Nota
El Superclásico de la literatura
La final de la Libertadores convirtió a todos en grandes contadores de cuentos: que vistantes sí, que visitantes no, que se posterga por el shabat… Ariel Scher repone en esta nota un poco de narrativa futbolera -en serio- que inspira al más famoso de los partidos en Argentina: River-Boca, Boca-River. El equipazo: Marechal; Cortázar, Braceli, Sacheri; Borges, Bioy Casares, Dolina, Piñeiro; Fontanarrosa; Galeano y Soriano; y muchos más.
Están los que creen que el presidente Mauricio Macri fue el primero en hacer ficción sobre el Superclásico cuando en un rato propuso y al siguiente rato depuso que los hinchas visitantes, prohibidos cada fin de semana en las tierras del mismo Macri, regresaran a las canchas por dos tardes. Eso no es cierto. Si lo de Macri suena a cuento y también suena a cuento que el mandamás de Boca, Daniel Angelici, sugiriera posponer los sudores superclásicos de los sábados a causa de la condición sagrada del shabat y por supuesto suenan a cuento mil y un historias de gentes poderosas y de gentes despojadas a las que se les esfuma el mundo cuando Boca y River o River y Boca se preparan para jugar es porque asoma una final de la Copa Libertadores que parece más de cuento que otra cosa. Un cuento original, pero cuento al cabo, que se suma a la larga literatura que inspiró el más famoso de los partidos posibles en la Argentina.
Leopoldo Marechal, por ejemplo, no necesitó que un jefe de Estado entretejiera fantasías sobre un duelo clásico con tribunas de los dos colores. Lo escribió en Megafón y la guerra, una novela editada en 1970: “Había en las tribunas una tensión indefinible, como la de la atmósfera un minuto antes del huracán. Se trataba de aquel ‘olor a bronca’ misterioso y temible que la nariz de ningún porteño deja de olfatear en el aire y que nos emborracha como una pólvora. Cuando los dos teams salieron a la luz por el túnel, el caos de la furia se individualizó en silbidos y aplausos: las jetas hirientes de los que silbaban se volvieron a las jetas borrascosas de los que aplaudían. Y se inició un encuentro maligno y enredado, como si demonios invisibles y de camisetas contrarias inspirasen las acciones”.
Peronista, proscripto, cautivante, Marechal ya había reunido a Boca con River en los tramos iniciales de Adán Buenosayres (“Demonios infantiles, embanderados con los colores de River Plate o de Boca Juniors”), su primera novela, que en 1948 despabiló aplausos en un joven crítico literario llamado Julio Cortázar. En la correspondencia que los dos escritores intercambiaron a través de los años no hay líneas superclásicas, pero sí una confluencia de comprensiones. Nunca se sabe: acaso alguna de esas coincidencias provocó que Cortázar, lejano del fútbol y amante del boxeo, desgranara una mención conjunta para Boca y River en su Libro de Manuel: “Si extrapolás podrían invitar a todos los de Boca o de River a mandarse el Terry Riley un domingo de tarde, repartiéndoles unas quenitas y otra cornamusas fáciles y baratas”. Músico estadounidense y singular, Riley soprendió con su obra a muchos públicos pero es posible que el asombro hubiera sido suyo de enterarse que alguien (alguien que puede ser sólo Cortázar) lo situó en interacción con los rituales de la popular.
