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Stop cáncer: condenas a Bayer-Monsanto en EE.UU.

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Las demandas contra Bayer y Monsanto en los Estados Unidos retomaron fuerza y tres juicios a fines de octubre implicaron condenas por un total de 508,2 millones de dólares. La culpabilidad de la empresa por ocultar los efectos cancerígenos del glifosato, mientras en Argentina se siguen utilizando pese a los estudios que identificaron este año contaminaciones en orina, materia fecal y sangre.Por Anabel Pomar.

Stop cáncer: condenas a Bayer-Monsanto en EE.UU.

Tres palabras en tres juicios: culpable, culpable y culpable. 

En una seguidilla de derrotas, Bayer AG –la corporación multinacional de origen alemán que compró Monsanto en 2018– recibió  tres nuevas condenas por los efectos de Roundup, su marca de glifosato. La exposición a dicho herbicida, según plantearon los jurados, provocó cáncer en los Estados Unidos a tres usuarios del biocida, que sigue siendo el más utilizado en Argentina. La compra de Monsanto y todos sus productos, le está costando cara, literalmente, a Bayer.  

En las últimas semanas de octubre tres jurados diferentes en Missouri, Pensilvania y California (Estados Unidos) otorgaron colectivamente 508,25 millones de dólares a los demandantes que llevaron al Roundup al banquillo de los acusados por enfermarlos.

Tal como había sucedido en 2018 y 2019, cuando ocurrieron los primeros juicios contra la corporación, los nuevos veredictos condenatorios repudiaron la actitud de la empresa al concluir que Monsanto conocía los riesgos cancerígenos del glifosato y que ocultó esta información con el objeto de proteger sus ventas y sus ganancias. 

Las últimas condenas rompen una racha de una serie de victorias consecutivas para la corporación y vuelven a poner nuevamente el tema en los grandes medios. Uno de los focos de atención, obviamente, es el de los montos millonarios de las indemnizaciones. Tras estas condenas, otra vez, comenzaron los rumores de arreglos extrajudiciales por parte de Bayer, la caída del precio de las acciones, y los análisis bursátiles que intentan anticipar los movimientos tanto internos de la empresa como del mercado. ¿Qué hará Bayer ahora?, es la pregunta. 

Al adquirir Monsanto en 2018, Bayer adquirió además todos los juicios que se realicen en contra de los productos de esa compañía, pero también decidió privilegiar esa fusión y no dar marcha atrás. Bayer insiste en sostener al herbicida estrella en las góndolas a pesar de su peligrosidad cancerígena. Esto último anticipa un litigio sin fin y una decisión a contramano de la salud pública. En lo inmediato, la corporación sólo anunció que apelará las nuevas condenas. 

Basta es basta

El pasado 31 de octubre, un jurado de San Diego, en California, falló a favor de Mike Dennis, diagnosticado con una forma rara de Linfoma no Hodgkin (LNH), y dictaminó que fuera compensado con 332 millones de dólares: 7 millones de dólares en daños compensatorios y 325 millones de dólares en daños punitivos. 

El veredicto del jurado concluye que Monsanto conocía los riesgos cancerígenos del glifosato y que ocultó esta información para proteger sus ventas. Michael Dennis vs. Monsanto Co (REFERENCE :37-2021-00047326-CU-PO-NC San Diego County Superior Court, California, EE.UU.). 

Dennis, de 57 años, es padre de dos hijos y reside desde hace mucho tiempo en la ciudad californiana de Carlsbad. Durante el juicio declaró que estuvo expuesto al Roundup por más de tres décadas al realizar tareas de mantenimiento de jardines en diferentes propiedades. Consecuencia de ese uso, afirma, pasó años lidiando con erupciones en la piel, en las manos y los pies. Su cuerpo no respondía a los tratamientos para la psoriasis o el eccema, hasta que finalmente en 2020 le diagnosticaron cáncer. 

Los abogados de Dennis (Scott Love, Adam Peavy, Melanie Palmer y Paul Kiesel) argumentaron que su defendido encontró muy pocos profesionales médicos que pudieran asociar lo que le pasaba en el cuerpo con el uso del agrotóxico, lo que habría retrasado un diagnóstico adecuado.  

El jurado, por su parte, consideró que Monsanto no había advertido suficientemente a los usuarios de Roundup sobre la toxicidad general del producto y, en particular, sobre los riesgos cancerígenos del mismo. Peavy,  uno de los abogados, durante su alegato final eligió palabras que en nuestro país resuenan y son repetidas desde hace décadas en cada pueblo fumigado: “Basta es basta. Esto tiene que parar ahora”. 

Stop cáncer: condenas a Bayer-Monsanto en EE.UU.

Conducta escandalosa

Por su parte en el Tribunal de Apelaciones Comunes del Condado de Filadelfia, el viernes 27 de octubre, un jurado le ordenó a Monsanto pagar 175 millones de dólares  –25 millones en daños compensatorios y 150 millones adicionales en daños punitivos– a Ernest Caranci ,de 83 años, quién también sufre de cáncer LNH.  

