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13 contagiados de coronavirus en la Villa 31, sin agua, sin luz y sin respuestas

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Compartimos otro texto de la organización La Poderosa que denuncia, con datos y casos concretos, cómo los discursos estatales de protección y cuidado se derriten en los barrios más vulnerados. El barrio “urbanizado”, el más afectado. El hacinamiento. La auto-organización de las vacunas y el hambre. Los basurales como fuente de comida y cartón. Los escasos kits de Salud. El riesgo eléctrico, la falta de agua y el problema de la lluvia. Y la violencia policial: el detallado panorama en los barrios humildes del país que tiene en común la falta de respuesta estatal.

Texto publicado originalmente aquí.

1) El Barrio Mugica, cuya falaz “urbanización” se ocuparon de promocionar en todos los medios, no sólo tiene los casos de coronavirus que ya denunciamos, ¡ahora nos confirman otros nuevos 11 contagios! Y las medidas están a la vista. Hace dos días que la Villa 31 no tiene agua, hace 24 horas que no tiene luz y hace 70 años que no tiene respuestas.
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2) Todavía no existe ningún proceso de individualización sobre los grupos de riesgo que debieran ser aislados del aglomeramiento entre los pasillos estrechos e invisibilizados de la ciudad más rica del país, donde hoy se cumplen 40 días de Hacinamiento Barrial Obligatorio.
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3) Frente al abandono en Zavaleta y la Villa 21-24 de Barracas, las propias organizaciones sociales, junto a la Parroquia Caacupé y los trabajadores de la salud venimos haciendo un relevamiento que implica también la vacunación y el acompañamiento de los vecinos más vulnerables: en sólo 4 días, se vacunaron 930 mayores de 65 años, en 15 postas comunitarias.
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4) Seguimos enfrentando diariamente serios problemas para poder acceder al Ingreso Familiar de Emergencia, por cuestiones burocráticas, por nombres inscriptos que no figuran en el registro, por las computadoras que faltan, por el acceso imposible a Internet, por la incompatibilidad con otros parientes, por los trámites del DNI o por no haber cumplido todavía los 2 años de residencia. Y aun en aquellas gestiones que lograron completar el trámite, muchos destinatarios cobrarán ese recurso recién a mediados de mayo, con dos meses de cuarentena cumplidos.
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5) De frente a la dificultad para conseguir los productos de limpieza, la Secretaría de Desarrollo Social de Paraná nos entregó un kit por única vez para los comedores oficiales, que son apenas el 50% de los informales, bien. ¿Saben qué traen? Dos litros de lavandina y 3 jabones.
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6) Ahí, en el barrio San Martín de Entre Ríos, la cola que se hace larga, pero muy larga, no es al cajero, ¡es al basural! Ahí, en el Volcadero Municipal, se acercan cada día más personas buscando comida o materiales para sobrevivir a la desocupación: se paga $4 el kilo de cartón.
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7) Las autoridades provinciales en Córdoba Capital y Mar del Plata, así como los responsables municipales en Tandil y Rosario, todavía les están adeudando los cheques alimentarios a los merenderos comunitarios.
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8) Bajo los balcones llenos de aplausos que aturden a Puerto Madryn, los empleados estatales del Hospital Isola coparon las calles este lunes, exigiendo el sueldo de marzo.
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9) Con las lluvias en Capital, cae de arriba el agua para la lucha contra el coronavirus, porque la tan promocionada “urbanización” ni siquiera garantizó los caños para que AySA pudiera llegar. Y entonces ahora llega también la temporada de pileta para el dengue, porque no hay descacharreo, ni recolección, ni fumigación: 2412 casos, sólo en tres meses, ¡sólo en 3 comunas de la zona sur!
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10) La demanda de nuestros comedores comunitarios aumentó un 40% en los últimos diez días, que se vuelve un pico del 320% en la curva ascendente del 2020.
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11) De las 90 toneladas de secos que baja bimestralmente el Ministerio de Desarrollo de Nación, para los comedores que funcionan como brazos del Estado, hay 48 que todavía no han llegado.
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12) Además de 10 compañeros con dengue, hay dos casos confirmados de Covid-19 en el barrio Los Pumitas de Rosario, donde el propio municipio nos pidió que no dejara de funcionar nuestro comedor, debido a la emergencia, pero ahí también deben dos meses de fondos. Y aun así, nos pidieron que hiciéramos tapabocas y no entregáramos comida a ninguna persona que no los utilizara, porque “para eso les mandamos la tela”. Pues bien, también nos deben la tela.
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13) Como el Gobierno porteño no acondicionó ningún espacio para recibir a los grupos de riesgo, ni a los contactos estrechos de las villas y sus propias autoridades reconocen que sólo cuentan con las 300 camas de los Curas Villeros, el hotel cooperativo Bauen ofreció cien camas para los barrios, pero nos dijeron que no: afecta sus negocios inmobiliarios.
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14) A la voluntad manifiesta de ocultar la expansión del virus en los barrios pobres, porque no quieren aislar a nuestros ancianos en los mismos hoteles que hospedan a los turistas, ahora se suma el temor fundado de muchísimas familias a perder sus viviendas en caso de abandonarlas, por la desesperación que brota del hacinamiento en la pandemia. Y entonces hay gente que miente, abonando el silencio del gobierno y del televisor. Miente, porque tiene temor.
