Nota
Autogestión en tiempos de coronavirus. Primera parte: deliverys, barbijos y los reclamos para una vida digna
El restaurante La Mangiata, el laboratorio Farmacoop y la autopartista 19 de Diciembre cuentan a lavaca los efectos de la cuarentena obligatoria en las empresas recuperadas. Cómo se siente la crisis. La ausencia de políticas para las cooperativas. Los rechazos del Ingreso Familiar de Emergencia. Las estrategias solidarias. Los anticuerpos de la economía popular. Del macrismo al coronavirus, primera entrega sobre el impacto en el sector autogestivo.

El restaurante cooperativo La Mangiata abrió una línea de delivery en medio de la cuarentena obligatoria dispuesta por el Gobierno nacional frente a la pandemia de coronavirus. De los 31 trabajadores y trabajadoras asociadxs al bodegón recuperado en 2013, están yendo a trabajar hasta un grupo de nueve, según el día. “Hoy somos seis: dos están cocinando, otros dos tomando pedidos y el resto repartiendo”, dice a lavaca Roberto Montero, hasta hace poco presidente de la cooperativa. “Enero y febrero veníamos trabajando normal. Marzo arrancó con un 50% por ciento menos de laburo, y hoy, con casi un mes y medio perdido, estamos facturando el 10% de lo que hacíamos”.
Lo que gráfica Montero es la preocupación que se extiende en cada una de las más de 400 fábricas recuperadas y cooperativas de todo el país, que generan fuentes de trabajo para más de 20 mil personas, y que no están siendo alcanzadas en su plenitud por ninguno de los resortes que el Estado dispuso hasta el momento para paliar los efectos de esta crisis. “El Ingreso Familiar de Emergencia les salió a algunos compañeros, pero a otros directamente no. Y algunos eran compañeros que cumplían con todos los requisitos. Sumale que los créditos que se están dando son para sociedades anónimas o SRL, y no para cooperativas. No estamos siendo contemplados por las políticas”.
Les trabajadorxs recuperaron La Mangiata en 2013 en una cadena de recuperaciones que implicó otros tres restoranes del mismo grupo económico: Don Battaglia, Alé Alé y Los Chanchitos, también cooperativos y también apelando al delivery como salida gastronómica para combatir esta restricción. “El jueves arrancamos con cuatro pedidos”, dice Montero. “El viernes, con 10. El sábado, con 14. El domingo hicimos día y noche, pero tampoco hubo gran cosa. Ahora arrancamos durante toda la semana por la noche, y el finde haremos doble, porque sabemos que es la única entrada que vamos a tener”.
La Mangiata está ubicada en Angel Gallardo 1008, en el barrio porteño de Villa Crespo. La línea que habilitaron para pedidos es 4982-6843/44.
Montero grafica con una palabra cómo se imagina lo que viene: “Es impredecible”.
Del macrismo al coronavirus
En mayo del 2019, la Justicia Comercial de la Ciudad de Buenos Aires otorgó una autorización provisoria para que las trabajadoras y los trabajadores del exlaboratorio Roux Ocefa continuaran la explotación de las dos plantas ubicadas en Villa Luro y Mataderos. Es que desde octubre del año anterior realizaban una permanencia pacífica para recuperar sus fuentes de trabajo. Y lo consiguieron: estaban poniendo a punto la fábrica para convertirse en el primer laboratorio recuperado del mundo.
“Teníamos programada una inspección para habilitar finalmente la planta para la semana del 16 de marzo, pero el coronavirus nos pateó el tablero”, cuenta a lavaca Bruno Di Mauro, presidente de Farmacoop. “Estuvimos todo este verano trabajando con un equipo técnico nuevo que habíamos armado para llegar a la habilitación de producción de gotas, que era la primera que queríamos lanzar. Estábamos a días.”.
