#NiUnaMás
La luz de Lucía: nuevo juicio para el femicidio que sacudió al país
Lecciones de la lucha que logró anular el vergonzoso fallo que debajaba impune el femicidio de Lucía Pérez. De Mar del Plata al primer Paro Nacional de Mujeres, las movilizaciones siguieron frente a los Tribunales de Casación en La Plata, donde se dio vuelta la historia. Por qué sirve estar en la calle. Por Anabella Arrascaeta.

Marta Montero se despertó a las 5 de la madrugada para ir a trabajar como enfermera en el Hospital Interzonal de Mar del Plata. A la salida la pasó a buscar Matías, su hijo mayor, de 23 años. Llegó a su casa y fue directamente a bañarse, parte de trabajar en un hospital en medio de una pandemia. Escuchaba que su celular sonaba. Las llamadas perdidas eran del fiscal de Casación Carlos Altuve. “Salió la sentencia -me dijo-. El juicio se va a hacer de nuevo. Qué bien -le dije yo- la verdad que ante lo que usted me está diciendo no tengo reacción: ni enojo, ni gritar, ni alegría, no es que me da lo mismo, pero no me voy poner nunca feliz ni contenta porque no la tengo a Lucía. Es un paso más que hemos dado en la justicia”.
Mil cuatrocientos cuatro días después de que Lucía Pérez, 16 años, fuera abusada y asesinada, la Sala IV de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires resolvió anular el fallo que pretendía dejar impune su femicidio.
Foto: Romina Elvira
Juzgar a la víctima
El 8 de octubre de 2016 Marta volvió de trabajar a las 3 de la tarde. No había nadie en la casa. Guillermo, chapista, papá de Lucía, estaba en el taller mecánico de donde lo despidieron mientras pedía justicia por su hija. Las mascotas, cuatro perros y seis gatos, estaban adentro, no en el parque que la casa tiene al fondo. La computadora de Lucía estaba sobre la mesa. Su Whastapp decía que la última conexión había sido cinco horas atrás. El teléfono respondía con el contestador cuando Marta la llamaba. Matías estaba repartiendo agua; pasó por el taller del padre y, en el momento que estaba con él, recibió una llamada. Pasó a buscar a Marta, y fueron a la comisaria. “Lo lamento señora, su hija ha fallecido”, le dijo el comisario.
Matías Farías, 23 años, y Juan Pablo Offidani, 41 años, llevaron a Lucía a la sala de salud de Playa Serena. Llegó muerta. Un día después los apresaron en una camioneta Fiat Strada gris donde se encontraron 38 gramos de cocaína y 250 de marihuana. La causa fue caratulada como abuso sexual seguido de muerte. El tercer detenido fue Alejandro Maciel, 61 años, acusado de encubrimiento agravado por ayudar al lavado del cuerpo muerto.
Dos años después comenzó el juicio oral en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Mar del Plata. Los jueces Pablo Viñas, Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale hicieron un minucioso análisis de la vida de Lucía: qué le gustaba escuchar, qué profesión quería seguir, con quién y de qué chateaba, con quién se acostaba, qué le gustaba fumar. El tribunal condenó a Farías y Offidani a ocho años de prisión y multa de 135 mil pesos por el delito de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo”. A Maciel lo absolvió: el sitio marplatense 0223 informó que murió este año por un cáncer de pulmón. Ninguno de los tres fue condenado por el femicidio ni por el abuso sexual. Los argumentos: Lucía “no era sumisa” y “tenía carácter”.
“Esto no termina acá, esto acá empieza”, dijo Marta abrazada por cientos de mujeres que en la puerta de los Tribunales lloraban de bronca después de escuchar El Fallo de la Vergüenza.
Foto: Vero APe Foto: Martina Perosa
Estar en la calle
Marta prepara el ramo: tres crisantemos violetas, uno blanco, y un clavel blanco que la chica que trabaja en la florería le regaló. Son sus flores preferidas, a veces lleva también rosas rojas. Otras flores amarillas y verdes, para recordar que a Lucía le gustaba escuchar reggae. Suele ir los domingos después de trabajar pero el último fin de semana estuvo atravesado por la noticia de que anularon el fallo que dejaba impune el femicidio de su hija y el pensar cómo seguir. Entonces fue al cementerio el primer día que tuvo franco, antes pasó por la farmacia por unas gotas que no pudo comprar porque la receta llevaba más de cuatro meses vencida. “Hay cosas que vas dejando, no vas haciendo”. Llevó las flores con Matías. El día había amanecido soleado pero se fue nublando, estaba frío y húmedo. “Hoy me pasó ver el cementerio como un lugar de paz. No es un sacrificio ir, todo lo contrario: es un lugar de tranquilidad. Es con el cristal que uno mire las cosas. Voy, le llevo un ramito, rezo, y después me vengo tranquila a casa”.
