Nota
Besarse no es delito
El Tribunal Oral en lo Criminal N°26 de la Ciudad iba a dar a conocer esta tarde la sentencia a la joven que fue detenida mientras besaba a su esposa en Constitución, pero la jueza lo postergó para el viernes por los “ruidos” de la manifestación. Ese día se esperará entonces el veredicto con una manifestación en la puerta del TOC, en consonancia con el Día Internacional del Orgullo. La fiscalía pidió dos años de prisión para la mujer por “resistencia a la autoridad”. En la calle, el abogado y las organizaciones ponen contexto al carácter insólito de todo el procedimiento judicial. Los detalles de la causa, el deseo, la visibilidad, el machismo, el macrismo y por qué besarse es un acto político.
Mariana Gómez y Rocio Girat están en la estación de trenes de Constitución. Hablan, fuman un cigarrillo, se besan. Es el 2 de octubre de 2017 y un empleado de Metrovias se acerca y le dice que lo apague. Mariana le contesta que no hay ningún cartel que lo prohíba. El empleado entonces llama al policía Jonatan Rojo, que la trata de “pibe” y la anota como “soltera”, a pesar de que Rocio le dice que es su mujer. Luego llega la oficial Karen Villareal. Con forcejeos la arrestan y llevan hasta la oficina de la Policía de la Ciudad de la estación Boedo de la línea E. Estuvo detenida siete horas. La acusaron de resistencia a la autoridad y lesiones graves. María Fontbona de Pombo, jueza de instrucción, la envió a juicio. Así Mariana quedó procesada por besarse.
Y así transcurrió Mariana casi dos años hasta hoy.
Ahora estamos en puerta del Tribunal Oral en lo Criminal número 26 de la Ciudad de Buenos Aires, son las 11:26 y Mariana baja las escaleras desde el cuarto piso hacia la puerta de Paraguay 1536 donde los carteles dicen: “Besar no es delito”.
La calle lo dice todo: hay cámaras, micrófonos y canciones a modo de abrazo que gritan “para Marian, la absolución” y “Marian, escucha, tu lucha es nuestra lucha”
Su esposa, Rocio Girat, sólo agrega: “Todas las personas que estamos acá estamos pidiendo la absolución. No va a quedar un precedente. No vamos a tener miedo de besarnos”.

Foto: Martina Perosa.
Atentado a los derechos
Hoy comenzó la tercera jornada del juicio oral y se esperaban los alegatos de la fiscalía y la defensa. La fiscal Diana Goral pidió dos años por resistencia a la autoridad y lesiones leves. La jueza Marta Yungano pidió a principio del juicio que se hicieran pericias a la oficial Karen Villareal y las lesiones graves fueron descartadas.
En la calle, las organizaciones exigen justicia.
Yai, de la organización Las Fulanas, dice: “Esperamos que haya una resolución positiva”.
Pau, de Descamisados, describe: “Fue un atentado a los derechos de las lesbianas y disidencias en general, es censurarnos”.

Foto: Martina Perosa.
Agostina, de El Hormiguero, agrega: “Están queriendo ir por nuestros derechos de vivir nuestra sexualidad libremente. No podemos dejar que avancen. Las disidencias no son afines a este gobierno macrista. En Argentina y en la región hay una escalada de violencia misógina y patriarcal. Los gobiernos no solo permiten sino que avalan las conductas represivas de las fuerzas policiales”.
Pablo, del MST, resume: “Cuando hay un discurso desde el poder de mano dura, siempre abajo los excesos son mayores”.
La dimensión de lo insólito
El abogado Lisandro Teszkiewicz pidió en sus alegatos la absolución de Mariana Gómez. Explica a lavaca: “La acusación fue por resistencia a la autoridad y lesiones leves. Quedó descartado por las pruebas es que las lesiones sean graves. La fiscal la acusó por lesiones leves y en ese sentido pidió una pena exorbitante de dos años. Nosotros hicimos nuestra defensa. Entendemos que no hay resistencia a la autoridad porque la orden del oficial Rojo era ilegitima en el sentido de que se sostiene que intentó detener a Mariana para identificarla, para labrarle un acta por fumar en un lugar prohibido, y la Ley que prohíbe fumar es la 1799 de la Ciudad que no prevé ni la detención, ni la identificación de personas, ni muchos menos e labrarles un acta”.

Foto: Martina Perosa.
El abogado apunta que la orden era “ilegítima” y, por eso, Mariana no tenía por qué acatarla. “Entendemos que no hay voluntad de la policía de acusar y si hubiera esa voluntad nos encontraríamos en una situación donde Mariana no lesionó a nadie sino que simplemente intentó no caerse al piso y de lo que se agarró fue de un mechón de pelo. Por todas estas razones nosotros pedimos la absolución. La jueza pidió pasar a cuarto intermedio hasta el viernes para escuchar lo que Mariana tiene para decir antes de que tome su decisión. Mariana habló en la primera audiencia y ahora tiene derecho a ser la primera y la ultima en ser escuchada. La jueza sostuvo que necesitaba un clima de mayor tranquilidad para tomar una decisión seria”.
-¿Qué precedente podría llegar a sentar?
-Todo juicio tiene importancia de precedente. Jurídicamente estamos en una primera instancia. Pero entendemos que es importante dejar asentado que no corresponde una persecución penal sostenida a lo largo de veinte meses por una situación que debió resolverse en cuatro minutos en la Estación Constitución cuando Mariana intentó retirarse. Creemos que el accionar de Rojo en ese momento, el accionar de la jueza de primera instancia que hizo que la causa llegara a juicio, está teñido de una actitud fuerte de discriminación que nuestras instituciones no debieran sostener.

Foto: Martina Perosa.
El acto político
El viernes será 28 de junio, el Día Internacional del Orgullo. A las 13 horas será la audiencia donde se escucharán las palabras de Mariana y la lectura de la sentencia del juicio que tuvo que soportar por besarse con su esposa en la calle.
Por eso preguntamos desde la vereda del Tribunal: qué es un beso.
Pau: “Es un acto político, porque como lesbiana visible cada vez que me beso con una chica en cualquier espacio público siento un miedo que no creo que ninguna persona heterosexual sufra en su vida. Miedo a poder ser violentado, a que no respeten nuestros derechos. A veces cuesta disfrutar. Y cuando lo disfrutas es porque haces de tu beso algo político”.
Pablo: “Es una expresión de amor, de cariño, o de calentura, pero siempre son sentimientos positivos”.
Paula: “Es visibilidad. Nuestro derecho a ser diverses y diversas. A andar libremente. Cosas que pensábamos que ya estaban ganadas y logradas, hay que salir a la calle y reforzarlo y lucharlo”.
Mafu: “Es nuestro derecho al espacio público”.

Foto: Martina Perosa.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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