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#DespidosEnClarín, en primera persona

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Un jefe de deportes, una diseñadora, un diseñador, una jefa de fotografía y un editor fotográfico cuentan a lavaca sus historias, sus trabajos y qué significa el modo en que la mayor corporación mediática del país despidió a 65 personas. Entre festivales, conferencias de prensa, un festejo de Pascuas y un recital convocado para este miércoles en la puerta del diario, cinco experiencias sobre precarización, maltratos, terror y experiencia de organización colectiva.
#DespidosEnClarín, en primera persona
Eduardo Menegazzi, jefe de Deportes: “Nadie dio la cara”
Tengo 52 años, hace 28 que estoy en Clarín.
Hice toda mi carrera periodística acá. Trabajé en La Razón, entré como becario, y luego Juan De Biase y Horacio Pagani me convocaron como colaborador permanente en Deportes de Clarín.
Nadie dio la cara por los despidos. No explicaron los motivos ni los criterios: hay gente de Espectáculos con 5 años en la empresa y hay gente como Enrique Gastañaga, con 26 años en Deportes y único corresponsal en el Mundial de Rusia, felicitado por la jefatura de la redacción. Por ahora nadie se hace cargo. Es una situación muy dolorosa y traumática. Son muchos años adentro, con una familia atrás, y el método que eligieron para comunicar la “desvinculación” es muy cruel: nos encontramos todos con un mail a las 6 de la mañana, sin previo aviso.
Había retiros voluntarios, sí, pero yo había comunicado que me quería quedar. Y la empresa me respondió de esta forma.
En el 2000, los despidos afectaron a muchos más compañeros. Fue muy violento. Y, como ahora, a cada uno le mandaron una carta a su casa: una lo despedía, otra le daba la bienvenida a la nueva redacción. Como ahora, pero sin mail. También estaba todo vallado. También había policía. También había un listado. Y también había puertas con portero eléctrico y seguridad privada.
Es muy raro. Uno piensa por qué le tocó a uno, pero no hay explicación. Es una situación muy tensa, incierta. La semana anterior habían comunicado una transformación en la redacción. Yo antes editaba solo papel y ahora, desde hace años, venía colaborando con la parte digital, subiendo fotos, cortando videos, poniendo tweets. Nos fuimos aggiornando.
No importó.
#DespidosEnClarín, en primera persona

  1. Agustina Ibarra, diseñadora: “Clarín es una empresa que no te deja crecer”

Tengo 36 años y hace 12 que trabajaba en el diseño de los Zonales.
Entre movimientos a otros sectores y despidos, éramos un equipo de cuatro, después tres, quedamos dos y ahora quedó una sola compañera. Entré como pasante, me contrataron después de dos años, luego me efectivizaron y el miércoles pasado me echaron por mail, en un correo que leí en la cama, abrazada a mi hija de dos años: así supe que me “desvinculaban” de la empresa.
Ese fue el único contacto: no hubo un jefe ni nadie que respondiera eso. Hoy hablé con mi jefe, que me lo encontré de casualidad, y le dije que, como mínimo, esperaba que me contactara alguien. Me dijeron que los jefes habían armado esa lista, entonces quería saber cuál era el motivo por el que yo estaba ahí. Él me juró que no la hizo, que yo siempre cumplí, que no tenía nada para decir. Eso me indigna más. Se pasan la pelota: es muy doloroso que después de 12 años, después de cumplir tu trabajo, después de hacer pasantías por fuera de tu horario, nadie dé la cara.
Que nadie te dé una explicación de por qué somos los 65 despidos.
¿Cómo son 12 años en Clarín? Entré pensando que era el trabajo de mi vida, pero después te das cuenta que no, porque es una empresa que no te deja crecer. Con esto queda claro: no importa cómo trabajes, cómo te desempeñes, para ellos es lo mismo. Ahí no crecés. No hay lugar. Y mientras más callada estés, mejor te va. No es un lugar para desarrollarte profesionalmente.
Ahora hace una semana que no puedo entrar a retirar mis cosas: tengo 12 años de mi vida ahí adentro. Tengo de todo, porque pasaba más tiempo ahí que en mi casa, pero ahora me tratan como si fuera una delincuente.
Yo estudié, me capacité, me recibí, pero no importa. ¿Qué clase de trabajo es este? Soy mamá, sabemos la situación del país, en mi casa sin mi sueldo no se vive y yo el mes que viene no cobro.
Clarín es una empresa horrible, pero con pares maravillosos.
Lo ves ahora en la calle.
La lucha de los 65 se hizo colectiva, y eso es lo que nos mantiene acá.
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  1. Oscar Bejarano, diseñador: “Nos echaron como perros”