Pasaron casi dos años entre la sentencia en primera instancia que la familia de Lucía apeló y la decisión del Tribunal de Casación de anularla. Durante veintiún meses la familia de Lucía y el colectivo que la acompaña en la Campaña Nacional Somos Lucía no se quedaron quietas. Desde el Primer Paro de Mujeres hubo movilizaciones multitudinarias y sentadas de un puñado de personas frente al Tribunal. Gritazos, carteles, videos, remeras, asambleas. Caminatas con bombos y otras en silencio. Familias sobrevivientes de femicidios que se agruparon en un colectivo para compartir estrategias y abrazos en Plaza de Mayo. Cartas al presidente. El Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez que registra y sistematiza las violencias y lo que el Estado no hace para dar respuesta, aun estando obligado. Festivales y cientos de tarros de mermeladas caseras que se vendieron para costear los kilómetros que hay que recorrer en búsqueda de justicia.
La audiencia de apelación en La Plata fue días antes del inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio. La respuesta tardó meses. Finalmente los jueces Carlos Natiello, Mario Eduardo Kohan y Fernando Luis María Mancini pidieron que un nuevo juicio se realice con “la premura que el caso amerita”, y en sus argumentos recordaron lo obvio: “No se está juzgando a la víctima (como pareciera estar ocurriendo) sino a los eventuales victimarios”.
Los jueces recordaron que el Estado está comprometido en trabajar para prevenir y erradicar la violencia machista, y que quienes son parte del Poder Judicial tienen la obligación de “valorar la prueba con perspectiva de género”. Partiendo desde ahí calificaron como “un despropósito” la evaluación que en primera instancia hicieron sobre la vida de Lucía y consideraron que en ese accionar atentaron contra su intimidad y dignidad. “No nos pueden juzgar por lo que hacemos: queremos libertad”, había dicho en el Congreso de la Nación Marta Montero sobre el accionar de los jueces marplatenses después de conocerse la sentencia. Ahora también lo deja escrito el propio Poder Judicial.
¿Cómo interpretás, Marta, lo que pasó?
Como un paso fundamental, pero no un paso mío, es de todas, de todos y de todes. Hemos salido a pelear con lluvia, con frío, con el sol reventándonos la cabeza. Esto es tan grande que no queda solamente en esta familia. Es un tobogán: de acá saltamos para otro lado. Lucía va a tener justica y nosotros no vamos a parar más.
¿Por qué?
Porque es histórico. Marca un precedente. Lucía va a tener justicia, claro, pero va más allá. Esta sentencia es la herramienta para poder trabajar sobre otras cosas, por eso la imprimí y me la hice un módulo. La estoy resaltando, la leo, la aprendo: son herramientas. Los jueces de Mar del Plata se preocuparon más por echarle la culpa a Lucía, que lo que le hicieron. Eso es terrible y los jueces de Casación lo remarcan diciendo: “Esto no puede ser una prueba”.
¿Cuándo empezó a cambiar la perspectiva?
En la audiencia de apelación el fiscal Altuve les habló a los jueces y eso no fue gratuito. Se enfrentó a sus colegas, son sus superiores porque son jueces y él es fiscal, y a la vez son la misma maquinaria. No es fácil decírselos en la cara: el gran problema que nosotros tenemos se lo debemos a la justicia. Wow. No es gratuito. Se interpuso en la maquinaria y fue muy visionario en esa audiencia. Y muy directo: estuvo a la altura de la circunstancia.
Está pendiente el juicio político a los jueces, ¿qué expectativas hay?
Al tomar esta decisión el jury tiene que avanzar directo. Si Casación está diciendo que la sentencia está anulada, que está todo mal hecho, que trabajaron mal, esta gente se tiene que ir. Además está mal intencionalmente: no saber no te da derecho a culpar a la víctima. Eso es crueldad.
¿Se puede pensar en construir otra justicia?