¿Habrá en los archivos de la literatura algún autor tan creativo como la Conmebol, que anunció que Boca y River se enfrentarían por el título antes de confirmar que no le daba lugar a una protesta judicial del Gremio de Porto Alegre para que River no fuera el finalista? Difícil empatar con semejante audacia imaginativa, pero seguro a esa altura está, entre otras magias, Señor Labruna, el cuento del mendocino Rodolfo Braceli que, tierno y desopilante, entrelaza las vidas de Estupor Corcuera, un maestro provinciano bien de Boca, y Ángel Labruna, ídolo entre los ídolos de River (“Señor Labruna, no vaya a tomar a mal lo que ahora paso a contarle: yo soy hincha de Boca, lo soy desde que tengo uso de razón y uso de pasión. Pero eso no me impide tener por usted mi más alta estima y admiración. Yo sé que usted es de River y jugará en River hasta el último minuto del último partido de su vida”). Repetida incorporación a la literatura argentina (Jorges Luis Borges y Adolfo Bioy Casares usan el apellido Labruna al enhebrar la biografía de Honorio Bustos Domecq, la firma con la que estampaban sus cuentos compartidos), Angelito aparece en La traición de Rita Hayworth, traído por Manuel Puig, quien allí introduce al -claro que sí, ya es tiempo de dejar de considerarlo una extrañeza- Superclásico. Bioy Casares, en cambio, no regresa a Labruna pero sí a Boca-River en una brevedad de sus diarios nucleados en Descanso de caminantes. Nadie dirá que no es un ratificación de su ironía irrompible: “Es un gran muchacho De la Rúa. Para presidente, lo voto sin vacilar. Para presidente de un club mediocre, no grande como Boca o River; un club de barrio”.
Seducción para los tangueros como Emilio Brameri y El Matrero en Viento en contra (“Si alguien habla bien de River, él seguro grita Boca”) o para el rock que se oye en 9 de Julio, de Callejeros (“Otra vez otro Boca-River/ que termina a las piñas,/ arañando el final”), habrá que esperar por cuánta música hilvanarán el Pity Martínez o Cristian Pavón en medio de las histerias, de las mugres y de los miedos que envuelven a la pelota en esta edad humana. Hasta entonces, quizás la salida consista en leer a otros versificadores notables como Fernando Guibert (“Y la silbante víbora en medio del estadio,/ enorme pan abierto, rosca de Reyes, River Plate y Boca”) o como Humberto Costantini, reconocedor implícito de la gravitación imperial de Boca y de River en Porteño y de Estudiantes, tributo a su pasión por el club pincha, donde asume lo que sigue: “Uno aguantó silencios,/ miradas bocayunior,/ sonrisas riverplei”. La alusión de Costantini (que además cita a River en su cuentazo Inside derecho) sintetiza, dese la literatura, el papel hegemónico de River y de Boca en la Argentina cotidiana, algo que, por si se requiriera una ratificación también de literatura, suscribe Eduardo Sacheri en las muy futboleras hojas de Papeles en el viento: “Son todos de Boca, ahora. O de River, como mucho. —¿Y qué querés? Si en la tele están dale que dale con Boca y River…”.
Tal vez el poema entre los poemas superclasiquísimos es de un crack, Héctor Negro, quien hace eje en en esa vida asociada y disociada a un solo tiempo, en ese juego de no ser nunca el otro pero sí ser en relación con el otro, que signa a River y a Boca. “El Riachuelo y El Plata/ Podrán mezclar sus aguas allí cerca,/ Pero River y Boca no se mezclan./ Boca-River, un relámpago largo de impaciencias/ Cien barrios, cien ciudades bien alertas,/ No hay neutrales, no hay sordos y no hay siesta”, desgrana en sus estrofas que andan grabadas para las orejas de cualquier futuro gracias al vozarrón de Alejandro Apo.
Ningún texto manifiesta de manera más rotunda esa tensión de gigantes opuestos que una brevedad anotada por Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra. Es puro Galeano y puro River-Boca: “Creo que fue Osvaldo Soriano quien me contó la historia de la muerte de un hincha de Boca Juniors, en Buenos Aires. Aquel hincha se había pasado toda la vida odiando al club River Plate, como correspondía, pero en el lecho de agonía. Y así pudo celebrar, en el último suspiro: —Muere uno de ellos”.