Tengo 52 años. Trabajo en Clarín desde el ´96. Entré como pasante y quedé efectivo un año después. Quedé a cargo de suplemento Cultura y Nación, y del Económico. Estuve diseñando Ñ desde que empezó: fui el editor gráfico durante 670 números. Tengo varios premios de la Society Newspaper Design (SND, la Asociación de Diseño de Medios). Es lo que mejor me llevo de acá: mis compañeros y mis amigos, porque después de esa experiencia me hicieron un vacío proponiéndome cosas que no fueron, hasta llegar al punto en que me echaron.
Me enteré por un amigo que me alertó sobre los mails. Me llegó a una cuenta que sólo utilizo para trabajar y a la que no entro nunca. Así me enteré de que estaba despedido. Y cuando intenté ingresar nuevamente al mail para poder reenviarme ese correo, ya tenía bloqueada la cuenta.
Era algo que se veía venir. Hacía mucho tiempo que los retiros estaban abiertos, y muchos dejaban la redacción sin previo aviso. Había gente que ya estaba arreglando de semanas anteriores: a algunos les avisaron, a otros no.
Yo venía de una lesión en la cervical, producto del laburo, con una deficiencia en el brazo. Tuve nueve meses de licencia, tres sin goces de sueldo. Cuando vuelvo, el gerente de personal me llama, me pregunta cómo estaba y me dice si no me convenía retirarme. Era mucho estrés acumulado, también, y todo esto que pasó lo confirma: nos echaron como perros.
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4. Nora Mazzini, editora de la Mesa Visual: “Hay mucha angustia y terror adentro de Clarín”
Tengo 52 años, hace 23 que trabajo en el diario: entré en 1996.
Primero, como colaboradora externa. A los cuatro años me efectivizan. Fui reportera gráfica y luego empecé a prestar servicio en posiciones jerárquicas. Me desempeñé como editora de fotografía y editora de cierre de fotografía. Después seguí como editora en Política, Internacionales, Sociedad, Espectáculos, y fui Jefa de Fotógrafos, manejando un plantel de 40 personas, las asignaciones fotográficas del día, etc. Hace seis años me reconvertí cien por ciento al área digital, y estaba trabajando en exclusividad para la Mesa Audiovisual: hacía la edición fotográfica del punto com, a donde, con grandes anuncios, apuntaba la empresa seguir.
Por eso la sorpresa: cuando me tocan, están tocando uno de los objetivos de la empresa.
He buscado las explicaciones pero no las he encontrado. Nadie tiene el coraje de decir cuál fue el criterio ni por qué se incluyeron determinados nombres. Vengo de una reunión con un gerente de Recursos Humanos. Me dice: “Nora, tu legajo es intachable, tu nombre fue una de las sorpresas de ese listado”. Obvio que lo dice en representación de la empresa: no puedo ni creerle ni no creerle.
Es muy triste: nos trataron con mucho cinismo, enviándonos un telegrama en vísperas de Semana Santa, donde sabemos que para algunos es un motivo religioso, de reuniones familiares. Arruinaron a muchas familias. Y el modo en que lo manejaron: según colegas, en estos días hay una situación de mucha angustia y terror adentro de Clarín.
Ahora se votó el paro, pero están muy presionados.
Siempre fue una empresa muy ingrata con su capital humano. El valor que tiene un medio de comunicación no está en sus máquinas impresoras, sino en la cabeza de sus periodistas, sus diagramadores, sus fotógrafos, sus creativos.
Y Clarín es muy despreciativo hacia ese capital, que somos personas.
#DespidosEnClarín, en primera persona

  1. Pablo Cerolini, editor de fotografía: “Se acabó la grieta: hasta los macristas apoyan el conflicto”

Tengo 55 años, dos hijos, hace 25 que trabajaba en Clarín y actualmente era editor de fotografía del suplemento Spot y de dos Zonales. El miércoles de los despidos me despertó mi mujer a la madrugada con un tweet que decía que estaban vallando Clarín. Después me llamó una compañera de la Comisión Interna y me dijo que me fije si me habían despedido.
Me dijo que podía llegar a recibir uno de dos mails: en uno te daban la bienvenida y en el 0otro te echaban.
A mí me llegó el que me echaba. Vine para el diario.
Mirá: yo estuve en el 2000, cuando echaron a 120 compañeros, no dejaron entrar a la Comisión Interna y nos reprimió la Infantería. Pero no me considero un sobreviviente: los que sobrevivieron fueron los que echaron, a mí me dejaron en la empresa. En ese momento no había tampoco posibilidad de hacer asambleas adentro del diario.
De esta empresa uno puede esperar cualquier cosa.
Son así.
No tienen problema. Esto es una forma de disciplinar a los que están adentro. Te dicen: “Echamos 65 pero podemos echar 500. No nos preocupa ninguna reacción”. Ellos son conscientes de su poder. Nosotros tenemos que ser conscientes del nuestro: somos trabajadores y pertenecemos a la clase trabajadora. Ahí nos tenemos que hacer fuertes. Eso se vio reflejado en lo que pasó en estos dos días de paros, lo que hicimos de Pascuas en la calle, el camarazo que hicimos el lunes, la conferencia de hoy y el recital del miércoles, y así lograr la visibilidad que ningún medio masivo le dio al conflicto.
¿Pero sabés qué pasó acá? En Clarín, entre los trabajadores, se acabó la grieta: hasta los macristas están apoyando el conflicto, porque también son trabajadores y se tiene claro que si no damos lucha, la empresa se la  va a llevar de arriba y van a esclavizar, a llevarse puesto el Convenio de Prensa. Y entonces, si Clarín pudo hacerlo, entonces por qué no va a poder hacerlo La Nación, y así va a llegar un día en el que nos vamos a quedar sin periodistas ni reporteros gráficos.
Pero quiero decir algo más: vamos a vencer.
 

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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