Nota
Del delirio a la lucidez: crónica de la tercera jornada del debate en Diputados sobre #AbortoLegalYa
La tercera reunión plenaria de comisiones por el #AbortoLegal volvió a marcar un contraste entre los argumentos a favor del aborto y la cloaca provocativa de los sectores antiderechos. La actriz Muriel Santa Ana siguió la contundencia de las intervenciones a favor del #AbortoLegalYa y desnudó los discursos de la mañana, hablándole a los diputados: “Si este proyecto fuera rechazado, sepan que llevarán de por vida, sobre sus espaldas, a las muertas que de aquí en más produzca la industria del aborto clandestino”, cerró luego de relatar un propio aborto. Fue uno de los discursos más potentes de una sesión que contó con otros relatos de abortos personales y puntualizó en que la legalización es un asunto concreto que ataca el negocio por el que murieron 3 mil mujeres desde la vuelta de la democracia. De la potencia a favor del #AbortoLegalYa a la pobreza de argumentos en contra: crónica de la tercera jornada de debate en Diputados.
Si la segunda reunión plenaria de comisiones por las que debe pasar el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo marcó un contraste entre los argumentos a favor del aborto y la cloaca provocativa de los sectores antiderechos, la tercera no hizo más que confirmarlo.
De un lado, Muriel Santa Ana tuvo una potencia singular a partir de su experiencia personal desde la que habló con firmeza mirando a los ojos de diputadas y diputados. La coordinadora de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), Raquel Vivanco, sostuvo una bombacha rosa de tiras negras luego de confesar un aborto a los 19 años en respuesta a la expositora que la semana pasada dijo que las mujeres que abortan son “trolas” porque “piensan con la bombacha”. Vivanco, con los brazos en alto aseveró: “Somos esas 500 mil que abortan las que hablamos con la bombacha”.
Del otro lado, la reacción de las diputadas que ese mismo día habían abrazado a esa expositora.
Todo dicho, y todo visto.
Mientras, en la calle por la que entró el proyecto y se vigila que salga ley, se escuchaba un mismo grito, bajo bombos, cantos y un escenario que ya es parte de las afueras del Congreso:
- #AbortoLegalYa!
Muriel Santa Ana: «Esto se trata de aborto clandestino o aborto legal»
Primer acto: el delirio de los sin argumentos
Eran las 9:53 cuando el presidente de la comisión de Legislación General, Daniel Lipovetzky, inauguró la jornada que, esta vez, tuvo a los 22 expositores en contra del proyecto hablando durante toda la mañana. Hubo 20 diputados. Lipovetzky aclaró que no iba a permitir “alusiones personales” de los expositores a los legisladores bajo amenaza de “cortarle la palabra”, y que no podía subir otra persona que no sea la citada. Luego, empezó a llamar. El tono de las exposiciones ondularon por los mismos tópicos que las jornadas anteriores:
- Un neonatólogo del Hospital Austral (nodo del Opus Dei, según la definición web) dijo que “es una cobardía terminar con la vida de un niño” y que es “la naturaleza” la que debe decidir. “Los problemas se solucionan cargándolos al hombro y no huyendo”, dijo en referencia a las mujeres que abortan. Otra docente de la UCA dijo que la ley de despenalización tiene “argumentos eugenésicos por la selección de aquellos que deben vivir”.
- El prosecretario del Tribunal de Casación bonaerense, Ricardo Bach de Chazal (en 2010 se presentó como amicus curiae ante la Corte Suprema para cuestionar el fallo FAL que precisó el alcance del aborto no punible), se limitó al argumento básico: dijo que la despenalización una “práctica homicida”.
- El profesor de filosofía de la UCA, José María Aguerre, fue más allá. “El aborto es un síntoma de colonización”, afirmó como final de un particular recorrido histórico en el que habló del nazismo e Hiroshima para describir al aborto como el más “abominable de los crímenes”.
