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Amparo para un barrio entero

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¿Qué hacer frente al terrorismo de barrio? ¿Cómo actuar (y no solo escandalizarse) frente a la violencia, el delito y el miedo cotidianos en barrios pobres y periféricos donde el Estado y la policía son muchas veces cómplices del problema, y no de su solución? ¿Donde los menores son armados y reclutados por la propia policía que les otorga “zonas liberadas” para cometer delitos?
Amparo para un barrio enteroLas preguntas convocaron a un heterogéneo grupo de personas y proyectos: Mónica Alegre, la mamá del desaparecido Luciano Arruga (e integrantes de la Coordinadora por su aparición); Penélope Lauman, recuperada tras haber sido baleada en el barrio Villegas, de Ciudad Evita (y familiares y amigas); el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS); integrantes de las revistas Barcelona, Mu, y de la cooperativa lavaca; Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH); periodistas e investigadores como Cristian Alarcón (quien además participó en los grupos que lucharon por el esclarecimiento de la desaparición de Miguel Bru, en los 90), abogados como Ricardo Dios de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
El encuentro se realizó en el CELS, con la presencia de distintos medios y una idea que expresó Gastón Chillier, Director Ejecutivo de la organización anfitriona: “Esperamos que este sea el primer encuentro de muchos. Pero de acuerdo a lo que estuvimos conversando con Claudia Acuña (presidenta de la cooperativa lavaca) nos parece definitivamente muy interesante la idea de realizar una acción judicial para el barrio Villegas con la forma de un amparo. Desde la órbita de los derechos humanos, se ha utilizado al poder judicial por la vía penal, para juzgar a los responsables de violaciones a esos derechos, cosa que no vamos a dejar de hacer. Pero por otro lado, lo ahora nos planteamos es promover una acción de amparo, que ponga en juego la responsabilidad del Estado también con respecto a otros derechos: a la educación, la vivienda, el trabajo, poder desarrollar una vida digna. Y que el Estado sea responsable –por acción- de promover y garantizar esos derechos, y no responsable de la violación de los mismos. Hay una vinculación entre lo que fue el terrorismo de Estado, y este terrorismo de barrio, que nos obliga a pensar en nuevos paradigmas para enfrentarlo”.
Luciano + Penélope
Amparo para un barrio entero“Hoy se cumplen un año y cinco meses de la desaparición de mi hijo” explicó Mónica. Luciano Arruga tenía 16 años y desapareció en Lomas del Mirador el 30 de enero de 2009 tras haber rechazado la oferta realizada por policías de “trabajar” para ellos. Traducción: cometer delitos con zonas liberadas por las propia policía. La causa está parada, pero además los policías sospechados por su desaparición siguen en funciones. Junto a Mónica estaba Penélope Lauman, integrante de la cooperativa lavaca y víctima de tres balazos por la espalda en medio de una aparente “guerra” entre bandas barriales.
Josefina Martínez, del Programa de Violencia Institucional del Cels destacó algo muchas veces distorsionado: “No hay tanto una ausencia del Estado, sino una presencia de las redes de ilegalidad. Por eso hemos hecho este acopio de trabajos para hacer un análisis amplio que nos permita ver la trama de la violencia, más allá de cada caso puntualmente”.
Dos casos diferentes
Amparo para un barrio enteroPablo Pimentel, de la APDH de La Matanza, recordó que desde hace mucho vienen denunciando estas situaciones: “La vinculación de parte de la policía, de parte del poder judicial y parte del poder político es histórico, y no solo del conurbano sino de todo el país. El caso último que tenemos es el de Luciano. En el barrio de San Petersburgo, lindante a Villegas y Puerta de Hierro, y marcado como triángulo rojo, donde los policías se aprovisionan de jóvenes que pasan a trabajar para esta gente”. Pablo agregó: “En el país de los desaparecidos, no hemos podido instalar lo suficiente el caso de la desaparición de Luciano Arruga”. Recordó que el entonces ministro bonaerense Carlos Stornelli, acorralado por los efectos del caso de la familia Pomar, varios meses después terminó denunciando él también el reclutamiento de jóvenes para delinquir por parte de la Policía Bonaerense