Soriano, cuervo y futbolero al mango, ejerció de cronista de unos cuantos Boca-River, al punto de transformar en bellezas sobre el papel a partidos que habían sido un opio arriba del césped. No fue el único en lograrlo, ya que las memorias del periodismo deportivo obsequian muchísimos relatos tan o más hermosos que los mejores partidos. País de espantos que nunca se volverán olvido, la Argentina cuenta a Enrique Raab entre el centenar de trabajadores desaparecidos durante la última dictadura cívica y militar. Aunque no fungía como cronista de deportes, un artículo suyo, publicado en La Opinión del 18 de abril de 1975, justifica con nitidez que los Boca-River siempre propiciaron crónicas excepcionales y siempre, también, se localizaron en la mira de los habitantes de la Casa Rosada. Nada escapa a los ojos encendidos del maestro Raab: “La presidente de la Nación, se sabe, solicitó personalmente que ese partido fuera televisado: más tarde, después del segundo gol de River, la hinchada de River -los muchachos de la calle Brandsen- contestaron con un estribillo la temprana acusación de gorilismo que los boquenses les habían enrostrado. Cantaron, ante el silencio hostil del sector de Aristóbulo del Valle: ‘Y ya lo ve, y ya lo ve/ la Boca está bailando a pedido de Isabel…”.
Quizás la tentación de generar literatura con Boca y River devenga de que, según unos cuantos escritores, pocas cosas son tan decisivas para la edificación de un texto como delinear un buen antagonista y acá, evidencia plena, el antagonista está servido. “Como caerle con la camiseta de Boca a alguien de River”, suelta Claudia Piñeiro en su novela Las viudas de los jueves. “Ya sé que el deporte me tenía sin cuidado, pero en los papeles yo era de River y Bertuccio era de Boca y aun así entre nosotros estaba todo bien, a excepción de los días posteriores a cada clásico, eso sí, en los que uno desollaba al otro con precisión de piel roja”, enmarca Marcelo Figueras. en Kamchatka, para tornar otra vez en contrapunto de novela al clásico. Alejandro Dolina, narrador del fútbol como pocos, halló rutas que articulan teoría, pasión y literatura para conjeturar sobre ese cara y cruz tan poético como deportivo en una nota en la revista Humor: “Existe un espíritu boquense y un espíritu riverplatense. Ambos son, inclusive, anteriores a la existencia de Boca y River. Boca es el alma romántica. River el clasisismo. Boca es fe y corazón. River es ciencia y cerebro. Cualquier historiador sensible podría reconocer, sin consultar documento alguno, las preferencias deportivas de los personajes de cualquier siglo. Alejandro de Macedonia fue -sin duda- boquense perdido. Aristóteles, su mentor, era de River”.
Nota
La Ronda, en la mirada de Martina Perosa
Quinta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que se propone transmitir el valor de la constancia, de los pies en el espacio público, de la gota a gota que horada la piedra, la no violencia contra la violencia, su valor social, su peso histórico, sus 40 años de coreográfico diseño: media hora, todos los jueves. Esta cobertura realizada fue por la fotógrafa y artista visual Martina Perosa.
Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.
“Desde hace tiempo me interesa la relación entre fotografía y movimiento. Hay un trabajo que me parece muy interesante, que me inspiró en esta búsqueda, que es la serie fotográfica de Muybridge en el que logra documentar el rápido trote de un caballo en el aire. Mediante esta serie intentaba demostrar, frente a la teoría opuesta de algunos periodistas deportivos, en el que hay un momento de la carrera en el que los cuatro cascos del equino están en el aire. Esas series en movimiento abrieron una nueva discusión en la historia de la fotografía, que incluso dieron comienzo al cine”.
“Siempre me interesaron estos cruces interdisciplinarios entre las diferentes ramas artísticas como el cine, la fotografía y la danza. Pensando la ronda de plaza de mayo, me punzaba mucho la idea de coreografía. Una repetición constante todos los jueves, durante cuarenta años, por media hora. Una serialidad. Una duración y tiempo concreta. En un espacio determinado. Unos cuerpos, y una relación entre ellos, con una calidad de movimiento que a lo largo de los años fue mutando según el contexto: explosivo, suave, sutil. Y una música que hilvana el movimiento, los sonidos de la calle y el grito popular”.