- Raúl Magnasco, de la Fundación Más Vida, dijo que Hitler fue uno de los primeros en legalizar el aborto en Polonia “para las judías”. Ayelén Anancay, de la misma fundación, tomó el guante y se entusiasmó: “Hitler fue uno de los primeros que legalizó el aborto para los judíos dándole un valor muy fuerte a la vida de los alemanes por nacer”. Y puso en altoparlantes el sonido de una ecografía: “Escuchen a los 700 mil argentinos que, como mi hija, se encuentran en vientre materno”.
- La última fue Patricia Ruiz Moreno, docente de la Universidad de El Salvador, que resumió la calidad de quienes hablaron por la mañana: “Esto no es un golpe bajo, pero las mujeres que están a favor de la despenalización utilizan un pañuelo verde que tiene como símbolo un pañuelo blanco, que a su vez es símbolo de las Madres de Plaza de Mayo. Advierto una contradicción: ellos buscaban a sus hijos vivos. Las que usan el blanco sobre verde buscan perder a sus hijos”.
Segundo acto: lo personal es urgente
De la misma manera en que durante la primera jornada de sesiones las actrices Verónica Llinás, Carla Peterson y Griselda Siciliani pusieron latido a las exposiciones a favor del proyecto, que luego narró con potencia la escritora Claudia Piñeiro el jueves, en este tercer round se esperaba la palabra de la actriz Muriel Santa Ana, una de las más de 400 firmantes de la Carta Abierta de actrices a diputadas y diputados en favor de la despenalización del aborto.
Desde el alma: las actrices, una carta y el sentido mensaje #AbortoLegalYa
No fue para menos: Muriel Santa Ana relató su experiencia personal sobre un aborto en una clínica clandestina en Recoleta. “Acá, señores y señoras, no se trata de debatir, de discurrir sobre los límites de la vida y de la muerte. Porque, si así fuera, les pregunto a los que aún no han tomado partido, ¿qué es para ustedes una mujer muerta? Esto se trata de aborto clandestino o aborto legal. El aborto existe, existió y existirá legislen ustedes lo que legislen. Si este proyecto fuera rechazado, sepan que llevarán de por vida, sobre sus espaldas, a las muertas que de aquí en más produzca la industria del aborto clandestino”.
De puño, letra y a puro abrazo: escritoras unidas por el grito #AbortoLegalYA
La periodista y exsenadora María Eugenia Estenssoro también relató un aborto cuando tenía 21 años. “¿Cómo llegué a ese médico? ¿Habrá sido un médico? Porque eso es a lo que te enfrentás cuando tenés que hacer estas cosas de forma clandestina, que ni siquiera hoy puedo tener la certeza de que quien me atendió en una casa en Olivos fuera un médico”.
Luego, fue el turno de la coordinadora de MuMaLá, Raquel Vivanco, otra de las exposiciones más fuertes de esta jornada. Dijo: «Tanto Muriel Santa Ana como María Eugenia Estenssoro hicieron visible sus situaciones vividas. Yo también aborté a los 19 años en una clínica clandestina en Córdoba. Y puedo contarlo porque sobrevivimos. La semana pasada se dijeron cosas horribles. Que éramos borrachas, trolas y pensábamos con la bombacha. ¿Ese es el nivel de discusión que pretenden dar acá de una situación que mata a mujeres? Da vergüenza los legisladores que lo representan». En ese momento hubo algunos gritos de diputados que se sintieron ofendidos y exigían una respuesta. Lipovetzky, en cambio, elevó la voz y pidió silencio: Vivanco no había hablado de ninguna persona en particular. Entre las que veían ofendidas estaba la diputada de la Coalición Cívica Marcela Campagnoli, una de las que se acercó a abrazar a la expositora que dijo que las mujeres que abortan “piensan con la bombacha”.
Vivanco, entonces, sacó una bombacha rosa y la levantó bien alto. “Trajeron a una compañera humilde que dijo que pensábamos con la bombacha. Les traje esto. Somos esas 500 mil que abortan las que hablamos con la bombacha. Las que llegan a las guardias públicas van con sus bombachas manchadas de sangre. No es un problema de fe, de religión. Estamos hablando de un negocio que mueve 10 mil millones de pesos a costa de la salud y la vida de las mujeres. Digo basta. Voten a favor o absténganse pero no voten en contra de derechos”.