Farmacoop forma parte del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), desde donde están pensando formas colectivas de atravesar este momento de crisis. Di Mauro cuenta que todos los días llegan al Movimiento y, también, a la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas, parte de la Secretaría de Economía Social (Ministerio de Desarrollo Social de la Nación), consultas desesperadas sobre la situación del sector. “La mayoría de las fábricas están paradas y no ha habido ninguna política concreta para las cooperativas. Estamos tratando de agilizar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), pero tuvimos muchos rechazados. Estamos pensando alguna vía de revindicación concreta, porque las recuperadas ya veníamos golpeadas”.
Las cooperativas sortearon el azote macrista con una baja pronunciada en sus producciones, a la espera de un 2020 con nuevos aires de alivio. Pero, como expresa Di Mauro, el coronavirus modificó los planes. Sin embargo, las políticas anunciadas por el Gobierno no terminan de contemplar al sector cooperativo: algunas personas fueron rechazadas del IFE por diversos motivos (desde algún ingreso mínimo en relación de dependencia, categoría del monotributo, domicilio o datos desactualizados), mientras que el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y a la Producción, anunciado por el Ministerio de Desarrollo Productivo para pymes, tampoco las alcanza.
“Estamos hablando de la economía popular como un sector bastante significativo, porque también pensemos que las políticas que el Estado baja a los territorios serían imposibles de hacer si no fuera, por ejemplo, a través de organizaciones sociales en los barrios”, dice Di Mauro. “Es un sector en la economía ya consolidado: no es de tránsito ni que aparece momentáneamente en una crisis a la espera de que un sistema formal reabsorba a toda esa masa de compañeros y compañeras. Y, en este caso, se ven las limitaciones para reconocer a este sector, porque ninguna de estas políticas están llegando a las organizaciones de la economía popular. Mientras, las empresas más concentradas plantean un escenario de negociación como Paolo Rocca echando 1400 trabajadores tres días antes del decreto que evitaba despidos. Ellos tienen ese poder para poder negociar sobre la mesa subsidios y otras exenciones. ¿Y las recuperadas?”.

Contagio solidario
Di Mauro cuenta que, aun en medio de la pandemia, encontraron dos formas de generar ingresos y puestos de trabajo. La primera fue un convenio con la provincia de Buenos Aires: están acondicionando una línea de producción para comenzar la producción de alcohol en gel en pequeña escala. “Estamos terminando la habilitación por ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) para esa línea de producción ya tenerla como propia. Es un proceso de reinversión constante”.
La segunda estrategia fue organizar a diversas empresa recuperadas y a otras cooperativas de organizaciones sociales alrededor de la producción de barbijos. “No es nuestro rubro, pero pudimos articular varias experiencias. Hay otras recuperadas textiles como Alcoyana, Brukman o Sport Tech, además de cooperativas textiles de la Organización Libres del Pueblo (OLP-CTEP) en barrios de La Matanza. Nosotros sumamos el acondicionamiento y el control de calidad para garantizar que los barbijos lleguen a los clientes en buen estado y empaquetados de forma estandarizada”.
Son más de 200 personas trabajando de forma cooperativa. “Si hay algo que tenemos los que pasamos por situaciones de crisis o por recuperaciones, es la capacidad de encontrarle la vuelta, de pensar, y de ser solidario con el de al lado, y no ser mezquino con las ganancias. Se están por sumar algunos talleres de Merlo, que estaban parados. Se está tratando de repartir trabajo para que haya un ingreso para todos. Eso demuestra lo que siempre decimos: la cooperación supera a la competencia”.
Cómo se imagina el después: “Es tiempo de poder discutir algo que venimos planteando como movimiento y es la necesidad de un salario universal. Muchos países en Europa lo están discutiendo, y tiene que ver cómo garantizamos los recursos de una manera eficiente. Hay que dejar de pensar desde políticas focalizadas para segmentar a la población más pobre, porque no es algo que resolvés bajando 200 mil planes sociales. Debe ser algo integral, que rediscuta la producción, la distribución y el consumo”.

