Nota
#SalvemosAlAlvear: denuncias y propuestas para salir del abandono
Trabajadoras y trabajadores de la cultura se dieron cita a las cinco de la tarde este sábado en la puerta del Teatro Presidente Alvear, Corrientes 1659, cuya fachada hace pocos días apareció incendiada. Para visibilizar el deterioro y la desidia luego de cuatro años en los que el teatro – dependiente de la Secretaría de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- permanece cerrado, colgaron una tela negra donde escribieron «Cultura quemada», sin metáfora alguna de la realidad cultural que atraviesa la ciudad. Y plantearon propuestas para salir del abandono.

Foto: Lina Etchesuri
A medida que transcurrían los minutos, personas de la cultura, como las actrices Cristina Tejedor, Alejandra Flechtner, Ana Carolina, entre otres, y vecinos del barrio, se acercaron a poner de manifiesto su descontento frente a esta preocupante situación y reclamar por la reapertura de las actividades del teatro Alvear en particular y del Complejo Teatral Buenos AIres en general. Se instaló un micrófono abierto que fue circulando por las manos de todes los que querían expresar su opinión, demanda o propuesta.

Foto: Lina Etchesuri
“Es una profesía autocumplida lo que está pasando en el teatro. Queremos que esto funcione. Se prometieron arreglos, ahora entraría en prioridad para ser arreglado pero nos cuesta creerlo. Pensemos juntos y juntas para que esto se arregle de una vez y haya una agenda de obra concreta”, expone el bailarín, coreógrafo y docente Juan Onofri, de Escena Política. “Salir de las redes sociales y estar acá es lo que nos propusimos en esta semana tan difícil. Este lugar nos pertenece a los artistas que nos formamos acá. El Estado ya no puede pensar por nosotros, entonces pensemos nosotros”.

Foto: Lina Etchesuri
La actriz Cristina Tejedor reclamó: “El Estado tiene el presupuesto para hacer este arreglo, hay que preguntarle a Jorge Telerman por qué el teatro sigue cerrado. Yo no quiero pensar que esto se va a convertir en un negocio inmobiliario. El dinero para arreglarlo está pero no les interesa la cultura”.

Foto: Lina Etchesuri
“Está habiendo incendios sospechosos – se quejó el actor Julio Cortés- Este gobierno después de diez años de estar en el poder, ha dado muestras de los negociados que realiza. Vamos a pedir una asamblea para ver cómo seguir. Se está vulnerando la posibilidad de elencos de trabajar en este teatro”.

Foto: Lina Etchesuri
El actor César Arakaki -quien fue detenido el pasado 18 de diciembre en la marcha contra la Ley de Reforma Previsional y permaneció casi un mes en el penal de Marcos Paz- sugirió que se le pida a los actores y actrices más visibles que se acerquen a defender el Teatro Alvear para visibilizar aún más la situación que atraviesa el teatro y la cultura en general.

Foto: Lina Etchesuri
Constituir un espacio que trabaje un documento, realizar distintas acciones, volver a juntarse el sábado próximo y seguir sumando a otros colectivos. Es la propuesta que realiza la periodista Claudia Acuña: “Nosotros sabemos qué hacer. Esta sala es nuestra. Esto lo están haciendo con todo el país y no vamos a permitirlo. Armemos un espacio para pensar la cultura. La calle es nuestra. No naturalicemos ni un minuto más este desastre”. Para sumar a la convocatoria del sábado próximo, la bailarina y coreógrafa Jimena Pérez Salerno propuso llevar música, escritura y danza a la puerta del teatro.

Foto: Lina Etchesuri
Para concluir la jornada de protesta y reclamo por el maltrato a la cultura, todes cantaron a viva voz: “Señor, señora no sea indiferente: Incendian los teatros en la cara de la gente” y escribieron sobre papelitos de colores que fueron pegando sobre la tela negra: “¿Dónde fue la guita destinada al arreglo del Alvear?”, “Teatro para el pueblo”, “No nos acostumbramos al desastre”, “Argentina se quema”, “¿Cuántas obras NO se realizaron en 1483 días cerrado?”. Un cúmulo de baldosas esperan apiladas para ser colocadas en la deteriorada vereda del Alvear. La placa que antes se lucía en esta vereda, con el nombre de la actriz y vedette Norma Pons, de cuya muerte transcurrieron cuatro años, igual que del cierre de este teatro, también está sucia y abandonada a un costado. Luego de la foto grupal, la consigna ya estaba firme: volver a juntarse el sábado 8 de septiembre a las 17 hs en la puerta del teatro para seguir defendiendo la cultura.










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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: