Nota
El lado mapu de la luna: Puel Kona tras los shows con Roger Waters
“La única realidad siempre ha sido defender los territorios donde vivimos”, dice Puel Kona a lavaca, tras los históricos recitales ante 60 mil personas como banda telonera del mítico líder de Pink Floyd. De la Confederación Mapuche de Neuquén al Estadio Único de La Plata, qué refleja el lado mapu de la luna: la lucha en las comunidades, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, el fracking y los desastres ambientales de Vaca Muerta: «Estas empresas que nos contaminan vienen y se van dejando miseria y muerte, pero los que seguimos viviendo acá somos nosotros”.
Cuando Lefxaru Nahuel le contó al resto de la banda que Roger Waters quería que Puel Kona fuera su banda soporte en el Estadio Único de La Plata, la respuesta fue una risa:
-Dale, déjate de joder. Nos vemos mañana en el ensayo.
No se imaginaban que meses después, luego de seis temas y 25 minutos en cada una de las dos noches, 60 mil personas ovacionarían su rock/ska/cumbia/fusión mapuche. “Todavía estamos viviendo la experiencia y difundiendo lo que más podamos nuestro mensaje y lo que tenemos para decir”, dice Lef a lavaca, luego del segundo concierto, el sábado a la noche. “Muchos medios volcaron su atención hacia nosotros y estamos aprovechando para difundir lo que pensamos”.
Amaru Nahuel (teclados), Lefxaru Nahuel (guitarra), Umawtufe Wenxu (bajo y Xuxuka), Ñamku (xuxuka, xompe y sikus), Ignacio Gentile (batería y percusión), y Malen Nawel (saxo) dieron una clase única de autogestión recorriendo más de 1100 kilómetros desde el Lof Newen Mapu, de la Confederación Mapuche de Neuquén, para difundir de forma bien clara lo que piensan, y así quedó grabado como telón al mítico líder de Pink Floyd: “No queremos más muertos ni presos. No hay ninguna guerra. Seguimos exigiendo justicia para Maldonado y Nahuel”.
Puel Kona sabe que la noticia y el concierto llegaron en un momento particular: la creciente persecución y amenaza contra el pueblo mapuche después de la desaparición de Santiago Maldonado en la Puf Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen y el fusilamiento de Rafael Nahuel en la lof Lafken Winkul Mapu de Villa Mascardi, en medio del desastre ambiental que las empresas petroleras están haciendo cotidianamente en Vaca Muerta, y que particularmente se produjo en el derrame en el yacimiento Bandurria Sur.
“Es algo terriblemente grave para que ellos lo admitan”, cuenta Lef. “Las empresas no quieren que estos hechos salgan a la luz, y que se sepa que generan una contaminación terrible para las comunidades. En ese caso, el pueblo mapuche tiene la valentía de difundir las consecuencias porque, luego, ellos nos ponen como enemigo número uno, y la única realidad siempre ha sido defender los territorios donde vivimos”.
Lef habla sobre el contacto con Waters: “Es una persona muy humilde. Ni bien terminamos de tocar, envió a su manager para transmitirnos su mensaje de apoyo. Y, cuando se subió él al escenario, nos felicitó y explicó cuál es el real sentido que tiene todo esto”.

Roger Waters, el sábado, con el pañuelo verde por #AbortoLegalYa.
Cada integrante sintió por el cuerpo los momentos críticos, de lucha e intensidad, que vivieron en estos años. “Son tiempos muy difíciles, donde se ha visibilizado todo lo que es nuestra lucha. Se sobredimensionó con la seguridad nacional, todo lo que dijo la ministra Bullrich y los gobiernos provinciales. Esto es una lucha que viene hace siglos, fortaleciéndose, y más allá de la militarización de los territorios, el pueblo mapuche tiene que seguir aliándose con el pueblo argentino, porque estas empresas que nos contaminan vienen y se van dejando miseria y muerte, pero los que seguimos viviendo acá somos nosotros”.
Lef dice que, pese al haber estado como teloneros de una leyenda viva del rock mundial ante 60 mil personas, estaban muy segurxs. “Se nos cruzaron muchas cosas por el pensamiento y el corazón. No sólo la familia y la comunidad, sino todo nuestro pueblo. Y también los medios que siempre estuvieron pendientes de difundir nuestra música: nuestro aguante siempre estuvo en los medios autogestivos, comunitarios, populares y barriales que difundieron nuestro mensaje. Esto hay que disfrutarlo. Pero, cuando termine, volvemos a esa raíz”.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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