Es un indicio, un empezar a pensar una justicia diferente. Creo que las personas, nosotros, tenemos las herramientas para poder hacerlo, solo tenemos que saber usarlas. Y nos tenemos que ocupar, que poner. Por ejemplo en Mar del Plata queremos una fiscalía para casos de violencia de género. Y vamos a luchar hasta que la vamos a conseguir, aunque parezca una locura. Cuando las Madres de Plaza de Mayo salían a caminar con todos esos milicos que mataban a los hijos también era una locura.
¿Cómo vinculás la lucha por el fin de la violencia machista con el legado de los derechos humanos?
En el fondo somos personas que salimos a luchar por los derechos de nuestros seres queridos. Somos los mismos, en otra época, en otro contexto político, pero luchamos por los derechos de nuestros seres queridos. Salimos a decir: nunca más puede pasar esto. Se juzgó a una criatura por un chat, porque Lucía era una criatura, el pecado fue comprar porro a esos tipos… Eso la llevó a la muerte. Ese derecho que tenía a la vida, a fumar, a ser lo que quería, la llevó a la muerte y eso no se veía, al contrario: hacía que alguien diga: “Ella tuvo la culpa, se lo busco, que tenía que hacer con esa gente”. Y que los jueces nos digan por disciplinamiento a todas: “vos te hacés la piola, te va a pasar esto.” Nunca más. Nosotros como familia escuchamos atrocidades sobre Lucía, podíamos entrar en un lugar de una tristeza tan grande que no te permita salir. Pero yo sé quién era mi hija. Y aunque hubiese sido la reventada más grande nadie tiene derecho a ponerle una mano encima sin su consentimiento.
¿Cómo se logró?
Cuando uno tiene una convicción y va, y va, y va, es como la gota que agujerea el piso. Yo creo que acá más que la masividad es el compromiso. Yo no tenía problema en ir, tomarme un micro seis horas y llegar aunque éramos cuatro. El hecho es ir, estar ahí molestando en ese lugar que es donde no te quieren ver. Necesitás firmeza y pedir claramente lo que querés. A nosotros nos funcionó estar en la calle. Por eso la sentencia tiene el sabor a la lucha que hemos hecho entre todas. Lucía unió, encendió una luz tan grande. Ahora viene un nuevo juicio y es volver a cero pero no somos los mismos: tenemos otra experiencia. Y no vamos a parar.
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7 años sin Lucía: Salvando el corazón

Este domingo se cumplieron siete años del femicidio de Lucía Pérez en Mar de Plata, que en 2016 generó el Primer Paro Nacional de Mujeres en el país. Esta vez, la memoria viene acompañada por el gran logro que fue el nuevo juicio que condenó a los culpables que habían sido absueltos en un vergonzoso juicio anterior.
Y lo más novedoso es el anuncio de otro logro: La Casa de Lucía será una realidad, un espacio destinado a la prevención de la violencia y la promoción de los derechos de las mujeres. Marta Montero, la madre de Lucía, confirmó a lavaca.org que esperan poder inaugurarlo formalmente al acercarse el 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.
Por Anabella Arrascaeta
Marta Montero se despertó temprano este domingo 8 de octubre y eligió calas del jardín de su casa para armar un ramo de flores y llevarlo al cementerio junto a su esposo y papá de Lucía Pérez, Guillermo. El ramo lo armó con siete calas: una por cada año desde que sucedió el femicidio de su hija que en ese momento tenía 16 años.
Es el primer aniversario de femicidio que la encuentra sin estar exigiendo un proceso judicial que condene a los responsables. El 23 de marzo de este año los jueces del Tribunal Oral Criminal 2 de Mar del Plata, Roberto Falcone, Alexis Simaz y Gustavo Fissore encontraron a Matías Farías culpable del delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes y por resultar la muerte de la persona ofendida, en concurso ideal con femicidio”, imponiéndole cadena perpetua; y a Juan Pablo Offidani “partícipe secundario” del “abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes” imponiéndole 8 años que se elevan a 15 debido a la pena anterior de venta de drogas en las inmediaciones de la escuela en la que Lucía cursaba quinto año.
Como familia, con el segundo juicio penal finalizado, ¿qué buscan ahora?