“Las mujeres estamos acá para defender nuestros derechos y no nos vamos a retirar”
Mientras tanto
251 escritoras llegaban hoy hasta MU para firmar la Carta Abierta a diputadas y diputados para que voten el proyecto de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Otras sumaron su firma por mail, twitter o whatsapp, hasta hacer crecer la lista de firmantes a 350, al cierre de esta nota. Así fue este desborde de escritoras dispuestas a poner el cuerpo en un mismo grito: #AbortoLegalYA Nuestra crónica y reportaje fotográfico.
De puño, letra y a puro abrazo: escritoras unidas por el grito #AbortoLegalYA
Datos sin metafísica
Luego, el médico y coordinador de Salud Sexual, Sida e ITS en el Ministerio de Salud porteño, Fabián Portnoy, agregó datos: “Más de 3 mil mujeres murieron desde la recuperación democrática por abortos clandestinos. Estos días escuchamos cosas insólitas. La diferencia está en los que piensan que para prohibir hay que penalizar: es ineficaz e injusto. En México, los estados por afuera del Distrito Federal pensaron que si liberalizaban sucederían más abortos. Esa concepción es ofensiva e ignorante”. Portnoy agregó que en DF las mujeres “ya no mueren” por abortos, mientras que sí muerten en la periferia. ¿Y en otros países? “En Francia, en Italia y en Bélgica bajaron la cantidad de abortos con la despenalización”.
El profesor de la Facultad de Derecho de la UBA, Carlos Bigalli, precisó que la tipificación de la penalización “repugna” a un estado de derecho: “Desconoce la dignididad de las mujeres degradándola a úteros reproductores”.
La abogada especialista en derecho de familia, Natalia Torres Santomé, sostuvo que la noción de “persona por nacer” no es “jurídicamente equiparable” a la de persona humana. La abogada Natalia Volosin apuntó contra los golpes bajos: “Si les hiciera escuchar el sonido de mi ecografía o mostrara videos de abortos quirúrgicos como se hizo hoy aquí, eso no serían argumentos. No pueden esconderse en prejuicios para seguir condenando a miles de mujeres a llevar adelante embarazos que no son compatibles con sus deseos de vida”.
El filósofo Darío Sztajnszrajber explicó que la discusión por la despenalización es política y no metafísica: “Si se promulgase esta ley de interrupción voluntaria del embarazo, nadie te va a obligar a vos a que abortes. No sigas vos obligando a muchísimas mujeres a no decidir por sí mismas. Política, no metafísica. El aborto es una cuestión política: hagámonos cargo”.
Así lo entendió Eva Gutiérrez, que se presentó como una “trabajadora precarizada” del programa social Argentina Trabaja en el municipio bonaerense de Hurlingham. “Las mujeres no vamos alegremente a abortar: somos condenadas por el Estado a tener que abortarnos desde el momento en que nuestros salarios no cubren ni una canasta básica. Después nos dicen asesinas: no tienen derecho. Nosotras sufrimos los daños, los que engrosamos las listas que mencionaron acá. Basta de llamarnos asesinas. Basta de hablar en nuestro nombre. Tenemos el derecho de poder y tener una familia. No le den la espalda a miles de jóvenes. Sancionen la ley. Se la pido para mis hijas, para las nietas, para las miles de mujeres que reclaman a la vida y a una sexualidad plena”.
Por la tarde, a diferencia de la mañana, se escucharon aplausos.
Afuera, en la calle por la que entró el proyecto y se vigila que salga ley, el grito persiste.
El jueves será la cuarta jornada de este debate histórico que sigue decantando en un claro y contundente: #AbortoLegalYa.
De los datos a la cloaca: segunda jornada del debate en Diputados del #AbortoLegal
Nota
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: