extraño que uno abandonó. Con ellos visito de nuevo zonas que para el trabajo de escritura del cine están muy buenas. Son zonas de posibilidad, fantasía y ficción que no tenía a los veinte años porque estaba en un terreno mucho más concreto. Oírlos es un pasaje directo al absurdo y eso en cine y en poesía siempre es bueno”.
¿Cómo se hace para filmar con bebés de tres meses como parte del elenco? “Decidí seguir la lógica que apliqué para cuidar a un hijo. Si los bebés tenían que dormir la siesta, dormían. Si tenían hambre, comían. Los actores tenían que tener preparados los textos y las actuaciones como para que cuando se pueda dar la toma, ocurra; casi como en un contexto de documental”.
Géneros y violencias
¿Es más difícil ser directora mujer? “Nunca sentí frenos por ser directora y mujer. Algo que cuesta es que estamos más acostumbrados a ver y escuchar cosas hechas por hombres, entonces el punto de vista de una mujer parece raro. A mí me preguntaban: ¿qué le pasa a la protagonista? ¿Está loca? ¿Son las hormonas? Y no: no son las hormonas. Es muy normal todo lo que le pasa a Lis. ¡Sería casi un chliché si estuviésemos más acostumbrados al punto de vista de la mujer! En cine, las protagonistas suelen ser víctimas o personas que pelean por sus derechos de una forma más general. Para mí, la mujer como personaje es algo muy rico y fuerte por su carga subjetiva y su complejidad, y eso está muy poco explorado. Es importante trabajar el tema de la violencia contra las mujeres, pero eso no está dado sólo en un hombre que pega. Para desmantelar una violencia tan horrorosa también tenemos que ver cómo pensamos y cómo se crío a ese hombre que después pega”.
La ley del mercado
Por la falta de disponibilidad de salas para exhibir, Ana se vio obligada a postergar el estreno de su cuarta película. ¿Por qué? “Las condiciones para exhibir son difíciles. Por un lado, se hacen muchas películas, lo cual que está bueno porque significa que es un poco más fácil producir hoy, pero el problema es que se ven muy pocas. El Gaumont está siempre lleno y hay uno solo. Me da pena lo difícil que es exhibir para las operas primas porque hay cosas geniales que no llegamos a verlas. Antes el problema era el tanque de afuera y ahora es el tanque de adentro. Sin embargo, no tiene mucho sentido quejarse de que las películas grandes acaparen las salas porque es una consecuencia evidente: si no hay leyes que regulen la cultura, la regulación la hace el mercado”.
¿Hay salidas a esa imposición del mercado? “Lo más conflictivo es respondernos la pregunta sobre qué espacio le queremos dar a la cultura. Para mí, es central que se generen espacios de investigación, se produzca movimiento cultural y se difunda lo nuevo”. Toma como ejemplo el caso brasilero: “Hay una ley que limita la cantidad de pantallas por complejo que puede tener una misma película. Eso es interesante porque permite compartir los espacios. Surgió a partir del fracaso del documental sobre Lula frente a una película de acción, extranjera. A partir de ese escándalo, apareció la regulación”.
¿Cómo analizar al nuevo fenómeno de los tanques del cine argentino actual? “Diferenciar popular de comercial me parece importante. Hoy está cada vez más polarizado el camino: o hacés un cine para tres personas o estás en una escala de competencia inmensa. Es muy fuerte esa polarización a partir de la entrada del marketing en los mercados culturales. Este es un momento de mucha excitación respecto a la taquilla. Antes la gente se metía en una sala oscura a ver una película sin saber de qué se trataba. Ahora pasa lo opuesto: van a ver películas que desde un año y medio antes de su estreno te vienen promocionando”.
Ana se encuentra en un lugar intermedio y poco convencional: “Ese lugar raro que tienen mis películas se da porque a mí me gusta mucho la idea de poder conectarme con el público. Me interesa más lo popular que lo comercial.”
¿Qué significa esa distinción? “Me encanta la idea de compartir mis películas con la mayor cantidad de personas posibles, pero también me gusta la poesía, el cine que te hace pensar, conmover y correrte un poco de la norma. Si se dan las dos cosas juntas es un lujo, pero no estoy dispuesta a cumplir con los requisitos que se exigen en el cine comercial.” ¿Cuáles son esos requisitos? “No profundizar. No ofender susceptibilidades”.
Y el cine que hace Ana transmite el requisito opuesto: no ser banal.
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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