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15) Un cuarto de las familias que recibían bolsones en el barrio Las Quintas de Santa Teresita, más precisamente 50 de las 220, ¡no recibieron ni un paquete de fideos en 40 días!
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16) La diabetes, que por supuesto representa un factor de riesgo en zonas de clase media, se vuelve más dramática aún en las barriadas populares, porque se necesitan 4 tiras reactivas diarias para medir el azúcar, una después de cada comida. Y 50 tiras cuestan 2.500 mangos, de modo que quien usa efectivamente 120 por mes, se gasta el 50% de la IFE, sólo en eso. ¿Usted cómo haría? Nuestros diabéticos se miden la sangre una vez al día.
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17) Abajo, pero muy abajo, en Tierra del Fuego, el barrio Mirador, como Escondido, como Obrero, como Kaupen, como Cañadón y como La Cumbre, no tiene agua potable, ni gas natural, ni luz, ni red cloacal. Y cuanta sólo con dos canillas comunitarias, que no siempre funcionan. Quienes no pueden comprar el agua envasada, utilizan mangueras para tomarla desde un chorrillo que baja de la montaña. Así cocinan, así curan, así beben, así lavan.
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18) Todavía sigue sin resolverse la problemática de las garrafas para los sectores populares, que no son beneficiarios del decreto 311, cuando no existe el gas natural. Una familia tipo debe gastar entonces 2 mil pesos mensuales, en promedio. Y por eso estamos gritando que, ¡por favor!, crucen urgente los datos del RENAPER con las empresas de gas, para realmente poder subsidiar a todas las viviendas afectadas, mediante el Programa Hogar.
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19) Sin excepciones, nuestros dispositivos alimentarios incrementaron su actividad durante los fines de semana, cubriendo esos días con ollas populares, transformando merenderos en comedores y creando 20 nuevas bocas de entrega. Pero aun así, en Viedma, se han reactivado los grupos de trueque, donde mucha gente lleva sus bienes más preciados. Para cambiarlos por leche.
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20) Por los humos tóxicos que genera la quema de residuos y el aglomerado de las casas, cada vez hay más niños con problemas cardíacos y respiratorios en el barrio Madres a la Lucha de Río Gallegos, donde la única salita que funciona aborda también a otros 3 barrios. Y sólo atiende por wasap, con 4 empleados y ninguna ambulancia: toda la ciudad tiene 6, para 95.700 habitantes.
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21) Desde las distintas Casas de la Mujer y las Disidencias de La Poderosa, el feminismo villero viene acompañando a 383 víctimas de violencia de género, que también conforman en muchos casos los demás riesgos que requieren resguardo frente a la pandemia. Y aun así, seguimos padeciendo inadmisibles demoras en las respuestas institucionales.
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22) De todas las vecinas acompañadas por otras vecinas de distintas asambleas, atrapadas en situaciones de violencia intrafamiliar, sólo el 35% pudo realizar la denuncia durante la cuarentena y únicamente al 53% le otorgaron las medidas de protección que fueron requeridas. De todas ellas, un 56% tiene personas a su cargo y sólo el 31% cuenta con un ingreso económico regular, que suelen ser programas de empleo social, en medio del silencio sepulcral.
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23) Una de cada 4 mujeres en nuestros barrios necesita una solución habitacional urgente, para poder romper el círculo de violencia. Y mientras tanto: 101 femicidios y transfemicidios, en 2020.
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24) ¡Una primicia que ningún medio quiso tener! En Zavaleta, decidieron remover a los jefes del servicio de Prefectura por haber liberado sus 4 consignas deliberadamente, ¡3 veces en un mismo día! Sí, esa misma zona en la que asesinaron a 4 personas en el último mes y medio, por el negocio del narco, las Fuerzas y el periodismo parapolicial. Fueron removidos cuando lo pudimos demostrar con fotos, pero si no hubiera sucedido lo mismo que sucede cuando no queda registro: nada. No salió en ningún medio.
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25) En Sierras Chicas, El Sauce no posee red de agua potable, así que depende del camión que manda la comuna, pero sin una frecuencia preestablecida: nuestro merendero llegó a estar una semana sin agua. Y ojalá fuera el problema de apenas un barrio cordobés: en el Yape, Elisa convive con 8 personas y una cloaca rebalsada, siendo hipertensa, pero no tuvo respuestas ni cuadrilla hasta que no etiquetamos a los responsables en Instagram. Y el “arreglo” duró 24 horas.
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26) Distribuidos en algunas provincias mediante cadenas de supermercados que no existen en otras regiones, los cuadernillos elaborados por el Ministerio de Educación no están llegando a donde más hacen falta, mientras Chaco y la Ciudad de Buenos Aires anuncian que podrían “empezar a evaluar de manera virtual”. Mientras tanto, en la vida real, nuestra asamblea de Juella, en Jujuy, hoy debe organizarse para viajar 8 kilómetros hasta Tilcara, cada vez que necesita conexión o hacer alguna impresión… Por eso, la Edición Cuarentena de La Garganta estará dedicada íntegramente a las niñas y niños de las barriadas, traduciendo el contenido lúdico y pedagógico de los cuadernillos a nuestra impronta, nuestra identidad y nuestra realidad.