Sobre Martina Perosa
Artista visual, nacida en la ciudad de Buenos aires. Su formación se centró en distintas disciplinas artísticas, que hoy confluyen en su obra. Estudió cine, indagó en el teatro, la performance y danza contemporánea y luego se especializó en talleres de fotografía y clínicas de obra. Esta multiplicidad de intereses le permitió construir una mirada interdisciplinaria sobre la fotografía con un principal interés en el movimiento, y en la potencia de la imagen para construir ficción y contar historias. En 2019 editó su primer fotolibro “Shinsekai”, finalista del Premio Publicación Latinoamericano en el FELIFA 2021 y en diciembre 2023 editó su segundo fotolibro Proyecto Dallas.
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Rosario narco (1): la infiltración y la complicidad
Reflexiones, datos de la realidad e hipótesis sobre lo que ocurre en Rosario a partir del recrudecimiento de la violencia, a través de esta entrevista con Francisco Broglia, Defensor Público del Servicio Público de la Defensa Penal de la ciudad de Rosario y especialista en Derecho Penal. Desde la desestructuración económica a la descripción y atomización del mercado narco. Las complicidades policiales. La demagogia punitiva y las lógicas de la guerra, frente a otro tipo de esquemas de seguridad. La ineficacia de la violencia y la mano dura. Y la necesidad de una reforma policial y penitenciaria para poder ir al corazón del problema.
Texto: Sergio Ciancaglini
Rosario sigue sufriendo la violencia narco por un lado, y las políticas de “saturación” policial por el otro (llenar las calles de efectivos) que no parecen encontrar soluciones. El gobierno santafesino exhibió mayores controles y restricciones en las cárceles, con presos supuestamente relacionados al negocio narco y considerados de “alto riesgo”, sin ropa, en el piso, ante personal policial armado y encapuchado. Pablo Cococcioni, ministro de Seguridad provincial, publicó las fotos en Instagram bajo este título: “Cada vez la van a pasar peor”. Se emularon así las imágenes conocidas en El Salvador presidido por Nayib Bukele.
Se acumularon otras escenas, o aparentes respuestas: un colectivo penitenciario baleado, el asesinato de dos taxistas (Héctor Figueroa y luego Diego Celentano, en ambos casos utilizando balas policiales) y un colectivero (Marcos Daloia) a los que se sumó el crimen del trabajador de una estación de servicio, Bruno Bussanich. Todo acompañado por las amenazas al gobernador Maximiliano Pullaro, y una nota dirigida al propio gobernador y a Cococcioni en la que se pronosticaba: “carguen con muertes inocentes”.
Sobre ese panorama habló con lavaca Francisco Broglia, abogado, especialista en Derecho Penal, Magister en Ciencias Sociales, docente universitario y actualmente Defensor Público del Servicio Público de la Defensa Penal de la ciudad de Rosario.
“Hay un endurecimiento de las condiciones de detención en algunos penales y quizás esta respuesta tiene que ver también con eso porque se empieza a dar desde hace algunos meses atrás. Esto que sucedió con la foto a lo Bukele, como se le dice. No se sabe si fue la gota que rebalsó el vaso o bien ya se venía dando una situación de agravamiento de las condiciones carcelarias que derivó en estos atentados en los que, además, están demostrando que tienen armas de la Policía y material balístico provisto por las fuerzas de seguridad. Hay un mensaje bien, claro: ‘estamos infiltrado en el Estado, o el Estado es cómplice nuestro’” explicó Broglia.
