Nota
El Fuero Contravencional de abajo a arriba: la ruta de los limones
¿Qué hace y qué no hace el Fuero Contravencional cada vez que se hace un acta? Esta crónica cuenta todo el recorrido: desde la calle hasta la sentencia.
por Claudia Acuña. Miércoles al mediodía, Parque Rivadavia. Dos agentes de la comisaría 10°, de civil, están parados frente a un hombre. Uno habla por celular y el otro garabatea una planilla, con mala letra. Hace el listado de la evidencia que están por secuestrar: limones (tal vez cuatro docenas) , una bolsita de ajíes colorados y unos ajos.
-¿Es un procedimiento?
-Afirmativo -, dice el que anota.
-¿De qué lo acusan?
-Violación del Código
Los limones están alineados en la vereda, entre un puesto de flores y la parada del colectivo. A un costado, el vendedor aguanta su mala suerte. Apenas dice que tiene 26 años, tres hijos, seis hermanos.
Es miércoles, es mediodía, es Buenos Aires y eso significa que hay mucha gente yendo y viniendo, sin tiempo para ver más que su propia urgencia. Sin embargo, alguien se para a mirar.
Y otro.
Y otra.
Miran al vendedor, después miran los limones.
El operativo sigue adelante. Con el correr de los minutos, se forma un nutrido círculo de curiosos. Alguien pregunta por qué no lo dejan trabajar. El vendedor cuenta, de pronto, con el ruidoso apoyo de los albañiles de una obra en construcción que, desde la altura que les da un andamio, cuestionan a viva voz a la policía. También se ha ganado el respaldo de los transeúntes, que se suman a las quejas, criticando el procedimiento en particular y a los uniformados en general.
En fin, criticándolo todo.
El agente telefonea al fiscal.
-Acá el clima está tenso -comunica-. ¿Secuestro los limones?
Hay risas y cierto aire de triunfo anticipado, pero los policías obtienen lo que necesitan: la aprobación del fiscal. Al acusado le dan una copia del acta contravencional. El papel dice: violación al artículo 83 (uso indebido del espacio público). El patrullero se va, llevándose los limones. Para el vendedor, su día está perdido. No sólo éste; el de mañana también, si no logra recuperar en el juzgado lo que tenía para vender.
El desafío ahora es seguir la ruta de los limones, principal evidencia en un caso, que habla, (increíble pero real) de la política criminal implementada en la ciudad de Buenos Aires. Por lo menos, de cuáles son sus obsesiones.
La policía
Desde el año 98 el municipio tiene un fuero propio para las denominadas contravenciones, que fue creado con la sanción de un Código –primero el de Convivencia, luego el Contravencional- que reemplazó a los edictos. El nuevo sistema nació con el objetivo de controlar a la policía, poniendo fin a los abusos y las cajas de recaudación ilegal denunciadas durante largos años. Pero esto no debería tapar una verdad sencilla de constatar: hoy quien aplica el Código Contravencional sigue siendo la policía.
Son los agentes de calle quienes actúan de oficio, recorriendo la ciudad y determinando qué situaciones consideran punibles. En los procedimientos, consultan por teléfono al fiscal y reciben su aval desde un despacho. Ningún funcionario judicial presencia los procedimientos. Los policías son los ojos del fiscal, los que tienen el poder de decir «acá tengo un ilícito» o de hacer la vista gorda. Su mirada es el primer gran criterio de aplicación del Código.
El defensor
¿Y qué miran?
El doctor Antonio Gariglio, defensor oficial, lo sintetiza de esta manera: las contravenciones más sancionadas son la venta ambulante y la prostitución callejera. (Traducido: los que no tienen un trabajo estable, ni ingresos y salen a vender o a venderse para sobrevivir).
El doctor Gariglio fue el defensor de turno cuando ocurrió el caso de los limones. No se sorprende con el cuento del procedimiento: la semana pasada, cuenta, le tocó intervenir en un proceso abierto por tres chipá y unos termos de café.
Busca su agenda. Muestra las hojas del último mes para corroborar lo que dice. Tuvo doce juicios orales a su cargo. De esa cifra, la mitad –seis- fueron contra vendedores ambulantes, uno por oferta de sexo y el resto a levantadores de quiniela clandestina. «Empleados, ningún capitalista», describe. «El último, un señor mayor al que le encontraron tickets de diez centavos. Le cuento esto para que se den una idea de su nivel económico». Con el rebusque «se había alquilado una pieza donde dormir».