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27) A 200 kilómetros de Posadas, en la Aldea Tacuapí Mirí, los seres humanos toman agua de un arroyo y comen lo que cazan, como por ejemplo gusanos, con arroz, fideos o polenta, porque no tiene ni un comedor comunitario. Hace 3 meses, literalmente 3 meses, que no los visita ningún agente sanitario.
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28) A la sombra de tantas falsas informaciones, 7 policías fueron desplazados en Misiones, por haber trasladado a un pibe de 19 años durante cuadras a fuerza de los “rebencazos” que le daban desde sus motos, en la Colonia Andresito. Tampoco nadie publicó su grito.
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29) Y como nunca se trata de “un caso aislado”, el 18 de abril, la Infantería de la misma Policía misionera detuvo a Gustavo Quevedo en Deseado, cuando iba al almacén. Ahí nomás, le pidieron cordialmente “veinte flexiones de brazos” y se lo llevaron detenido, también a punta de rebenque. Lo cagaron a palos y lo liberaron, sin elaborar ningún acta, ¿para qué?
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30) El 1 de abril, en pleno aislamiento, el gobierno de Córdoba no tuvo mejor idea que suspender los programas de trabajo provinciales: la inclusión laboral para adultos mayores, el primer empleo e inserción profesional. Una pavadita, que sólo les cagó la vida a 27 mil personas.
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31) A mayor atrincheramiento, mayor demanda de energía y mayor riesgo eléctrico. Sólo en el último mes, el barrio porteño de Fátima padeció 3 incendios, que afectaron a 4 familias, todos por explosiones, cortocircuitos y chispazos de cables, en días de lluvia. Como hoy. Sólo una vez llegaron los bomberos.
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32) El 17 de abril, 122 efectivos penitenciarios de la Unidad Penal N°1 de Corrientes fueron testeados por ser contactos estrechos de un contagiado en San Luis del Palmar. Otros 4 agentes más resultaron positivos. Y entonces, este lunes, 20 internos del Penal iniciaron una huelga de hambre pacífica pidiendo condiciones de higiene y aislamiento para los grupos de riesgo, ahí donde se desborda un 40% de superpoblación carcelaria, porque hay 670 presos, en una unidad para 440. Al día siguiente, cerca de las 15, reprimieron, hirieron a 12 presos y asesinaron a José Candia, quien estaba terminando de cumplir una condena de 6 años por robo: 10 balazos, 7 de goma y 3 de plomo, antitumultos. “Pero debe ser información discrecional”. Son datos del Ministerio de Seguridad provincial.
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33) Rehenes del mismo colapso alimentario que llegó a cuadriplicar la demanda en el barrio Pellicer de Mendoza, hace más de 25 días que nuestras asambleas correntinas debieran haber recibido el camión con la mercadería que le vienen adeudando. La seguimos esperando.
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34) La carga horaria del “personal de salud alimentaria” aumentó un 50% y también creció un 30% esa increíble planta voluntaria que nos permite sobrevivir a la emergencia, pero necesitamos reforzar una vez más el desesperado pedido por donaciones, porque quedan pocas raciones y se acabaran a la brevedad: #ContagiáSolidaridad.
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35) De los 50 casos positivos de Covid-19 en La Rioja, hoy 22 son laburantes de la salud, porque “no toman los recaudos”, según el gobernador Ricardo Quintela, que no tiene nada que ver con todo eso, eh.
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36) Toda el agua que llega hasta el Barrio Cataratas, en Puerto Iguazú, sale de dos pozos en la zona alta, cuyo acceso se libera 2 días por semana. Los vecinos llevan sus baldes y se pasan interminables horas esperando en el mismo lugar. Los dengues, también.
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37) Si bien hasta recién no teníamos casos en la Villa 21-24, nos acaban de confirmar el primero, tras las alertas de los dos positivos en el Hospital Penna, la segunda casa de toda una inmensa comunidad. A esa doble villa de Barracas, el 70% del agua llega contaminada, cuando llega, porque además hay problemas de presión. Y ahí vive nuestro vecino Santos Ruiz, que tiene 59 años, diabetes, hipertensión y dificultades cardíacas: sólo tiene agua de noche. Y hoy sobrevive con los bidones que le provee su asamblea.
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38) Entre las mayores preocupaciones para la Patria Baja, sin dudas está el consumo, pero no sólo ese consumo que abordan los noticieros con sus traductores macroeconómicos, sino el consumo problemático de sustancias que llegan donde no llega todo lo demás: específicamente en Villa 20 (Lugano), Bosco II (Santiago del Estero) y San Petersburgo (La Matanza), hay muchísimos adictos sin respuesta, ni contención, porque “no están recibiendo gente los centros de rehabilitación”.
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39) A esta hora, todos los centros de día están cerrados y no se oye una propuesta del SEDRONAR, ni una preocupación del periodismo. Al igual que el clorhidrato de cocaína, el consumo de paco puede causar hipertensión arterial y cardiopatía isquémica, que se asocia además con rabdomiolisis y la falla renal. No por nada, quienes consumen base muestran cambios a nivel arterial que se asocian al mayor riesgo cardiovascular, sin contar el humo que afecta al sistema respiratorio. Y no se olviden, ¡el sistema hospitalario será el mismo para todos! No basta saludarse con los codos.
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40) Hasta ahora, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hubo al menos un caso de violencia institucional por día, desde que comenzó la cuarentena. Y no lo decimos nosotros, ni la prensa, lo dice un informe del Ministerio Público de Defensa.

