Nota
De puño, letra y a puro abrazo: escritoras unidas por el grito #AbortoLegalYA
251 escritoras llegaron hoy hasta MU para firmar la Carta Abierta a diputadas y diputados para que voten el proyecto de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Otras sumaron su firma por mail, twitter o whatsapp, hasta hacer crecer la lista de firmantes a 350, al cierre de esta nota. Y siguen, porque lo que comenzó hoy es histórico, en varios sentidos. Así fue este desborde de escritoras dispuestas a poner el cuerpo en un mismo grito: #AbortoLegalYA Nuestra crónica y reportaje fotográfico.
Faltan todavía horas para el horario pactado para la foto colectiva pero las escritoras ya están llegando.
La primera, Mirtha Schalom, saca su pañuelo verde de la cartera. Lo tiene desde el 2009. Se lo anuda en el cuello y dice: “Espero que sea la última vez que lo use para pedir aborto legal”.
Desde ese momento no paran de llegar. Así por horas. De a grupos, solas, con hijos. Son cientos. Son doscientas. Son 251, exactamente las que pusieron hoy el cuerpo para firmar la Carta Abierta de Escritoras Argentinas a diputadas y diputadas para pedirles que voten el proyecto de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Con el pañuelo en el cuello, con remeras, chalinas, cintas verdes dando vueltas por el pecho y las muñecas.
¿Cómo empezó este día histórico?
La escritora Cecilia Szperling leyó un tuit: las actrices se estaban juntando a firmar una Carta Abierta dirigida a diputados para pedirles que voten aborto legal. Eran las siete y media de la mañana. Conmovida, supo que las escritoras también tenían que hacerlo. “Pensé ¿a quién voy a llamar? A Claudia Piñeiro, por supuesto”. Dos horas después de llamados y mails, ya tenían cerca de doscientas firmas y una convocatoria: una semana después se juntarían a poner firma y cuerpos todas juntas.
Decidieron no escribir una nueva carta. El texto era el mismo que actrices habían firmado.
“La acción ya estaba: nos sumamos. Si nos poníamos a discutir cuál era la carta no terminábamos más y nos enredábamos en lo que nos pasa a los escritores: tal palabra o tal palabra. En esta acción lo que importaba es que nos vean. Esto derrama a la sociedad, pero l intención primera de la Carta está dirigida a los diputados que van a votar y a ese diputado no lo conmoves con un texto mejor o peor escrito, pero con 250 escritoras poniendo el cuerpo acá, quizá sí”.
Acá están.
Claudia Piñeiro y Cecilia Szperling tienen los ojos abiertos y brillantes. Son cerca de las cinco de la tarde y hay un desborde de escritoras juntas. Y siguen llegando. Se saludan, se reencuentran, se abrazan, se presentan.
Claudia: “Estamos hablando del cuerpo, y por eso hoy queremos ponerlo para algo que para nosotras es importante. Decidimos hacerlo en esta acción. Es simbólico salir de la virtualidad”
Cecilia: “Nosotras que somos las de los escritorios, las tímidas, las que nos da pudor, las que no queremos salir en una foto, las que estamos atrás, rompimos hoy un molde. Es el impulso que tuvo Claudia cuando fue al Congreso a mirarlos a los ojos y decirles: no sean hipócritas”.
Esas palabras tuvieron repercusiones para ellas inesperadas, como cuando un día después de que Piñeiro le hablara fuerte y claro a los diputados y diputadas, les llegó el video que registra a una chica en el subte leyendo con voz potente el discurso de Claudia pidiendo aborto legal.
Las escritoras no sólo firmaron esta Carta. En estos días decidieron también retomar el manifiesto Nosotras Proponemos de las artistas visuales. Se juntaron en asambleas -cuatro hasta ahora- para redactar diez puntos de un compromiso ético y solidario de prácticas feministas. “Es una propuesta, no es la idea confrontar, sino aliarnos para lograr cambios concretos”, explica Cecilia, una de las impulsoras.
El compromiso ya cuenta con más de 400 firmas. Lo definen como una línea de largada. ¿Para qué? Para hacer “acciones que nos den nuestro lugar en la historia”.
Acá están, haciendo.
Están paradas en las escalinatas de la Universidad Nacional de Arte y juntas gritan: ¡Aborto Legal Ya! Son muchas y están juntas. ¿Por qué? Claudia: “Porque es un reclamo anterior a nosotras como escritoras. Todas te cuentan historias de ellas, o cercanas – la hermana, la prima, la amiga-, que han pasado por situaciones relacionadas con el aborto y están esperando una solución para todas esas mujeres. Eso trasciende ser escritoras. Nos juntamos como excusa porque somos escritoras, pero en realidad venimos porque somos mujeres, entendemos esta situación y necesitamos que se solucione”
Cecilia: “Por nuestros derechos, por el respeto de nuestros cuerpos y de nuestras decisiones estamos todas unidas. Es ahora. Todas, sin que ninguna borre su subjetividad, sin cosificarse frente a la política que te hace ser un enunciado, estamos primero con el cuerpo como mujer. Tiene algo de sagrado, de fuera de serie y va a traer un montón de cosas buenas. Un encuentro que podía ser obligatorio se transformó en un encuentro que permite decir: cuantas que somos, mira el poder que tenemos. Es un hito. Lo siento en el cuerpo. ”
¿Cómo sigue esto?
Claudia: “Con la ley”

Las escritoras, rumbo al escenario que montó la Campaña Nacional frente al Congreso. Foto: Martina Perosa para lavaca

«Las escritoras hoy venimos a poner el cuerpo por el aborto legal», dijo Cecilia Szperling desde el micrófono. Foto: Martina Perosa para lavaca

Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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