El demandante acusó a la compañía de provocarle su enfermedad oncológica y no haber advertido sobre la presencia de carcinógenos en su producto herbicida base de glifosato, Roundup. 

El jurado le dio la razón y determinó que Monsanto exhibió negligencia tanto en el diseño del herbicida como en sus etiquetas de advertencia, y que esta negligencia fue un factor importante que contribuyó al linfoma no Hodgkin (LNH) de Caranci. 

Además ese jurado popular compuesto por 12 ciudadanxs concluyó que el Roundup era intrínsecamente defectuoso porque no informaba adecuadamente a los usuarios de su peligrosidad, y que esta deficiencia era un factor causal directo en el cáncer del demandante. 

“Nos complace que Ernie Caranci haya obtenido justicia hoy. Creemos que la conclusión del jurado que señaló que la conducta de Monsanto fue escandalosa es un presagio de lo que vendrá en el litigio Roundup a nivel nacional”, dijeron en un comunicado los abogados del demandante, Tom Kline y Jason Itkin, apenas conocido el veredicto.

Este caso marca el primer juicio de Roundup en Filadelfia y sienta un precedente importante para los futuros casos que se presentaron bajo la figura de litigio federal multidistrital (MDL).

MDL es similar a una demanda colectiva porque consolida los procedimientos previos al juicio de muchos demandantes, en aras de la eficiencia. Pero a diferencia de una demanda colectiva, cada caso dentro de MDL tiene su propio juicio, con su propio resultado.

Condena en su casa natal

En la tierra de Monsanto, St. Louis, Missouri, un jurado halló culpable a Bayer AG y la condenó a pagar 1,25 millones de dólares en daños y perjuicios al demandante John Durnell, diagnosticado con linfoma no Hodgkin en 2020 y usuario del Roundup desde 1996.  

El demandante relató ante el jurado que su cáncer está actualmente en remisión pero que él aún sufre consecuencias de la quimioterapia. “El tratamiento es agotador”, declaró durante el juicio. 

Durnell detalló que sufrió estreñimiento, pérdida de peso, anemia y dolores en las extremidades inferiores. También dijo que experimentó olvidos durante los tratamientos. “Las cosas se te escapan de la cabeza”, observó. “La quimioterapia va a todas las partes del cuerpo. Hoy tengo problemas con mis piernas. No tengo energía”. 

El oncólogo del demandante, el doctor Hsiao-Ou Hu, testificó en mayo de 2023 que su paciente no puede curarse mediante cirugía y que es probable que su cáncer de linfoma reaparezca.

El veredicto de fecha 20 de octubre concluyó, como los anteriores, con un concepto: Monsanto conocía los riesgos cancerígenos del glifosato y ocultó esta información al público para proteger las ventas de Roundup. 

Durante el transcurso del juicio, los abogados del demandante sostuvieron que el ingrediente principal del Roundup, el glifosato, es un carcinógeno tóxico pero la formulación final es un cóctel venenoso aun más grave por la presencia de cancerígenos conocidos como el 1-4 dioxano, NNG (N-nitroso glifosato), formaldehído y arsénico.

El fin del glifosato

La historia previa a estos juicios indica que Bayer, a través de un acuerdo extrajudicial en 2020 y con el pago de aproximadamente 11 mil millones de dólares, había logrado desactivar unos 100.000 casos en su contra. La propuesta implicaba que las víctimas cobraban una indemnización mucho menor que la pretendida, pero inmediata, a cambio de desactivar el juicio. 

Ese acuerdo fue apurado por la compañía tras las tres derrotas consecutivas en los tribunales, en el inicio de todo el litigio Roundup: los casos, Dewayne “Lee” Johnson, en 2018, y los de Ed Hardeman y el matrimonio Pilliod, ambos en 2019.  Todas esas condenas están firmes y en sus veredictos señalaban lo mismo que este octubre de 2023 reiteraron los jurados: “El Roundup fue sustancial para producir cáncer y Monsanto ocultó la peligrosidad”.

Para hacerse una idea de la afectación a las cuentas de la empresa, con esas condenas la acción de Bayer perdió la mitad de su valor en bolsa desde 2018, y algunos accionistas abogan por una escisión de la empresa, para limitar los riesgos jurídicos a la división agrícola. Estos días los rumores de esa opción que reclaman los accionistas volvieron a cobrar fuerza. 

Fuera de ese enorme arreglo de 11.000 millones de dólares, quedaron pendientes en Estados Unidos unas 40 mil demandas más, entre las que se encontraban las tres que ahora llegaron a la condena. El número de posibles demandantes no deja de crecer, y muestra también que aquel acuerdo no logró enterrar los reclamos contra el herbicida de base glifosato.

El abogado Brent Wisner, representante de los demandantes Dewayne “Lee” Johnson y Alva y Alberta Pilliod que lograron condenar a Monsanto-Bayer, y obtener millonarias indemnizaciones –2.427 millones de dólares– celebró públicamente los recientes veredictos y aseguró que los días del glifosato están contados.  

