#NiUnaMás
#BastaDeTravesticidios: el grito en Plaza de Mayo
Trans, travas, gays y lesbianas se movilizaron en Plaza de Mayo para gritar #BastaDeTravesticidios. En la jornada del orgullo LGTBI que conmemora una de las razzias policiales más violentas hacia la comunidad, travas y trans levantaron las fotos de sus compañeras asesinadas, denunciaron que el Estado es responsable de esas muertes -por ausencia de justicia, falta de atención médica y exceso de violencia policial- y exigieron que la Gobernadora Vidal firme el proyecto de Cupo Laboral Trans que ya está aprobado en Provincia. Voces, crónica y fotos.
“…la libertad es un músculo que se ejercita… Maite Amaya, presente., dice el cartel violeta con mariposas que levanta la poeta, cantante y artista trans Susy Shock. Maite fue una piquetera, militante y activista trans que, entre otras cosas, en 2010, impulsó la Coordinadora de Justicia por la Pepa Gaitán, fusilada por lesbiana. Sus frases y su rostro era uno de los tantos que se levantaban al ritmo del canto: “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las travestis en la cara de la gente”. Cantos y carteles que piden un reclamo básico: «Queremos vivir».
Otrxs sostenían una gran bandera en la que se podía leer, una vez más. «justicia por Diana Sacayán», otra de las asesinadas.
Esta es la segunda marcha masiva que se realiza para pedir el freno de los travesticidios. La primera fue el #Gritazo, una reacción del movimiento trans frente a varias muertes de compañeras entre la que se encontraba Diana Sacayán. Ese día el documento leído decía entre otras cosas: “Queremos entrar en la emoción de este sistema y esta cultura que nos viene omitiendo. Que nos hacen sentir que nuestras muertes no valen absolutamente nada. Nos plantamos acá para decir que sí valemos y lo vamos a gritar hasta que nuestras muertes interpelen a la sociedad”, dijo a lavaca Violeta Alegre -consultora de Naciones Unidas y coordinadora del área de Diversidad de la Universidad de San Martín – y agrega la falta de una atención médica como corresponde como otro factor del genocidio traviste y trans: “Yo viajo por mi trabajo y la situación en distintos puntos del país es gravísima. Por ejemplo, en Córdoba hubo casi treinta muertes en el período de un año porque los hospitales no las rechazan, no las atienden».
Ayer, también estaban las frases y fotos de Lohana Berkins -que era presidenta de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT), fundadora del Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género y de la Cooperativa Textil Nadia Echazú. Jennifer, trans de unos 40 años, dijo a lavaca: “Gracias a ellas yo empecé a estudiar economía. No fueron los políticos, fueron ellas las que me dieron ese derecho y por eso necesitamos justicia”.
“Al calabozo no volvemos nunca más”, fue otro grito que cantaron con rabia y dolor para denunciar la violencia institucional por parte de la policía que siguen padeciendo por el solo hecho de circular por la vía pública. Lara de Themyscira, activista y operadora territorial de acceso a la justicia, cuenta: “Se reciben muchísimas denuncias en lo que es el sector judicial con respecto a violaciones de nuestros derechos humanos por detenciones y requisas ilegales. El Estado en vez de protegernos, nos reprime y nos violenta cada vez más con la excusa del narcotráfico. Se nos detiene con cualquier excusa igual, aunque tengamos documento y trabajo en blanco, porque no toleran nuestra presencia en las calles».
El informe elaborado por el Observatorio de Personas Trans Asesinadas de la organización Transgender Europe (TGEU) de 2016 dio las siguientes cifras:
- 2.016 homicidios de personas trans y de género diverso en 65 países en el mundo, entre 2008 y 2015.
- América del Sur y Central concentraron 1500 de esos crímenes.
- Y el 65% de las víctimas eran personas en situación de prostitución.
Con ese contexto, es que trans y travas piden que se apruebe la Ley de cupo laboral en Provincia de Buenos Aires, lugar que tiene un alto índice de víctimas de violencia machista y policial por la situación de prostitución. Desde el escenario, en el acto frente a Casa Rosada, trans y travas mencionaron, sobre todo, la situación crítica de compañeras de Florencio Varela, La Matanza y Malvinas Argentinas. El proyecto ya tiene dictamen y está esperando la firma de la gobernadora María Eugenia Vidal para ser reglamentado.
En relación a que el grito fue el día del orgullo, Susy Shock suma: “Es una manera de exigir pero también de generar un espacio crítico. No queremos que usen nuestra estética, nuestra bandera, ni nuestros reclamos para lavarse la cara sobre sus planes económicos y sociales que siguen siendo poderosamente violentos y nos siguen matando».

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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