Yo siempre busco paz, cuando he tenido que visibilizar lo he hecho porque era lo que tenía que hacer. Este año es diferente la lucha, estuvimos en casa, tranquilos, después de mucho tiempo no estamos preparándonos para una marcha que es como era siempre. No es fácil, es muy difícil para nosotros hacer lo que hacemos y todo lo que hicimos, por eso hoy preferimos estar juntos en casa, tranquilos.
Aún está pendiente el jury a los jueces que no juzgaron el femicidio en el primer juicio de 2018. ¿Cómo sigue ese proceso?
Sigue adelante, con la necesidad de que termine. Ya pasaron cinco años y estamos cansados, necesitamos que se haga ese jury y sean condenados como sucede cuando cualquiera comete un delito: tiene que cumplir la sanción; si en este caso la sanción es destituirlos que así sea. El próximo paso es la audiencia de prueba y después comenzaría el juicio: hay que ponerse a trabajar y hacerlo. No tenemos fecha, es lo que estamos pidiendo porque ¿sino dónde está la justicia? Más allá de que el jury es más político que jurídico, en definitiva son jueces, son parte del sistema judicial y están en este proceso porque algo mal hicieron.
En esta semana anunciaron también un espacio que van a inaugurar pronto: La casa de Lucía, ¿de qué se trata?
La Casa de Lucía es un lugar soñado hace mucho, hace tiempo lo pensamos y buscamos. Y llegó: hoy lo tenemos, es un lugar que estamos reparando, es un bien que fue confiscado por el Estado y nos lo da, nosotros tenemos que ponerlo en valor en un tiempo determinado. Queremos inaugurarlo el próximo 21 de noviembre, en la semana del 25 de noviembre que es el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.

¿Qué va a suceder en la Casa de Lucía?
Se trabajará desde un taller con mujeres de todas las edades, donde podamos hablar y proyectar. También con personas del Poder Judicial, haciéndoles preguntas, y hablándoles de qué es lo que pasa, la importancia de las familias en las causas, que somos quienes sabemos cómo es el barrio, la escuela, qué pasaba en la casa, qué pasaba con nuestros hijos, eso solo lo sabemos nosotros, las familias. Por eso la justicia tiene que escuchar a las familias, algo que muchas veces es muy difícil. Nosotros logramos, más allá de la condena, tener justicia por Lucia, el camino de lo que hemos aprendido es por dónde queremos seguir trabajando, por eso uno de los focos va a ser el Poder Judicial. Y después se harán cosas maravillosas: talleres, encuentros, para hablar de lo que nos pasa desde lo grupal que nos ayuda tanto para adelante. Si seguimos caminando en esta vida es porque nos apoyamos en otras y otros. Con otros hemos logrado ir salvando nuestro corazón, para no quedarnos en el camino. Logramos poder caminar y en esa experiencia encontramos muchas mujeres solas, y en La Casa de Lucía van a encontrar un lugar donde nos vamos a escuchar, con la amabilidad y el amor que Lucía nos ha ido enseñando. Yo creo que va a suceder de todo. Cuando entré al lugar estaba muy sucio, dejado, abandonado, pero enseguida vi un piso de madera y me imaginé nenas bailando. Es eso lo que queremos: ver niñas bailando y disfrutando.
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Tucumán: condenan a un funcionario judicial y en el fallo recomiendan colgar placas en Tribunales que digan «un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia»
Un funcionario judicial de Tucumán fue condenado por abuso sexual: 4 años, obligación de reparación económica, capacitación y placas en Tribunales. El hecho no es aislado: el Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro que incluye 420 funcionarios (integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las cúpulas de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católica) denunciados por violencia de género. Los argumentos e implicancias de un fallo ejemplar.
Jorge Edmundo Mistretta, exjefe de despacho de la Secretaría Electoral del Juzgado Federal N° 1 de Tucumán, jubilado desde 2019, fue condenado a cuatro años por abuso sexual contra dos de sus empleadas. Los abusos ocurrieron en 2013 y 2015: incluye tocarle los pechos a una de ellas y querer besarla, comentarios sexuales groseros, e intento de tocar a otra de las denunciantes.
En el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán, compuesto por la jueza María Noel Costa, y los jueces Carlos Enrique Jiménez Montilla y Enrique Lilljedhal, se ordenó:
- La inmediata detención, aunque cumplirá prisión domiciliaria por su estado de salud.
- Una indemnización de $4.4 millones de pesos y 3.6 millones de pesos para cada una de las víctimas.