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El estado de la salud: Hospitales marcharon contra el recorte, con el Bonaparte como símbolo de la insensibilidad

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Médicos y médicas de distintos hospitales públicos e instituciones de salud marcharon hoy a Plaza de Mayo. El Hospital Garrahan -donde el gobierno nacional echó al Consejo Directivo- fue el punto de partida y el símbolo, el Hospital Bonaparte cuyos trabajadores y trabajadoras resisten al cierre. Lo común: el ahogo presupuestario y el recorte salarial. El contexto: mayor demanda, menos dinero, menos insumos y más precariedad. Un combo insalubre para quienes trabajan y para quienes se atienden. El llamado a un paro general, y la unión sin distinciones de todo el personal de las instituciones. El jueves, Día de la Salud Mental, habrá una nueva marcha a las 10 de la mañana, desde el Hospital Rawson al Bonaparte.

Por Lucas Pedulla

Karen tiene 35 años y este martes cumplió su primera semana de residencia en el Hospital Nacional Laura Bonaparte. Lamenta no estar en su área de trabajo, después de estudiar durante años en la Universidad Nacional de Luján, sino en Plaza de Mayo, fruto de una necesidad que la empujó a salir a la calle, con miles de trabajadores y trabajadoras de la salud.

Pero rescata lo bueno, ante la pregunta de cómo está, que ella elige responder en plural: “Estamos bien, es muy energética esta situación: permanecimos en nuestros puestos de trabajo, con el hospital abierto, garantizando la continuidad de la atención, y reconforta que haya tenido toda esta respuesta. Todo eso implica que es una pelea que vamos a poder ganar”.

Karen ingresó al Bonaparte en medio de un plan de lucha que trabajadores y trabajadoras de la salud llevan adelante hace meses, con pedidos de recomposición salarial y la denuncia del desabastecimiento de las instituciones. Hasta ahí, todo a-normal. Hasta que el viernes llegó el “baldazo de agua fría”, según describe: “Cuando volvimos a nuestros puestos y a realizar las tareas diarias, a las dos y media de la tarde, sin que tengamos la mínima sospecha empezaron a circular mensajes de que habían anunciado el inminente cierre del hospital -dice Karen a lavaca– Para nosotros fue impactante. No sabíamos cómo reaccionar hasta que bajamos al hall de entrada y nos encontramos con las puertas cerradas y los pacientes en la vereda: los habían sacado de la guardia”.

Así fue que una compañera propuso quedarse hasta revertir la decisión de cierre. El apoyo fue unánime, con festivales y vigilias que acompañaron a lxs trabajadorxs todo el fin de semana. El lunes realizaron un abrazo simbólico, donde cantaron: “El Bona no se cierra”. Y hoy se movilizaron a Plaza de Mayo.

A Karen, en su primera semana, ya algo le quedó claro: “Nos quieren destruir como clase trabajadora. No quieren que tengamos salud. No quieren que tengamos educación. Nos quieren destruir para poder explotarnos más. Quieren que ganemos salarios miserables. No sé cómo pretenden que sostengamos la productividad del país si no tenemos salud, vivienda, educación y alimento”.

Foto: Tadeo Bourbon para lavaca

Del Hospital a la Plaza

La movilización partió del Hospital Garrahan, donde la junta interna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) lleva adelante un paro de 48 horas en reclamo de recomposiciones salariales, pero que es tan solo la punta de un iceberg: así se plegaron trabajadorxs del Bonaparte y, también, de otras instituciones como el Piñero, el Penna o el Posadas. 

La Plaza de Mayo combina hoy dos escenarios, Casa Rosada y el Ministerio de Economía, a donde el presidente Javier Milei cruzó al mediodía para almorzar con el ministro Luis Caputo, protagonista de uno de los estribillos de este mediodía: 

“Che caputo, che Caputo / no te lo decimos más / si tocás los hospitales / qué quilombo se va a armar”. 

Cantando está Magalí, 34 años, bioquímica, quien hizo toda su carrera dentro del Garrahan, donde trabaja hace ocho años. Hoy es personal de planta, en el sector de Laboratorio. Precisa el reclamo: “Pedimos 100% de aumento en una sola cuota. Recomposición salarial de todos los trabajadores de todos los hospitales. Desde diciembre nuestro salario perdió mucho, quedamos atrasados, y eso genera una situación de mucho pluriempleo, con mucho cansancio, que redunda en una mala calidad de atención y en que muchos profesionales formados se están yendo. El hospital se está vaciando con estas políticas de recorte. Y eso afecta a la salud”. 

Luego, otro trabajador del Garrahan toma el micrófono: “Esta marcha agrupa sin distinción de tareas y sin distinción de agrupación. Nos tenemos que unir en una sola lucha y hacer una huelga general para derrotar a este gobierno”. 

Un residente del Hospital Posadas, en el oeste del conurbano bonaerense suma: “Tenemos que estar todos juntos para enfrentar un gobierno de insensibles que quieren llevarnos a la pobreza extrema”.