Procedimientos
La justicia contravencional porteña tiene 24 fiscales, 11 defensores, 31 jueces de primera instancia, 9 camaristas, y dos edificios -uno frente al shopping Alto Palermo y otro en el barrio de Monserrat- donde funciona la maquinaria judicial.
El sistema es similar al del fuero penal: por cada caso se abre un expediente. La máquina se pone el movimiento con los procedimientos callejeros que inicia la policía. Para proceder, pueden invocar el Código Contravencional o el de Faltas, según prefiera o convenga. Después, la fiscalía cita a declarar al imputado. Los defensores actúan en caso de una contravención, pero no si se aplica el Código de Faltas, porque en ese caso solo hay un proceso administrativo, no judicial. Los jueces actúan de garantía, es decir que intervienen controlando la legalidad el proceso. El acusado puede llegar a un acuerdo y aceptar una probation o ir a juicio oral. Las condenas son económicas (multas), pero pueden transformarse en prisión si el imputado no tiene dinero para saldarlas.
Nadie explica qué pasa si la mercadería confiscada en un procedimiento pertenece a quien luego, en el juicio, resulta inocente. Especialmente si se trata de mercadería perecedera, como en el caso de los limones.
El fiscal
El que está al otro lado del teléfono es Walter López, el fiscal que ordenó el secuestro de los limones.
-De lo que se trata es de aplicar la ley -dice-. Todos los días hay procedimientos porque todos los días la policía recorre la calle con directivas de actuar. A veces incautamos la mercadería y otras no, según la contravención, pero es la policía la que tiene la total potestad para actuar en casos como estos.
-¿Y usted cómo evalúa si la persona está ocupando el espacio público, si no la ve?
-Es difícil hablar en abstracto -dice el fiscal.
-Entonces hablemos en concreto. Con el vendedor de limones, ¿cómo evaluó si estaba haciendo uso indebido del espacio público?
-Eso no puedo hablarlo con usted. No puedo dar información de casos específicos, salvo al interesado.
Su voz se ha puesto tensa.
-Sigamos en abstracto, entonces: si una persona usa el espacio público para ganarse el sustento porque no puede hacerlo en otro lugar ¿está haciendo un uso indebido, como dice la norma municipal, o está ejerciendo su derecho constitucional a trabajar?
-Para que yo responda ese tipo de preguntas debe solicitar una entrevista a través del fiscal general. Si él lo autoriza, yo le respondo.
La gran reguladora
Para algunos expertos en derecho, la justicia contravencional es más importante que la penal, por ser la gran reguladora de lo que pasa en la calle. Especialmente en ciudades como Buenos Aires, con mejores estándares de vida que el resto del país y rodeada por el cinturón de pobreza del conurbano. No casualmente, los legisladores porteños buscaron endurecer el Código con una reforma después de la ola de protestas de 2001 y 2002.
El uso del Código es, por esto, clave en el diseño de la política criminal de la ciudad. Dicho de otro modo: los fiscales, al dar directivas a la policía, la instan a actuar de una determinada manera. Pueden avalar que se persiga a la pobreza, o pueden intervenir para que el Estado atienda una situación social de desigualdad, en lugar de penalizarla.
Pueden considerar que los derechos sociales y económicos son exigibles judicialmente. O pueden, por el contrario, ordenar que se decomise la mercadería y avanzar con la acusación.
La pista de los limones llega hasta acá porque la máquina es lenta: recién ha comenzado el proceso. Para conocer el final tal vez sirva presenciar un juicio oral por el mismo cargo: uso indebido del espacio público. Podremos observar así, en vivo y en directo, el último engranaje de esta Justicia.
La agenda de las audiencias orales se publica en internet.
Hoy se realiza una en el juzgado 2.
En el despacho del juez
El juez Carlos Bentolila lleva un saco príncipe de Gales, prendedor de oro en la solapa, y en la corbata, una traba dorada. A su espalda hay una bandera argentina. En un extremo del escritorio, el Código Penal; del otro lado, el control remoto del aire acondicionado.
La audiencia se hace en su despacho: se acordó una probation, por lo que sólo es necesario que estén presentes él y la contraventora.
La ceremonia se inicia en voz alta, cuando una empleada del juzgado se asoma al pasillo y llama por su nombra a la imputada.
Por la puerta aparece una mujer boliviana.