La precarización y la identidad
¿Cómo describir este panorama? “Rosario era de las ciudades más seguras de Latinoamérica, con una tasa de homicidios más baja que la media nacional, y hoy la estamos cuadruplicando. Hay una conjunción de cosas. Un fuerte cambio estructural del mercado del trabajo en Argentina y en el mundo en los últimos 30 años, relacionado con la precarización laboral. La situación es muy fuerte en los territorios, con situaciones de exclusión de jóvenes de sectores populares. Los materiales disponibles para construir identidad, para esos jóvenes, son prácticamente nulos. Los tradicionales, la escuela o el trabajo, dejaron de operar para ellos”.
¿Y entonces? “Aparecen otras formas de construir identidad, respeto y reconocimiento. Por ejemplo, la violencia. Y en ese marco aparecen estas economías delictivas vinculadas con la comercialización de sustancias como forma de generar esa identidad, ese prestigio social para los jóvenes. Ser soldadito (como se llama a quienes integran las bandas narco) de algún modo es esto: construir un yo, un ser, y hacerlo de una manera que la lógica actual de precarización no permite”.
La lógica de matar
Para Broglia la situación en los barrios empieza por algo aparentemente sencillo: “Estamos en un modelo económico salvaje, donde tirar un tiro, matar a alguien, aparece como una lógica acumulativa. Hace un tiempo el que ganaba prestigio era el que se enfrentaba al ‘poronga’ del barrio. Pero luego aparece una lógica más capitalista, donde esto se mide en términos de cuánta gente esa persona es capaz de matar. ¿Cuántos muertos te cargás? Y con ese número te enfrentás y te imponés al ‘poronga’. Por eso hablo de lógica acumulativa”.
Cómo funciona el mercado: “Otra cuestión que cambió es la atomización del mercado de comercialización de sustancias. En las décadas del 80 y 90 era mucho más chico y concentrado. Pero ahora se transformó la lógica, mucho más atomizada y descentralizada. Y también se transformó el sistema de las complicidades”.
Las internas policiales
¿Qué significa esa transformación? “Que no hay una verticalización de cómo se estructuran sobre todo las fuerzas de seguridad en el mercado. Y entonces aparecen varias internas, distintas complicidades y varias bandas policiales operando con diferentes grupos también enfrentados entre sí. Es una atomización de las burocracias penales”.
¿Qué quiere decir eso? “Estoy pensando en algo que se ha manifestado en las causas penales, investigaciones y juicios federales que hemos tenido en Rosario: la complicidad de las fuerzas de seguridad, particularmente de la policía. No digo que toda la fuerza sea cómplice en esto. Pero hay varios grupos en pugna, operando para distintas bandas, lo que permite ver que no hay una estructura centralizada, como tampoco un cartel que domine el mercado”.
El resultado: “Al no haber carteles lo que hay son bandas sueltas, atomizadas, con poder de fuego y mucho uso de la violencia con la mano de obra de los pibes, los soldaditos. Son los más intercambiables, pero a la vez son los que están dispuestos a intervenir disparando por unos mangos, o haciendo cualquier otra cosa”.
Soldaditos y financistas
¿Cuál es la respuesta estatal? Broglia lo explica como una especie de marketing: “La respuesta típica es la saturación policial. Militarizar la ciudad es muy vendible hacia afuera. Es obvio que a todos nos puede llenar de tranquilidad tener un policía más cerca, en un contexto de miedo. Pero no parece como una solución de fondo porque en realidad en estas estructuras delictivas hay manejo del dinero y distintos niveles de jerarquía. Obviamente, la intervención de la fuerza de seguridad en el territorio no va a llegar a las cúpulas que financian el negocio, donde el financista ni siquiera se conoce con el que está tirando tiros en el barrio. Son cosas mucho más anónimas, con muchas intermediaciones”.
Agregado de contexto: “Estamos inmersos en un capitalismo neoliberal financiero que funciona también con estas lógicas, y que se alimenta también del dinero que se produce por esta vía”, referencia que empalma con las industrias de lavado de dinero que contienen a todo este fenómeno.