Un residente del Penna: “Si hay algo que quiere el Gobierno es dividirnos: los residentes por un lado, los de planta por otro, los del Bonaparte por otro, los enfermeros por allá. Tenemos que unirnos y que todas las centrales llamen a un paro”.

Una trabajadora de hospitales de Lanús y Alejandro Korn, al sur del conurbano profundo: “Este es un gobierno despiadado y oscurantista que quiere cerrar baluartes para la sociedad, como las universidades que brindan la posibilidad de ascenso social para la clase trabajadora. Paro general ya”.

Magalí, del Garrahan, escucha y dice a lavaca: “Hemos movilizado en todos los gobiernos pero este recorte no lo vi hasta ahora. Aumentó la demanda, porque se caen de las obras sociales y vienen al hospital público, y los insumos y reactivos tardan mucho llegar”.

Foto: Tadeo Bourbon para lavaca

Desde la Plaza anuncian que el jueves es el día de la Salud Mental y habrá una nueva marcha, a las 10 de la mañana, desde el Hospital Rawson al Bonaparte. “No queremos resignarnos a los salarios de miseria que atentan contra la salud de los pacientes -dice, desde el camión otra trabajadora del Bonaparte-. Acumulamos casi un 50% de pérdida de poder adquisitivo. Sostenemos, con profunda vocación, que vamos a seguir luchando”.

El vocero presidencial Manuel Adorni dijo el lunes que “el Hospital Bonaparte no va a cerrar”, aunque habló de una “reestructuración” en base a un supuesto “desfasaje” entre la cantidad de empleados y los usuarios. En Plaza de Mayo, desde un camión, responde una de esas trabajadoras: “Atendemos de 8 a 20 (horas). Recibimos a mamás y papás que tienen a sus hijos en tratamiento. Contamos con una guardia las 24 horas y un 0800 que atiende llamados. Hoy el hospital está funcionando porque lo estamos defendiendo. No se cierra. Están diciendo que sobran los trabajadores, pero es mentira: estamos desbordados de demanda. En el Bonaparte no sobra nadie. La mayoría hacen tratamientos ambulatorios. Es el primer hospital que quieren cerrar en democracia, y no lo vamos a permitir”.

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Hospital Bonaparte: agumentos versus fake news para evitar el cierre de una institución modelo

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De un día para otro, el gobierno anunció que cerraría el único hospital de salud mental de AMBA, amparándose en la fake news de la supuesta baja tasa de pacientes. Esta medida sería publicada en el Boletín Oficial el día lunes. Mientras tanto, las y los trabajadores de la institución ubicada en Combate de los Pozos 2133 permanecen adentro del edificio, en estado de alerta y asamblea, convocando a distintas actividades de apoyo hoy y mañana, y se preparan para dar una conferencia el lunes.

En diálogo con lavaca desmienten una por una las mentiras del gobierno, y cuentan lo que implica el eventual cierre: dejar sin trabajo a 612 trabajadores y trabajadoras, y también y sobre todo a la deriva a miles de pacientes por casos de salud mental, adicciones y en situación de calle que son atendidas regularmente en el Hospital o en uno de sus tantos dispositivos. Por qué el Bonaparte es un hospital modelo, y el sentido de pertenencia de quienes allí trabajan como un plus en una lucha que recién comienza.

El Hospital Laura Bonaparte -fundado en 1974- se encuentra hoy en peligro tras la decisión administrativa de parar el ingreso de pacientes a la institución, y el trascendido de que el lunes que viene se publicaría un Decreto anunciando su cierre definitivo. Esto fue comunicado por el ¿ex? director del hospital, Christian Baldino, a las y los 612 trabajadores, y no fue desmentido por el Ministerio de Salud que, al contrario, emitió un comunicado plagado de errores.

Gabriel Hagman, psiquiatra con 11 años en la institución, cuenta el estado de situación actual: “Estamos sin novedades desde ayer al mediodía hasta ahora. Estimo que va a ser así de acá al lunes, al menos que haya un problema con la permanencia que estamos sosteniendo en el Hospital. No nos vamos a mover hasta el lunes y hasta que sepamos algo más”, dice mientras preparan una convocatoria a las puertas del edificio, Combate de los Pozos 2133, con diferentes actividades de apoyo:

Hospital Bonaparte: agumentos versus fake news para evitar el cierre de una institución modelo

La última novedad data de ayer: “Lo de ayer es una indicación de cierre de las internaciones: no ingresa ningún paciente más por indicación del Ministerio de Salud, y en consecuencia de eso se cierran los ingresos de pacientes. Eso implica que ni la guardia ni la demanda espontánea cumplan funciones. En esa misma comunicación, pero de manera verbal, no por vía oficial, nos dijeron que se cerrará el hospital”.

La comunicación del cierre de las internaciones llegó primero vía el director Baldino, y luego formalmente mediante el sistema de tramitación digital del Estado, el famoso GDE, sin previo aviso: otro acto de inhumanidad. Luego llegó el trascendido del cierre definitivo: “Eso empezó a cobrar más dimensión en la medida en que todos los medios que dieron cobertura consultaron a fuentes de Ministerio y empezaron a decir que iban a derivar pacientes – cuenta Gabriel–, que el Ministerio se iba a hacer cargo de la cobertura y alguna otra explicación de por qué hacen lo que hacen”.