- La realización de un programa de capacitación sobre perspectiva de género y en política de prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer.
- Se solicitó a Recursos Humanos de la Corte Suprema de Justicia Nacional que “se arbitren los mecanismos administrativos necesarios por una medida restaurativa que contemple la incorporación a una de las oficinas judiciales de esa jurisdicción -de la Cámara o del Tribunal Oral -, debiendo garantizar la ‘no revictimización’ de una de las víctimas”.
- Además se recomendó que se coloquen placas en tribunales donde sucedieron los hechos que digan: “Un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia. No a la violencia ni al acoso”.
Los fundamentos se conocerán el próximo 29 de septiembre.
El “caso” no es aislado. El Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro de denuncias por violencia de género contra integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católicas.
El registro incluye ya 420 funcionarios denunciados, entre intendentes, diputados, fiscales, sargento, jueces, asesores, concejales, cabos, decano, sacerdotes y un largo etcétera. De todos los denunciados 99 son del Poder Judicial, al igual que Jorge Edmundo Mistretta; 139 del Poder Ejecutivo; 62 del Poder Legislativo; 67 de la Iglesia Católica; y 53 de las cúpulas de las fuerzas de seguridad.
El padrón de funcionarios denunciados se puede ver acá

El Estado argentino se comprometió en 2020 a llevar un registro público de funcionarios judiciales denunciados por violencia de género como parte de un acuerdo amistoso alcanzado en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hasta el momento lo hizo de forma incompleta y escasa, por ello comenzó a realizarlo, de manera autogestiva, el Observatorio Lucía Pérez que sumó además otros poderes para completarlo y con esa información reflexionar acerca de qué relación hay entre la ausencia de políticas públicas de contención y prevención y estas prácticas impunes.
Lo que se ve: la consigna “El Estado es responsable” se hace carne en la sistematización de esta información. No lo es solamente por omisión, o ineficaz: es un Estado violento.
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Femicidio de Iara Rueda: sobreseimiento de policías en Jujuy, pero la familia y la comunidad vuelven a la calle reclamando justicia

La familia de Iara Rueda, la joven de 16 años desaparecida y luego asesinada en Jujuy en septiembre de 2020, presentó un recurso de apelación contra sobreseimiento de los 8 policías imputados por no buscar a Iara en el momento de su desaparición según lo indican los protocolos vigentes en la provincia. Este año se logró la condena a prisión perpetua de dos de los responsables del crimen, pero la familia además reclama el juzgamiento de los policías ya que su inacción resultó clave para que Iara resultara asesinada. Mónica, la madre de la joven: «Si esos funcionarios policiales hubieran cumplido la ley y los protocolos de búsqueda, quizás Iara estaría aquí con nosotros. A Iara la mataron otros pero ellos también son responsables, estamos de pie como la familia y vamos a seguir cueste lo que cueste”.
Por Natalia Aramayo desde San Salvador de Jujuy
La familia de Iara Rueda, la joven de 16 años desaparecida y luego asesinada en Jujuy en septiembre de 2020, presentó un recurso de apelación al sobreseimiento de los 8 policías imputados por no buscar a Iara en el momento de su desaparición según lo indican los protocolos vigentes en la provincia.
Mauro Cortez, Fabio Cruz, Hernán Vargas, Pablo López, Walter Ramos, Emanuel Valdiviezo, Daniel Ramírez y Laura Tapia, miembros de la policía y brigada de investigaciones de Palpalá, estaban imputados por “incumplimiento de los deberes de funcionario público” tras la denuncia de la familia de Iara. El 22 de julio del año pasado el Ministerio Público de la Acusación informó que la investigación se había dado por finalizada y el fiscal de la causa solicitó la citación de los acusados a juicio.
Desde entonces la familia espera la fecha de juicio, pero con lo que se acaban de encontrar es con el sobreseimiento dictado por el juez Rodolfo Nino Fernández, del Juzgado Especializado de Control en lo Penal Económico y Delitos contra la Administración Pública.
Mónica Cunchila, mamá de Iara, expresó en conferencia de prensa en San Salvador: “Esta decisión nos dañó, nos lastimó demasiado, no podemos entender cómo trabaja la justicia”. Mónica llevaba en sus manos los fundamentos que dio el juez: el texto ocupa solamente media carilla. “Imprimí los fundamentos para leer y empaparme» expresó, “pero el fundamento del juez es media carilla, y no me dice por qué tomó esa decisión”.