“El otro punto es la amplificación de la violencia. La violencia fue escalando a partir de la visibilidad de grupos o bandas como Los Monos, por ejemplo. Empezó a aparecer el tema en los diarios, se lanzó la ‘guerra al narcotráfico’ y a algunos grupos en particular con nombre y apellido. Y eso está amplificando la respuesta violenta. Entonces aparece una escalada, al estilo de otros países donde se aplicaron las mismas recetas. México y Colombia por ejemplo. El Estado amplifica la violencia que va escalando en forma desmedida. Pero esos países son un ejemplo: por más escalada, el problema no se soluciona y es más: se agrava”.
El espectáculo
En estos días ha habido distintas intervenciones mediáticas del Presidente Milei y su ministra de Seguridad Patricia Bullrich (que anunció contradictoriamente en la misma oración que Milei iría a Rosario en 25 días, o en dos semanas, o en una, confirmando la proverbial dificultad o manipulación del oficialismo con los números).
Sostiene Broglia: “Todo es muy nuevo, hay mucha información cruzada. Es cierto que hubo una situación en la unidad de Piñero, pero otros dicen que no. Hay distintas versiones del gobierno provincial, y varios hábeas corpus presentados por la Defensa Pública debido a relatos bastante tremendos de personas privadas de su libertad. Entonces no sabemos qué es lo cierto y lo que no, por lo que me parece aventurado hoy decir algo en relación a si lo ocurrido fue una respuesta a la situación en la cárcel, o no”.
La ministra Bullrich sonríe y saluda en Rosario. (Foto distribuida por el Ministerio de Seguridad).
Traducción: Broglia pone en tela de juicio las versiones difundidas mediáticamente. Duda, además, sobre el tema de la autoría de los crímenes y ataques de los últimos días: “Tampoco me animaría a coincidir ni a disentir en términos de quiénes son los que preparan los atentados. De lo que sí estoy seguro es de que cuanto más violencia se genera, la escalada termina siendo peor. Claramente la solución no va a ser la espectacularización de la violencia. Entiendo que el Estado tiene que ser firme y echar mano de las herramientas que le corresponden dentro del marco legal”.
Broglia no quiere cargar las tintas en los actuales gobernantes. “Son gobiernos que están hace poco, lo digo como no votante de ambos. Pero al margen de la simpatía que se les tenga, conviene pensar las cosas con coherencia. Venimos de un proceso de mucho tiempo, desde los 90, que instaló lo que suele denominarse demagogia punitiva. La alternativa al problema de la seguridad aparece como un discurso de guerra al delito, guerra al tráfico de sustancias. Se construye un enemigo que generalmente está en los barrios populares, entre personas pobres. Y se ha ido avanzando hacia un planteo en el cual prácticamente hay que exterminar a ese otro convertido en enemigo, pero sin resolver el problema de fondo, que incluye lo económico y las burocracias penales. Y eso no es privativo de ningún gobierno en especial sino que atraviesa a todos, provinciales y nacionales, durante los últimos 30 años”.
El rinde electoral
“Hubo algunos avances y muchos retrocesos en materia de seguridad, intentos de lograr una idea de seguridad más democrática, y la contrapartida de situaciones muy hacia atrás. En todos los gobiernos. A la política le cuesta mucho correrse de los discursos habituales porque los políticos interpretan que esas medidas duras, espectaculares, son lo que la población quiere. Piensan que rinde electoralmente. Hubo matices, gobiernos que atemperaron esa actitud y que intentaron algunas transformaciones, pero al final siempre fueron hacia el punitivismo, por esa idea electoral. La lógica de una guerra absurda que no existe, y que no es ninguna solución. Lo que se precisan son soluciones multi agenciales”.