¿Qué explicaciones dieron? Fake news. Para intentar justificar la decisión de avanzar con el cierre, en el comunicado el Ministerio aduce una “baja tasa” de internaciones –supuestamente, 19– cuando en verdad el Bonaparte se encuentra a tope de internaciones con 37 internados en tratamiento de alta complejidad.

Los números de la verdad: “Respecto a los números, el comunicado de Ministerio es una doble falacia. Una respecto al presupuesto asignado, y otra sobre los pacientes atendidos. Es una tasa rara, no se entiende a qué refiere: las estadísticas son abiertas y son continuamente revisadas por el Ministerio. Los números reales los tienen. Por Ley de Transparencia se sabe cuál es el presupuesto aprobado por este mismo Ministerio”, analiza sobre la jugada. Los supuestos 17 millones destinados al Hospital no serían tales.

¿Cuáles son los verdaderos números? Gabriel: “El número de pacientes en el cálculo que estamos manejando es de 25 mil consultas por año. Esto incluye a los 37 pacientes internados actualmente y una asistencia a la guardia que puede llegar a 7 estaciones diarias, ingresos que pueden llegar hasta 3.000 consultas al mes y 140 personas que retiran medicamentos por día. Y la asistencia en consultorios externos es enorme: hay alrededor de 30 profesionales y de agenda completa hay 300 pacientes diarios. Los números son infinitamente mayores a hablar de 19 personas”.

Hacé clic acá para seguir las redes que crearon las y los trabajadores para difundir el plan de lucha.

El desmantelamiento como política

La única política del Ministerio de Salud es el desmantelamiento. Al nulo manejo del brote histórico de dengue (así como su inacción ante el brote que viene) y por las denuncias a los recortes de medicamentos para pacientes oncológicos, ahora se suma esta decisión que deja a la deriva a los pacientes más vulnerables: aquellos con padecimientos de salud mental.

El Ministro de Salud, Mario Lugones, lleva apenas una semana en su puesto, tras la salida de Mario Russo (quien se fue aduciendo “razones personales”, aunque se supo que su eyección tuvo que ver con internas con Santiago Caputo, además de las inacciones expuestas arriba). Lugones debutó con la idea de cerrar el Bonaparte y también con la de pedirle la renuncia al Consejo de Administración del Hospital Garrahan, cuyos trabajadores se encuentran también en pie de lucha.

El Bonaparte ya venía siendo objeto de distintos tipos de recorte, al igual que otras instituciones de salud y del Estado en general. Entre otras cosas, las contrataciones pasaron a renovarse de manera anual a trimestralmente, lo cual provocó que hubiese la misma cantidad de renuncias que de cesanteos. En la última tanda de renovación se dieron de baja 32 contratos, es decir: el gobierno despidió a 32 personas.

Con menos profesionales en este nuevo trimestre, las paritarias del sector cerraron al 1% en el último mes: las más bajas de la historia. Así y todo, se mantenían las tareas y los puestos de trabajo, y por eso la decisión intempestiva de cerrarlo igualmente sorprende. Aunque la única política del Ministerio de Salud sea el desmantelamiento.

Otra alarma se encendió dos semanas atrás, cuando el vocero presidencial Manuel Adorni anunció el traspaso de hospitales nacionales a las jurisdicciones locales. Al único Hospital que nombró fue al Bonaparte. Hortencia Cáceres, jefa de guardia, ex jefatura de consultorios externos, desde el 2016 en el Hospital, cuenta:“Dentro de los organismos descentralizados somos el más chico, pensamos que nos iban a traspasar a la Ciudad. No había ningún tipo de confirmación ni tampoco desde el Gobierno de la Ciudad sabían nada. Entonces lo que nosotros creemos es que la intención del cierre va en línea del desguace que se está haciendo desde el Estado y el Ministerio de Salud sea solo un rector y esté por fuera del presupuesto los descentralizados. El Bonaparte es el que menos presupuesto tiene, y empezar por acá es uno de los puntos más débiles: se está metiendo con la salud mental”.

Cómo trabaja el Bonaparte

Cuenta Hortencia sobre lo que está en juego: “Nosotros tenemos muchísima población que está en situación de calle y nosotros le brindamos la atención, es un grueso muy importante en nuestra población. Pero últimamente también estamos recibiendo también personas que no están pudiendo pagar la prepaga: a esas personas también las estamos absorbiendo nosotros”.

El cierre del Bonaparte no contempla un plan B: no es una reestructuración ni se plantearon instancias intermedias. “Es dejar a la deriva no solo a los 620 trabajadores que somos hoy en día sino también a los miles de pacientes que hacen tratamientos”, remata Hortencia.

Gabriel Hagman relata desde adentro: “Hay que entender que es muy difícil para la población a la que nosotros apuntamos acceder al sistema de salud. La problemáticas de salud mental es una problemática de lazos; son personas que están solas, con niveles altos de vulnerabilidad. Una gran parte son personas con consumo problemático. Lo que se ha construido en todo este tiempo es un hospital abierto, que rompe esas trabas de acceso, y acompaña: hay muchísimas personas y familias para las que el cierre significaría un impacto muy grande”.

El Bonaparte es un hospital modelo en el abordaje de la salud mental. Su universo implica el seguimiento de tratamientos de internación y ambulatorios, de consultorios externos, de hospital de día; los 365 días del año una guardia de lunes de 8 a 20 que atiende con demanda espontánea; y de 20 a 9 una guardia interdisciplinaria que sostiene la posibilidad que cualquier persona que llegue sea atendida o sea derivada.

