CABA
En la piel de un gilet jaune
Cinco chalecos amarillos dan sus testimonios de por qué se manifiestan, qué respuestas reciben del Estado y porque lo que sucede en las calles de Francia ya puede pensarse como una revolución. Del conservadurismo a la izquierda, sin partidos políticos y con reclamos bien precisos, las y los franceses se comparan con el 89 y hablan de un «hartazgo mundial» contra las élites. Los impuestos, la jubilación, la educación, los inmigrantes y el combustible. Crónica y fotoreportaje de algo más que una manifestación. Por Lucas Barreña. Fotos de Julia Portanier.
Aurelie Yoann camina de la mano de su hija por las calles de Limoges, un distrito ubicado en el centro de Francia. A través de información que pudo ver en distintos grupos de Facebook, se unió a protestar pacíficamente por una profunda crisis que, en palabras de ella, se remonta mucho tiempo atrás. Para Alexandre, un manifestante de la ciudad costera Charente-Maritime, “hay que retroceder 40 años hasta llegar a la muerte del general De Gaulle, donde todo comenzó”. El aumento de la gasolina y el diesel fue la gota que rebalsó el vaso de una sociedad que viene protestando por los bajos salarios y las altas tasas de desempleo (alrededor del 10%).
Yoann aclara que los gilets jaunes (chaleceos amarillos) son un grupo “heterogéneo y apolítico”, organizado por ciudadanos franceses y no por los partidos, algo clave para entender el ambiente variopinto de los que hoy están reclamando. En edad, profesión, región e incluso ideologías, todos parecen venir de distintos ambientes. La diversidad de los protestantes encuentran su punto en común en, según el joven Romain, “la unión en favor de una cosa: la Francia de la libertad, igualdad y fraternidad, que no es realmente lo que hay hoy”.

Foto: Julia Portanier
Pese a esta aparente organización sin líderes que se la rebusca para salir en conjunto a las calles, como sucedió el pasado 17 de noviembre cuando 300.000 chalecos amarillos coparon las calles de París, Caroline reconoce que intentan estructurarse con representantes en cada región, aunque es una tarea difícil de configurar porque hay personas que no confían en las demandas personales de los demás. Sus declaraciones se dan de hecho en el anonimato, porque asegura que “ya no tenemos ningún derecho sobre el derecho a hablar”.
El impuesto sobre el combustible, el desprecio por parte presidente Macron y el sufrimiento de la gente para terminar el fin de mes con dificultad fueron algunas de la causas que cree que desataron la escalada del movimiento, aunque también sabe que “muchos están protestando no solo por lo del combustible, sino también por un aumento en el SMIC (salario mínimo) y en las pensiones que afectan a nuestros jubilados pobres que incluso después de haber trabajado toda una vida tienen que seguir pagando más y más”. En este punto, Romain, estudiante de servicios medioambientales, explicó la reacción del gobierno francés, que desde las revueltas en París decidió anunciar tanto la eliminación de los impuestos para los hidrocarburos y las pensiones como incrementar € 100 en el SMIC: “El 70% de los franceses no le cree”, dice sobre Macron. “¿De dónde sacará este dinero un país en déficit?”.

Foto: Julia Portanier
Los levantamientos que ocurrieron en simultáneo en varios puntos del país, impulsados principalmente desde los sectores rurales, se muestran por televisión como el evento más violento desde la Revolución Francesa. El Arco del Triunfo no se deja ver por los gases de la batalla y los rebeldes parecen querer prender fuego cada esquina de Les Champs-Élysées. Tiran bombas de humo y combaten ferozmente contra la policía. Sin embargo, las cuatro muertes de chalecos amarillos y las más de 1.700 detenciones en las manifestaciones muestran la otra cara: la violencia institucional que reciben como respuesta a manifestarse.
“Los manifestantes estaban allí para reclamar sus derechos y proteger sus finanzas, y la policía estaba allí para quebrar al manifestante”, reveló el parisino Julen Sudrie, que justamente trabaja como agente de seguridad. Los testimonios coinciden en la paz en la que se movían de los gilet jaunes. Aunque no se puede pasar por alto la cantidad de autos quemados y saqueos en la capital francesa, Aurelie no duda en decir que muchos matones se cuelan entre los chalecos amarillos, mientras que Caroline se estremece al contar que a la policía no le importó reprimir por más que estén caminando, sentados en el suelo o cantando la Marseillaise: “Es horrible, ya no tenemos derecho a nada”.