Su nombre es Coca Choque y está acusada de «ocupación de la vía pública sin autorización». Coca se sienta sin tocar el escritorio, los pies juntos y las manos en el regazo. El juez dice:
-¿Le explicaron las cláusulas del acuerdo?
-Sí, señor.
-Si usted no cumple, la suspensión del juicio deja de tener lugar. En ese caso va a una audiencia oral en la que puede ser condenada.
-Sí -repite Coca.
-Quiero decir: si no cumple lo convenido…
(Coca asiente con la cabeza)
-¿Entiende cómo es?
-Sí.
-A usted se le pidió informar de cualquier cambio de domicilio.
-Sí.
-Usted está a disposición del juez
-Sí.
-No se puede ir.
-Bueno.
La probation aceptada por Coca la obliga a ayudar en un comedor comunitario y donar 100 pesos en mercadería.
Al término de la audiencia, pregunto de la forma más solemne posible cuál fue el hecho por el que fue a proceso.
El juez dice que no puede hacer pública esa información.
Ya afuera del juzgado, la imputada cuenta:
-Trabajo en una verdulería. Bajamos los cajones con verduras del flete y quedaron demasiado tiempo en la vereda.
-.¿Y es suya la verdulería?
-No, yo solo firmé el acta.
Castigos
El defensor Gariglio está buscando algún dato sobre los limones. El problema, dice, es que si al vendedor le aplicaron el Código de Faltas no tendrá defensor.
-¿Por qué?
-Porque la falta es un procedimiento administrativo. Sólo si él apela va a llegar a una defensoría. Y el que se asusta, no apela.
El defensor revela un dato clave. La mayoría de los casos no llegan a condena. Uno de los motivos es que el Código indica explícitamente que la venta ambulante para la subsistencia no es una contravención. Tampoco llegan a condena los casos de oferta de sexo. En un país donde la prostitución no es considerada delito, el Código tuvo que conformarse con penalizar sus modales: sólo es punible si se realiza de manera “ostensible”.
Esto significa, en la práctica cotidiana, que la mano de los fiscales está siendo más dura que la letra de la ley.
-¿Entiende cómo puede manejarse una política criminal?, me dice Gariglio.
-Entiendo.
Para un acusado, el castigo no es la condena, sino quedar sometido a un proceso. Y es la propia máquina la que aplasta a los que no tienen nada.
Juicio oral
Otro juicio oral, esta vez por ofrecer sexo en la vía pública. La audiencia se realiza en el edificio de Monserrat, nuevo, con ascensores recubiertos de acero inoxidable, personal joven, música suave. Buen clima.
Los testigos dicen que no vieron nada. El policía que hizo el procedimiento no puede recordar esa actuación en concreto, aunque existe una filmación. La idea de filmar a travestis y prostitutas, que ha sido cuestionada por inconstitucional y fue motivo de una presentación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad impugnando ese procedimiento, fue defendida en su momento por el fiscal general adjunto Luis Cevasco, como un medio «eficaz» para probar una contravención que de otro modo nunca podía ser probada.
La acusada, una travesti de 50 años, falta a la audiencia. El fiscal del caso, Walter López -el de los limones- pide que la hagan comparecer por la fuerza pública.
Mandan a averiguar qué le pasó. Al rato llega la noticia: la travesti está internada en un hospital.
El nuevo jefe
Por encima de Luis Cevasco en la jerarquía del ministerio público, el 27 de marzo pasado asumió como nuevo fiscal general contravencional Germán Garavano, propuesto por el jefe de gobierno Jorge Telerman, a pedido del bloque macrista.
Sus antecedentes son re-conocidos. Fue director académico del Foro de Estudios sobre Administración de Justicia, Fores, una institución de lobby creada en el año ’76, que tenía como objetivo defender a la dictadura militar de los cargos por violaciones a los derechos humanos. En 1985, Fores publicó el libro Definitivamente nunca más, la otra cara de la Conadep, en el que reivindicaba el terrorismo de Estado. Cinco años más tarde, realizó estudios en favor de la ampliación de la Corte Suprema que Carlos Menem impulsó para obtener la famosa “mayoría automática”. Esos trabajos fueron financiados con aportes del Consejo Empresario Argentino y de los estudios jurídicos que atienden a las mayores empresas transnacionales y grupos económicos locales.
Garavano es quien dictará ahora las instrucciones generales para la política criminal de la ciudad.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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