Además: tiene equipos territoriales que hacen operativos; tiene una casa en el barrio Zavaleta con asistencia a familias; y hasta hace 3 meses también tenía una presencia diaria en Isla Maciel, cerrada tras la decisión de la gestión actual de eliminar el dispositivo y trasladar a los profesionales al Hospital. Esa población difícilmente viaje hoy de la Isla a la sede central.

¿Qué hay detrás de esta jugada perversa? Gabriel lo piensa en relación a otros momentos históricos con decisiones parecidas e intenta avizorar, en medio del shock, qué tipo de modelo insalubre se está planteando desde el gobierno nacional: “Hay un antecedente trunco respecto a la instauración de la cobertura universal de salud que fue muy resistida y que tiene que ver con pensar distinto cómo se financia la salud. Quieren correr al Estado como el prestador, el que genera equilibrio y equidad de que la salud sea pública, igualitaria y de calidad. Seguramente viene más por ahí: por el lado de las tercerizaciones y las privatizaciones encubiertas”.

La fortaleza de la lucha

Hortencia relata que las y los trabajadores se encuentran en “vigilia permanente”, haciendo actividades culturales en la puerta del Hospital, con permanencia adentro en turnos rotativos (el Bonaparte sigue atendiendo) hasta el día lunes en el que, en teoría, saldría el decreto. Ese día se convoca a una conferencia de prensa a las 11 horas en la puerta del edificio.

Hoy la calle de Combate de los Pozos sigue llena. De médicos, psiquiatras, psicólogos, licenciadas en educación, residentes, ex residentes, ex trabajadores de Hospital que sienten que el Bonaparte, por ser un hospital modelo, es un lugar de pertenencia. Eso, dice Hortencia, es una fortaleza en este proceso de lucha que parece recién comenzar: “Es un hospital modelo a nivel de cómo se aplica la Ley Nacional de Salud Mental. Por eso para nosotros es un orgullo enorme el Bonaparte y vamos a demostrar eso: lo mejor que tenemos es seguir organizados para evitar el cierre”.

Gabriel coincide: “Es difícil, es shockeante. Nos cuesta mucho asimilarlo y pensar cómo se puede seguir. Hay algo muy notorio que es el altísimo compromiso de los laburantes del Hospital con el proyecto de salud que representa. Eso se nota mucho y ha posibilitado sostener en instancias muy difíciles que el hospital siga existiendo. Tenemos muy claro por qué estamos acá y qué estamos haciendo. Está claro que se trata para todas y todos de nuestro trabajo, pero a la vez es el hecho de que uno tenga la convicción de que mucho de cada uno está puesto en ese trabajo. Tiene que ver con lo que uno cree, con el tipo de práctica, de garantizar el derecho, que hace que no sólo están tocando un hospital: nos están tocando a todos y a todas. Y eso me parece que es un poco lo que se reflejó ayer y hoy: no tardamos ni un minuto en generar una convocatoria que a la media hora teníamos miles de personas en la puerta de Hospital, con compañeros de otros hospitales, de otros sectores. Hay apoyo. La salud mental es algo importante, serio; nos damos cuenta que se están metiendo con algo muy sensible. El involucramiento personal que cada uno tiene con esto que hacemos es una fuerza que va a hacer que el costo que tengan que pagar será mucho más alto del que imaginaban”.

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Volvió Julian Assange: “Me declaré culpable de haber hecho periodismo”

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El fundador de Wikileaks dio hoy su primer discurso público desde que fue liberado tras 14 años de encierro. “Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, comenzó disculpándose ante la audiencia. Acompañado de su esposa y abogada, trazó un detallado racconto de lo que representa su caso hoy, haciendo eje en los peligros de la persecución al periodismo y los límites a la libertad de prensa; señaló a la justicia, a la inteligencia y a los poderes “transnacionales” como parte del esquema de amedrentamiento, a favor del ocultamiento de la verdad: “Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”, sintetizó. Resumimos aquí sus palabras incómodas, que volvieron a ver y echar luz.

Por Bernardina Rosini

Estrasburgo, Francia. En el Consejo de Europa y bajo la mirada atenta de los parlamentarios de 46 estados de la organización de derechos humanos de Europa, habló Julian Assange. Es el primer discurso público que realiza desde su liberación el pasado mes de junio, tras 14 años de encierro —primero en la embajada de Ecuador en Londres, y luego en la prisión de Belmarsh, en el Reino Unido—, enfrentándose a la extradición a Suecia y a Estados Unidos.

El escenario elegido por Assange para su regreso a la vida pública no pudo ser más simbólico. El fundador de WikiLeaks es una figura emblema de la libertad de expresión, y lo expresado esta mañana no fue tanto una declaración personal como una advertencia sobre los peligros que enfrentan el periodismo y las democracias hoy.

Sentado junto a Stella, su esposa, madre de sus hijos y su representante legal, Assange expuso con voz pausada pero firme. Esta aparición fue una excepción dentro de su esquema de recuperación: “La experiencia del aislamiento durante años en una celda pequeña es difícil de transmitir. Te quita el sentido de identidad”, dijo Assange. “Tampoco puedo hablar todavía de las muertes por ahorcamiento, asesinato y negligencia médica de mis compañeros de prisión. Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, se disculpó ante la audiencia.

