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Estupidez: la oda a Monsanto que no pudo ser censurada

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El integrante de lavaca Pablo Marchetti fue invitado al CCK por el músico Agustín Guerrero para leer sus poemas en el marco del festival Tango para Músicos. Tras recitar Monocultivo, un soneto dedicado a Monsanto, los organizadores del festival quisieron impedir que vuelva a subir al escenario. El público no permitió la censura. En esta nota, Marchetti explica qué ocurrió. Y en exclusiva: el poema de la polémica.

Estupidez, por Pablo Marchetti

(Algunas consideraciones sobre lo que pasó el domingo a la noche en el CCK)

  1. Agustín Guerrero es uno de los mayores artistas de este país. Podría decir “músico”, podría decir “compositor”, podría decir “pianista”, podría decir “intelectual”. Todo eso es igualmente cierto. Elijo el término “artista” porque, creo, es el que representa íntegramente lo que significa la obra de Agustín en el aquí y ahora. Un aquí y ahora regional y global, tradicional y contemporáneo, clásico y moderno. En una época donde la palabra “genio” se usa con liviandad posmoderna, a Agustín le cabe el término de un modo moderno. La obra de Agustín recupera un término que parecía olvidado en el pasado: VANGUARDIA. Sin olvidar otro término al que muchos no le veían futuro: TANGO.
  2. La nueva apuesta artística de Agustín Guerrero es su Quinteto. Un quinteto que mezcla elementos del jazz, del rock, de la música contemporánea y, por supuesto, del tango. Se trata de una música que requiere de tal concentración para su ejecución que los músicos tocan con auriculares.
  3. Agustín Guerrero creó su Quinteto para crear, a su vez, una obra: ESTUPIDEZ, conformada por 15 piezas musicales, cada una dedicada a una representación de la estupidez humana.
  4. La música de ESTUPIDEZ está escrita para quinteto (piano y sintetizador; contrabajo y bajo eléctrico; bandoneón; guitarra eléctrica; batería), pero la obra se completa con un sexto elemento: una voz que lee unos textos que introducen cada uno de las piezas. Estos textos son unos sonetos que escribí, por pedido de Agustín. Y, a decir verdad, hay también un séptimo elemento: los textos que el propio Agustín escribió con la explicación técnica y conceptual de cada una de las piezas, que estaban impresos en el programa de mano que se entregaba a la entrada.
  5. Agustín fue uno de los docentes que participó en el encuentro Tango Para Músicos, que se realizó entre el 13 y el 19 de febrero en el Centro Cultural Haroldo Conti y en el Centro Cultural Kirchner. Un encuentro donde los músicos más importantes del tango contemporáneo dan talleres a músicos que vienen de todo el país y todo el mundo. Tango Para Músicos es un acontecimiento único y enriquecedor, con una organización impecable y una referencia ineludible para quienes crean el presente y proyectan el futuro de la música ciudadana del Rio de la Plata.
  6. Agustín Guerrerro, como muchos de los docentes que participaron en el encuentro, fue invitado a dar un concierto en el cierre de Tango Para Músicos. Agustín decidió dar el concierto con su Quinteto y presentar seis piezas de ESTUPIDEZ, con lo cual me convocó a participar como un integrante de la propuesta, de lo que fue la primera presentación en Buenos Aires de parte de esta obra. Las piezas elegidas fueron: STRESS, MONOCULTIVO, CASAS DE TANGO, LIBRE MERCADO, DISNEYLANDIA y BOMBA ATÓMICA.
  7. Cuando estaba por salir a leer el tercer soneto de la obra (CASAS DE TANGO) y después de haber leído STRESS y MONOCULTIVO (un soneto dedicado a la empresa de semillas transgénicas y agrotóxicos Monsanto), uno de los asistentes me dijo que no podía subir al escenario. Que Agustín no había avisado nada de mi presencia y que no sabían que se iban a leer esos textos. Le contesté que a mí me había convocado Agustín, que los textos eran parte de la obra, y que le preguntaran a Agustín, que es el autor de ESTUPIDEZ. Si él me pedía que me bajara, lo hacía. Si no, no.