¿Por ejemplo? “Un abordaje con intervención de diversos actores, no solo las fuerzas de seguridad. Encarar el problema del delito en toda su complejidad como fenómeno social, multi causal, con la intervención de otros actores sociales que pueden influir en el fenómeno, no solo la policía. Fijate que en esta misma charla estamos viendo varias aristas distintas. Entonces el tema es la operatividad de las intervenciones que tienen que ver con la política social del Estado, por ejemplo, en donde mucho tiene que ver un neolberalismo económico y financiero que funciona también con estas lógicas, que también alimenta a una economía que muchas veces funciona con ese dinero”.
Francisco Broglia, Defensor Público del Servicio Público de la Defensa Penal de la ciudad de Rosario y especialista en Derecho Penal.
La saturación es vieja
“Otra cuestión es hacer un diagnóstico certero. Pensar que el problema de la comercialización de sustancias se va a resolver solamente poniendo más policía en la calle, evidentemente ha demostrado que no va a traer grandes resultados” plantea Broglia. Las noticias postulan que son unos 450 efectivos enviados esta vez a Rosario (se instalarían en 3 barrios) frente a intervenciones como la de Sergio Berni, que recuerda Broglia, con 4.500 efectivos que tampoco resolvieron el problema, puede verse.
“En Rosario ya hubo varias intervenciones según el esquema de saturación policial. La verdad es que es algo bastante viejo, que no solucionó nada. Sergio Berni lo hizo en 2012, de modo mucho más amplio y potente que lo que buscan hacer ahora el gobernador Pullaro y la ministra Bullrich. Recuerdo que una antropóloga, Josefina Martínez, decía que en lugar de pensar tanto en la saturación policial, alguna vez habría que pensar en un esquema de saturación social: cómo hacer frente a las problemáticas del neoliberalismo y la exclusión, que hoy encima se manifiesta de un modo bastante intenso y compleja”.
Menciona el Defensor Público otro tema que no aparece en ninguna agenda: “Hay que pensar de una vez por todas en una reforma policial y penitenciaria integral. Parecería que la política no se anima a intervenir sobre esta autonomía policial, que es el gran tema de todo lo que estamos comentando. Se dieron en el país algunos procesos siempre en situaciones de crisis muy extrema, como en la Policía Bonaerense. Y luego retrocesos cuando se comenzó a calmar el reclamo social: ahí volvieron los avances conservadores y muchas de las reformas fueron para atrás. Sigue siendo un tema pendiente, el gran tema si se quiere encontrar una solución efectiva a lo que está pasando en Rosario, por ejemplo”.
Teoría sobre la demagogia
Señala también Broglia el error de la demagogia punitiva: “Tengo una mirada diferente por lo que me ha tocado ver y trabajar. No lo digo como intérprete ni nada por el estilo, pero sí por algunas cosas que humildemente uno puede escuchar de personas muy castigadas por el problema de la inseguridad, que son las personas más pobres. Son las que más lo sufren porque hay siempre una desatención del Estado de esas victimizaciones, como también desde la política se piensa que la demagogia punitiva es la alternativa, y que la gente quiere más cárcel, más policía y más violencia”.
“Pero cuando uno se acerca un poco a lo que la gente parece necesitar, la gente no pide más violencia desde el Estado para enfrentar el problema. Pide que no le pasen cosas, no ser víctima de delitos, vivir tranquila, no tener miedo. Me hace acordar una cosa que decía David Garland, un criminólogo del Reino Unido, en la década del 90, cuando se discutían las mismas cuestiones. Él decía que la gente no quiere la violencia del Estado. Esa es la interpretación del político y de la opinión publicada en los medios, como salida para demostrar que está haciendo algo diferente. Pero la gente lo que quiere es que no le pase nada. Entonces tal vez habría que plantear otras visiones, que tal vez sean acompañadas también desde el punto de vista de los votos. Pero también hay que tener coraje como para hacer eso, ¿no?. Coraje, capital político y apoyo en general. Pero eso se va a poder lograr cuando se comprenda que lo hecho hasta ahora no soluciona el problema”.