“La evidencia científica es clara: el Roundup causa linfoma. No debería estar en el mercado” explicó Wisner. Agregó adelantándose a un nuevo impulso destinado a lograr nuevos arreglos extrajudiciales.  “Más demandas no son la solución. Ya es hora de que Monsanto finalmente, de una vez por todas, retire este producto y negocie un acuerdo global. Es hora de ponerle fin al capítulo del glifosato”. 

La fórmula 

El glifosato fue categorizado en 2015 como probable cancerígeno en humanos, genotóxico y capaz de provocar estrés oxidativo, por la máxima autoridad de cáncer a nivel mundial, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Pese a ese señalamiento, la mayoría de las agencias regulatorias, incluidas el SENASA argentino, siguen permitiendo su uso. 

Durante sus alegatos los abogados de los demandantes hicieron un hincapié especial en que los efectos cancerígenos del Roundup no se deben únicamente al glifosato. Señalaron que la fórmula, el cóctel de venenos que finalmente llegan a cuerpos y territorios, es aun más peligroso que el ingrediente activo considerado aisladamente: la combinación potencia el resultado. 

El tema es de crucial importancia, ya que las agencias de regulación que permiten y aprueban los agrotóxicos asignan la peligrosidad basadas en la toxicidad del principio activo aislado, pero sin tener en cuenta la formulación final. Tampoco se obliga a realizar estudios a largo plazo, en un marco de regulaciones que parece hecho a medida de la industria tóxica y en detrimento de la salud pública. 

Recientemente en Bologna, Italia, fue presentado una investigación toxicológica, sin conflictos de interés, que buscó estudiar ese impacto de la exposición a largo plazo del glifosato y también de dos formulaciones comerciales de Roundup. Los investigadores que formaron parte del Estudio Global del Glifosato (GSG por sus siglas en inglés, glyphosatestudy.org/) pudieron comprobar que la exposición –en dosis más bajas a las consideradas seguras por las agencias regulatorias para permitir su uso– provocaban leucemia y mortandad temprana. 

La peligrosidad de esa formulación final ya había sido admitida bajo juramento en 2019 por el toxicólogo y jefe de Asuntos Regulatorios y Seguridad de Productos de Monsanto-Bayer, William Bill Heydens, quien declaró que el Roundup contiene cancerígenos probados. El mismo Heydens, en un mail fechado el 17 de marzo de 2015, y que forma parte de los documentos conocidos como los Monsanto Papers (monsantopapers.lavaca.org), le afirmaba a un colega que el Roundup tiene niveles “bajos” de formaldehído cancerígeno y compuestos N-nitrosos cancerígenos.

Plaguicidas omnipresentes

Mientras, en Argentina el glifosato, lejos de las cortes judiciales y con aval estatal para su uso, se respira a diario, a lo largo y ancho del país en el que sobran pruebas de los daños e impactos. 

A esas evidencias se suman en estos meses los resultados detectados dentro del proyecto financiado por la Unión Europea, SPRINT (Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global). A los diez países europeos integrantes del SPRINT (Holanda, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Francia, Portugal, España, Italia, Suiza y República Checa), en los que se estudia la presencia de agrotóxicos en ambientes y personas para delinear políticas de sustitución de plaguicidas, se les sumó Argentina. Nuestro país fue incluido por ser el principal exportador de granos para alimentar ganado que termina siendo consumido en ese continente. 

Pese a que la dirección del INTA, el organismo estatal asociado al proyecto, prohibió a la doctora Virginia Aparicio (quien lideró la investigación en nuestro país) hacer públicos los alarmantes hallazgos dentro de esa investigación internacional, los resultados que fueron adelantados por la Agencia Lavaca (nota: “Los datos que el INTA no quiere difundir”) gracias a los propios participantes que compartieron sus resultados individuales, y finalmente presentados en el exterior en septiembre último pudieron salir a la luz.

El total (100%) de participantes argentinos muestreados presentó glifosato en su cuerpo. Las personas analizadas presentaron “un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal”. 

El informe señala además que “cócteles” de hasta 120 plaguicidas se encontraron en los alimentos, el polvo del hogar, los granos de cultivos, animales, alimentos para animales, suelos y agua. El más detectado es el glifosato y su metabolito AMPA.

Del muestreo en Argentina participaron 73 personas. De las 73, un tercio consumidoras, un tercio habitantes de pueblos pequeños y vecinos de productores., y un tercio productores agropecuarios de los cuales la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja agroecológicamente. También se incluyó un monitoreo en 14 establecimientos rurales. Se tomaron pruebas en ambiente, alimentos, grano y muestras biológicas en animales. 

Los resultados son contundentes: el cuadro completo muestra que la exposición ambiental llega a todas las personas, no solo a quienes producen con venenos o viven en zonas rurales. Y por todas las rutas de exposición, por lo que en el estudio de SPRINT se consideró a estos plaguicidas como “omnipresentes”. 

En Argentina, mientras tanto, se respira veneno e injusticia.

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