Foto: Julia Portanier
Los impuestos, la jubilación, los estudiantes y los inmigrantes son otras de las banderas que preocupan a Romain, quien dice que este último ítem recobró importancia tras el atentado terrorista en Estrasburgo que dejó tres muertos el pasado martes. El joven de 18 años, que dista de la ideología de Macron, cree que con Marine Le Pen en el poder algunas las cosas habrían cambiado. “Ella habría hecho que no se corrompa más la imagen de Francia en el extranjero, aunque para ser realista, nuestro país sobrevive gracias a los turistas”, confió en un análisis que evidenció su postura conservadora: “Todo esto se detendrá si todos los problemas de Francia dejan de pagarse con ayudas sociales. Ese es nuestro principal problema: el que no trabaja y tiene cuatro hijos gana más que una persona que sí trabaja y tiene un solo hijo”.
Que el discurso de Romain sea tan diferente al de otros chalecos amarillos es otra muestra de la diversidad ideológica del grupo, pero que comparten, como expuso Caroline, una común desesperación: “Pasamos nuestras vidas trabajando, ¿para qué? Para pagar. Estamos cansados de sobrevivir en lugar de vivir”. La muchacha difiere que todo ese dolor de décadas no habría encontrado la alternativa en Le Pen, y algo coincide con Alexandre Beauvais-Chiva, ex candidato a elecciones legislativas en Charente-Maritime y opositor tanto de Macron como de Le Pen, quien concluyó en que “ninguno de los dos ofrecen una solución real, pues el desprecio de nuestra élite y las decisiones económicas de años son responsables de todo esto”.

Foto: Julia Portanier
Las encuestas coinciden en que alrededor del 70% de la población francesa está de acuerdo con los reclamos y las formas de manifestarse. Sin embargo, en el 20% restante están incluidos el presidente, la mayoría de la cúpula de gobierno y la clase alta, que son quienes realmente deciden el futuro de Francia. El político entrevistado de 37 años es quien más hincapié realizó en el desprecio y la incomprensión de las élites, pues “sin la consideración de lo humano no puede haber una verdadera democracia y estos sectores, puedo asegurarlo por mi frecuencia en ellos, están totalmente desconectados, incluso el campo que protesta por la suba del combustible”. En este aspecto, cabe destacar la decisión de Emmanuel Macron, tildado de “gobernar para los ricos”, de reducir impuestos a quienes tengan más ganancias, medida que se sumó a la burbuja de malestar que explotó el pasado 17 de noviembre.
1789 o 1968 son apenas algunos de los años que marcaron un carácter revolucionario en el ADN francés. Tanto los burgueses como los estudiantes se manifestaron ante un orden que les incomodaba. La historia, y ahora el presente, parece poner siempre a Francia a la vanguardia de los reclamos sociales, casi como si estuviese destinado a ser la sociedad pionera en revelarse antes de contagiar las rebeliones a otros puntos del planeta que también sienten algún tipo de injusticia.

Foto: Julia Portanier
Caroline asegura que “otros países están empezando a unirse al movimiento, la gente está harta. La gente no abandonará nada, esto vencerá por los derechos a la supervivencia”. La insatisfacción de las personas de todo el mundo se ha transformado en la norma en este siglo XXI, motivo por el cual habría que estar atento de la posibilidad de estar presenciando el inicio de un nuevo orden mundial. La desconfianza a una democracia que cada vez atiende menos las necesidades de la gente y la brecha cada vez más extensa que separa a ricos y pobres son argumentos más que sólidos para que el cansancio social se transforme en revolución.
De hecho, Alexandre es uno de los chalecos amarillos que espera a que haya un cambio de paradigma en la política global, aunque sinceramente cree en el poder de las democracias. Mucho más terrenal y probable es la sugerencia de Caroline, que propone solicitar un referéndum de iniciativa ciudadana para despedir a Macron, aunque su compatriota Julen Sudrie le baja el pulgar: “Solo el Senado puede destituir al presidente”.

Foto: Julia Portanier
Por más que se haya dado marcha atrás con el impuesto a los hidrocarburos, los giles jaunes seguirán invadiendo las calles de Francia para protestar. El origen de la demanda se ha extendido a reclamos que van desde el estilo autoritario de gobernar hasta reclamos contra sus programas de reformas fiscales y laborales. Una canción que se popularizó en las últimas semanas en el país galo que llama a la renuncia de Macron («¡Macrón, dimision!» canta el rapero y se canta en las calles) se ha convertido en un éxito por el sentimiento compartido por gran parte de la sociedad.
Dice así:
He querido poner nafta: es demasiado caro
He pagado los impuestos: es demasiado caro
Hay que cotizar por aquí: es demasiado caro
Hay que cotizar por allá: es demasiado caro
Estamos hartos, estamos hartos
Voy a manifestarme, por lo tanto, yo me pongo mi chaleco amarillo.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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