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Monsanto, Bayer y el glifosato: nueva condena por causar cáncer
La justicia norteamericana condenó nuevamente a Monsanto, que deberá pagar 80 millones de dólares en la causa iniciada por Edwin Hardeman, quien acusó a la multinacional por el cáncer que sufre tras haber aplicado durante años glifosato marca Roundup. El jurado ya había dictaminado que las pruebas científicas presentadas por la acusación eran valederas, y lo que se determinó ahora es que Monsanto sabía del riesgo que genera el glifosato en la salud humana y lo ocultó con negligencia para seguir lucrando con la venta del veneno, lo cual confirma todo lo publicado por lavaca en los Monsanto Papers (monsantopapers.lavaca.org) Este fue el segundo de unos 11.200 juicios iniciados en los Estados Unidos. Y este jueves comienza el tercero.
Por Anabel Pomar
Un nuevo jurado, de manera unánime, encontró a Monsanto responsable por no advertir que su popular herbicida Roundup, producido en base a glifosato, podía causar cáncer. Así se cerró el juicio Hardeman v. Monsanto Co. en la corte del Distrito Norte de California en Estados Unidos presidida por el juez Vince Chhabria.
Después de un día de deliberaciones, tras un mes de juicio, el jurado integrado por cinco mujeres y un hombre encontró a Monsanto responsable por fallar en la advertencia del peligro cancerígeno del Roundup, por negligencia en su accionar, y por defecto en el diseño del Roundup.
El jurado indicó que Monsanto deberá indemnizar al demandante Edwin Hardeman, de 70 años, con más de 80 millones de dólares en total, según el veredicto del jurado al que tuvo acceso lavaca:
- 200,967 dólares en daños económicos por gastos médicos,
- aproximadamente 5 millones de dólares en concepto de daños compensatorios (3 millones por sufrimiento pasados y 2 millones por dolor y sufrimiento futuro),
- y 75 millones de dólares en daños punitivos.
El glifosato es herbicida más usado en Argentina. Ya había sido encontrado responsable de producir cáncer LNH (linfoma no Hodgkin) el pasado 19 de marzo en la primera parte de este mismo caso. La nueva condena representa la tercera vez en menos de ocho meses en que Monsanto escucha la palabra “culpable”. El primer caso había sido el de Dewayne Johnson, en agosto de 2018.
El factor glifosato
El de Hardeman fue el primer juicio federal por el uso del glifosato, en un proceso bifurcado (dividido en dos etapas) que había sido señalado por organizaciones de consumidores y expertos en leyes como un escenario pensado para favorecer a la compañía. Pese a todo, Monsanto fue condenada nuevamente. El jurado consideró que la empresa sabe de la peligrosidad del Roundup, lo oculta, y eso genera más enfermedad. Solo en los Estados Unidos, 11.200 juicios esperan poder demostrar lo mismo. Consultoras financieras como la Jeffries LLC de Londres calculó que el conjunto de demandas podría representar más de 680.000 millones de dólares contra Monsanto y Bayer, cuyas acciones siguen en baja.
La primera fase de la causa Hardeman había llegado a la conclusión de que Roundup fue un factor importante para desencadenar el cáncer del demandante, y envió la disputa a una segunda fase para determinar la responsabilidad de Monsanto y los daños a pagar por enfermar con su producto.
Aquí, la transcripción en inglés del momento del veredicto en la corte californiana.
El veredicto de Hardeman en español
Lo que Monsanto sabía
Durante esta segunda fase del juicio el jurado escuchó la evidencia de que entre 1980 y 2012, Monsanto tuvo conocimiento de cinco estudios epidemiológicos, siete estudios en animales, tres estudios de estrés oxidativo y 14 estudios de genotoxicidad que vincularon al Roundup con el cáncer.
Las abogadas de Hardeman, Aimée Wagstaff y Jennifer Moore, argumentaron durante los alegatos que, a pesar de los estudios, Monsanto nunca advirtió a los consumidores sobre el riesgo de utilizar el Roundup, y se negó a realizar una investigación a largo plazo.
“Desde hace más de 40 años, Monsanto se niega a actuar responsablemente. Está claro a partir de las acciones de Monsanto que no le importa si el Roundup causa cáncer ya que se ha centrado, en cambio, en manipular la opinión pública y denostar a cualquier persona que plantee cuestiones genuinas y legítimas sobre la seguridad del producto” plantearon las abogadas en un comunicado tras conocerse el veredicto.
Y agregaron: “El jurado responsabilizó a Monsanto por sus 40 años de malversación corporativa y envió un mensaje claro: que Monsanto necesita cambiar la forma en que hace sus negocios”.
Jueves: nuevo juicio
La condena se conoció al finalizar este miércoles 27 de marzo, a menos de ocho meses del fallo en el caso Dewayne Johnson. Pero este jueves 28 comenzará el tercer caso: Pilliod v. Monsanto, en la corte estatal de Oakland. Se trata de un matrimonio, ambos enfermos de cáncer, que también acusan y demandan a Monsanto.
Otra vez estará abierta la discusión sobre las manipulaciones de la industria, sobre los efectos del mero rédito corporativo, sobre el lugar del fraude y el de la verdad científica, sobre lo que ya no se puede ocultar.
Sobre la vida y la muerte.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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