Periodismo en el banquillo

Julian Assange no brindó más detalles que aquella mención sobre su encierro. Su mensaje, claro y directo, apuntó más bien al papel del periodismo en las democracias contemporáneas y al ataque sistemático que éste sufrió en las últimas décadas.

“Finalmente elegí la libertad por sobre una justicia irrealizable”, afirmó Assange al explicar por qué aceptó el acuerdo que lo liberó: “Quiero ser totalmente claro: no soy libre porque haya funcionado el sistema. Soy libre porque me declaré culpable de haber hecho periodismo” y detalló: “Me declaré culpable de buscar información de una fuente. Me declaré culpable de obtener información de una fuente y me declaré culpable de informar al público cuál era esa información. No me he declarado culpable de nada más”.

En sus palabras Assange no solo reflejó su lucha personal, sino que también expuso una verdad más amplia: el sistema judicial, que debiera proteger la verdad y la libertad de prensa, se convirtió en un instrumento para silenciar o inmovilizar oponentes. ¿Nos suena?

“Después de años de encierro y enfrentar una pena de 175 años de prisión sin ninguna solución efectiva, no podré buscar justicia por lo que me hicieron debido a que el gobierno de los Estados Unidos insistió por escrito en su acuerdo de culpabilidad en que no puedo presentar una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o incluso en virtud de la Ley de Libertad de Información”.

La intervención de Assange resaltó las fallas fundamentales del sistema legal internacional, que fue utilizado como arma en su contra. “La persecución transnacional es una amenaza real”, subrayó. Los poderosos, según él, han aprovechado los vacíos y contradicciones en las normativas internacionales para perseguir y reprimir a quienes exponen sus crímenes: “Molestamos a uno de los poderes constitutivos de los EE.UU.: el sector de la inteligencia, quienes tuvieron el suficiente poder para forzar una reinterpretación de la Constitución americana. Mi ingenuidad fue creer en la ley; después de todo, las leyes son solo trozos de papel y pueden reinterpretarse por conveniencia política”.

“La criminalización de las actividades periodísticas es una amenaza para el periodismo de investigación en todas partes”, alertó Assange, llamando la atención sobre el peligro que representa este tipo de persecución para la democracia y esperando que su testimonio sirva para visibilizar las debilidades del sistema de garantías existente. Además de señalar los desafíos por delante, Assange compartió su análisis sobre el periodismo y las noticias desde que está en libertad: “La verdad parece ahora menos discernible y lamento todo el terreno que se ha perdido durante ese período de tiempo. Cómo se ha socavado, atacado, debilitado y disminuido la expresión de la verdad. Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”.

La persecución transnacional y el impacto en la libertad de expresión

Julian Assange es más que una figura en el ojo del huracán. Su caso sienta precedentes peligrosos para la libertad de expresión y para la justicia a nivel global. En su discurso ante el Consejo de Europa, Assange denunció la persecución feroz que ha enfrentado, no solo como individuo, sino como un periodista que expuso verdades incómodas. “Ningún individuo tiene la menor esperanza de defenderse de los vastos recursos que puede desplegar un Estado agresor”, afirmó con dureza, señalando cómo su lucha contra el aparato judicial estadounidense revela la fragilidad de las garantías jurídicas cuando un poder decide imponer su voluntad extraterritorialmente.

Assange también reflexionó sobre la naturaleza del periodismo y el rol de quienes buscan la verdad: “Entiendo el debate que hay a la hora de diferenciar a un activista de un periodista. Para mí, la clave es ser siempre preciso. Todos los periodistas deben ser activistas de la verdad”. Este comentario enfatiza la importancia de no solo informar, sino también de actuar con responsabilidad, profesionalismo y precisión en un mundo donde la información se ha convertido en un campo de batalla.

Lo que comenzó como una acusación de espionaje se transformó en una guerra jurídica que desafía los límites del derecho internacional. Assange dejó en claro que la criminalización del periodismo de investigación, especialmente cuando involucra a potencias mundiales, es una amenaza latente. A través de su caso, se desvelaron las inconsistencias y abusos de los sistemas legales, los cuales se tornan herramientas para reprimir voces disidentes en nombre de la seguridad nacional.

La situación que Assange tiene resonancias directas con los procesos de lawfare que afectaron a figuras políticas América Latina, y la violencia creciente contra periodistas críticos del gobierno de nuestro país. El uso de herramientas legales como mecanismo de persecución política y judicial para silenciar voces críticas interpela nuestra actualidad. En su intervención, Assange también subrayó la necesidad de una respuesta colectiva: “Es vital estar juntos para hacer frente a las amenazas a la libertad de prensa”, en un llamado a la unidad frente a la creciente represión a nivel global.

La advertencia de Assange no debiera diluirse: los derechos de quienes exponen la verdad están bajo ataque, y las democracias que no los protegen se arriesgan a morderse la cola. La criminalización del periodismo no solo pone en peligro la libertad de expresión, sino que erosiona los pilares de sociedades abiertas e informadas.

Lo que está en juego es el futuro del periodismo y su capacidad para desafiar el poder: eso es lo que, una vez más, nos dejó claro Assange hoy.

Gracias.

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