  8. El asistente subió al escenario en el momento en que debía subir yo y le dijo a Agustín que yo no podía seguir leyendo. “Si se va el poeta, nos vamos todos”, le respondió Agustín, que después le preguntó al público: “¿Quieren que el poeta deje de leer?” El público contestó que no. Entonces el asistente me dijo que siguiera.
  9. Me cuesta hablar de censura; por un lado me parece un término obsoleto, muy siglo XX. Por otro, me da cierto pudor y parece que quien lo usa busca sacar un rédito personal victimizándose de un modo pedorro. Pero al mismo tiempo, tampoco creo que esto tenga que hacernos evitar hablar del tema. Y, lo siento, pero no se me ocurre un término que ilustre mejor lo que pasó: CENSURA. O, mejor dicho, intento de censura. Un intento que no pudo llevarse a cabo porque las autoridades, tras la presión de Agustín, tuvieron la inteligencia de dar marcha atrás.
  10. Aclaración importantísima: las autoridades del Centro Cultural Kirchner no tuvieron absolutamente NADA que ver con el asunto. Ninguna autoridad del CCK nos dijo nada, nos pidió que suspendamos nada, nos impidió poner en escena la obra ESTUPIDEZ. Esto no sólo es una apreciación personal: antes de terminar el concierto, Agustín le agradeció especialmente a Gustavo Mozzi, director del CCK y destacó su gestión pluralista al frente de la institución.
  11. El intento de censura vino por parte de algunos integrantes de Tango Para Músicos que, a diferencia de Agustín, consideran que la política debería ser algo ajeno a la creación artística. Un punto atendible. Tan atendible como el de quienes, como Agustín, creen que la creación artística y la política son parte de un mismo universo. Algo que se hace evidente en ESTUPIDEZ, pero que ya era explícito en obras de Agustín como LA BRONCA DEL PUEBLO. Y así como es imprescindible destacar la estupidez de querer censurar un hecho artístico, también hay que ser justos y reconocer el enorme valor de un espacio plural y enriquecedor para el tango contemporáneo como es Tango Para Músicos. En suma: el intento de censura no debería hacernos perder de vista la impecable organización, la multiplicidad de propuestas estéticas y la riqueza de los talleres, los ensambles y los conciertos que conformaron Tango Para Músicos. Así como el enorme valor artístico de Tango Para Músicos no debería hacernos perder de vista que hubo un intento de censura, algo inconcebible en el mundo de la creación artística y musical.
  12. Conclusión: cuando se inauguró la retrospectiva de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, en 2004, un energúmeno rompió una de las obras. León resignificó aquel incidente y transformó en obra la propia agresión. Algo así creo que ocurre con lo que pasó la noche del domingo 19-2-2017 en el CCK. A partir de ahora, la CENSURA (aunque más no sea como intento) es parte de ESTUPIDEZ. Y no es casual el paralelismo entre ambos artistas: como León, Agustín es de esos poquísimos creadores que combinan discurso político, estética contemporánea, genialidad, honestidad ética y poética, y encima son maravillosas personas. Agustín es un tipo fuera de serie. Y si no me explayo más sobre el asunto es porque alguien puede pensar que esto es lo que justifica mi admiración profunda e infinita por su obra. Y no: Agustín es un genio y lo seguiría siendo si no fuera el gran tipo que es. Por todo eso es que estoy tan orgulloso de ser un soldado de este Guerrero.

El poema:

Monocultivo

Transgénico tu suelo tan amable

de este verde parejo en campo santo.

¡Así se planta el yuyo interminable!

Así siembras la vida, ¡oh Monsanto!

Ya no hay vacas, ni trigo, ni maíz,

el gaucho se ha rendido a tus encantos

y se entregó a tu hoja y tu raíz

y al glifosato en el aire, ¡oh Monsanto!

Que nadie nos angustie y nos obligue

tan sólo un avión que nos fumigue

y nos riegue de dicha y no de llanto.

Pues así todo el mundo será bueno

¿qué nos hace un poquito de veneno?

si estás de nuestro lado, ¡oh Monsanto!

Pablo Marchetti

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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