¿Qué le diría a una persona que piensa que la solución es más policía, más mano dura? “Es complejo porque es difícil sacar a la gente de sus cuadros o sus marcos ideológicos. Entonces esa persona está convencida de que la única alternativa es esa. Es complicado que pueda entender que hay otra salida. El problema no se va a resolver con mayor violencia porque no tiene que ver solamente con una cuestión de derecho, sino con la ineficacia de esas políticas”.
Sobre la política del “cada vez la van a pasar peor” en las cárceles a lo Bukele, Broglia propone dos conceptos:
- “Desde el punto de vista de los derechos humanos, nuestra legislación establece la finalidad resocializadora de la pena y la prohibición de la tortura y los malos tratos a las personas detenidas”.
- “Desde el punto de vista de la eficacia del punitivismo para reducir la violencia y el delito, te diría que el endurecimiento carcelario es inútil”.
Nota
La Ronda, en la mirada de Eduardo Longoni
Cuarta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que se propone así transmitir el valor de la constancia, de los pies en el espacio público, de la gota a gota que orada la piedra, la no violencia contra la violencia, su valor social, su peso histórico, sus 40 años de coreográfico diseño: media hora, todos los jueves, 2.392 veces al 15 de febrero, fecha a la que corresponde esta cobertura realizada por el fotógrafo Eduardo Longoni, autor de uno de los registros a lo largo de la historia de Madres más reconocidos. Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.
Foto: Eduardo Longoni para la cobertura colaborativa de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo.
Una ronda de casi medio siglo
Estoy parado en la Plaza, a la sombra de un árbol, con los ojos entrecerrados por la luz que refleja la blanquísima Pirámide. Es un caluroso jueves de verano, son las tres de la tarde. Y espero que lleguen las Madres a su habitual ronda. Pero mi cabeza vuelve una y otra vez a los jueves invernales de fines de los ´70, plena dictadura. Frío. Por dentro y por fuera. La Plaza llena de servicios de inteligencia, de policías de civil, de personajes oscuros. Y allí iban llegando las Madres, algunas acompañadas por familiares, otras solas con su pañuelo. Todas con desesperación, con coraje y con pequeñas fotos de sus desaparecidos. Yo era joven, como sus hijos ausentes. Ellas tenían la edad de mi madre. En medio de ese lazo tácito de amor que nos fue uniendo, nacieron mis primeras fotos.
Hoy estoy aquí, ya no soy joven. Es mi primera ronda después de la muerte de mi madre. Y ahora sólo llega Norita Cortiñas por un lado y Pina de Fiore por otro. Hay algo que me estruja el alma. Una mezcla del paso del tiempo con tristeza. Pero ellas siguen dando vueltas. Incansables.
La ronda de las Madres es el lugar dónde ahogar las flaquezas, los miedos, es un sitio dónde los obstáculos se vuelven más pequeños. Es el círculo en el que empezó a derrumbarse la dictadura más sangrienta de nuestro país. Nada menos…”
Foto: Eduardo Longoni para la cobertura colaborativa de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo.
Foto: Eduardo Longoni para la cobertura colaborativa de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo.
Foto: Eduardo Longoni para la cobertura colaborativa de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo.
Foto: Eduardo Longoni para la cobertura colaborativa de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo.
Sobre Eduardo Longoni
“Trabajo con fotos, respiro fotografía, las imágenes me asaltan a cada paso. Con la cámara como pasaporte puede viajar por todo el mundo. Expuse mis imágenes en muchas galerías y museos alrededor del mundo, pero guardo un especial orgullo de haber sido uno de los fundadores de la exposición El Periodismo Gráfico Argentino allá por 1981, cuando todo era peligroso en nuestro país. Esa muestra, la más prestigiosa del fotoperiodismo argentino, sigue vigente hasta nuestros días con más de 30 ediciones”.
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