Frente a la sensación de que nada puede hacerse en estos casos, Pimentel opuso dos ejemplos. En San Petersburgo, la movilización primero de los padres y luego de grupos de chicos, incluso “pibes chorros” terminó generando la intervención del ministerio de Desarrollo Social, que facilitó la implementación de otras actividades: “Los chicos largaron las armas, están haciendo trabajos en el barrio y hasta fútbol callejero. Y las chicas, que muchas veces eran las que incitaban a los chicos para lo delictivo, ahora están en grupos de hip hop, y todo el barrio está con una predisposición distinta a salir del problema”. El segundo ejemplo: “Mientras Penélope estaba en el hospital, las chicas del barrio salieron a volantear, a hacer pintadas con jóvenes y chicos, grafitis. Yo vivo a 15 cuadras. El otro día, mientras estábamos frenando un desalojo, la gente del barrio me comentaba: ‘qué bárbaro, cómo lograron parar a la banda que estaba en Villegas, y eso que estaba amparada por un jefe policial’. Quiere decir que es muy difícil, pero posible transformar las cosas. Crear un paradigma de autosuperación, que tiene que enfrentarse a algo que sigue vigente, que son las prácticas punteriles en los barrios. Ha habido avances si se compara con la época de Duhalde, pero se siguen alimentando esa forma de tener atada a la gente con planes sociales”.
La ley del piolaje
Amparo para un barrio enteroMientras los integrantes del Cels distribuían a los periodistas algunos trabajos relacionados con la situación, como «Violencia institucional y políticas de seguridad: refuerzo de las corporaciones y estigmatización de los sectores más vulnerables de la sociedad», Cristian Alarcón describió la diferencia entre las maras y pandillas centroamericanas (convertidas en una masiva subcultura) y las bandas que operan en los barrios argentinos: “Aquí es todo muy incipiente. Nosotros no estamos condenados. Hay sociedades centroamericanas que frente a tragedias con miles de muertos, ni siquiera logran pedir justicia. Aquí tenemos recursos extraordinarios”. Agregó: “Tenemos que hacernos grandes preguntas. Por ejemplo, desde donde intervenimos. Nos encontramos ante una ley nueva. La del pibe más piola, la policía más piola, la familia más piola, el gran piolaje, y todos interviniendo de algún modo en las redes delictivas. Hay una adhesión a la ilegalidad. Esa es una discusión que hay que dar. Frente a cualquier demanda, estas alianzas que estamos pensando tienen a favor un factor: el tiempo. Y la intervención de la propia gente del barrio. Lo que hay que preguntarse es sobre la relación de las instituciones de la sociedad civil, con los sectores populares. En esta reunión estamos viendo una alianza estratégica, a la que podemos sumarnos algunos periodistas escribiendo, publicando y lanzando ideas para ver cómo enfrentar esas situaciones nuevas”.
Ir por otro lado
Amparo para un barrio enteroMónica: “Yo no sé de política, es más no sé hablar ante una cámara. Les pido disculpas. Pero me siento herida, desilusionada. Me pongo a pensar ¿Dónde están los derechos de nosotros, la gente humilde? Donde están los derechos de mi hijo? Si alguien me lo sabe explicar que me lo explique. ¿Y los derechos de Penélope? O del pibe que murió por ir a un recital? O de los muertos en Bariloche? Nadie me lo explica. Luciano es un número más. Un negrito más. No les sirvió, no les importa, habrá miles. Por eso estamos acá. Para que entiendan los que están más arriba de nosotros. Tenemos que abriles los ojos, mis hijos o Penélope no son un número. Necesitan también que les abran las puertas”.
Mónica agradeció a las revistas presentes la mención permanente del caso de Luciano. Incluyó a Barcelona. Pablo Marchetti, uno de los directores de la publicación, contó: “Parecería que la política de derechos humanos tiene que ver solo con crímenes de la dictadura. Y que la seguridad solo tiene que ver con el robo a ciertos sectores sociales. Entonces Luciano Arruga no encaja. Modestamente queremos dar una idea distinta. Hablábamos de esta pelea en los medios. Cuando salió en TN lo de Luciano, por fin, en el programa de televisión 6,7, 8 salieron a criticarlos diciendo que hablan de eso y no de hijos de Ernestina Herrera de Noble. Estamos en medio de una pelea mediática muy particular. Una vez más, vayamos por otro lado”.
[audio:https://media.lavaca.org/audios/cels-cristian-alarcon.mp3]
Cristian Alarcón, periodista e investigador
[audio:https://media.lavaca.org/audios/cels-gaston-chillier.mp3]
Gastón Chillier, director del Cels
[audio:https://media.lavaca.org/audios/cels-monica-arruga.mp3]
Mónica, la mamá de Luciano Arruga
[audio:https://media.lavaca.org/audios/cels-pablo-pimentel.mp3]
Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH)
[audio:https://media.lavaca.org/audios/cels-claudia-acuna.mp3]
Claudia Acuña, de la Cooperativa lavaca

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

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Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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