Los anticuerpos
Gisela Bustos es abogada y también integra el MNER desde la Cooperativa 19 de Diciembre, metalúrgica autopartista recuperada en 2002. Atiende a lavaca luego de realizar una recorrida por cooperativas de San Martín. “La situación es catastrófica”, resume. “Las de alimentos, se mueven algo. Las textiles, algunas trabajan los barbijos. La cooperativa Edy, que produce enchufes, logró sacar un micropedido. Nosotros, como autopartistas, parados: no se mueve un fierro. Veremos si ahora que abren los talleres se empieza a poner en movimiento algo. Pero, por el momento, todo está liquidado”.
Bustos grafica que las cooperativas siguen siendo la Cenicienta, en la versión más atrasada del cuento. “Estamos todes de acuerdo que lo que se hizo como política en contexto de pandemia está bien: la vida vale más que el capital. ¿Pero qué ocurre que nuestro sector es una y otra vez discriminado? De toda la batería de políticas, los que siempre quedamos afuera somos los trabajadores y las trabajadores de las recuperadas”.
La abogada cita un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto del Covid 19 en el mercado de trabajo argentino: alerta que sólo un 26% de lxs ocupadxs trabajan en empresas de gran escala (con más de 40 personas asalariadas), mientras que un 68% son pymes o trabajadores por cuenta propia. “Ese sector recibe la crisis de forma brutal. Dentro de eso, el impacto en las recuperadas es tremendo”.
Bustos dice que como movimiento asumen que tienen fuerzas limitadas dentro de la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas, pero que están trabajando en proyectos y resoluciones para lograr políticas concretas. “El cuadro es malo, pero las recuperadas tenemos anticuerpos para salir adelante como sea. Siempre con imaginación y solidaridad, porque lo que estamos viviendo es difícil como pocas veces visto”.
Qué espera de lo que viene: “Esto es como en casa, cuando ves que hay un poco de arroz, un tomate, y hay que ingeniárselas para comer. Tenemos con qué hacerlo. Somos un sector que se ha consolidado en la economía y en la vida productiva de nuestro país. No nos merecemos ser ninguneados ni asistidos con limosnas. Tenemos que tener políticas de fondo para este sector, porque demostramos viabilidad y compromiso con la comunidad. Además de tener una Dirección, que es un paso histórico para el movimiento, necesitamos que se lleve adelante la política que necesitamos para tener una vida digna como trabajadores y trabajadoras de la autogestión”.
Bustos concluye: “Vamos a poner todo para que el se caiga, agarrarlo y que no se quede en el camino. Lo que no pudo la patronal, la justicia, la policía o el macrismo, no vamos a dejar que nos lo arrebate un virus. ¿Cómo nos veo? Peleando, como hicimos siempre”.

Nota
De la idea al audio: taller de creación de podcast
Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]
Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!
De la idea al audio: taller de creación de podcast
Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.
¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.
Vas a poder evaluar el potencial de tu proyecto, desarrollar tu historia o propuesta, pensar el orden narrativo, trabajar la realización sonora y la gestión de contenidos en plataformas. Te compartiremos recursos y claves para que puedas diseñar tu propio podcast.
¿A quién está dirigido?
A personas que comunican, enseñan o impulsan proyectos desde el formato podcast. Tanto para quienes quieren empezar como para quienes buscan profesionalizar su práctica.
Contenidos:
- El lenguaje sonoro, sus recursos narrativos y el universo del podcast. De la idea a la forma: cómo pensar contenido y formato en conjunto. Etapas y roles en la producción.
- Producción periodística, guionado y realización sonora. Estrategias de publicación y difusión.
- Herramientas prácticas para la creación radiofónica y sonora.
Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.
Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
- Revista MuHace 3 semanas
Mu 204: Creer o reventar
- AmbienteHace 3 semanas
Contaminación: récord histórico de agrotóxicos en el Río Paraná
- ActualidadHace 3 semanas
Los vecinos de Cristina
- ArtesHace 5 días
Vieron eso!?: magia en podcast, en vivo, y la insolente frivolidad
- ActualidadHace 4 semanas
Universidad, ciencia y comunidades: encuentro en Rosario y debate frente a la policrisis