El abogado de la familia, Julián Martín Palmieri, manifestó que tras entregar el recurso de apelación, el fiscal a cargo de la causa, Diego Funes, también se sumó a la presentación, y que además el propio fiscal general de la provincia, Lello Sánchez, se comunicó con la familia.
«El día que nos enteramos de la decisión del juez Fernández fue sentir que nos mataron a Iara nuevamente», dijo Mónica tras conocer la decisión. El abogado de la familia, Julián Martín Palmieri, sostuvo: “Creemos que estos ocho policías tienen que estar sentados en el banquillo de acusados, porque claramente omitieron, no buscaron, no rastrillaron, dejaron a la deriva a Iara y la familia. No tenemos dudas que son responsables, junto a otras personas de lo que fue la pésima y paupérrima búsqueda y rastrillaje de Iara”.

La comunidad en la calle fue la garantía para que se descubriese a los culpables. Ahora el juez Rodolfo Nino Fernández sobreseyó a policías que con su inacción (¿o complicidad?) se dedicaron a no buscar a Iara, que tenía 16 años al desaparecer. El cuerpo fue encontrado por vecinas y vecinos que asumieron la búsqueda mientras la policía no hacía nada.
Iara Rueda: La negligencia policial mata
Iara Rueda tenía 16 años cuando el miércoles 23 de septiembre de 2020 salió de su casa para llevarle un trabajo práctico a un compañero de la escuela. Fue la última vez que su familia la vio con vida. Después de las 5 de la tarde no hay imágenes de ella: según las versiones oficiales las cámaras de seguridad no funcionaban por apagones de luz.
Cuando esa tarde Mónica llegó a su casa y no vio la bicicleta de su hija supo que algo le había pasado. Fue a la comisaría: no le tomaron la denuncia. La policía evadió todos los protocolos de búsqueda.
Ante la inacción policial, los y las vecinas del barrio se autoconvocaron para ayudar a la familia Rueda a buscar a Iara, y lo hicieron en intensos rastrillajes, de noche, sin luz.
En distintos puntos de la provincia se replicaron los cortes de ruta (algunos fueron reprimidos) que exigían que la busquen.
El cuerpo fue encontrado días después, el 28 de septiembre. Estaba atada de pies y manos. En ese lugar su familia construyó un altar.

“La dejaron abandonada”
El juicio oral y público por el femicidio comenzó el 13 de abril y finalizó este 3 de mayo cuando el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 condenó a prisión perpetua a Raúl Arnaldo Cachizumba y Mauricio Esteban Abad como autores penalmente responsables de los delitos de “homicidio doblemente agravado por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”.
El tercer acusado, Fernando Tomás Fernández, fue condenado por el mismo delito pero se consideró al crimen “triplemente agravado por el vínculo”. Dado que al momento del hecho era menor de edad se pidió remitir la copia de la sentencia al Juzgado de Menores que hasta el día de hoy, cuatro meses después, no fijó pena alguna.
Además del juicio por el femicidio, la familia de Iara impulsó desde el primer momento la denuncia contra los funcionarios policiales que no aplicaron los protocolos de búsqueda tal como la legislación lo establece. Sostiene el abogado de la familia: «Además, en el juicio llevado a cabo, donde se condenó a los tres imputados, se demostró que hubo negligencia por parte de la policía al no seguir los rastros que marcó uno de los canes de la policía en la casa de Tomás Fernández”, por lo cual cree incongruente la decisión del juez.

Volver a las marchas
“El caso de Iara marcó un antes y un después no solo en la justicia jujeña sino que también en la sociedad y no puede tener este triste final, con una resolución de un juez que desliga de responsabilidades a estos sujetos. Nadie la buscó, nadie respondió por ella, la dejaron abandonada a ella y a la familia, ¿y ahora nadie responde por eso?».
Mónica es clara sobre cómo continúa la situación: “Volvemos a las marchas, a las calles, de manera pacífica, para exigir no solamente que el juez Fernández de marcha atrás con esta medida, sino que estas leyes se cumplan, para que no vuelva a suceder. Si esos funcionarios hubieran cumplido la ley y los protocolos de búsqueda, quizás Iara estaría aquí con nosotros. A Iara la mataron otros pero ellos también son responsables, estamos de pie como la familia y vamos a seguir cueste lo que cueste”.

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